l autor también fue secretario de Industria durante la presidencia de Eduardo Duhalde (2002/2003).
P.- ¿Cómo se distrae de sus obligaciones laborales en sus tiempos libres?
R.- Me divierte salir con mi moto. Con ella recorrí con amigos lo que en los 80 había recorrido como mochilero. Los domingos me voy hasta Dolores a comer un choripán y vuelvo.
P.- ¿Cuál cree que es una buena opción para el veraneo? ¿Cuál es la suya? ¿Playa, sierras, Patagonia?
R.- En los últimos años fui a la playa; soy admirador de las playas brasileñas, sobre todo las del nordeste. La Argentina tiene muchas opciones y creo que los nuevos feriados van a hacer que se tenga que adaptar la oferta, que es variada pero tiene problemas de infraestructura.
P.- ¿Cómo considera que será la evolución del cuadro fiscal este año?
R.- En los últimos tres años hubo un deterioro del superávit genuino, pero el Gobierno pudo financiarse y lograr un superávit más sucio con recursos de la Anses y del Banco Central. Ahora, por más que cuente con eso, los márgenes son más exiguos. El primer cuatrimestre va a ser clave, porque se va a tener que poner techo al crecimiento de los subsidios y bajarlos nominalmente. Si se profundiza la baja de subsidios, se podrá recuperar la capacidad fiscal para el segundo semestre. Pero si se complica, el Gobierno va a estar más exigido y la caja más estresada. Esto es muy importante, porque la principal política de los gobiernos de Néstor y Cristina fue la fiscal, la monetaria es la subordinada; tuvieron ocho años de holgura fiscal y ésa es la matriz de su política económica.
P.- ¿Qué crecimiento espera para el PBI? ¿Qué áreas impulsarán y cuáles irán para atrás?
R.- Este año vamos a tasas de crecimiento normales después de años de tasas extraordinarias. Estamos casi con pleno empleo en la economía formal, la industria trabaja con alta capacidad instalada y no hubo inversiones suficientes para atender la mayor demanda. Un sector muy dinámico como el automotor crecerá entre el 8 y el 9%, ya sin tasas de dos dígitos. Además, hay que ver cómo termina la cosecha, que impacta fuerte en el consumo del interior. Pero creo que el PBI crecerá un 4%; todo dependerá de ciertos factores en el primer semestre. Lo que jugaría en contra es la inflación y la pérdida de competitividad que genera.
P.- ¿Cómo va a evolucionar el empleo, en este contexto?
R.- En sectores industriales con requerimientos sofisticados cuesta cubrir vacantes y las empresas tienen que capacitar. Cuando se requiere menor calificación se puede ir al mundo informal, pero ahí empiezan problemas de ausentismo y disciplina. En el sector informal está el núcleo de la desocupación y por eso es difícil pensar en una baja. No veo una disminución del empleo, pero tampoco una del desempleo.
P.- ¿Hasta dónde va a llegar la discusión salarial? ¿Cree que será un tema conflictivo?
R.- Siempre hay conflictividad, sobre todo cuando el mercado laboral está muy rígido. Hoy los trabajadores saben que la economía no va a crecer como antes, pero si se quiere imponer un techo muy por debajo de la inflación va a ser difícil para cualquier sindicato. Si el salario crece el 18% pero el gasto público aumenta un 35%, no va. Hay precios de la economía que tienen que ir acompasados: la tasa devaluatoria, los salarios, el gasto. La otra cuestión es contra qué lo medimos: ¿la inflación del Indec, la de las provincias, el changuito del supermercado como dice Moyano?
P.- ¿En qué piensa invertir sus ahorros? ¿El que apuesta al dólar pierde, otra vez?
R.- Yo invierto en mi empresa para garantizar su continuidad. El argentino apuesta al dólar por falta de mecanismos de reserva de valor, pero no lo veo como una buena opción. Creo que hay inversiones que pueden ser más rentables y tan seguras como el dólar.
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sábado, 25 de febrero de 2012
viernes, 17 de febrero de 2012
Andrés Perciavale: mundo espiritual
Por Any Ventura |
En una época de tanta frivolidad, de tanta necesidad de mostrarse y de mostrar, un encuentro con Andrés Percivale es un bálsamo, una oportunidad para reflexionar. Este hombre de 72 años tiene una larga trayectoria, interesante por donde se la mire. Estudió Arquitectura, fue un periodista exitoso, cubrió guerras, entrevistó a admirados y a admirables personajes y desde hace tiempo y de a poco fue dejando su trabajo exterior para empezar un camino interior, espiritual. Lo elocuente de él es que nunca se coloca en el lugar del que domina el saber, no quiere dar cátedra, no es dogmático, no se siente dueño de ninguna verdad. Su cuerpo, su mente y su espíritu están al servicio de crear empatía con el otro. Percivale conserva intactas las virtudes, los encantos que lo hicieron tan atractivo, tan querible y tan querido por el gran público, que distinguía entre esos encantos una bellísima y cálida voz y una risa notablemente contagiosa. Hoy sus encantos perduran: esa risa y esa voz suenan tan juveniles como cuando conducía Telenoche junto con Mónica Cahen D'Anvers. Nunca se pierde por las ramas, mantiene con cuidado el hilo de la conversación. Uno diría que, más allá de su eterna simpatía, detrás de Andrés Percivale se esconde una persona sumamente obsesiva, estricta y sistemática. Lo que no se esconde es la belleza que lo ha caracterizado siempre. De joven bello, hoy es un adulto atractivo, multifacético, sabio y entrañable.
Hace un año le detectaron un cáncer de pulmón; según los últimos estudios, el tumor ha desaparecido. Además de sus clases de yoga, está entusiasmado con su participación en Mix, una obra de teatro actualmente en cartel en la calle Corrientes.
-Uno no es lo que le pasa, es aquello que hace con lo que le pasa. ¿Estás de acuerdo con este concepto?
-Totalmente. A propósito, te quiero contar algo que me pasó. Yo tenía que irme a Italia de paseo con un grupo de amigos. Uno de ellos me llama y me dice que otro de estos amigos se había enfermado, había tenido un ACV, entonces decidí quedarme acá. Ok, me quedo acá, y me digo: tengo quince días para organizar algo. ¿Adónde voy? Y me acordé de Puiggari, un lugar del cual me había hablado tanta gente. Cuando llego, de rutina [lo subraya] te hacen un análisis de sangre, uno de orina y una placa de tórax. Yo postergué esto último todo lo que pude, hasta que finalmente me la hice. Y el último día, el médico me dice: "Usted tiene un tumor en el pulmón derecho, aquí arriba." Me quedé duro, me quedé sin palabras. Salgo de esa oficina y me encuentro con el pastor del Centro Adventista de Vida Sana, que me dice: "Mirá, Andrés, vos tenías que ir a Europa, se enfermó uno de tus amigos y suspendiste. Pudiste venir acá, y acá descubrimos esto. ¿No te parece que la Providencia está de tu lado?" Cuando el médico me dijo: "Usted tiene un tumor", yo pensé: "Qué maravilla esta medicina, las cosas que descubre." Pero la palabra del que me dijo esto es para bien, vas a vivir, esa palabra del alma, fue la de este pastor: "La Providencia está de tu lado, Andrés." Yo me senté en el auto y me vine a Buenos Aires, fui al Hospital Italiano, pregunté qué tratamiento había que hacer y lo hice. La medicina avanza fantásticamente. Pero está desespiritualizada.
-¿Y cómo explicás que hoy el tumor haya desaparecido? Porque te escuché decir que cada tumor tiene su origen en un antiguo padecimiento psíquico.
-En mi curación incluyo la medicina y lo espiritual. Saqué la siguiente conclusión: en cada órgano del cuerpo se aloja una emoción. Así como la ira se aloja en el hígado o la codicia se aloja en el intestino grueso, la pena y el duelo se alojan en el pulmón. Yo fui preguntando, porque no pierdo esa cosa periodística de hacer mis propias estadísticas. Y descubrí que siempre hay un duelo mal elaborado o la reiteración de un episodio muy doloroso. En mi caso, es el haber descubierto que mi madre nunca me quiso, e incluso el haberlo conversado con ella, algo que le tengo que agradecer muchísimo.
-¿Cómo es descubrir que una madre no te quiere? ¿Cómo fue la charla? ¿A qué edad?
-Diecisiete o dieciocho años. Ya me analizaba. Percibía algo, pero no podía creerlo. No podía ni quería. Sin embargo, un día un chamán que encontré en mi camino, que después fue mi maestro, un médico psiquiatra peruano llamado Fernández, me dijo: "¿Por qué no le pregunta a su mamá?" Entonces le pregunté y me respondió: "¿Vos sabés que yo nunca pude quererte?" "¡Ah! ¿Y por qué?" "Porque siempre pensé que eras más inteligente que yo." Era una persona que no estaba seguramente en sus cabales. Hace muchísimos años de esto. Ahora bien, mi madre me hizo la vida imposible.
-Y entonces ¿qué hiciste con esta confesión el resto de tu vida?
-Bueno, lo que te quiero decir es, justamente, que mi vida fue un infierno, porque mi vieja no quería que yo estudiara. Tuve que trabajar desde los 13 años, perteneciendo a una familia pudiente, para poder pagarme el boleto, el cuaderno y los libros en el secundario. Me hizo realmente la vida imposible.
-¿Tenías un papá?
-[Lacónico y tajante] No. Yo seguí adelante con lo mío. Pero después de que pasó esto me sentí muy aliviado, porque comprobé que no era una invención o un fantasma mío. Por eso yo creo que esta confesión de mi madre está muy unida al cáncer. A los 17, cuando tenés toda la vida por delante, esta realidad te deja la peor marca de todas.
-Todo lo que en la vida uno fantasea o sospecha, a vos se te hizo realidad: el desamor de una madre.
-Ese desamor, además, inmediatamente, lo vivís con culpa: si no me quiere, la culpa es mía. Y no había, como ahora, toda esta psicología.
-Además, uno sabe que la mirada que te constituye como persona es la de tu mamá. ¿Cómo construís tu autoestima? ¿Quién te devuelve esa mirada?
-¡Claro! Ese es un ejercicio que hacemos en las meditaciones: visualizá una persona que te quiere. Tenela ahí, delante de vos. Ponete en su lugar. Mirate con los ojos llenos de amor que tiene esa persona hacia vos. Fijate qué ve esta persona en vos. Y después volvé a vos. Ese ejercicio es de una fuerza impresionante.
-Analizado desde hoy, ese muchacho que estudiaba arquitectura, que se convirtió en periodista reconocido, en conductor de televisión, en un hombre tan público. ¿Qué te dio y qué te sacó esta profesión?
-Mi mamá no me mimó, pero lo hizo la sociedad entera [se ríe]. Volviendo a tu pregunta, me dio la posibilidad de sentirme protegido, muy mimado y muy querido. En cuanto a lo que me sacó, tal vez sea la espontaneidad. Este trabajo nuestro es tal que uno no puede entrar en un restaurante, como cualquiera, a comer. No. Es diferente. Uno entra y es como si siempre estuvieras en cámara. Esta es una situación muy cansadora, porque llega un momento en que querés ser vos el que mire a los demás, ya pasó el momento de que te miraran a vos.
-¿Creés en el poder de las afirmaciones? Que si uno se repite todo el tiempo voy a triunfar, voy a triunfar y lo escribe, finalmente triunfa?
[Se ríe burlona y encantadoramente] -Es la necesidad del chamán, en este mundo tan cientificista. Yo he ido a ver al padre Ignacio, él tomó mi foto, la acarició y dijo: "Andrés va a estar bien. Que se ponga agua bendita a la altura de donde está el tumor y que rece esta oración". ¡Y yo lo hice! ¡Y a mí eso me hizo bien! [se empieza a reír]. Una amiga me mandó los cantos de la Cábala en fonética, para que rezara. Y lo hice.
-Estamos hablando de la fe.
-Sí. Hay una frase de Schopenhauer que a mí me gusta muchísimo: "El único dios discernible en la naturaleza es la voluntad de vivir". ¿Qué quiere decir? Me costó entenderlo. Cuando estás mal, cuando estás por tirar la toalla, cuando decís: "Bueno, ya tengo 72 años, ya hice mi vida, basta", ahí aparece una voz que te dice: "No. Hay que seguir". Esa voz es una millonésima parte de cada célula de tu cuerpo que es Dios. Ahí aparece, y dice: "Hay que vivir".
-Volvamos al tema del padecimiento psíquico que lleva a enfermarse.
-Bueno, se trataba del duelo no elaborado de lo de mi madre. La gente que estudió esto concluye que, en el momento en que te sale el tumor, es porque a lo mejor has repetido una situación muy dolorosa que tuviste en el pasado.
-Dicen que el cuerpo no censura.
[Le gustó y lo toma rápido] -No. El cuerpo no censura y además registra y absorbe. El cuerpo tiene su inteligencia, tan maravillosa que te empieza a responder de manera inesperada. Por ejemplo, con la quimio se te caen las uñas de los pies, te sale sangre de la encía. Y vos decís: "No puede ser que me esté pasando esto." Te empiezan a salir manchas. A mí, por suerte, creo que el haber hecho tanto yoga y sobre todo tanta meditación me ayudó a pasar bastante indemne el tratamiento. No se me cayó el pelo, por ejemplo, ni tuve problemas digestivos, que son terribles. Ahora bien, no sé si es psíquico, pero sí es emocional.
-¿El yoga es el yoga o es una metáfora?
-No, el yoga es el yoga. Y lo es porque no es tanto lo que te agrega como lo que te quita. El cuerpo es el piano. El espíritu es el sonido. No hay piano sin sonido ni hay sonido sin piano. O sea que el cuerpo y el espíritu están juntos [aferra sus manos]. Pero lo que pasa es que en nuestra sociedad, en nuestra cultura, aparece un tercer elemento que fragmenta: la mente. La mente es el intérprete, que aparece con su frac, su pelo al aire, se lleva los premios, la plata, los aplausos, todo. Se cree hasta más importante que el piano y que el sonido. Hay mucha gente que habla del espíritu y lo que hace es algo mental, cuando en realidad el espíritu no tiene nada que ver con la mente; es lo opuesto a la mente.
-¿Cómo hacemos para dejar de lado la cabeza?
[Se ríe] -El hombre ha perdido el cuerpo, no la cabeza. El yoga hace que puedas encontrarte sanamente con tu cuerpo, y es el momento en que la mente descansa. En ese momento en que la mente descansó aparece esa cosa maravillosa que es el espíritu.
-Y vos vivís de esto.
[Tranquilo para contestar] -Sí.
-Dejaste el periodismo, la fama [él se va riendo a medida que enumero], el prestigio, las luces de colores, por el puro espíritu. Es muy fuerte, porque te fuiste de un extremo a otro.
-Pero no de un día para otro.
-¿Qué te tendrían que ofrecer para lograr que además de lo espiritual hagas otra cosa?
-Un domingo, estoy acá solo, suena el teléfono y es Carlos Rotemberg, a quien adoro, que me dice: "Mirá, acá estoy con Nora Cárpena. Vamos a hacer una comedia con ella, Linda Peretz, Thelma Biral, Pablo Alarcón, Héctor Calori. Es una obra de Noël Coward, la va a dirigir Santiago Doria. Se habla todo el tiempo de un francés que llega al final. Son quince minutos de actuación y cerrás la obra. Ese papel queremos que lo hagas vos." Yo me empecé a reír. Me han ofrecido de todo, pero esta terapia, hasta ahora, no. ¡Y acepté!
-¿Cómo fueron los amores de tu vida?
[Rápido y tajante] -Mal.
-¿No has tenido una vida amorosa interesante?
-No.
-¿Intensa?
-No.
-Que no hayas querido tener un hijo ¿tiene que ver con la mirada de tu mamá o con otra cosa?
-Siempre tuve un concepto más universal: un hombre hace de cualquier niño un hijo. No es como la mujer. En mi instituto, en mi rol de maestro, sí tengo, más hijas que hijos.
-¿Y cómo es tu manejo de los afectos? ¿Sos cultivador o frecuentador de la amistad?
-No. Siempre dependo de lo cultivadora que sea la otra persona. Por ejemplo, vos y yo. Yo me siento muy amigo tuyo. Y no nos vemos nunca.
-¿Cuáles son las obsesiones que te rondan?
[Repite la pregunta, como si lo sorprendiera] -En primer lugar, en este año que acabo de pasar, día a día y minuto a minuto la obsesión era sobrevivir. Pero no sobrevivir en años, sino sobrevivir bien. En este momento mis obsesiones tienen que ver con saber cómo voy a quedar después. Esta enfermedad, y sobre todo este tratamiento, es un full-time job.
-¿Y qué te da placer?
-A mí, lo que fundamentalmente me da placer es estudiar. Y más que estudiar, enseñar. Nada me da tanto placer como enseñar.
En una época de tanta frivolidad, de tanta necesidad de mostrarse y de mostrar, un encuentro con Andrés Percivale es un bálsamo, una oportunidad para reflexionar. Este hombre de 72 años tiene una larga trayectoria, interesante por donde se la mire. Estudió Arquitectura, fue un periodista exitoso, cubrió guerras, entrevistó a admirados y a admirables personajes y desde hace tiempo y de a poco fue dejando su trabajo exterior para empezar un camino interior, espiritual. Lo elocuente de él es que nunca se coloca en el lugar del que domina el saber, no quiere dar cátedra, no es dogmático, no se siente dueño de ninguna verdad. Su cuerpo, su mente y su espíritu están al servicio de crear empatía con el otro. Percivale conserva intactas las virtudes, los encantos que lo hicieron tan atractivo, tan querible y tan querido por el gran público, que distinguía entre esos encantos una bellísima y cálida voz y una risa notablemente contagiosa. Hoy sus encantos perduran: esa risa y esa voz suenan tan juveniles como cuando conducía Telenoche junto con Mónica Cahen D'Anvers. Nunca se pierde por las ramas, mantiene con cuidado el hilo de la conversación. Uno diría que, más allá de su eterna simpatía, detrás de Andrés Percivale se esconde una persona sumamente obsesiva, estricta y sistemática. Lo que no se esconde es la belleza que lo ha caracterizado siempre. De joven bello, hoy es un adulto atractivo, multifacético, sabio y entrañable.
Hace un año le detectaron un cáncer de pulmón; según los últimos estudios, el tumor ha desaparecido. Además de sus clases de yoga, está entusiasmado con su participación en Mix, una obra de teatro actualmente en cartel en la calle Corrientes.
-Uno no es lo que le pasa, es aquello que hace con lo que le pasa. ¿Estás de acuerdo con este concepto?
-Totalmente. A propósito, te quiero contar algo que me pasó. Yo tenía que irme a Italia de paseo con un grupo de amigos. Uno de ellos me llama y me dice que otro de estos amigos se había enfermado, había tenido un ACV, entonces decidí quedarme acá. Ok, me quedo acá, y me digo: tengo quince días para organizar algo. ¿Adónde voy? Y me acordé de Puiggari, un lugar del cual me había hablado tanta gente. Cuando llego, de rutina [lo subraya] te hacen un análisis de sangre, uno de orina y una placa de tórax. Yo postergué esto último todo lo que pude, hasta que finalmente me la hice. Y el último día, el médico me dice: "Usted tiene un tumor en el pulmón derecho, aquí arriba." Me quedé duro, me quedé sin palabras. Salgo de esa oficina y me encuentro con el pastor del Centro Adventista de Vida Sana, que me dice: "Mirá, Andrés, vos tenías que ir a Europa, se enfermó uno de tus amigos y suspendiste. Pudiste venir acá, y acá descubrimos esto. ¿No te parece que la Providencia está de tu lado?" Cuando el médico me dijo: "Usted tiene un tumor", yo pensé: "Qué maravilla esta medicina, las cosas que descubre." Pero la palabra del que me dijo esto es para bien, vas a vivir, esa palabra del alma, fue la de este pastor: "La Providencia está de tu lado, Andrés." Yo me senté en el auto y me vine a Buenos Aires, fui al Hospital Italiano, pregunté qué tratamiento había que hacer y lo hice. La medicina avanza fantásticamente. Pero está desespiritualizada.
-¿Y cómo explicás que hoy el tumor haya desaparecido? Porque te escuché decir que cada tumor tiene su origen en un antiguo padecimiento psíquico.
-En mi curación incluyo la medicina y lo espiritual. Saqué la siguiente conclusión: en cada órgano del cuerpo se aloja una emoción. Así como la ira se aloja en el hígado o la codicia se aloja en el intestino grueso, la pena y el duelo se alojan en el pulmón. Yo fui preguntando, porque no pierdo esa cosa periodística de hacer mis propias estadísticas. Y descubrí que siempre hay un duelo mal elaborado o la reiteración de un episodio muy doloroso. En mi caso, es el haber descubierto que mi madre nunca me quiso, e incluso el haberlo conversado con ella, algo que le tengo que agradecer muchísimo.
-¿Cómo es descubrir que una madre no te quiere? ¿Cómo fue la charla? ¿A qué edad?
-Diecisiete o dieciocho años. Ya me analizaba. Percibía algo, pero no podía creerlo. No podía ni quería. Sin embargo, un día un chamán que encontré en mi camino, que después fue mi maestro, un médico psiquiatra peruano llamado Fernández, me dijo: "¿Por qué no le pregunta a su mamá?" Entonces le pregunté y me respondió: "¿Vos sabés que yo nunca pude quererte?" "¡Ah! ¿Y por qué?" "Porque siempre pensé que eras más inteligente que yo." Era una persona que no estaba seguramente en sus cabales. Hace muchísimos años de esto. Ahora bien, mi madre me hizo la vida imposible.
-Y entonces ¿qué hiciste con esta confesión el resto de tu vida?
-Bueno, lo que te quiero decir es, justamente, que mi vida fue un infierno, porque mi vieja no quería que yo estudiara. Tuve que trabajar desde los 13 años, perteneciendo a una familia pudiente, para poder pagarme el boleto, el cuaderno y los libros en el secundario. Me hizo realmente la vida imposible.
-¿Tenías un papá?
-[Lacónico y tajante] No. Yo seguí adelante con lo mío. Pero después de que pasó esto me sentí muy aliviado, porque comprobé que no era una invención o un fantasma mío. Por eso yo creo que esta confesión de mi madre está muy unida al cáncer. A los 17, cuando tenés toda la vida por delante, esta realidad te deja la peor marca de todas.
-Todo lo que en la vida uno fantasea o sospecha, a vos se te hizo realidad: el desamor de una madre.
-Ese desamor, además, inmediatamente, lo vivís con culpa: si no me quiere, la culpa es mía. Y no había, como ahora, toda esta psicología.
-Además, uno sabe que la mirada que te constituye como persona es la de tu mamá. ¿Cómo construís tu autoestima? ¿Quién te devuelve esa mirada?
-¡Claro! Ese es un ejercicio que hacemos en las meditaciones: visualizá una persona que te quiere. Tenela ahí, delante de vos. Ponete en su lugar. Mirate con los ojos llenos de amor que tiene esa persona hacia vos. Fijate qué ve esta persona en vos. Y después volvé a vos. Ese ejercicio es de una fuerza impresionante.
-Analizado desde hoy, ese muchacho que estudiaba arquitectura, que se convirtió en periodista reconocido, en conductor de televisión, en un hombre tan público. ¿Qué te dio y qué te sacó esta profesión?
-Mi mamá no me mimó, pero lo hizo la sociedad entera [se ríe]. Volviendo a tu pregunta, me dio la posibilidad de sentirme protegido, muy mimado y muy querido. En cuanto a lo que me sacó, tal vez sea la espontaneidad. Este trabajo nuestro es tal que uno no puede entrar en un restaurante, como cualquiera, a comer. No. Es diferente. Uno entra y es como si siempre estuvieras en cámara. Esta es una situación muy cansadora, porque llega un momento en que querés ser vos el que mire a los demás, ya pasó el momento de que te miraran a vos.
-¿Creés en el poder de las afirmaciones? Que si uno se repite todo el tiempo voy a triunfar, voy a triunfar y lo escribe, finalmente triunfa?
[Se ríe burlona y encantadoramente] -Es la necesidad del chamán, en este mundo tan cientificista. Yo he ido a ver al padre Ignacio, él tomó mi foto, la acarició y dijo: "Andrés va a estar bien. Que se ponga agua bendita a la altura de donde está el tumor y que rece esta oración". ¡Y yo lo hice! ¡Y a mí eso me hizo bien! [se empieza a reír]. Una amiga me mandó los cantos de la Cábala en fonética, para que rezara. Y lo hice.
-Estamos hablando de la fe.
-Sí. Hay una frase de Schopenhauer que a mí me gusta muchísimo: "El único dios discernible en la naturaleza es la voluntad de vivir". ¿Qué quiere decir? Me costó entenderlo. Cuando estás mal, cuando estás por tirar la toalla, cuando decís: "Bueno, ya tengo 72 años, ya hice mi vida, basta", ahí aparece una voz que te dice: "No. Hay que seguir". Esa voz es una millonésima parte de cada célula de tu cuerpo que es Dios. Ahí aparece, y dice: "Hay que vivir".
-Volvamos al tema del padecimiento psíquico que lleva a enfermarse.
-Bueno, se trataba del duelo no elaborado de lo de mi madre. La gente que estudió esto concluye que, en el momento en que te sale el tumor, es porque a lo mejor has repetido una situación muy dolorosa que tuviste en el pasado.
-Dicen que el cuerpo no censura.
[Le gustó y lo toma rápido] -No. El cuerpo no censura y además registra y absorbe. El cuerpo tiene su inteligencia, tan maravillosa que te empieza a responder de manera inesperada. Por ejemplo, con la quimio se te caen las uñas de los pies, te sale sangre de la encía. Y vos decís: "No puede ser que me esté pasando esto." Te empiezan a salir manchas. A mí, por suerte, creo que el haber hecho tanto yoga y sobre todo tanta meditación me ayudó a pasar bastante indemne el tratamiento. No se me cayó el pelo, por ejemplo, ni tuve problemas digestivos, que son terribles. Ahora bien, no sé si es psíquico, pero sí es emocional.
-¿El yoga es el yoga o es una metáfora?
-No, el yoga es el yoga. Y lo es porque no es tanto lo que te agrega como lo que te quita. El cuerpo es el piano. El espíritu es el sonido. No hay piano sin sonido ni hay sonido sin piano. O sea que el cuerpo y el espíritu están juntos [aferra sus manos]. Pero lo que pasa es que en nuestra sociedad, en nuestra cultura, aparece un tercer elemento que fragmenta: la mente. La mente es el intérprete, que aparece con su frac, su pelo al aire, se lleva los premios, la plata, los aplausos, todo. Se cree hasta más importante que el piano y que el sonido. Hay mucha gente que habla del espíritu y lo que hace es algo mental, cuando en realidad el espíritu no tiene nada que ver con la mente; es lo opuesto a la mente.
-¿Cómo hacemos para dejar de lado la cabeza?
[Se ríe] -El hombre ha perdido el cuerpo, no la cabeza. El yoga hace que puedas encontrarte sanamente con tu cuerpo, y es el momento en que la mente descansa. En ese momento en que la mente descansó aparece esa cosa maravillosa que es el espíritu.
-Y vos vivís de esto.
[Tranquilo para contestar] -Sí.
-Dejaste el periodismo, la fama [él se va riendo a medida que enumero], el prestigio, las luces de colores, por el puro espíritu. Es muy fuerte, porque te fuiste de un extremo a otro.
-Pero no de un día para otro.
-¿Qué te tendrían que ofrecer para lograr que además de lo espiritual hagas otra cosa?
-Un domingo, estoy acá solo, suena el teléfono y es Carlos Rotemberg, a quien adoro, que me dice: "Mirá, acá estoy con Nora Cárpena. Vamos a hacer una comedia con ella, Linda Peretz, Thelma Biral, Pablo Alarcón, Héctor Calori. Es una obra de Noël Coward, la va a dirigir Santiago Doria. Se habla todo el tiempo de un francés que llega al final. Son quince minutos de actuación y cerrás la obra. Ese papel queremos que lo hagas vos." Yo me empecé a reír. Me han ofrecido de todo, pero esta terapia, hasta ahora, no. ¡Y acepté!
-¿Cómo fueron los amores de tu vida?
[Rápido y tajante] -Mal.
-¿No has tenido una vida amorosa interesante?
-No.
-¿Intensa?
-No.
-Que no hayas querido tener un hijo ¿tiene que ver con la mirada de tu mamá o con otra cosa?
-Siempre tuve un concepto más universal: un hombre hace de cualquier niño un hijo. No es como la mujer. En mi instituto, en mi rol de maestro, sí tengo, más hijas que hijos.
-¿Y cómo es tu manejo de los afectos? ¿Sos cultivador o frecuentador de la amistad?
-No. Siempre dependo de lo cultivadora que sea la otra persona. Por ejemplo, vos y yo. Yo me siento muy amigo tuyo. Y no nos vemos nunca.
-¿Cuáles son las obsesiones que te rondan?
[Repite la pregunta, como si lo sorprendiera] -En primer lugar, en este año que acabo de pasar, día a día y minuto a minuto la obsesión era sobrevivir. Pero no sobrevivir en años, sino sobrevivir bien. En este momento mis obsesiones tienen que ver con saber cómo voy a quedar después. Esta enfermedad, y sobre todo este tratamiento, es un full-time job.
-¿Y qué te da placer?
-A mí, lo que fundamentalmente me da placer es estudiar. Y más que estudiar, enseñar. Nada me da tanto placer como enseñar.
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domingo, 30 de octubre de 2011
"El país vive en un consumismo a ultranza y eso se va a terminar"
Por Diego Cabot | LA NACION
Desde la oficina de Javier Casas Rúa, CEO de la consultora y auditora PricewaterhouseCoopers (PwC), se ve todo Puerto Madero. Contador al fin, el hombre se aproxima a los números a su manera. "Vamos a ampliar el lugar para comer. Tenemos 50 posiciones y queremos llegar a 150. Es que está muy cara la zona y la gente se trae su vianda", explica.
Así es Casas Rúa. Dice poco de lo que hablan sus colegas del mundo corporativo. Casi no se lo escucha hablar de la inflación, el tipo de cambio o los costos laborales. Pero habla -¡y mucho!- de la gente, el talento, la motivación, la sustentabilidad o la autonomía. Después de 30 años en la compañía, asumió como número uno de la filial local. "Quiero dejar mi huella", dice. Luego relata con detalle que primero está la gente. Cita a filósofos, pensadores o músicos. Jamás en toda la entrevista con LA NACION se refiere a un economista y poco a la coyuntura.
-¿Qué lo motiva para estar en este cargo?
-Hay tres aspectos clave. Primero es la autonomía. Todo el mundo necesita saber que trabaja para sí, trabaja para objetivos, realizamos tareas por libertad. La segunda tiene que ver con poner la vara cada vez más arriba, estar siempre desarrollándote. El tercero es el sentido de propósito. En esta oportunidad, lo que sentí es que ahora siento que es la oportunidad de dejar la huella y de crear un marco sucesorio, que no es menor.
-¿Cuál es esa huella?.
-Hay varias dimensiones estratégicas. Lo primero tiene que ver con las personas y el talento. Es un tema no menor. Hice varias investigaciones de jóvenes y valores como para poner el tema arriba de la mesa. El foco en la gente, happy people [gente feliz], happy clients [clientes felices]. Los clientes no son corporaciones, son personas. Porque dentro de una empresa hay personas y una marca en la que está envuelta. Hay que dejar claro el sentido del propósito y tener un fuerte anclaje en valores. Los activos son los intangibles.
-¿A qué se debe?
-Hay una búsqueda en la sociedad global de desarrollo sustentable. Hay un proceso de transformación social. Hoy existe un poder global, pero la política es local. Entonces, la política local no alcanza a resolver los problemas de la política global. Y los jóvenes lo explican muy bien porque no creen en las instituciones tradicionales.
-¿Cómo cree que decantará este malestar de los jóvenes?
-Yo hago videos caseros para las charlas que doy. Y todos los pibes expresan lo mismo: están encarando una vida posmaterial, están yendo a un posmaterialismo. El hommus felix es lo que está al frente de todo. Y eso no está ligado a una acumulación económica, al contrario.
-¿En qué momento de la Argentina se hace cargo de PwC?
-Soy muy optimista. Las degradaciones institucionales que tiene la Argentina también las tienen otros países.
-¿A cuáles se refiere?
-Por ejemplo, la administración de justicia, la gestión pública, las rendiciones de cuentas o la transparencia. Todo va a un camino virtuoso porque las sociedades no lo van a tolerar.
-La sociedad local lo tolera...
-Acá estamos en el hiperconsumo a ultranza. La sociedad está muy regida por eso y por mantener el statu quo de sus vidas basado en consumir. Eso va a reducirse; los jóvenes tienen otro paradigma. ¿Sabe lo que me dicen los jóvenes? "Compro boludeces porque no tengo en qué ahorrar." Tienen una gran frustración porque no van a poder comprar la casa. No tienen ese aspiracional que tenían sus padres.
-¿Y el entorno de negocios?
-Bien. Hay dinero; fluye el dinero. Nos quejamos de la inflación, de la transparencia, pero hay plata. Puede haber algún impacto recesivo que puede venir de afuera, pero acá hay movimiento. Son tips de calidad institucional y de apertura mental los que hay que cambiar. Tendría que haber una persona con una formación filosófica y sociológica que genere un marco de confianza con quien administra el Gobierno para hacerles entender algunas cosas que van a ser favorables para ellos.
-¿Cree en la generación de políticos jóvenes?
-Sí. Ya tienen otro paradigma. A la vieja política y los partidos políticos tradicionales ya no los quiere nadie.
-¿No ve un peso desproporcionado del Estado frente al resto de los actores políticos?
-Es una deformación, pero la sociedad no quiere tomar el riesgo de cambiar nada.
-¿Cuál es la agenda de los empresarios?
-Y... son siempre las mismas cosas. Inflación, los costos laborales, la presión sindical, la caída de los márgenes, los controles ambiguos que hace el Gobierno, las tarifas. La Argentina tiene que salir del círculo vicioso. Tiene una vida tortuosa; debemos empezar a tener una vida gratificante.
-¿Qué necesita la Argentina?
-Inversiones en infraestructura. Y el camino no es hacerlo sólo nosotros. Hay que alentar la inversión extranjera.
-¿Cambiaron en algo las empresas que tienen directorios del Estado?
-No, nada. Yo puedo no estar de acuerdo en los procedimientos, que fueron desprolijos, pero no hubo mayores cambios.
FALTA LA MIRADA DE LARGO PLAZO
-¿Cómo ve a los empresarios argentinos?
-La verdad es que están demasiado preocupados por el día a día, por el corto plazo. Hay que subir un poco la mirada, y eso ayuda a resolver problemas complejos.
-Pero eso está muy lejos de lo que hace la dirigencia política, empresarial...
-Sí. Totalmente. Hay una apatía muy grande. Nosotros hacemos una encuesta de CEO y medimos cuál es la agenda que debiera ser y cuál es la agenda real. Y la verdad es que los temas están muy bifurcados. No tiene relación una con otra. Hay que hacer un trabajo muy grande desde lo dirigencial. Hay que trabajar para instalar otros temas.
JAVIER CASAS RUA
Profesión : contador
Edad : 52 años
Origen : argentino
Recién salido de la facultad, hace 30 años, Casas Rúa ingresó a PwC. Como especialista en bancos, fue presidente de la Comisión de Entidades Financieras del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Capital Federal. Se define como un amante de la naturaleza y el mar, y sus hobbies son escribir música y andar en moto.
Desde la oficina de Javier Casas Rúa, CEO de la consultora y auditora PricewaterhouseCoopers (PwC), se ve todo Puerto Madero. Contador al fin, el hombre se aproxima a los números a su manera. "Vamos a ampliar el lugar para comer. Tenemos 50 posiciones y queremos llegar a 150. Es que está muy cara la zona y la gente se trae su vianda", explica.
Así es Casas Rúa. Dice poco de lo que hablan sus colegas del mundo corporativo. Casi no se lo escucha hablar de la inflación, el tipo de cambio o los costos laborales. Pero habla -¡y mucho!- de la gente, el talento, la motivación, la sustentabilidad o la autonomía. Después de 30 años en la compañía, asumió como número uno de la filial local. "Quiero dejar mi huella", dice. Luego relata con detalle que primero está la gente. Cita a filósofos, pensadores o músicos. Jamás en toda la entrevista con LA NACION se refiere a un economista y poco a la coyuntura.
-¿Qué lo motiva para estar en este cargo?
-Hay tres aspectos clave. Primero es la autonomía. Todo el mundo necesita saber que trabaja para sí, trabaja para objetivos, realizamos tareas por libertad. La segunda tiene que ver con poner la vara cada vez más arriba, estar siempre desarrollándote. El tercero es el sentido de propósito. En esta oportunidad, lo que sentí es que ahora siento que es la oportunidad de dejar la huella y de crear un marco sucesorio, que no es menor.
-¿Cuál es esa huella?.
-Hay varias dimensiones estratégicas. Lo primero tiene que ver con las personas y el talento. Es un tema no menor. Hice varias investigaciones de jóvenes y valores como para poner el tema arriba de la mesa. El foco en la gente, happy people [gente feliz], happy clients [clientes felices]. Los clientes no son corporaciones, son personas. Porque dentro de una empresa hay personas y una marca en la que está envuelta. Hay que dejar claro el sentido del propósito y tener un fuerte anclaje en valores. Los activos son los intangibles.
-¿A qué se debe?
-Hay una búsqueda en la sociedad global de desarrollo sustentable. Hay un proceso de transformación social. Hoy existe un poder global, pero la política es local. Entonces, la política local no alcanza a resolver los problemas de la política global. Y los jóvenes lo explican muy bien porque no creen en las instituciones tradicionales.
-¿Cómo cree que decantará este malestar de los jóvenes?
-Yo hago videos caseros para las charlas que doy. Y todos los pibes expresan lo mismo: están encarando una vida posmaterial, están yendo a un posmaterialismo. El hommus felix es lo que está al frente de todo. Y eso no está ligado a una acumulación económica, al contrario.
-¿En qué momento de la Argentina se hace cargo de PwC?
-Soy muy optimista. Las degradaciones institucionales que tiene la Argentina también las tienen otros países.
-¿A cuáles se refiere?
-Por ejemplo, la administración de justicia, la gestión pública, las rendiciones de cuentas o la transparencia. Todo va a un camino virtuoso porque las sociedades no lo van a tolerar.
-La sociedad local lo tolera...
-Acá estamos en el hiperconsumo a ultranza. La sociedad está muy regida por eso y por mantener el statu quo de sus vidas basado en consumir. Eso va a reducirse; los jóvenes tienen otro paradigma. ¿Sabe lo que me dicen los jóvenes? "Compro boludeces porque no tengo en qué ahorrar." Tienen una gran frustración porque no van a poder comprar la casa. No tienen ese aspiracional que tenían sus padres.
-¿Y el entorno de negocios?
-Bien. Hay dinero; fluye el dinero. Nos quejamos de la inflación, de la transparencia, pero hay plata. Puede haber algún impacto recesivo que puede venir de afuera, pero acá hay movimiento. Son tips de calidad institucional y de apertura mental los que hay que cambiar. Tendría que haber una persona con una formación filosófica y sociológica que genere un marco de confianza con quien administra el Gobierno para hacerles entender algunas cosas que van a ser favorables para ellos.
-¿Cree en la generación de políticos jóvenes?
-Sí. Ya tienen otro paradigma. A la vieja política y los partidos políticos tradicionales ya no los quiere nadie.
-¿No ve un peso desproporcionado del Estado frente al resto de los actores políticos?
-Es una deformación, pero la sociedad no quiere tomar el riesgo de cambiar nada.
-¿Cuál es la agenda de los empresarios?
-Y... son siempre las mismas cosas. Inflación, los costos laborales, la presión sindical, la caída de los márgenes, los controles ambiguos que hace el Gobierno, las tarifas. La Argentina tiene que salir del círculo vicioso. Tiene una vida tortuosa; debemos empezar a tener una vida gratificante.
-¿Qué necesita la Argentina?
-Inversiones en infraestructura. Y el camino no es hacerlo sólo nosotros. Hay que alentar la inversión extranjera.
-¿Cambiaron en algo las empresas que tienen directorios del Estado?
-No, nada. Yo puedo no estar de acuerdo en los procedimientos, que fueron desprolijos, pero no hubo mayores cambios.
FALTA LA MIRADA DE LARGO PLAZO
-¿Cómo ve a los empresarios argentinos?
-La verdad es que están demasiado preocupados por el día a día, por el corto plazo. Hay que subir un poco la mirada, y eso ayuda a resolver problemas complejos.
-Pero eso está muy lejos de lo que hace la dirigencia política, empresarial...
-Sí. Totalmente. Hay una apatía muy grande. Nosotros hacemos una encuesta de CEO y medimos cuál es la agenda que debiera ser y cuál es la agenda real. Y la verdad es que los temas están muy bifurcados. No tiene relación una con otra. Hay que hacer un trabajo muy grande desde lo dirigencial. Hay que trabajar para instalar otros temas.
JAVIER CASAS RUA
Profesión : contador
Edad : 52 años
Origen : argentino
Recién salido de la facultad, hace 30 años, Casas Rúa ingresó a PwC. Como especialista en bancos, fue presidente de la Comisión de Entidades Financieras del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Capital Federal. Se define como un amante de la naturaleza y el mar, y sus hobbies son escribir música y andar en moto.
domingo, 23 de octubre de 2011
"Hoy se habla de no indexar salarios a la inflación sino a la productividad"
Por Javier Blanco Toledo | Para LA NACION
Francisco Loscos es profesor del Departamento de Dirección de Recursos Humanos de Esade Business School de España, se considera un enamorado del mundo y confiesa que ha viajado por varias ciudades. Asegura que es necesario un nuevo modelo de relaciones laborales al tiempo que analiza cómo impacta la crisis en la sociedad europea y cuál es el nuevo rol que debe asumir el Estado en el mundo empresario.
-¿Qué propone como nuevo modelo de relaciones laborales?
-Históricamente los modelos han estado basados en lo que sería la gestión del conflicto. Se sustentaban en que el sindicato era un contrapoder existente, que molesta y que además está en permanente situación de conflicto. Es una visión que tiene su arraigo en las grandes esencias del marxismo. Con los años empieza a plantearse que el objetivo es el consenso, que haya paz social.
-¿Cuál es el objetivo de un nuevo modelo?
-Está basado en que las relaciones laborales posibiliten la gestión de un proyecto común, de valores comunes y de ir todos en la misma dirección. No nos podemos atascar en un conflicto. El mundo evoluciona. Lo que no puede ser es que los convenios sean de 1975 y no se puedan tocar. Vivimos en un mundo sujeto a una velocidad de cambios brutal. Por lo tanto, a las empresas no les queda más remedio que ser flexibles. Una empresa que no se adapta al entorno muere.
-¿Cómo se traduce esto a la gente?
-Hay que preguntarse por qué hay empresas que lo logran. Lo logran aquellas que fundamentalmente invierten en dos cuestiones: liderazgo y comunicación interna. Una empresa tiene que convertirse en maestra del arte de comunicar. Si explicaran bien que es realmente necesaria una disminución salarial y se tuviera confianza en el modelo, posiblemente se aceptaría la reducción. El problema es cuando las cosas no se explican. Cuando uno tiene la sensación de que lo que está escrito en un convenio no se puede tocar y me niego a cambiarlo, la otra parte termina acudiendo al Estado y pide solución.
-¿Qué sucede en Europa con este nuevo rol del Estado?
-Lo que se está haciendo es poner un poco de dinero en determinadas empresas para salvarlas, pero sin poner en riesgo el Estado de bienestar. El Estado de bienestar se puede poner en riesgo cuando se tiene un 25% de desocupados, porque hay un 25% menos de gente que no sólo no aporta, sino que además extrae de la caja. El riesgo del Estado de bienestar en un país es que no haya productividad y que haya alto desempleo.
-¿Cómo es la situación de España?
-Complicadísima, con un desempleo por encima del 20%, pero con la esperanza de que sea una cuestión coyuntural. Las políticas estatales tienen que ayudar al empleo y a que las empresas no se ahoguen.
-¿Cómo cree que se incorporarán los jóvenes al empleo?
- Se va a tener que reconfigurar un modelo. Hay que hacer una reforma laboral y si las partes no se ponen de acuerdo, el Estado debe ser el que lo impulse.
-Esto tiene un costo político.
-Cada partido tiene su ideología, lo importante es que la economía no debería tener color. Todos tenemos que ir a lo mismo, que es la máxima productividad de un país, el máximo empleo y el mínimo desempleo. En España hace años que se anuncia una reforma laboral que no acaba de llegar nunca.
-¿Cómo se deben manejar las empresas en este modelo que usted propone frente a una negociación salarial?
-Una empresa debe pagar lo que cree que debe pagar y a partir de ahí no debe ceder a ninguna presión que incremente los gastos.
-¿Esta posición no generaría un conflicto?
-Hay dos posiciones: la del empresario, que sabe lo que puede llegar a pagar, y el sindicato, que tiene que lograr que la gente cobre lo que cree que es digno por su trabajo. Los dos deberían trabajar con informaciones similares y con argumentaciones similares. Cuando se dice que no se puede pagar más, se debe explicar y razonar. Los dos deben estar con la proa en el negocio, no con el interés particular de cada uno. El futuro de los modelos de compensación pasa por el variable. Los incrementos hipergenerosos en el fijo yo creo que tocan a su fin. Hoy se habla de no indexar los salarios a la inflación, sino a la productividad.
-¿Esta es una tendencia en Europa?
-Exacto. Si todos ganamos un poquito menos, todos podemos tener más trabajo. Por eso el ajuste debe venir por la vía de la productividad. El problema es la desconfianza.
-¿Cómo se mide la productividad?
-Se pueden tomar diferentes mediciones como las ventas, el cash flow [flujo de fondos]. Pero hay que establecer objetivos y explicar claramente. No se pueden modificar luego diciendo que se realizaron amortizaciones anticipadas o inversiones no esperadas y por ende no se ganó tanto como se esperaba.
Francisco Loscos es profesor del Departamento de Dirección de Recursos Humanos de Esade Business School de España, se considera un enamorado del mundo y confiesa que ha viajado por varias ciudades. Asegura que es necesario un nuevo modelo de relaciones laborales al tiempo que analiza cómo impacta la crisis en la sociedad europea y cuál es el nuevo rol que debe asumir el Estado en el mundo empresario.
-¿Qué propone como nuevo modelo de relaciones laborales?
-Históricamente los modelos han estado basados en lo que sería la gestión del conflicto. Se sustentaban en que el sindicato era un contrapoder existente, que molesta y que además está en permanente situación de conflicto. Es una visión que tiene su arraigo en las grandes esencias del marxismo. Con los años empieza a plantearse que el objetivo es el consenso, que haya paz social.
-¿Cuál es el objetivo de un nuevo modelo?
-Está basado en que las relaciones laborales posibiliten la gestión de un proyecto común, de valores comunes y de ir todos en la misma dirección. No nos podemos atascar en un conflicto. El mundo evoluciona. Lo que no puede ser es que los convenios sean de 1975 y no se puedan tocar. Vivimos en un mundo sujeto a una velocidad de cambios brutal. Por lo tanto, a las empresas no les queda más remedio que ser flexibles. Una empresa que no se adapta al entorno muere.
-¿Cómo se traduce esto a la gente?
-Hay que preguntarse por qué hay empresas que lo logran. Lo logran aquellas que fundamentalmente invierten en dos cuestiones: liderazgo y comunicación interna. Una empresa tiene que convertirse en maestra del arte de comunicar. Si explicaran bien que es realmente necesaria una disminución salarial y se tuviera confianza en el modelo, posiblemente se aceptaría la reducción. El problema es cuando las cosas no se explican. Cuando uno tiene la sensación de que lo que está escrito en un convenio no se puede tocar y me niego a cambiarlo, la otra parte termina acudiendo al Estado y pide solución.
-¿Qué sucede en Europa con este nuevo rol del Estado?
-Lo que se está haciendo es poner un poco de dinero en determinadas empresas para salvarlas, pero sin poner en riesgo el Estado de bienestar. El Estado de bienestar se puede poner en riesgo cuando se tiene un 25% de desocupados, porque hay un 25% menos de gente que no sólo no aporta, sino que además extrae de la caja. El riesgo del Estado de bienestar en un país es que no haya productividad y que haya alto desempleo.
-¿Cómo es la situación de España?
-Complicadísima, con un desempleo por encima del 20%, pero con la esperanza de que sea una cuestión coyuntural. Las políticas estatales tienen que ayudar al empleo y a que las empresas no se ahoguen.
-¿Cómo cree que se incorporarán los jóvenes al empleo?
- Se va a tener que reconfigurar un modelo. Hay que hacer una reforma laboral y si las partes no se ponen de acuerdo, el Estado debe ser el que lo impulse.
-Esto tiene un costo político.
-Cada partido tiene su ideología, lo importante es que la economía no debería tener color. Todos tenemos que ir a lo mismo, que es la máxima productividad de un país, el máximo empleo y el mínimo desempleo. En España hace años que se anuncia una reforma laboral que no acaba de llegar nunca.
-¿Cómo se deben manejar las empresas en este modelo que usted propone frente a una negociación salarial?
-Una empresa debe pagar lo que cree que debe pagar y a partir de ahí no debe ceder a ninguna presión que incremente los gastos.
-¿Esta posición no generaría un conflicto?
-Hay dos posiciones: la del empresario, que sabe lo que puede llegar a pagar, y el sindicato, que tiene que lograr que la gente cobre lo que cree que es digno por su trabajo. Los dos deberían trabajar con informaciones similares y con argumentaciones similares. Cuando se dice que no se puede pagar más, se debe explicar y razonar. Los dos deben estar con la proa en el negocio, no con el interés particular de cada uno. El futuro de los modelos de compensación pasa por el variable. Los incrementos hipergenerosos en el fijo yo creo que tocan a su fin. Hoy se habla de no indexar los salarios a la inflación, sino a la productividad.
-¿Esta es una tendencia en Europa?
-Exacto. Si todos ganamos un poquito menos, todos podemos tener más trabajo. Por eso el ajuste debe venir por la vía de la productividad. El problema es la desconfianza.
-¿Cómo se mide la productividad?
-Se pueden tomar diferentes mediciones como las ventas, el cash flow [flujo de fondos]. Pero hay que establecer objetivos y explicar claramente. No se pueden modificar luego diciendo que se realizaron amortizaciones anticipadas o inversiones no esperadas y por ende no se ganó tanto como se esperaba.
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martes, 18 de octubre de 2011
"Me voy a vivir a una chacra, no soy como Cristina y sus palacios"
ELISA CARRIO, COALICION CIVICA
—En una elección que parece definida, ¿qué es lo que se pone en juego?
—La libertad. Ya se está demostrando que empieza con la persecusión de sindicalistas y políticos de izquierda. Y, como bien señaló Bonasso, va a ser terrible si se les concede las mayorías en ambas cámaras y tienen el poder total. El problema de los que votan a Cristina es que nos condenan al resto a vivir sin libertad.
—¿La pelea por el segundo lugar es clave para el tipo de oposición que haya?
—Hoy la distancia con la Presidenta es tal que lo importante es la causa de la libertad. Algunos tienen necesidades en sus propias provincias de acordar con la Presidenta. Es indistinto quién salga segundo, siempre y cuando no se vote a sus diputados. Voten a los diputados de la última. Si votan a los diputados que votaron todas las leyes con el Gobierno, como es el socialismo, tendrá más número el Gobierno.
—¿Qué bloque de la oposición cree que le conviene al Gobierno que quede mejor parado?
—La Presidente eligió, como lo hizo con Lavagna en 2007 para impedir nuestra victoria. Y tres meses después se abrazó en Olivos.
—Si pudiera volver el tiempo atrás, ¿repetiría la estrategia de alianzas?
—Sí. Nosotros sabíamos que esa oposición iba al desastre y nos desmarcamos por principios. En 2007 habíamos acordado hacer bloque conjunto con el socialismo y fue Binner quien ordenó romper para votar con el Gobierno. Hoy seríamos socios del Gobierno o estaríamos en el desastre del radicalismo.
—De todas formas, a la fuerza que peor le fue es a la Coalición Cívica.
—Cuando uno defiende la causa de la libertad y defiende los principios, Dios te tiene entre algodones. Yo estoy feliz y entre algodones. Yo no vine a la política para entregar los principios, sino para que la Argentina tenga principios.
—¿La intransingencia no la puede llevar a ser testimonial?
—O que algún día la Argentina llore por vivir en la libertad y los valores, y entonces me busquen.
—Tras las elecciones, ¿el rol opositor debe cambiar?
—Nosotros somos lo que somos. Y cuando nos opusimos fue porque era mentira. No somos oportunistas. La Coalición Cívica no es veleta, y yo tampoco.
—¿Cuánto tiempo le llevará a la oposición constituir una alternativa?
—No sé. Yo hoy quiero defender la libertad. En el 2008 todos hablaban del poder absoluto del kirchnerismo, hasta que en marzo empezó el campo. Nada dura cien años. Yo no quiero acusar a nadie, sólo decir lo que pasó en la historia. Tengan cuidado al votar a un Lavagna. Parecía muy serio Lavagna, y era un hombre de mucha gestión.
—¿Qué va a hacer después del 23 de octubre?
—Tantas cosas. Me voy a vivir a una chacra a Corrientes, a Exaltación de la Cruz, sea o no presidente. Ya está en venta mi departamento de Marcelo T. de Alvear y Paraná porque terminé de pagar la hipoteca. Ahora estamos buscando, tenemos que buscar precios. Yo me puedo hacer un rancho, no soy como Cristina que puede tener palacios.
—¿Significa que va a dar un paso al costado?
—Dios dirá. Si pierdo, todos mis amigos me están esperando para ir al mar. Y si gano, conduciré los equipos para gobernar el país. Los dos son destinos maravillosos.
—Después de las primarias anunció que daba un paso al costado y ahora eso no está claro.
—Del debate no me abro. Los conductores se construyen. El problema es que no hay conductores. Ya tenemos líderes para ser conductores, así que cuando me digan... yo estoy hecha.
—¿Por qué cree que pasamos de un escenario de posible ballottage a otro donde Cristina podría ser la presidenta más votada en democracia?
—Porque mucho dinero tapa el alma, vuelve ciegos a los hombres. A cambio de dinero pierden la libertad. Todos deberíamos hacer un claro examen de conciencia.
Por Gabriel Ziblat
PERFIL
—En una elección que parece definida, ¿qué es lo que se pone en juego?
—La libertad. Ya se está demostrando que empieza con la persecusión de sindicalistas y políticos de izquierda. Y, como bien señaló Bonasso, va a ser terrible si se les concede las mayorías en ambas cámaras y tienen el poder total. El problema de los que votan a Cristina es que nos condenan al resto a vivir sin libertad.
—¿La pelea por el segundo lugar es clave para el tipo de oposición que haya?
—Hoy la distancia con la Presidenta es tal que lo importante es la causa de la libertad. Algunos tienen necesidades en sus propias provincias de acordar con la Presidenta. Es indistinto quién salga segundo, siempre y cuando no se vote a sus diputados. Voten a los diputados de la última. Si votan a los diputados que votaron todas las leyes con el Gobierno, como es el socialismo, tendrá más número el Gobierno.
—¿Qué bloque de la oposición cree que le conviene al Gobierno que quede mejor parado?
—La Presidente eligió, como lo hizo con Lavagna en 2007 para impedir nuestra victoria. Y tres meses después se abrazó en Olivos.
—Si pudiera volver el tiempo atrás, ¿repetiría la estrategia de alianzas?
—Sí. Nosotros sabíamos que esa oposición iba al desastre y nos desmarcamos por principios. En 2007 habíamos acordado hacer bloque conjunto con el socialismo y fue Binner quien ordenó romper para votar con el Gobierno. Hoy seríamos socios del Gobierno o estaríamos en el desastre del radicalismo.
—De todas formas, a la fuerza que peor le fue es a la Coalición Cívica.
—Cuando uno defiende la causa de la libertad y defiende los principios, Dios te tiene entre algodones. Yo estoy feliz y entre algodones. Yo no vine a la política para entregar los principios, sino para que la Argentina tenga principios.
—¿La intransingencia no la puede llevar a ser testimonial?
—O que algún día la Argentina llore por vivir en la libertad y los valores, y entonces me busquen.
—Tras las elecciones, ¿el rol opositor debe cambiar?
—Nosotros somos lo que somos. Y cuando nos opusimos fue porque era mentira. No somos oportunistas. La Coalición Cívica no es veleta, y yo tampoco.
—¿Cuánto tiempo le llevará a la oposición constituir una alternativa?
—No sé. Yo hoy quiero defender la libertad. En el 2008 todos hablaban del poder absoluto del kirchnerismo, hasta que en marzo empezó el campo. Nada dura cien años. Yo no quiero acusar a nadie, sólo decir lo que pasó en la historia. Tengan cuidado al votar a un Lavagna. Parecía muy serio Lavagna, y era un hombre de mucha gestión.
—¿Qué va a hacer después del 23 de octubre?
—Tantas cosas. Me voy a vivir a una chacra a Corrientes, a Exaltación de la Cruz, sea o no presidente. Ya está en venta mi departamento de Marcelo T. de Alvear y Paraná porque terminé de pagar la hipoteca. Ahora estamos buscando, tenemos que buscar precios. Yo me puedo hacer un rancho, no soy como Cristina que puede tener palacios.
—¿Significa que va a dar un paso al costado?
—Dios dirá. Si pierdo, todos mis amigos me están esperando para ir al mar. Y si gano, conduciré los equipos para gobernar el país. Los dos son destinos maravillosos.
—Después de las primarias anunció que daba un paso al costado y ahora eso no está claro.
—Del debate no me abro. Los conductores se construyen. El problema es que no hay conductores. Ya tenemos líderes para ser conductores, así que cuando me digan... yo estoy hecha.
—¿Por qué cree que pasamos de un escenario de posible ballottage a otro donde Cristina podría ser la presidenta más votada en democracia?
—Porque mucho dinero tapa el alma, vuelve ciegos a los hombres. A cambio de dinero pierden la libertad. Todos deberíamos hacer un claro examen de conciencia.
Por Gabriel Ziblat
PERFIL
miércoles, 14 de septiembre de 2011
"No hay que estar atado sólo a la soja"
Por Martín Kanenguiser | LA NACION
Jeremy Rifkin tiene una prolífica historia como el economista que promueve el uso de energías renovables ante los problemas económicos y geopolíticos generados por las fuentes tradicionales, como el petróleo.
Invitado por la firma PriceWaterhouseCoopers a Buenos Aires para disertar mañana sobre "La tercera revolución industrial", tema de su nuevo libro, afirmó en una entrevista con LA NACION que el Gobierno debe promover la inversión energética para mantener el alto crecimiento económico de los últimos años y no sufrir un creciente déficit en ese sector.
Además, criticó los subsidios a las tarifas eléctricas en los hogares de alto poder adquisitivo y sugirió diversificar la producción local para eludir la excesiva dependencia del país respecto de la soja.
Consultor de jefes de Estado como Angela Merkel, en Alemania, y ex asesor del ex vicepresidente norteamericano Al Gore, Rifkin agregó que la crisis económica global no podrá superarse hasta que el mundo no desarrolle otras fuentes de energía, porque el precio del petróleo "solo subirá".
-Usted pronosticó hace 10 años esta crisis de la deuda y el fin de la globalización. Lo primero es un hecho; lo segundo, no?
-Así es; cuando yo en 2001 hablaba del exceso de consumo, mis colegas me decían que yo era pesimista. Pero en los últimos tres años tuvimos dos eventos que marcan el fin de la segunda era industrial. El primero fue en julio de 2008, cuando Wall Street subió al techo y luego se derrumbó; dos meses después, la crisis que terminó en la caída del banco Lehman Brothers y que aún no culminó. El segundo es la convención de cambio climático de Copenhague de 2009, que fracasó. Estamos viviendo el final de la era de los hidrocarburos: el nivel de población mundial crece a un ritmo mucho más rápido que el de la oferta de energía convencional y, por lo tanto, cada vez que se intente promover un mayor crecimiento económico, el precio del petróleo volverá a subir por el problema de la falta de oferta. Por lo tanto, habrá periódicos colapsos en el mundo por este problema. En cuanto a la globalización, creo que estamos viviendo la era de las regiones, como ocurre ahora en esta zona con la Unasur, que lideró Néstor Kirchner.
- ¿Cuáles son las alternativas razonables, dados los problemas recientes exhibidos por la energía nuclear?
-Necesitamos un sistema más descentralizado y horizontal basado en el hidrógeno; sin duda tenemos un sistema más descentralizado de la información por Internet, pero eso no es suficiente para la nueva revolución industrial que se necesita, porque además hace falta convertir la energía de todos los edificios en fuente de origen solar, lo cual generará millones de puestos de trabajo en las próximas décadas. La Argentina puede tomar un rol clave en este desarrollo junto con Brasil. Por 30 años, los gobiernos me han repetido que este planteo era importante, pero que necesitaban el sistema de hidrocarburos; yo no estoy en contra de que éste continúe, pero sin el crecimiento de otras fuentes los problemas actuales con el petróleo seguirán.
- El crecimiento argentino de los últimos años se focalizó en el consumo y no en el desarrollo de infraestructura para el sector energético. ¿Se puede remediar eso?
-Si siguen ese modelo de incentivo al consumo solamente, serán otra economía fallida. La cuestión es desarrollar la infraestructura y no sólo, como lo plantea el presidente Barack Obama, para construir puentes y autopistas, sino las sociedades público-privadas, como en Alemania y en algunos Estados norteamericanos, en las que el gobierno, las empresas y la sociedad civil se asocian en un plan. El rol del gobierno es otorgar los incentivos y la regulación apropiados.
- El Gobierno no se siente presionado para avanzar en estas reformas por el alto precio de las materias primas que permiten sostener el crecimiento?
-Nadie debe estar atado a un solo recurso, como la soja en el caso argentino; es muy bueno ser un productor de este tipo de materias primas, pero, en el tiempo, los márgenes de ganancia se van reduciendo al subir los costos de producción, de transporte y con el cambio climático, que ya está provocando daños aquí. La clave es aumentar la oferta para mantener el nivel de producción con mayores niveles de productividad.
- De hecho, después de más de 25 años de superávit, el país sufrirá este año déficit en su balanza comercial de energía?
-Y cada vez ese déficit va a ser mayor.
- ¿Qué opina sobre la estrategia local de subsidiar las tarifas energéticas en sectores de alto poder adquisitivo de la sociedad para mantener los precios bajos en forma artificial?
-Eso no es sustentable. La Argentina debe seguir el ejemplo de Alemania, que aplica subsidios para fomentar el uso de las energías renovables de los hogares. ¿Por qué no podría hacerlo? ¿Por qué seguir jugando el rol de la segunda era industrial cuando ya está agotada? Es obvio que no se puede transformar todo en poco tiempo, no soy ingenuo, pero no veo un plan B si los países no adoptan este camino alternativo.
Jeremy Rifkin tiene una prolífica historia como el economista que promueve el uso de energías renovables ante los problemas económicos y geopolíticos generados por las fuentes tradicionales, como el petróleo.
Invitado por la firma PriceWaterhouseCoopers a Buenos Aires para disertar mañana sobre "La tercera revolución industrial", tema de su nuevo libro, afirmó en una entrevista con LA NACION que el Gobierno debe promover la inversión energética para mantener el alto crecimiento económico de los últimos años y no sufrir un creciente déficit en ese sector.
Además, criticó los subsidios a las tarifas eléctricas en los hogares de alto poder adquisitivo y sugirió diversificar la producción local para eludir la excesiva dependencia del país respecto de la soja.
Consultor de jefes de Estado como Angela Merkel, en Alemania, y ex asesor del ex vicepresidente norteamericano Al Gore, Rifkin agregó que la crisis económica global no podrá superarse hasta que el mundo no desarrolle otras fuentes de energía, porque el precio del petróleo "solo subirá".
-Usted pronosticó hace 10 años esta crisis de la deuda y el fin de la globalización. Lo primero es un hecho; lo segundo, no?
-Así es; cuando yo en 2001 hablaba del exceso de consumo, mis colegas me decían que yo era pesimista. Pero en los últimos tres años tuvimos dos eventos que marcan el fin de la segunda era industrial. El primero fue en julio de 2008, cuando Wall Street subió al techo y luego se derrumbó; dos meses después, la crisis que terminó en la caída del banco Lehman Brothers y que aún no culminó. El segundo es la convención de cambio climático de Copenhague de 2009, que fracasó. Estamos viviendo el final de la era de los hidrocarburos: el nivel de población mundial crece a un ritmo mucho más rápido que el de la oferta de energía convencional y, por lo tanto, cada vez que se intente promover un mayor crecimiento económico, el precio del petróleo volverá a subir por el problema de la falta de oferta. Por lo tanto, habrá periódicos colapsos en el mundo por este problema. En cuanto a la globalización, creo que estamos viviendo la era de las regiones, como ocurre ahora en esta zona con la Unasur, que lideró Néstor Kirchner.
- ¿Cuáles son las alternativas razonables, dados los problemas recientes exhibidos por la energía nuclear?
-Necesitamos un sistema más descentralizado y horizontal basado en el hidrógeno; sin duda tenemos un sistema más descentralizado de la información por Internet, pero eso no es suficiente para la nueva revolución industrial que se necesita, porque además hace falta convertir la energía de todos los edificios en fuente de origen solar, lo cual generará millones de puestos de trabajo en las próximas décadas. La Argentina puede tomar un rol clave en este desarrollo junto con Brasil. Por 30 años, los gobiernos me han repetido que este planteo era importante, pero que necesitaban el sistema de hidrocarburos; yo no estoy en contra de que éste continúe, pero sin el crecimiento de otras fuentes los problemas actuales con el petróleo seguirán.
- El crecimiento argentino de los últimos años se focalizó en el consumo y no en el desarrollo de infraestructura para el sector energético. ¿Se puede remediar eso?
-Si siguen ese modelo de incentivo al consumo solamente, serán otra economía fallida. La cuestión es desarrollar la infraestructura y no sólo, como lo plantea el presidente Barack Obama, para construir puentes y autopistas, sino las sociedades público-privadas, como en Alemania y en algunos Estados norteamericanos, en las que el gobierno, las empresas y la sociedad civil se asocian en un plan. El rol del gobierno es otorgar los incentivos y la regulación apropiados.
- El Gobierno no se siente presionado para avanzar en estas reformas por el alto precio de las materias primas que permiten sostener el crecimiento?
-Nadie debe estar atado a un solo recurso, como la soja en el caso argentino; es muy bueno ser un productor de este tipo de materias primas, pero, en el tiempo, los márgenes de ganancia se van reduciendo al subir los costos de producción, de transporte y con el cambio climático, que ya está provocando daños aquí. La clave es aumentar la oferta para mantener el nivel de producción con mayores niveles de productividad.
- De hecho, después de más de 25 años de superávit, el país sufrirá este año déficit en su balanza comercial de energía?
-Y cada vez ese déficit va a ser mayor.
- ¿Qué opina sobre la estrategia local de subsidiar las tarifas energéticas en sectores de alto poder adquisitivo de la sociedad para mantener los precios bajos en forma artificial?
-Eso no es sustentable. La Argentina debe seguir el ejemplo de Alemania, que aplica subsidios para fomentar el uso de las energías renovables de los hogares. ¿Por qué no podría hacerlo? ¿Por qué seguir jugando el rol de la segunda era industrial cuando ya está agotada? Es obvio que no se puede transformar todo en poco tiempo, no soy ingenuo, pero no veo un plan B si los países no adoptan este camino alternativo.
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domingo, 14 de agosto de 2011
La Presidenta aconsejó comprar acciones...
El 18 de julio de 2011 Cristina Fernández de Kirchner recomendó que la población comprara acciones en vez de dólares. Lo dijo en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, donde se compran y venden acciones y no dólares. ¿Sólo quiso quedar bien con los anfitriones? Resulta claro que si la población compra acciones, los recursos quedan dentro del sistema económico local; mientras que si compra dólares, fugan del referido sistema, lo que disminuye el crecimiento y crea menos empleo. Pero, a nivel individual, ¿es un buen consejo?
Para entender más sobre esto entrevisté al noruego Jan Mossin (1936-1987), cuya tesis doctoral mejoró notablemente el análisis económico de las finanzas. Junto a Jack L. Treynor, William Forsyth Sharpe, John Virgil Lintner y Fisher Black, desarrolló el modelo de fijación de precios de los activos de capital (CAPM). Si hubiera vivido más tiempo, muy probablemente hubiera compartido la edición 1990 del Nobel en Economía, que recibieron Sharpe, Harry Max Markowitz y Merton Howard Miller (aunque el premio se otorga a un máximo de tres personas).
-Recomendar que en la Argentina la gente compre acciones en vez de dólares, ¿es un consejo basado en razones objetivas o simplemente una entendible apelación patriótica?
-Se trata de una cuestión empírica, por lo que no se puede contestar en el vacío. En 1987 José Luis Blanco midió las rentabilidades que en la Argentina entre 1966 y 1986 generaron las acciones, el dólar paralelo y un plazo fijo, ajustados por el aumento de los precios al consumidor. Al encontrar que ninguna alternativa era mejor que invertir en bienes, y que dentro de las opciones financieras la mejor eran las acciones, seguida por el dólar paralelo y, muy lejos, por el plazo fijo (quien en 1966 depositó $ 1 en una cuenta de ahorros, ajustado por precios al consumidor, en 1986 tenía 2 centavos).
-Habría que actualizar esto.
-Efectivamente, pero no me extrañaría que el ranking continuara siendo el mismo. Porque el dólar es una moneda, y por consiguiente también está sujeta a inflación, y los depósitos en pesos en el sistema financiero argentino siguen siendo sistemáticamente castigados. Por lo cual no sorprende que ustedes utilicen tan poco su propio sistema financiero para mantener ahorros.
-¿Qué hay que tener en cuenta para decidir bajo qué forma mantener los ahorros?
-Mirarse al espejo, y no mentirse. ¿Es uno conservador o disfruta con el riesgo? ¿Necesita los ahorros para las próximas vacaciones o para los últimos años de su vida? Porque los seres humanos somos diferentes, no se pueden hacer recomendaciones específicas a través de los medios de comunicación.
-¿Ninguna recomendación específica?
-Algunas sí. Ejemplo: compre lo que prefiera, pero que la decisión no le quite el sueño porque lo importante es dormir. Cuando alguien me pregunta por alguna alternativa, e insiste independientemente de la respuesta que le di, no está buscando un consejo sino un cómplice. "Vaya y hágala", le digo, porque usted ya decidió.
-¿Cuál otra?
-Que la forma de distribuir los riesgos consiste, como decía mi abuela, en "no poner todos los huevos en la misma canasta". Quien haga esto después no tiene que calcular lo que perdió si hubiera elegido la que resultó ser la mejor opción, en vez de una canasta (de acciones, monedas, etcétera). Porque eso es masoquismo, no sabiduría.
-¿Recomendaría contratar los servicios de un experto?
-Los de un profesional, no los de un vendedor de ilusiones. Un profesional es alguien que, luego de hacerle un identikit del inversor, le presenta alternativas sujetas a mayor o menor riesgo (el riesgo cero no existe, como comprobaron muchos durante la crisis subprime ); un vendedor de ilusiones tratará de convencerlo de que él sabe más que los demás. A comienzos del siglo XX Carlo Ponzi y en los últimos años Bernard Madoff embaucaron a muchas personas que creían haber conocido a alguien que los iba a enriquecer así como así. Mucho me temo que estemos incubando nuevos Madoff.
-Don Jan, muchas gracias.
Para entender más sobre esto entrevisté al noruego Jan Mossin (1936-1987), cuya tesis doctoral mejoró notablemente el análisis económico de las finanzas. Junto a Jack L. Treynor, William Forsyth Sharpe, John Virgil Lintner y Fisher Black, desarrolló el modelo de fijación de precios de los activos de capital (CAPM). Si hubiera vivido más tiempo, muy probablemente hubiera compartido la edición 1990 del Nobel en Economía, que recibieron Sharpe, Harry Max Markowitz y Merton Howard Miller (aunque el premio se otorga a un máximo de tres personas).
-Recomendar que en la Argentina la gente compre acciones en vez de dólares, ¿es un consejo basado en razones objetivas o simplemente una entendible apelación patriótica?
-Se trata de una cuestión empírica, por lo que no se puede contestar en el vacío. En 1987 José Luis Blanco midió las rentabilidades que en la Argentina entre 1966 y 1986 generaron las acciones, el dólar paralelo y un plazo fijo, ajustados por el aumento de los precios al consumidor. Al encontrar que ninguna alternativa era mejor que invertir en bienes, y que dentro de las opciones financieras la mejor eran las acciones, seguida por el dólar paralelo y, muy lejos, por el plazo fijo (quien en 1966 depositó $ 1 en una cuenta de ahorros, ajustado por precios al consumidor, en 1986 tenía 2 centavos).
-Habría que actualizar esto.
-Efectivamente, pero no me extrañaría que el ranking continuara siendo el mismo. Porque el dólar es una moneda, y por consiguiente también está sujeta a inflación, y los depósitos en pesos en el sistema financiero argentino siguen siendo sistemáticamente castigados. Por lo cual no sorprende que ustedes utilicen tan poco su propio sistema financiero para mantener ahorros.
-¿Qué hay que tener en cuenta para decidir bajo qué forma mantener los ahorros?
-Mirarse al espejo, y no mentirse. ¿Es uno conservador o disfruta con el riesgo? ¿Necesita los ahorros para las próximas vacaciones o para los últimos años de su vida? Porque los seres humanos somos diferentes, no se pueden hacer recomendaciones específicas a través de los medios de comunicación.
-¿Ninguna recomendación específica?
-Algunas sí. Ejemplo: compre lo que prefiera, pero que la decisión no le quite el sueño porque lo importante es dormir. Cuando alguien me pregunta por alguna alternativa, e insiste independientemente de la respuesta que le di, no está buscando un consejo sino un cómplice. "Vaya y hágala", le digo, porque usted ya decidió.
-¿Cuál otra?
-Que la forma de distribuir los riesgos consiste, como decía mi abuela, en "no poner todos los huevos en la misma canasta". Quien haga esto después no tiene que calcular lo que perdió si hubiera elegido la que resultó ser la mejor opción, en vez de una canasta (de acciones, monedas, etcétera). Porque eso es masoquismo, no sabiduría.
-¿Recomendaría contratar los servicios de un experto?
-Los de un profesional, no los de un vendedor de ilusiones. Un profesional es alguien que, luego de hacerle un identikit del inversor, le presenta alternativas sujetas a mayor o menor riesgo (el riesgo cero no existe, como comprobaron muchos durante la crisis subprime ); un vendedor de ilusiones tratará de convencerlo de que él sabe más que los demás. A comienzos del siglo XX Carlo Ponzi y en los últimos años Bernard Madoff embaucaron a muchas personas que creían haber conocido a alguien que los iba a enriquecer así como así. Mucho me temo que estemos incubando nuevos Madoff.
-Don Jan, muchas gracias.
viernes, 1 de abril de 2011
"Aunque se planche el dólar como lo hace el Gobierno, es probable que la inflación no se frene"
Por: Liliana Franco
Luego de 20 años de una medida económica que, en su momento fue muy valorada, Domingo Cavallo en una entrevista con ambito.com recuerda cómo fue la gestación del Plan y analiza que errores se cometieron. También, como economista advierte el riesgo que enfrenta hoy la Argentina por una inflación que, sostiene, no para de crecer. A continuación los aspectos más salientes de la entrevista:
P.: ¿Cómo fue que diseñó la Convertibilidad?
Domingo Cavallo: Argentina estaba sufriendo una hiperinflación desde fines de 1988 y luego de 15 años en estanflación y con una historia de 45 años de inflación persistente. Había que revertir un fenómeno inflacionario duradero que había llegado a una situación de virtual destrucción del sistema monetario. Entonces, pensé que había que reconstruir un sistema monetario para Argentina. Sabía que casi todos los sistemas monetarios habían nacido a través de un régimen de moneda patrón, la moneda local sujeta a un patrón determinado, para dotarla de credibilidad. Los que trabajamos en este tema pensamos en un esquema de moneda respaldada por el dólar, al estilo del sistema de Bretton Woods. Esa fue la idea. Argentina tenía un antecedente, había tenido la moneda atada al patrón oro desde 1891 hasta 1930, a través de la Caja de Conversión. Se nos ocurrió que esa era la manera de recrear un sistema monetario para Argentina y dio resultado. La gente empezó a razonar como en los países que tienen moneda creíble.
P.: ¿Cuánto tiempo llevó el diseño del plan de convertibilidad y quiénes trabajaron en él?
D.C.: Lo veníamos discutiendo con Juan Llach, Horacio Liendo y Carlos Sánchez. Yo tenía la idea de que se aplique inmediatamente que asumiera el nuevo gobierno de Carlos Menem, pero los dos primeros ministros de Economía no estuvieron interesados, pues tenían otro esquema en mente. Cuando asumió Erman González, tampoco lo aplicó a pesar de que tuvo hiperinflación en 1990. En ese entonces fui designado ministro de Economía y tomé la decisión de que tan pronto como el Congreso aprobara la ley, pondríamos en marcha el nuevo sistema. Presentamos el proyecto de ley el 14 de marzo, se aprobó el 28 de marzo y el 1º de abril entró en vigencia.
P.: ¿A su juicio, qué factores contribuyeron para que la medida tuviera la aceptación que tuvo?
D.C.: La gente estaba cansada de sufrir la inflación y la hiperinflación de los últimos 3 años. Estaba ansiosa por vivir en estabilidad y, entonces, al ofrecérsele un plan que de cuajo eliminaba la inflación y ofrecía la posibilidad de vivir como se vive en economías estables, obviamente lo aceptó.
P.: ¿De qué manera se eliminó de cuajo la inflación?
D.C.: La inflación es un fenómeno que tiene que ver con la confianza que inspira la moneda, cuando la gente piensa que se desvaloriza día a día, sale a gastar la plata ni bien la recibe y entonces la velocidad de circulación de la moneda es prácticamente infinita. Al introducirse una moneda que promete no devaluarse o desvalorizarse, la gente no está desesperada por gastar su plata. Tampoco los comerciantes están desesperados por aumentar porque saben que el precio fijado para esa moneda no va a quedar atrasado. Es un problema de cambio en las conductas individuales que se logra cuando se cree en una moneda de valor estable.
P. En este caso, el respaldo del dólar...
D.C.: La gente ya estaba acostumbrada a manejarse con el dólar porque las transacciones se hacían más en dólares que en australes, porque éste se desvalorizaba permanentemente. Era imposible recordar los precios en australes porque cambiaban constantemente por eso la gente tenía en su mente los precios en dólares. Al fijar una nueva moneda cuyo valor era igual al dólar y su respaldo era en dólares, pero también dando la libertad de poder manejarse en dólares, la gente sintió que estaba viviendo en un clima de estabilidad. A partir de ahí la economía empezó a mejorar sin inflación, y no fue necesario una recesión como sucede en muchos países. La economía empezó a crecer de inmediato, es más en el primer año se creció un 10%.
P. ¿Cree que la convertibilidad debía haberse ido flexibilizando con el tiempo?
D.C.: Siempre pensé que a la convertibilidad -con tipo de cambio fijo- iba a seguir un período de convertibilidad con un tipo de cambio flotante, como en todos los países. Por ejemplo, Singapur tuvo primero convertibilidad de tipo de cambio fijo con la libra esterlina. Cuando la libra se desvalorizó pasó al dólar y luego dejaron flotar el dólar de Singapur y desde entonces tienen convertibilidad flotante. Convertibilidad significa que se puede convertir la moneda sin ningún tipo de limitación a cualquier otra moneda. Puede ser con tipo de cambio fijo en relación a alguna moneda patrón o puede ser como la mayoría de las monedas convertibles pero flotantes, una moneda que no tiene valor fijo respecto a las otras sino flotante, como ocurre con el euro, el dólar canadiense o australiano y el yen, y como va a tender a ocurrir con el yuan. El yuan todavía está en la etapa que el gobierno no quiere despegar su valor del dólar, pero la tendencia es a que el yuan se valorice cada vez más, como debe ocurrir con un país que parte de niveles de productividad muy bajo y que luego tiene un gran aumento en la productividad. Esto debería haber ocurrido en Argentina, que debería haber pasado de convertibilidad con tipo de cambio fijo a convertibilidad flotante.
P. ¿Cuándo hubiera sido conveniente hacerlo?
D.C.: El momento oportuno hubiera sido en 1997, porque había una enorme entrada de capitales. En ese momento habría que haberlo dejado flotar y el peso no se hubiera devaluado, sino que se hubiera apreciado.
P.: Si bien usted ya no estaba en ese momento en el Ministerio de Economía, ¿por qué cree que no se hizo, por qué la resistencia a abandonar la convertibilidad?
D.C.: Había resistencia. En ese momento a los exportadores no les convenía la flotación porque iba a apreciarse la moneda (y les sería más difícil exportar); a los bancos tampoco porque preferían que entraran muchos capitales, ya que el BCRA compraba dólares y eso les daba liquidez para prestar plata. Y a las provincias, que eran las que estaban gastando mucho y necesitaban pedir crédito a los bancos, tampoco les convenía porque si se dejaba flotar, el BCRA no monetizaría los dólares y los bancos no tendrían liquidez para prestarles. Lamentablemente se unieron los intereses de los exportadores, de los financistas y de los gobiernos provinciales para resistir la libre flotación del peso. Eso significó que los bancos dieron mucho crédito a provincias, que gastaron más de la cuenta, se endeudaron con el sistema bancario y ahí se fue gestando la crisis financiera de fines de 2001 que llevó a la destrucción del sistema monetario y de todas las reglas de juego que se habían instalado en los 90. El error no estuvo en no haber devaluado, sino en no haber dejado flotar cuando la moneda en lugar de devaluarse tendía a apreciarse. Todos los países que abandonan el tipo de cambio fijo lo hacen para que la moneda se aprecie, no para que se deprecie.
En el caso nuestro, la decisión de abandonar la convertibilidad fue la misma decisión que defaultear la deuda. El abandono de la convertibilidad fue la forma de defaultear la deuda interna. La pesificación de los pasivos y activos más el abandono de la convertibilidad fue una forma de licuar las deudas, pero también se licuaron los activos de la gente, o sea, se desvalorizó el ahorro de la gente, con un costo social enorme y reintroduciendo la inflación como problema crónico de la economía.
P.: Una de las críticas que se le hace a la convertibilidad fue que no permitió a los sectores industriales competir con la oferta externa....
D.C.: Esa crítica no la hacían cuando yo estaba al frente del Ministerio sino a partir de 1999 cuando Brasil devaluó. El problema de la desocupación y des industrialización sobrevino como consecuencia de que el dólar se hizo fuerte respecto a casi todas las monedas, en particular el real y el euro. En ese momento el dólar estaba demasiado fuerte, nuestra moneda atada al dólar estaba demasiado fuerte, y las provincias en particular y el Estado nacional en alguna medida, se habían endeudado con el sistema bancario argentino a tasas de interés exorbitantes y no podían saldar esas deudas. Eso fue gestando la crisis financiera que hizo eclosión en el segundo semestre del 2001.
P.: ¿Usted fue convocado por el gobierno de la Alianza para desarmar la convertibilidad?
D.C.: No, fui convocado para desarmar el tipo de cambio fijo. La convertibilidad la defendía a muerte. Para mí, uno de los problemas que tiene Argentina hoy es que no tiene una moneda convertible, hay muchas restricciones para comprar o vender dólares, ya ha aparecido el mercado paralelo lo que va a acentuar los problemas a futuro. Yo nunca hubiera permitido que la moneda se transformara en inconvertible como es ahora, una moneda prácticamente desvinculada de las demás monedas del mundo, no tanto en valor sino en la posibilidad de que se convierta la moneda argentina en otras y viceversa. Lo que yo sí quería desarmar era el tipo de cambio fijo, pero como ya en ese momento haber dejado flotar hubiera significado lo que después ocurrió en 2002 -una fuerte devaluación-, y hubiera habido mucha presión para la pesificación y para todo lo que finalmente hizo Duhalde, yo no era partidario en ese momento de la libre flotación sino de flexibilizar el tipo de cambio fijo por vía de una canasta de monedas. La idea era que cuando el dólar se igualara al euro, un peso iba a valer un dólar o un euro. Desde ese día íbamos a decir que el peso podía flotar entre el peso y el dólar. Si el dólar estaba más fuerte que el euro, el peso podía debilitarse tanto como el euro, y si el euro estaba más fuerte que el dólar, el peso podía mantenerse como el dólar. Es decir, íbamos a un sistema de flotación pero dentro de un margen o intervalo definido por las dos principales monedas del mundo.
P.:¿Hoy contra que flotaría el peso?
D.C.: Hoy sería igual al dólar porque el dólar está muy débil. El dólar de hoy no es el de aquella época, hoy no sería necesario devaluar el peso porque el dólar ya está devaluado frente a todas las monedas. Hoy los precios en dólares son altísimos para nuestros productos de exportación.
El problema no se suscitó cuando el dólar estaba débil como está ahora, sino cuando el dólar estaba fuerte como ocurrió entre 1995 y 2002 porque en 1995 se devaluaron varias monedas como el yuan chino y el peso mexicano. En 1997 se devaluaron frente al dólar muchas monedas asiáticas. En 98 el rublo ruso, en 99 se devaluó el real -el que más nos afectó- y hasta mediados 2002 estuvo devaluándose el euro. En ese período el dólar se fue haciendo fuerte y nosotros estábamos atados a la moneda más fuerte de todas. Eso fue inconveniente. Si nos hubiéramos desenganchado del dólar a mediados de 1997, lo hubiéramos hecho sin trauma porque había mucha entrada de capitales y el peso se hubiera apreciado, pero después, cuando se devaluó el real, el peso seguramente también se hubiera devaluado con respecto al dólar. Pero una devaluación como la que ocurre hoy con las monedas flotantes, es decir, que no tiene efecto traumático porque es la otra cara de la moneda de lo que ocurre con los precios. La moneda devaluada en 1999 y 2000 no hubiera significado inflación en Argentina porque los precios internacionales estaban por el suelo. Ahora sería al revés, ahora nuestra moneda estaría quizás apreciada frente al dólar, lo que le pasa a Brasil. El dólar ahora está muy débil, si uno se ata ahora al dólar se corre el riesgo de importar inflación, pero desatarse del dólar y dejar que la moneda se aprecie mucho puede crear problemas a los sectores comercializables internacionalmente.
P. ¿Qué ventaja tendríamos hoy de haber adoptado el sistema de flotación del peso en función de una canasta de monedas?
D.C.: La ventaja que tendríamos hoy si tuviéramos una moneda convertible y flotante, es que tendríamos inflación baja, no tendríamos el problema de 25 a 30% de inflación que tenemos hoy.
P. Se están escuchando quejas en Argentina porque muchos sostienen que si bien el tipo de cambio no es fijo, prácticamente se está en una situación parecida a la de la convertibilidad. ¿Coincide con este análisis?
D.C.: El problema actual de Argentina es porque no se dejó flotar la moneda. Después de devaluar y del zafarrancho que se hizo en 2002, a fines de ese año se necesitaban 4 reales para comprar un dólar y 4 pesos para comprar un dólar. Si Argentina hubiera hecho lo mismo que Brasil -dejar flotar el peso- hoy el peso estaría como el real, bastaría 1,70 peso para comprar un dólar. Argentina estaría mucho mejor porque los precios no hubieran subido tanto como subieron. Al no haber dejado flotar la moneda y al haber comprado el BCRA muchos dólares para evitar la apreciación del peso, permitió que subieron todos los precios y los salarios. Hoy día, en realidad si se compara el precio del dólar con los costos internos, la situación es ya cercana al límite. Si los precios internos siguen aumentando y el dólar no aumenta, la gente va a sentir que Argentina dejó de ser competitiva. Pero la cuestión es que una vez que se reintroduce la inflación en la economía, hay lo que se llama una inercia inflacionaria. Ahora, aunque se planche el dólar como lo hace el Gobierno, es probable que la inflación no se frene. La inflación ya está metida dentro de la economía, lo que significa que dentro de algún tiempo, es difícil decir cuánto, el dólar va a tener que pegar un salto hacia arriba y en ese momento va a haber una sensación de crisis porque un salto del dólar cuando la inflación tiene una inercia como la actual, puede significar un proceso de espiralización inflacionaria.
P.:¿Todavía no se ven condiciones de espiralización de la inflación?
D.C.: Todavía no porque el dólar, al estar tan débil en el mundo y los precios de exportación tan elevados, están ayudando a Argentina a prolongar este período de recuperación de precios y salarios respecto al nivel del dólar, pero si se revierten o cambian un poco las tendencias internacionales y si Argentina sigue emitiendo al nivel actual y gastando como lo hace el sector público, seguirá acortando el plazo que falta hasta que haya peligro de espiralización de la inflación por una nueva devaluación de la moneda.
P.: ¿Argentina volvería entonces a enfrentar una crisis?
D.C.: Sólo si no se ataca el problema inflacionario antes. Seguro que antes de una elección no va a haber señales en esta dirección. Por parte del Gobierno no la puede haber porque significaría reconocer que la inflación existe, y la estrategia del gobierno es desconocer ese problema. Pero por parte de la oposición tampoco. Si la oposición bosquejara un plan antiinflacionario el gobierno diría que la oposición está buscando enfriar la economía y eso le puede restar votos. En un clima pre-electoral, lo más probable es que nadie hable de un plan serio para revertir el problema. Gane quien gane las elecciones, apenas asuma el nuevo gobierno, lo primero que va a tener que hacer es enfrentar el problema inflacionario. De lo contrario, cada vez estaremos más cerca de una situación crítica.
P.: ¿Realmente lo ve factible? Porque no suelen ser populares los planes para frenar la inflación....
D.C.: Es posible, cuando se ha instalado una inercia inflacionaria, como la actual, la gente sufre el fenómeno y todos demandan una solución. Pero, es más difícil encarar el problema cuando todavía no se ha transformado en explosivo. Un gobierno inteligente, después de ganar las elecciones, en vez de gobernar con la espada de Damocles en el sentido que puede precipitarse la crisis, lo que más le convendría es hacer un plan antiinflacionario serio de entrada, que va a ser menos costoso que un plan en medio de una tremenda crisis. Si quien gana las elecciones entiende bien los riesgos que tiene, con un panorama de cuatro años y con la baja probabilidad que existe de que puede tirar cuatro años más así como se ha venido tirando en últimos tiempos, lo más sensato sería encarar el problema de entrada, gane quien gane las elecciones, ni bien asuma el nuevo gobierno.
P.: Si esto ocurriera, si el nuevo gobierno buscara un plan para frenar la inflación, ¿cómo debería ser?
D.C.: Tiene que producir un sinceramiento en la economía, no se puede frenar la inflación manteniendo los desequilibrios fiscales en potencia que hoy existen por los enormes subsidios para mantener congelados el precio del transporte, electricidad, gas, en general los servicios de infraestructura. Habría que hacer un programa gradual de sinceramiento y de eliminación de esos subsidios.
P.: Desde el punto de vista político, ¿cree que es viable ajustar las tarifas?
D.C.: Va a ser más viable apenas asuma en un nuevo gobierno que a medida que pase el tiempo y se aproximen nuevas elecciones. Todo está en la inteligencia del nuevo gobierno. Además, no es la única medida el ajuste de tarifas, hay que bajar el gasto, eliminar impuestos distorsivos que desalientan la inversión y producción. Se necesita un programa económico integral creíble para la gente, explicado de manera sincera. No es fácil esa tarea, nunca ha sido fácil frenar un proceso inflacionario, por eso Argentina lo frenó 45 años después de que empezó la inflación. Todos los planes anteriores, el del 52 de general Perón, el de 58-59 de Arturo Frondizi, el de Adalbert Krieger Vasena, todos los planes de estabilización terminaron mal. A los dos o tres años, se abandonaron y la inflación fue más alta que antes de implementar el plan. Por eso pasamos de una inflación del 15% al 30% anual a superior al 150% después del Rodrigazo y a la hiperinflación del 89. Luchar contra la inflación es muy complicado y requiere gran determinación e inteligencia política, además de una gran convicción de que la inflación es mala para la economía y que es la principal causa del aumento de la pobreza. Los dirigentes brasileños tienen esa concepción. Lula hizo todo lo contrario a lo que hizo Duhalde, no quiso que en Brasil se reintroduzca la inflación como le pasó en 2002 en Argentina, que multiplicó el número de pobres. Lula quiso luchar contra la inflación y puso en el Banco Central a alguien que manejó la política monetaria para lograr estabilidad de nuevo, por eso Brasil hoy tiene inflación baja. La actual presidenta Russeff enfatizó que no va a dejar que la inflación suba porque sabe que el progreso social de Brasil se debe principalmente a que pudo eliminar la hiperinflación y luego mantener baja la inflación a lo largo de más de 15 años.
P.: Parecería que hoy el argentino no tiene ese temor que había antes por la inflación, hasta se escucha como argumento que con inflación se puede crecer...
D.C.: Eso se decía en Argentina en los 50 hasta los 70. Se dejó de decir en los 80 cuando se cayó en la hiperinflación. Lo que se está observando no debe sorprenderos porque así pensamos los argentinos durante 45 años hasta 1990. En el resto de América Latina se pensaba así también, casi todos, Chile también, lo lamentable de Argentina es que la lección de la hiperinflación parece haberse borrado de la mente de los argentinos, cosa que no ocurrió con los brasileños, chilenos, peruanos, mexicanos. Esos países están como vacunados contra la inflación, como le pasó a Alemania. En Argentina parece que hemos vuelto a las andadas, a creer que un poquito de inflación es bueno y ayuda a mejorar la calida de vida. Los dirigentes no deberían pensar así porque cada vez va a haber más inflación a menos que ese poquito se elimine. La inflación no es un fenómeno estable, no hay una inflación estable, la estabilidad se logra sin inflación o con muy poca. Cuando hay inflación y va aumentando la tendencia, lo esperable es que va a haber más inflación, no menos. Los encargados de darse cuenta del riesgo son los dirigentes. La gente vive, goza o sufre la realidad tal como es hoy, pero el dirigente tiene que ver más allá, y prever el posible agravamiento y tomar medidas.
P.: ¿Cree que estamos yendo en el camino a la hiperinflación?
D.C.: Prefiero no hacer pronósticos. Prefiero utilizar mis conocimientos para señalar los riesgos y decir qué habría que hacer para evitarlo.
P.: ¿Cree que es momento de ocuparnos de la inflación?
D.C.: Sin duda, apenas termine el proceso electoral y quede definido el gobierno, lo primero que deben hacer es armar un plan económico que apunte a bajar la tasa de inflación. Argentina necesita más que eso, debe reorganizar la economía, redefinir reglas de juego que lamentablemente han quedado totalmente distorsionadas desde el 2002 en adelante. Un nuevo gobierno lo primero que tiene que hacer es dejar en claro qué tipo de organización económica visualiza para el futuro que permita a Argentina estar integrada al mundo y obtener beneficios duraderos. Definir un plan económico que logre bajar la inflación. El ingrediente fundamental para esto último es hacer al Banco Central responsable de la lucha contra inflación y darle autonomía para manejar la política monetaria para bajar la inflación. Necesitamos una moneda convertible pero flotante y un Banco Central enderezado a mantener baja la inflación, eso va a producir los mismos efectos que en su momento produjo la convertibilidad con tipo de cambio fijo, que fue ayudar a un clima de estabilidad.
Luego de 20 años de una medida económica que, en su momento fue muy valorada, Domingo Cavallo en una entrevista con ambito.com recuerda cómo fue la gestación del Plan y analiza que errores se cometieron. También, como economista advierte el riesgo que enfrenta hoy la Argentina por una inflación que, sostiene, no para de crecer. A continuación los aspectos más salientes de la entrevista:
P.: ¿Cómo fue que diseñó la Convertibilidad?
Domingo Cavallo: Argentina estaba sufriendo una hiperinflación desde fines de 1988 y luego de 15 años en estanflación y con una historia de 45 años de inflación persistente. Había que revertir un fenómeno inflacionario duradero que había llegado a una situación de virtual destrucción del sistema monetario. Entonces, pensé que había que reconstruir un sistema monetario para Argentina. Sabía que casi todos los sistemas monetarios habían nacido a través de un régimen de moneda patrón, la moneda local sujeta a un patrón determinado, para dotarla de credibilidad. Los que trabajamos en este tema pensamos en un esquema de moneda respaldada por el dólar, al estilo del sistema de Bretton Woods. Esa fue la idea. Argentina tenía un antecedente, había tenido la moneda atada al patrón oro desde 1891 hasta 1930, a través de la Caja de Conversión. Se nos ocurrió que esa era la manera de recrear un sistema monetario para Argentina y dio resultado. La gente empezó a razonar como en los países que tienen moneda creíble.
P.: ¿Cuánto tiempo llevó el diseño del plan de convertibilidad y quiénes trabajaron en él?
D.C.: Lo veníamos discutiendo con Juan Llach, Horacio Liendo y Carlos Sánchez. Yo tenía la idea de que se aplique inmediatamente que asumiera el nuevo gobierno de Carlos Menem, pero los dos primeros ministros de Economía no estuvieron interesados, pues tenían otro esquema en mente. Cuando asumió Erman González, tampoco lo aplicó a pesar de que tuvo hiperinflación en 1990. En ese entonces fui designado ministro de Economía y tomé la decisión de que tan pronto como el Congreso aprobara la ley, pondríamos en marcha el nuevo sistema. Presentamos el proyecto de ley el 14 de marzo, se aprobó el 28 de marzo y el 1º de abril entró en vigencia.
P.: ¿A su juicio, qué factores contribuyeron para que la medida tuviera la aceptación que tuvo?
D.C.: La gente estaba cansada de sufrir la inflación y la hiperinflación de los últimos 3 años. Estaba ansiosa por vivir en estabilidad y, entonces, al ofrecérsele un plan que de cuajo eliminaba la inflación y ofrecía la posibilidad de vivir como se vive en economías estables, obviamente lo aceptó.
P.: ¿De qué manera se eliminó de cuajo la inflación?
D.C.: La inflación es un fenómeno que tiene que ver con la confianza que inspira la moneda, cuando la gente piensa que se desvaloriza día a día, sale a gastar la plata ni bien la recibe y entonces la velocidad de circulación de la moneda es prácticamente infinita. Al introducirse una moneda que promete no devaluarse o desvalorizarse, la gente no está desesperada por gastar su plata. Tampoco los comerciantes están desesperados por aumentar porque saben que el precio fijado para esa moneda no va a quedar atrasado. Es un problema de cambio en las conductas individuales que se logra cuando se cree en una moneda de valor estable.
P. En este caso, el respaldo del dólar...
D.C.: La gente ya estaba acostumbrada a manejarse con el dólar porque las transacciones se hacían más en dólares que en australes, porque éste se desvalorizaba permanentemente. Era imposible recordar los precios en australes porque cambiaban constantemente por eso la gente tenía en su mente los precios en dólares. Al fijar una nueva moneda cuyo valor era igual al dólar y su respaldo era en dólares, pero también dando la libertad de poder manejarse en dólares, la gente sintió que estaba viviendo en un clima de estabilidad. A partir de ahí la economía empezó a mejorar sin inflación, y no fue necesario una recesión como sucede en muchos países. La economía empezó a crecer de inmediato, es más en el primer año se creció un 10%.
P. ¿Cree que la convertibilidad debía haberse ido flexibilizando con el tiempo?
D.C.: Siempre pensé que a la convertibilidad -con tipo de cambio fijo- iba a seguir un período de convertibilidad con un tipo de cambio flotante, como en todos los países. Por ejemplo, Singapur tuvo primero convertibilidad de tipo de cambio fijo con la libra esterlina. Cuando la libra se desvalorizó pasó al dólar y luego dejaron flotar el dólar de Singapur y desde entonces tienen convertibilidad flotante. Convertibilidad significa que se puede convertir la moneda sin ningún tipo de limitación a cualquier otra moneda. Puede ser con tipo de cambio fijo en relación a alguna moneda patrón o puede ser como la mayoría de las monedas convertibles pero flotantes, una moneda que no tiene valor fijo respecto a las otras sino flotante, como ocurre con el euro, el dólar canadiense o australiano y el yen, y como va a tender a ocurrir con el yuan. El yuan todavía está en la etapa que el gobierno no quiere despegar su valor del dólar, pero la tendencia es a que el yuan se valorice cada vez más, como debe ocurrir con un país que parte de niveles de productividad muy bajo y que luego tiene un gran aumento en la productividad. Esto debería haber ocurrido en Argentina, que debería haber pasado de convertibilidad con tipo de cambio fijo a convertibilidad flotante.
P. ¿Cuándo hubiera sido conveniente hacerlo?
D.C.: El momento oportuno hubiera sido en 1997, porque había una enorme entrada de capitales. En ese momento habría que haberlo dejado flotar y el peso no se hubiera devaluado, sino que se hubiera apreciado.
P.: Si bien usted ya no estaba en ese momento en el Ministerio de Economía, ¿por qué cree que no se hizo, por qué la resistencia a abandonar la convertibilidad?
D.C.: Había resistencia. En ese momento a los exportadores no les convenía la flotación porque iba a apreciarse la moneda (y les sería más difícil exportar); a los bancos tampoco porque preferían que entraran muchos capitales, ya que el BCRA compraba dólares y eso les daba liquidez para prestar plata. Y a las provincias, que eran las que estaban gastando mucho y necesitaban pedir crédito a los bancos, tampoco les convenía porque si se dejaba flotar, el BCRA no monetizaría los dólares y los bancos no tendrían liquidez para prestarles. Lamentablemente se unieron los intereses de los exportadores, de los financistas y de los gobiernos provinciales para resistir la libre flotación del peso. Eso significó que los bancos dieron mucho crédito a provincias, que gastaron más de la cuenta, se endeudaron con el sistema bancario y ahí se fue gestando la crisis financiera de fines de 2001 que llevó a la destrucción del sistema monetario y de todas las reglas de juego que se habían instalado en los 90. El error no estuvo en no haber devaluado, sino en no haber dejado flotar cuando la moneda en lugar de devaluarse tendía a apreciarse. Todos los países que abandonan el tipo de cambio fijo lo hacen para que la moneda se aprecie, no para que se deprecie.
En el caso nuestro, la decisión de abandonar la convertibilidad fue la misma decisión que defaultear la deuda. El abandono de la convertibilidad fue la forma de defaultear la deuda interna. La pesificación de los pasivos y activos más el abandono de la convertibilidad fue una forma de licuar las deudas, pero también se licuaron los activos de la gente, o sea, se desvalorizó el ahorro de la gente, con un costo social enorme y reintroduciendo la inflación como problema crónico de la economía.
P.: Una de las críticas que se le hace a la convertibilidad fue que no permitió a los sectores industriales competir con la oferta externa....
D.C.: Esa crítica no la hacían cuando yo estaba al frente del Ministerio sino a partir de 1999 cuando Brasil devaluó. El problema de la desocupación y des industrialización sobrevino como consecuencia de que el dólar se hizo fuerte respecto a casi todas las monedas, en particular el real y el euro. En ese momento el dólar estaba demasiado fuerte, nuestra moneda atada al dólar estaba demasiado fuerte, y las provincias en particular y el Estado nacional en alguna medida, se habían endeudado con el sistema bancario argentino a tasas de interés exorbitantes y no podían saldar esas deudas. Eso fue gestando la crisis financiera que hizo eclosión en el segundo semestre del 2001.
P.: ¿Usted fue convocado por el gobierno de la Alianza para desarmar la convertibilidad?
D.C.: No, fui convocado para desarmar el tipo de cambio fijo. La convertibilidad la defendía a muerte. Para mí, uno de los problemas que tiene Argentina hoy es que no tiene una moneda convertible, hay muchas restricciones para comprar o vender dólares, ya ha aparecido el mercado paralelo lo que va a acentuar los problemas a futuro. Yo nunca hubiera permitido que la moneda se transformara en inconvertible como es ahora, una moneda prácticamente desvinculada de las demás monedas del mundo, no tanto en valor sino en la posibilidad de que se convierta la moneda argentina en otras y viceversa. Lo que yo sí quería desarmar era el tipo de cambio fijo, pero como ya en ese momento haber dejado flotar hubiera significado lo que después ocurrió en 2002 -una fuerte devaluación-, y hubiera habido mucha presión para la pesificación y para todo lo que finalmente hizo Duhalde, yo no era partidario en ese momento de la libre flotación sino de flexibilizar el tipo de cambio fijo por vía de una canasta de monedas. La idea era que cuando el dólar se igualara al euro, un peso iba a valer un dólar o un euro. Desde ese día íbamos a decir que el peso podía flotar entre el peso y el dólar. Si el dólar estaba más fuerte que el euro, el peso podía debilitarse tanto como el euro, y si el euro estaba más fuerte que el dólar, el peso podía mantenerse como el dólar. Es decir, íbamos a un sistema de flotación pero dentro de un margen o intervalo definido por las dos principales monedas del mundo.
P.:¿Hoy contra que flotaría el peso?
D.C.: Hoy sería igual al dólar porque el dólar está muy débil. El dólar de hoy no es el de aquella época, hoy no sería necesario devaluar el peso porque el dólar ya está devaluado frente a todas las monedas. Hoy los precios en dólares son altísimos para nuestros productos de exportación.
El problema no se suscitó cuando el dólar estaba débil como está ahora, sino cuando el dólar estaba fuerte como ocurrió entre 1995 y 2002 porque en 1995 se devaluaron varias monedas como el yuan chino y el peso mexicano. En 1997 se devaluaron frente al dólar muchas monedas asiáticas. En 98 el rublo ruso, en 99 se devaluó el real -el que más nos afectó- y hasta mediados 2002 estuvo devaluándose el euro. En ese período el dólar se fue haciendo fuerte y nosotros estábamos atados a la moneda más fuerte de todas. Eso fue inconveniente. Si nos hubiéramos desenganchado del dólar a mediados de 1997, lo hubiéramos hecho sin trauma porque había mucha entrada de capitales y el peso se hubiera apreciado, pero después, cuando se devaluó el real, el peso seguramente también se hubiera devaluado con respecto al dólar. Pero una devaluación como la que ocurre hoy con las monedas flotantes, es decir, que no tiene efecto traumático porque es la otra cara de la moneda de lo que ocurre con los precios. La moneda devaluada en 1999 y 2000 no hubiera significado inflación en Argentina porque los precios internacionales estaban por el suelo. Ahora sería al revés, ahora nuestra moneda estaría quizás apreciada frente al dólar, lo que le pasa a Brasil. El dólar ahora está muy débil, si uno se ata ahora al dólar se corre el riesgo de importar inflación, pero desatarse del dólar y dejar que la moneda se aprecie mucho puede crear problemas a los sectores comercializables internacionalmente.
P. ¿Qué ventaja tendríamos hoy de haber adoptado el sistema de flotación del peso en función de una canasta de monedas?
D.C.: La ventaja que tendríamos hoy si tuviéramos una moneda convertible y flotante, es que tendríamos inflación baja, no tendríamos el problema de 25 a 30% de inflación que tenemos hoy.
P. Se están escuchando quejas en Argentina porque muchos sostienen que si bien el tipo de cambio no es fijo, prácticamente se está en una situación parecida a la de la convertibilidad. ¿Coincide con este análisis?
D.C.: El problema actual de Argentina es porque no se dejó flotar la moneda. Después de devaluar y del zafarrancho que se hizo en 2002, a fines de ese año se necesitaban 4 reales para comprar un dólar y 4 pesos para comprar un dólar. Si Argentina hubiera hecho lo mismo que Brasil -dejar flotar el peso- hoy el peso estaría como el real, bastaría 1,70 peso para comprar un dólar. Argentina estaría mucho mejor porque los precios no hubieran subido tanto como subieron. Al no haber dejado flotar la moneda y al haber comprado el BCRA muchos dólares para evitar la apreciación del peso, permitió que subieron todos los precios y los salarios. Hoy día, en realidad si se compara el precio del dólar con los costos internos, la situación es ya cercana al límite. Si los precios internos siguen aumentando y el dólar no aumenta, la gente va a sentir que Argentina dejó de ser competitiva. Pero la cuestión es que una vez que se reintroduce la inflación en la economía, hay lo que se llama una inercia inflacionaria. Ahora, aunque se planche el dólar como lo hace el Gobierno, es probable que la inflación no se frene. La inflación ya está metida dentro de la economía, lo que significa que dentro de algún tiempo, es difícil decir cuánto, el dólar va a tener que pegar un salto hacia arriba y en ese momento va a haber una sensación de crisis porque un salto del dólar cuando la inflación tiene una inercia como la actual, puede significar un proceso de espiralización inflacionaria.
P.:¿Todavía no se ven condiciones de espiralización de la inflación?
D.C.: Todavía no porque el dólar, al estar tan débil en el mundo y los precios de exportación tan elevados, están ayudando a Argentina a prolongar este período de recuperación de precios y salarios respecto al nivel del dólar, pero si se revierten o cambian un poco las tendencias internacionales y si Argentina sigue emitiendo al nivel actual y gastando como lo hace el sector público, seguirá acortando el plazo que falta hasta que haya peligro de espiralización de la inflación por una nueva devaluación de la moneda.
P.: ¿Argentina volvería entonces a enfrentar una crisis?
D.C.: Sólo si no se ataca el problema inflacionario antes. Seguro que antes de una elección no va a haber señales en esta dirección. Por parte del Gobierno no la puede haber porque significaría reconocer que la inflación existe, y la estrategia del gobierno es desconocer ese problema. Pero por parte de la oposición tampoco. Si la oposición bosquejara un plan antiinflacionario el gobierno diría que la oposición está buscando enfriar la economía y eso le puede restar votos. En un clima pre-electoral, lo más probable es que nadie hable de un plan serio para revertir el problema. Gane quien gane las elecciones, apenas asuma el nuevo gobierno, lo primero que va a tener que hacer es enfrentar el problema inflacionario. De lo contrario, cada vez estaremos más cerca de una situación crítica.
P.: ¿Realmente lo ve factible? Porque no suelen ser populares los planes para frenar la inflación....
D.C.: Es posible, cuando se ha instalado una inercia inflacionaria, como la actual, la gente sufre el fenómeno y todos demandan una solución. Pero, es más difícil encarar el problema cuando todavía no se ha transformado en explosivo. Un gobierno inteligente, después de ganar las elecciones, en vez de gobernar con la espada de Damocles en el sentido que puede precipitarse la crisis, lo que más le convendría es hacer un plan antiinflacionario serio de entrada, que va a ser menos costoso que un plan en medio de una tremenda crisis. Si quien gana las elecciones entiende bien los riesgos que tiene, con un panorama de cuatro años y con la baja probabilidad que existe de que puede tirar cuatro años más así como se ha venido tirando en últimos tiempos, lo más sensato sería encarar el problema de entrada, gane quien gane las elecciones, ni bien asuma el nuevo gobierno.
P.: Si esto ocurriera, si el nuevo gobierno buscara un plan para frenar la inflación, ¿cómo debería ser?
D.C.: Tiene que producir un sinceramiento en la economía, no se puede frenar la inflación manteniendo los desequilibrios fiscales en potencia que hoy existen por los enormes subsidios para mantener congelados el precio del transporte, electricidad, gas, en general los servicios de infraestructura. Habría que hacer un programa gradual de sinceramiento y de eliminación de esos subsidios.
P.: Desde el punto de vista político, ¿cree que es viable ajustar las tarifas?
D.C.: Va a ser más viable apenas asuma en un nuevo gobierno que a medida que pase el tiempo y se aproximen nuevas elecciones. Todo está en la inteligencia del nuevo gobierno. Además, no es la única medida el ajuste de tarifas, hay que bajar el gasto, eliminar impuestos distorsivos que desalientan la inversión y producción. Se necesita un programa económico integral creíble para la gente, explicado de manera sincera. No es fácil esa tarea, nunca ha sido fácil frenar un proceso inflacionario, por eso Argentina lo frenó 45 años después de que empezó la inflación. Todos los planes anteriores, el del 52 de general Perón, el de 58-59 de Arturo Frondizi, el de Adalbert Krieger Vasena, todos los planes de estabilización terminaron mal. A los dos o tres años, se abandonaron y la inflación fue más alta que antes de implementar el plan. Por eso pasamos de una inflación del 15% al 30% anual a superior al 150% después del Rodrigazo y a la hiperinflación del 89. Luchar contra la inflación es muy complicado y requiere gran determinación e inteligencia política, además de una gran convicción de que la inflación es mala para la economía y que es la principal causa del aumento de la pobreza. Los dirigentes brasileños tienen esa concepción. Lula hizo todo lo contrario a lo que hizo Duhalde, no quiso que en Brasil se reintroduzca la inflación como le pasó en 2002 en Argentina, que multiplicó el número de pobres. Lula quiso luchar contra la inflación y puso en el Banco Central a alguien que manejó la política monetaria para lograr estabilidad de nuevo, por eso Brasil hoy tiene inflación baja. La actual presidenta Russeff enfatizó que no va a dejar que la inflación suba porque sabe que el progreso social de Brasil se debe principalmente a que pudo eliminar la hiperinflación y luego mantener baja la inflación a lo largo de más de 15 años.
P.: Parecería que hoy el argentino no tiene ese temor que había antes por la inflación, hasta se escucha como argumento que con inflación se puede crecer...
D.C.: Eso se decía en Argentina en los 50 hasta los 70. Se dejó de decir en los 80 cuando se cayó en la hiperinflación. Lo que se está observando no debe sorprenderos porque así pensamos los argentinos durante 45 años hasta 1990. En el resto de América Latina se pensaba así también, casi todos, Chile también, lo lamentable de Argentina es que la lección de la hiperinflación parece haberse borrado de la mente de los argentinos, cosa que no ocurrió con los brasileños, chilenos, peruanos, mexicanos. Esos países están como vacunados contra la inflación, como le pasó a Alemania. En Argentina parece que hemos vuelto a las andadas, a creer que un poquito de inflación es bueno y ayuda a mejorar la calida de vida. Los dirigentes no deberían pensar así porque cada vez va a haber más inflación a menos que ese poquito se elimine. La inflación no es un fenómeno estable, no hay una inflación estable, la estabilidad se logra sin inflación o con muy poca. Cuando hay inflación y va aumentando la tendencia, lo esperable es que va a haber más inflación, no menos. Los encargados de darse cuenta del riesgo son los dirigentes. La gente vive, goza o sufre la realidad tal como es hoy, pero el dirigente tiene que ver más allá, y prever el posible agravamiento y tomar medidas.
P.: ¿Cree que estamos yendo en el camino a la hiperinflación?
D.C.: Prefiero no hacer pronósticos. Prefiero utilizar mis conocimientos para señalar los riesgos y decir qué habría que hacer para evitarlo.
P.: ¿Cree que es momento de ocuparnos de la inflación?
D.C.: Sin duda, apenas termine el proceso electoral y quede definido el gobierno, lo primero que deben hacer es armar un plan económico que apunte a bajar la tasa de inflación. Argentina necesita más que eso, debe reorganizar la economía, redefinir reglas de juego que lamentablemente han quedado totalmente distorsionadas desde el 2002 en adelante. Un nuevo gobierno lo primero que tiene que hacer es dejar en claro qué tipo de organización económica visualiza para el futuro que permita a Argentina estar integrada al mundo y obtener beneficios duraderos. Definir un plan económico que logre bajar la inflación. El ingrediente fundamental para esto último es hacer al Banco Central responsable de la lucha contra inflación y darle autonomía para manejar la política monetaria para bajar la inflación. Necesitamos una moneda convertible pero flotante y un Banco Central enderezado a mantener baja la inflación, eso va a producir los mismos efectos que en su momento produjo la convertibilidad con tipo de cambio fijo, que fue ayudar a un clima de estabilidad.
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jueves, 10 de marzo de 2011
Entrevista a Ted Turner
Por Jorge Fontevecchia
"El pasado se supera haciendo cosas que nadie intentó antes. Como lo que hizo Bill Gates con Microsoft: no existía ningún software de esa magnitud antes de que él apareciera. O como Edison y la bombita de luz, o Alexander Graham Bell y el teléfono. Se tiene que ser inteligente cuando se es pionero, como lo fui yo. Pero funcionó, y luego se me ocurrió la idea para CNN. Una vez que me di cuenta de que aquello podría funcionar, comencé a pensar: “¿Cuál sería el próximo paso?”. Lo pensé muchísimo tiempo. Para los negocios, trato de pensar a futuro: “¿Cuál es el camino acertado a seguir?”; “¿Hacia dónde quiero orientar mis esfuerzos?”. Y lo mismo he hecho en los otros ámbitos de mi vida.
Uno de los temas en los que más estoy trabajando ahora es librar al mundo de las armas nucleares. Podríamos destruir el mundo ahora. Tenemos suficientes armas como para poder destruir el mundo en tan sólo una tarde. También si destruimos el medio ambiente –tal como estamos haciendo–, donde ya hay demasiadas personas… Mil millones de personas padecen hambre, y vamos a sumar otras mil millones más. Y dentro de 15 años, va a ser imposible. A menos que queramos que mucha gente pase hambre. Sería como Haití pero en todo el mundo. No, no queremos eso. Sería mejor que hubiera menos gente pero que viviera bien, en lugar de mucha gente que viviera mal. Además, quien está viviendo mal no puede pensar demasiado en preservar el medio ambiente: tiene que cortar un árbol porque necesita leña. Y si continuamos cortando todos los árboles, es el fin. Y ni hablar de los océanos y todas las otras cosas de nuestro alrededor que están al borde del colapso. Estoy trabajando con relación a las armas nucleares, el cambio climático, el medio ambiente y la paz. Debemos terminar con las guerras. En Tierra del Fuego (donde Turner tiene una de las mayores estancias) había una base aérea argentina, allí estaban los aviones preparados para atacar a Chile. Hace treinta años, Argentina y Chile estuvieron en pie de guerra. Hubiera sido una catástrofe. Y lo sería hoy también si Argentina entrara en guerra con Brasil o con Chile. No puede haber más guerras. Las armas son demasiado destructivas: con ellas volamos las escuelas, los puentes, los hospitales. Todo ello fue muy difícil de construir, ¿verdad? Luchamos para poder modernizar nuestras escuelas, nuestros puentes, nuestros hospitales… No podemos ir por ahí bombardeándolo todo. Debemos comenzar a actuar con inteligencia.
Hoy mi mayor esfuerzo está centrado en el tema de las armas nucleares, el calentamiento global, el medio ambiente y mis restaurantes. Lo bueno de estar en el negocio de los restaurantes es que la tecnología no cambia mucho. He trabajado a un ritmo vertiginoso durante muchos años y entonces es agradable desacelerar un poco.
Los problemas son el medio ambiente y las armas nucleares. No tenemos tiempo que perder. Vamos a perderlo todo en los próximos 15 o 20 años, pero con las armas nucleares podemos perderlo todo mañana, porque si Obama presiona tan solo un botón, todo se termina. No tendríamos que haber creado un botón que pueda hacer volar el mundo entero. Vale la pena conservar este mundo: ¿adónde iremos si lo destruimos? Vamos a volar en pedazos nosotros también. Es una locura. No hay nada más lunático que tener los medios para hacer estallar el mundo.
Cuando yo nací. Hace setenta años, había 2 mil millones de personas. Durante la vida de un solo hombre, yo en este caso, en 72 años, la población se ha cuadruplicado. Pero la población de elefantes se redujo en el 90%. Los océanos están colapsando. Todo está colapsando. Si la población mundial fuese de 2 mil millones, todos tendrían una calidad de vida como la de los Estados Unidos y Europa. Todos podrían vivir mucho mejor. Además, estaríamos viviendo de un modo mucho más sustentable. Tendríamos más bosques y más pesquerías. Hoy en día, estamos llevando a cabo todas las actividades del sector primario, incluyendo la agricultura, de una manera muy poco sustentable. Cosechar campos sin rotar cultivos o dejar descansar la tierra no es bueno porque el suelo pierde los nutrientes y se daña. Tenemos que desarrollar cultivos que crezcan sin arar. Tenemos que dejar de usar combustibles fósiles. Tenemos el viento. Aquí, en la Argentina, tienen a un paso miles de millones de dólares en energía eólica. La mitad de la gente que vive en la Argentina, vive en Buenos Aires, pero tenemos que crear una conexión digital desde la Patagonia y construir ventanas hacía aquí, y así la Argentina podría quedar libre de combustibles y de cualquier problema de contaminación. Los motores a nafta son cosa del pasado, así como la energía generada a través de la quema de carbón. Tenemos electricidad ahora. Vamos a cargar nuestros autos a la noche con la energía eólica. Los autos no van a ser ruidosos y vamos a limpiar la contaminación de las ciudades. Vamos a limpiar la contaminación auditiva. Estamos usando la tecnología moderna en muchas áreas pero todavía no la estamos usando ni para generar energía ni para el transporte. Y es una de las cosas más importantes que tenemos que hacer.
El futuro está en la Patagonia. El viento sopla casi todos los días. Es uno de los recursos más grandes del mundo.
Creo que los grandes poderosos de mañana no van a ser los grandes poderíos militares de hoy. Los poderosos van a ser aquellos con gran desarrollo científico y tecnológico, con los mejores sistemas educativos y de salud. La guerra terminó. A excepción de Estados Unidos, ninguno de los países grandes está peleando. Brasil no está en guerra con nadie. Ningún país en Sudamérica está en guerra. Es una zona libre de conflictos con excepción, claro, de los problemas con el tráfico de drogas. Pero ésa es una guerra interna, dentro de los países y no entre ellos. Europa está también libre de guerras. El único lugar en el que están peleando es en Costa de Marfil, en Africa, que es un lugar en el que la gente no tiene acceso a la educación porque la gente que tuvo educación sabe que la guerra es una pérdida de tiempo y plata. Para eso tenemos los tribunales. Si tú y yo no estamos de acuerdo en algo, aquí en Argentina, no vamos a dispararnos sino que vamos a acudir a los tribunales si no podemos ponernos de acuerdo de ninguna otra manera. O, también, podemos resolverlo a través del arbitraje. Es mucho mejor porque los dos ganamos. Pero si nos disparamos, los dos terminamos muertos.
No podemos perder tiempo. Tenemos que empezar inmediatamente a utilizar energía renovable y dejar atrás los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) tan rápido como podamos. En muchos casos podríamos utilizar gas como combustible de transición porque es muchísimo más limpio que el carbón y el petróleo. Pero aun así, tiene que ser una mera transición hasta que empecemos a usar el viento, el Sol y la energía geotérmica como recursos. Por supuesto que tal cambio va a requerir tecnologías completamente nuevas y variadas pero eso va a generar nuevos empleos. Cuando pasemos de plantas de quema de carbón a generadores de energía eólica va a ser muy próspero. Creo que hay 2 mil millones de personas en el mundo que no tienen energía eléctrica en sus hogares. Con un solo panel solar conectado a una lamparita, los niños podrían hacer su tarea en la noche. Cuando se hace de noche, prender una vela cuesta mucho dinero. Todos deberíamos tener electricidad.
Tenemos un presupuesto militar global de un billón y medio de dólares al año y Estados Unidos gasta casi la mitad de esa cifra. Solíamos gastar aproximadamente 500 mil millones y ahora estamos gastando 700 mil millones. Es una locura. Es siete veces más que el presupuesto militar de China. Si utilizáramos todo el dinero de ese presupuesto, podríamos generar educación y servicios de salud para todos. Y me refiero a absolutamente todos. No sólo en el mundo rico sino a todos en Africa. Eso tenemos que hacer, y dejar a un lado la militar.
Al acercarme a mi cumpleaños número 72, estoy completamente agradecido por la increíblemente apasionante vida que tuve la suerte de vivir. De todos mis logros, de lo que más orgulloso estoy es de mis hijos.
Haber realizado la donación de mil millones de dólares a las Naciones Unidas fue una gran emoción y ver todo el bien que se ha hecho con ese dinero ha sido increíblemente gratificante. Haber tenido la posibilidad de ver a muchas otras personas de dinero, como Bill y Melinda Gates, que han decidido donar parte de su tiempo, dinero y recursos para proyectos humanitarios de los que he participado, ha sido también muy divertido.
Mirando hacia atrás, como cualquiera lo haría, si tuviera que vivir mi vida nuevamente, hay cosas que haría diferente pero ha sido un recorrido sorprendente y hay muy pocas cosas de las que me arrepiento. Estoy particularmente agradecido por el consejo de mi padre de establecer objetivos tan altos que no pueda alcanzarlos en toda mi vida. Esa inspiración me mantiene lleno de energía y con ganas de trabajar arduamente día a día no sólo en filantropía sino también en nuevos negocios.
Nos debemos a los 3 millones de años que nuestros ancestros han vivido aquí para asegurarnos que vamos a proteger nuestro futuro en los próximos 3 millones de años. Tenemos que eliminar el analfabetismo, las enfermedades, la pobreza, el dolor y el sufrimiento. Se estima que la pobreza podría ser erradicada con solamente mil millones de dólares por año. Si usáramos tan sólo el 10% del presupuesto militar global, lo lograríamos. Los seres humanos somos responsables del Holocausto y de la creación de las armas nucleares pero somos también quienes crearon a la Mona Lisa y la Quinta Sinfonía de Beethoven. En resumen, somos capaces de crear tanto cosas grandiosas como destructivas. Estamos a un paso de la catástrofe pero estamos, también, a un paso del paraíso. Sé que podemos hacerlo pero tenemos que trabajar juntos y empezar ahora mismo.”
"El pasado se supera haciendo cosas que nadie intentó antes. Como lo que hizo Bill Gates con Microsoft: no existía ningún software de esa magnitud antes de que él apareciera. O como Edison y la bombita de luz, o Alexander Graham Bell y el teléfono. Se tiene que ser inteligente cuando se es pionero, como lo fui yo. Pero funcionó, y luego se me ocurrió la idea para CNN. Una vez que me di cuenta de que aquello podría funcionar, comencé a pensar: “¿Cuál sería el próximo paso?”. Lo pensé muchísimo tiempo. Para los negocios, trato de pensar a futuro: “¿Cuál es el camino acertado a seguir?”; “¿Hacia dónde quiero orientar mis esfuerzos?”. Y lo mismo he hecho en los otros ámbitos de mi vida.
Uno de los temas en los que más estoy trabajando ahora es librar al mundo de las armas nucleares. Podríamos destruir el mundo ahora. Tenemos suficientes armas como para poder destruir el mundo en tan sólo una tarde. También si destruimos el medio ambiente –tal como estamos haciendo–, donde ya hay demasiadas personas… Mil millones de personas padecen hambre, y vamos a sumar otras mil millones más. Y dentro de 15 años, va a ser imposible. A menos que queramos que mucha gente pase hambre. Sería como Haití pero en todo el mundo. No, no queremos eso. Sería mejor que hubiera menos gente pero que viviera bien, en lugar de mucha gente que viviera mal. Además, quien está viviendo mal no puede pensar demasiado en preservar el medio ambiente: tiene que cortar un árbol porque necesita leña. Y si continuamos cortando todos los árboles, es el fin. Y ni hablar de los océanos y todas las otras cosas de nuestro alrededor que están al borde del colapso. Estoy trabajando con relación a las armas nucleares, el cambio climático, el medio ambiente y la paz. Debemos terminar con las guerras. En Tierra del Fuego (donde Turner tiene una de las mayores estancias) había una base aérea argentina, allí estaban los aviones preparados para atacar a Chile. Hace treinta años, Argentina y Chile estuvieron en pie de guerra. Hubiera sido una catástrofe. Y lo sería hoy también si Argentina entrara en guerra con Brasil o con Chile. No puede haber más guerras. Las armas son demasiado destructivas: con ellas volamos las escuelas, los puentes, los hospitales. Todo ello fue muy difícil de construir, ¿verdad? Luchamos para poder modernizar nuestras escuelas, nuestros puentes, nuestros hospitales… No podemos ir por ahí bombardeándolo todo. Debemos comenzar a actuar con inteligencia.
Hoy mi mayor esfuerzo está centrado en el tema de las armas nucleares, el calentamiento global, el medio ambiente y mis restaurantes. Lo bueno de estar en el negocio de los restaurantes es que la tecnología no cambia mucho. He trabajado a un ritmo vertiginoso durante muchos años y entonces es agradable desacelerar un poco.
Los problemas son el medio ambiente y las armas nucleares. No tenemos tiempo que perder. Vamos a perderlo todo en los próximos 15 o 20 años, pero con las armas nucleares podemos perderlo todo mañana, porque si Obama presiona tan solo un botón, todo se termina. No tendríamos que haber creado un botón que pueda hacer volar el mundo entero. Vale la pena conservar este mundo: ¿adónde iremos si lo destruimos? Vamos a volar en pedazos nosotros también. Es una locura. No hay nada más lunático que tener los medios para hacer estallar el mundo.
Cuando yo nací. Hace setenta años, había 2 mil millones de personas. Durante la vida de un solo hombre, yo en este caso, en 72 años, la población se ha cuadruplicado. Pero la población de elefantes se redujo en el 90%. Los océanos están colapsando. Todo está colapsando. Si la población mundial fuese de 2 mil millones, todos tendrían una calidad de vida como la de los Estados Unidos y Europa. Todos podrían vivir mucho mejor. Además, estaríamos viviendo de un modo mucho más sustentable. Tendríamos más bosques y más pesquerías. Hoy en día, estamos llevando a cabo todas las actividades del sector primario, incluyendo la agricultura, de una manera muy poco sustentable. Cosechar campos sin rotar cultivos o dejar descansar la tierra no es bueno porque el suelo pierde los nutrientes y se daña. Tenemos que desarrollar cultivos que crezcan sin arar. Tenemos que dejar de usar combustibles fósiles. Tenemos el viento. Aquí, en la Argentina, tienen a un paso miles de millones de dólares en energía eólica. La mitad de la gente que vive en la Argentina, vive en Buenos Aires, pero tenemos que crear una conexión digital desde la Patagonia y construir ventanas hacía aquí, y así la Argentina podría quedar libre de combustibles y de cualquier problema de contaminación. Los motores a nafta son cosa del pasado, así como la energía generada a través de la quema de carbón. Tenemos electricidad ahora. Vamos a cargar nuestros autos a la noche con la energía eólica. Los autos no van a ser ruidosos y vamos a limpiar la contaminación de las ciudades. Vamos a limpiar la contaminación auditiva. Estamos usando la tecnología moderna en muchas áreas pero todavía no la estamos usando ni para generar energía ni para el transporte. Y es una de las cosas más importantes que tenemos que hacer.
El futuro está en la Patagonia. El viento sopla casi todos los días. Es uno de los recursos más grandes del mundo.
Creo que los grandes poderosos de mañana no van a ser los grandes poderíos militares de hoy. Los poderosos van a ser aquellos con gran desarrollo científico y tecnológico, con los mejores sistemas educativos y de salud. La guerra terminó. A excepción de Estados Unidos, ninguno de los países grandes está peleando. Brasil no está en guerra con nadie. Ningún país en Sudamérica está en guerra. Es una zona libre de conflictos con excepción, claro, de los problemas con el tráfico de drogas. Pero ésa es una guerra interna, dentro de los países y no entre ellos. Europa está también libre de guerras. El único lugar en el que están peleando es en Costa de Marfil, en Africa, que es un lugar en el que la gente no tiene acceso a la educación porque la gente que tuvo educación sabe que la guerra es una pérdida de tiempo y plata. Para eso tenemos los tribunales. Si tú y yo no estamos de acuerdo en algo, aquí en Argentina, no vamos a dispararnos sino que vamos a acudir a los tribunales si no podemos ponernos de acuerdo de ninguna otra manera. O, también, podemos resolverlo a través del arbitraje. Es mucho mejor porque los dos ganamos. Pero si nos disparamos, los dos terminamos muertos.
No podemos perder tiempo. Tenemos que empezar inmediatamente a utilizar energía renovable y dejar atrás los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) tan rápido como podamos. En muchos casos podríamos utilizar gas como combustible de transición porque es muchísimo más limpio que el carbón y el petróleo. Pero aun así, tiene que ser una mera transición hasta que empecemos a usar el viento, el Sol y la energía geotérmica como recursos. Por supuesto que tal cambio va a requerir tecnologías completamente nuevas y variadas pero eso va a generar nuevos empleos. Cuando pasemos de plantas de quema de carbón a generadores de energía eólica va a ser muy próspero. Creo que hay 2 mil millones de personas en el mundo que no tienen energía eléctrica en sus hogares. Con un solo panel solar conectado a una lamparita, los niños podrían hacer su tarea en la noche. Cuando se hace de noche, prender una vela cuesta mucho dinero. Todos deberíamos tener electricidad.
Tenemos un presupuesto militar global de un billón y medio de dólares al año y Estados Unidos gasta casi la mitad de esa cifra. Solíamos gastar aproximadamente 500 mil millones y ahora estamos gastando 700 mil millones. Es una locura. Es siete veces más que el presupuesto militar de China. Si utilizáramos todo el dinero de ese presupuesto, podríamos generar educación y servicios de salud para todos. Y me refiero a absolutamente todos. No sólo en el mundo rico sino a todos en Africa. Eso tenemos que hacer, y dejar a un lado la militar.
Al acercarme a mi cumpleaños número 72, estoy completamente agradecido por la increíblemente apasionante vida que tuve la suerte de vivir. De todos mis logros, de lo que más orgulloso estoy es de mis hijos.
Haber realizado la donación de mil millones de dólares a las Naciones Unidas fue una gran emoción y ver todo el bien que se ha hecho con ese dinero ha sido increíblemente gratificante. Haber tenido la posibilidad de ver a muchas otras personas de dinero, como Bill y Melinda Gates, que han decidido donar parte de su tiempo, dinero y recursos para proyectos humanitarios de los que he participado, ha sido también muy divertido.
Mirando hacia atrás, como cualquiera lo haría, si tuviera que vivir mi vida nuevamente, hay cosas que haría diferente pero ha sido un recorrido sorprendente y hay muy pocas cosas de las que me arrepiento. Estoy particularmente agradecido por el consejo de mi padre de establecer objetivos tan altos que no pueda alcanzarlos en toda mi vida. Esa inspiración me mantiene lleno de energía y con ganas de trabajar arduamente día a día no sólo en filantropía sino también en nuevos negocios.
Nos debemos a los 3 millones de años que nuestros ancestros han vivido aquí para asegurarnos que vamos a proteger nuestro futuro en los próximos 3 millones de años. Tenemos que eliminar el analfabetismo, las enfermedades, la pobreza, el dolor y el sufrimiento. Se estima que la pobreza podría ser erradicada con solamente mil millones de dólares por año. Si usáramos tan sólo el 10% del presupuesto militar global, lo lograríamos. Los seres humanos somos responsables del Holocausto y de la creación de las armas nucleares pero somos también quienes crearon a la Mona Lisa y la Quinta Sinfonía de Beethoven. En resumen, somos capaces de crear tanto cosas grandiosas como destructivas. Estamos a un paso de la catástrofe pero estamos, también, a un paso del paraíso. Sé que podemos hacerlo pero tenemos que trabajar juntos y empezar ahora mismo.”
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miércoles, 5 de mayo de 2010
"No hemos podido, no hemos querido o no hemos sabido hacer fructificar los talentos que Dios puso en nuestras manos."
"El sufrimiento de 2001 no nos hizo madurar, como se podría haber esperado de una crisis semejante. Una y otra vez volvemos a abandonar nuestras responsabilidades. No es posible votar y luego olvidarnos sistemáticamente de todo durante cuatro años. Somos una sociedad que no aprende la lección de sus crisis", dice Roberto Bosca, abogado por la Universidad del Salvador y doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Su universo de investigación son las relaciones entre la religión y la política, que define como "generalmente muy conflictivas".
A la escasa o nula capacidad de maduración de la sociedad argentina, al fracaso en la administración del patrimonio colectivo y al no hacer fructificar debidamente los abundantes talentos recibidos les asigna una responsabilidad moral colectiva en el contexto de una cultura política esquelética, que impulsa "la fábrica de pobres" para justificarse y subsistir. Pero es también muy crítico de los obispos argentinos, a quienes señala, de algún modo, como responsables de una catequesis que, en su enseñanza social, ha desatendido el tratamiento de la moral en la política.
Bosca ha sido y es consultor de diversos organismos e instituciones, como el Conicet, la Comisión Nacional Justicia y Paz y el Fondo Editorial de la Fundación Carolina de la Argentina. Actualmente es miembro del Instituto de Filosofía Política e Historia de las Ideas Políticas de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
A la escasa o nula capacidad de maduración de la sociedad argentina, al fracaso en la administración del patrimonio colectivo y al no hacer fructificar debidamente los abundantes talentos recibidos les asigna una responsabilidad moral colectiva en el contexto de una cultura política esquelética, que impulsa "la fábrica de pobres" para justificarse y subsistir. Pero es también muy crítico de los obispos argentinos, a quienes señala, de algún modo, como responsables de una catequesis que, en su enseñanza social, ha desatendido el tratamiento de la moral en la política.
Bosca ha sido y es consultor de diversos organismos e instituciones, como el Conicet, la Comisión Nacional Justicia y Paz y el Fondo Editorial de la Fundación Carolina de la Argentina. Actualmente es miembro del Instituto de Filosofía Política e Historia de las Ideas Políticas de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
Los intelectuales / Roberto Bosca"Somos una sociedad que no aprende la lección de sus crisis"
El colapso de 2001 no sirvió para que el país madurara, dice el experto en religión y política
lanacion.com | Cultura | Mi?oles 5 de mayo de 2010
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miércoles, 28 de abril de 2010
"El 14 de diciembre decidieron que usarán al Central para financiar el gasto público hasta el fin del mandato."
-¿La gente pregunta a menudo por qué sólo cuando dejan el cargo algunos funcionarios descubren que todo está mal?
-No es mi caso. Siempre tuve algunas disidencias, pero en el marco de una relación de respeto profesional que se rompió por la inflexibilidad con que se plantearon los decretos sobre el uso de las reservas. Aquí el que cambió no fui yo, fue el Gobierno.
-¿Y hasta entonces?
-Nunca, ni Néstor ni Cristina Kirchner habían interferido hasta allí en lo que yo consideraba mi «metro cuadrado»: el manejo de las reservas, del tipo de cambio y del nivel de las tasas de interés. Hubo discusiones muchas veces, pero siempre, en definitiva, habían respetado los criterios profesionales del BCRA.
-Pero en el libro hace una autocrítica por haberse intentado escudar en el profesionalismo.
-Es cierto, creí que para este momento histórico de la Argentina necesitábamos y se iba a valorar el perfil profesional y autónomo del BCRA como un seguro para evitar nuevos quiebres monetarios. Pero está a la vista que fue un error...
-¿No es una mirada ingenua?
-¿Por qué?
-Desde 2007 en adelante, de alguna manera, el BCRA convalidó el proceso de deterioro en las cuentas públicas financiando cada vez más al Tesoro.
-¡Pero fue parte de una política anticíclica! Precisamente, para eso habíamos acumulado en la fase de fuerte expansión de la economía: para usar en circunstancias como las que se dieron en los años 2008 o 2009, cuando la incertidumbre era general y el mundo parecía que se hundía. Pero seguir recurriendo a estas herramientas cuando el ciclo cambió es claramente un error.
-¿No pensó que podían tomarlo como un recurso ordinario?
-No lo preveía. Siempre creí y bregué para una normalización de las variables monetarias y económicas. Por eso apoyé el concepto de, en este contexto, hacer las cosas para volver a los mercados voluntarios de crédito.
-¿Qué es lo que más le inquieta de la situación económica actual?
-La posibilidad de un desborde monetario. Lo expliqué días atrás ante los senadores. Si se suma el impacto de los decretos para pagar deuda, las utilidades que el Central le va a girar al Tesoro y los adelantos transitorios, estamos hablando de una inyección de $ 60.000 millones.
Por intervención cambiaria entrarían otros 36.000 millones, pero estimo que serán absorbidos por una demanda genuina de dinero como resultado del crecimiento de la economía y el proceso de monetización que supone. Pero el resto tendrá que esterilizarse porque, si no, generará presión inflacionaria en un contexto ya complicado.
-En este contexto ¿qué le recomienda a su sucesora?
-Que sea muy cuidadosa, porque no es lo mismo generar expansión monetaria por la compra de dólares que haciéndolo mediante transferencias a Hacienda: en el segundo caso, son billetes que no hay forma de evitar que vayan inmediatamente a la calle.
-No es mi caso. Siempre tuve algunas disidencias, pero en el marco de una relación de respeto profesional que se rompió por la inflexibilidad con que se plantearon los decretos sobre el uso de las reservas. Aquí el que cambió no fui yo, fue el Gobierno.
-¿Y hasta entonces?
-Nunca, ni Néstor ni Cristina Kirchner habían interferido hasta allí en lo que yo consideraba mi «metro cuadrado»: el manejo de las reservas, del tipo de cambio y del nivel de las tasas de interés. Hubo discusiones muchas veces, pero siempre, en definitiva, habían respetado los criterios profesionales del BCRA.
-Pero en el libro hace una autocrítica por haberse intentado escudar en el profesionalismo.
-Es cierto, creí que para este momento histórico de la Argentina necesitábamos y se iba a valorar el perfil profesional y autónomo del BCRA como un seguro para evitar nuevos quiebres monetarios. Pero está a la vista que fue un error...
-¿No es una mirada ingenua?
-¿Por qué?
-Desde 2007 en adelante, de alguna manera, el BCRA convalidó el proceso de deterioro en las cuentas públicas financiando cada vez más al Tesoro.
-¡Pero fue parte de una política anticíclica! Precisamente, para eso habíamos acumulado en la fase de fuerte expansión de la economía: para usar en circunstancias como las que se dieron en los años 2008 o 2009, cuando la incertidumbre era general y el mundo parecía que se hundía. Pero seguir recurriendo a estas herramientas cuando el ciclo cambió es claramente un error.
-¿No pensó que podían tomarlo como un recurso ordinario?
-No lo preveía. Siempre creí y bregué para una normalización de las variables monetarias y económicas. Por eso apoyé el concepto de, en este contexto, hacer las cosas para volver a los mercados voluntarios de crédito.
-¿Qué es lo que más le inquieta de la situación económica actual?
-La posibilidad de un desborde monetario. Lo expliqué días atrás ante los senadores. Si se suma el impacto de los decretos para pagar deuda, las utilidades que el Central le va a girar al Tesoro y los adelantos transitorios, estamos hablando de una inyección de $ 60.000 millones.
Por intervención cambiaria entrarían otros 36.000 millones, pero estimo que serán absorbidos por una demanda genuina de dinero como resultado del crecimiento de la economía y el proceso de monetización que supone. Pero el resto tendrá que esterilizarse porque, si no, generará presión inflacionaria en un contexto ya complicado.
-En este contexto ¿qué le recomienda a su sucesora?
-Que sea muy cuidadosa, porque no es lo mismo generar expansión monetaria por la compra de dólares que haciéndolo mediante transferencias a Hacienda: en el segundo caso, son billetes que no hay forma de evitar que vayan inmediatamente a la calle.
Entrevista / Martin Redrado, ex presidente del BCRA"Usarán al Central para financiar el gasto hasta el fin del mandato"
Alertó sobre el peligro de un desborde monetario en un contexto de alta inflación
lanacion.com | Economía | Mi?oles 28 de abril de 2010
miércoles, 7 de abril de 2010
En Washington cuesta entender a la Argentina
-La expectativa en Buenos Aires es que con el canje de la deuda todo eso ahora cambiará. Y que la inversión florecerá y el mercado se abrirá...
-No soy un experto en el tema, pero mi sensación es que en los Estados Unidos se defiende la independencia del Banco Central. Y aquí está la idea de que se ha empujado al ex presidente del Banco Central Martín Redrado para usar el dinero de reservas. Después está la sospecha de por qué se han tomado tanto tiempo. A la Argentina le va bien económicamente desde hace mucho. ¿Por qué tardar tanto en arreglar su deuda? Yo sería un poco más cauto. Creo que hay un poco de reserva sobre lo que realmente ocurrirá. Además, hay un escenario poco predecible: un día dicen una cosa, el Congreso dice otra, dos legisladores se dan vuelta y todo cambia. Aparece el ex presidente Carlos Menem condicionando el voto? Es realmente poco predecible.
-¿Es ésa la percepción generalizada en EE.UU.?
-El problema es dónde se la sitúa a la Argentina. No cabe en el grupo de países con una clara prédica anti-Estados Unidos, antiglobalización y anticapitalismo -como Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua-, pero ciertamente tampoco entre los países responsables: Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay. Nadie sabe dónde ubicar a la Argentina, no hay modo de comprenderla, es un país difícil de clasificar. Es un país que sólo parece ocuparse de sí mismo.
-No creo que los demás países sean hermanitas de la caridad y que sólo piensen en la suerte de los otros Estados?
-No, claro que no. Todos los países se ocupan de sí mismos. Digo eso en el sentido de que a la Argentina no parece importarle cumplir con las normas.
-¿Qué se le valora aquí a la Argentina?
-Su posición respecto de Irán. También lo que se avanzó en materia de derechos humanos. Pero haga lo que haga el gobierno de la Argentina, siempre queda una cierta duda sobre si se trata de una tendencia, de una estrategia política o de una cosa al azar.
-¿Por ejemplo?
-La forma en que fue tratado en Buenos Aires el secretario adjunto para la región, Arturo Valenzuela. Fue tan malo que la Presidenta no lo haya recibido, en diciembre, como que el presidente Barack Obama no recibiera a Cristina. Fue igualmente mala la idea de no programar originalmente una escala en la Argentina para la secretaria Hillary Clinton. Y fue buena idea encontrar, luego, un momento para hacer la escala. ¿Cuál es el punto en todo esto? ¿Cuál es el sentido de que Obama no hable con Cristina Kirchner?
-No sé. Se lo pregunto a usted. ¿Cuál es el mensaje?
-Es que si hubiera un mensaje, sería una cosa, pero no hay mensaje alguno. Un mensaje sería, por ejemplo: "Paguen su deuda y luego hablamos". Pero no hay nada de eso.
-La Presidenta dijo que Obama es una decepción. ¿Tiene razón o no?
-Creo que no ha cambiado mucho la relación entre los Estados Unidos y América latina. En eso, ella tiene razón. Pero creo que ella comete un error al no ver que América latina tampoco hizo mucho. Prefiere echarle la culpa a Estados Unidos.
-No soy un experto en el tema, pero mi sensación es que en los Estados Unidos se defiende la independencia del Banco Central. Y aquí está la idea de que se ha empujado al ex presidente del Banco Central Martín Redrado para usar el dinero de reservas. Después está la sospecha de por qué se han tomado tanto tiempo. A la Argentina le va bien económicamente desde hace mucho. ¿Por qué tardar tanto en arreglar su deuda? Yo sería un poco más cauto. Creo que hay un poco de reserva sobre lo que realmente ocurrirá. Además, hay un escenario poco predecible: un día dicen una cosa, el Congreso dice otra, dos legisladores se dan vuelta y todo cambia. Aparece el ex presidente Carlos Menem condicionando el voto? Es realmente poco predecible.
-¿Es ésa la percepción generalizada en EE.UU.?
-El problema es dónde se la sitúa a la Argentina. No cabe en el grupo de países con una clara prédica anti-Estados Unidos, antiglobalización y anticapitalismo -como Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua-, pero ciertamente tampoco entre los países responsables: Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay. Nadie sabe dónde ubicar a la Argentina, no hay modo de comprenderla, es un país difícil de clasificar. Es un país que sólo parece ocuparse de sí mismo.
-No creo que los demás países sean hermanitas de la caridad y que sólo piensen en la suerte de los otros Estados?
-No, claro que no. Todos los países se ocupan de sí mismos. Digo eso en el sentido de que a la Argentina no parece importarle cumplir con las normas.
-¿Qué se le valora aquí a la Argentina?
-Su posición respecto de Irán. También lo que se avanzó en materia de derechos humanos. Pero haga lo que haga el gobierno de la Argentina, siempre queda una cierta duda sobre si se trata de una tendencia, de una estrategia política o de una cosa al azar.
-¿Por ejemplo?
-La forma en que fue tratado en Buenos Aires el secretario adjunto para la región, Arturo Valenzuela. Fue tan malo que la Presidenta no lo haya recibido, en diciembre, como que el presidente Barack Obama no recibiera a Cristina. Fue igualmente mala la idea de no programar originalmente una escala en la Argentina para la secretaria Hillary Clinton. Y fue buena idea encontrar, luego, un momento para hacer la escala. ¿Cuál es el punto en todo esto? ¿Cuál es el sentido de que Obama no hable con Cristina Kirchner?
-No sé. Se lo pregunto a usted. ¿Cuál es el mensaje?
-Es que si hubiera un mensaje, sería una cosa, pero no hay mensaje alguno. Un mensaje sería, por ejemplo: "Paguen su deuda y luego hablamos". Pero no hay nada de eso.
-La Presidenta dijo que Obama es una decepción. ¿Tiene razón o no?
-Creo que no ha cambiado mucho la relación entre los Estados Unidos y América latina. En eso, ella tiene razón. Pero creo que ella comete un error al no ver que América latina tampoco hizo mucho. Prefiere echarle la culpa a Estados Unidos.
Los intelectuales / Peter Hakim"A Estados Unidos le resulta difícil dialogar con la Argentina"
Hay desconcierto y desánimo con los Kirchner, dice el presidente del Inter American Dialogue
lanacion.com | Cultura | Mi?oles 7 de abril de 2010
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sábado, 3 de abril de 2010
Los argentinos sentimos que no hay ley ni autoridad
Cómo los argentinos nos posicionamos frente a las normas es el objeto de estudio de investigadores de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata, cuyos resultados permiten dibujar un perfil nacional transgresor.
"Como tendencia, encontramos una falta de consciencia sobre la responsabilidad social: cada uno funciona según sus propios criterios, con escasa consideración sobre las responsabilidades colectivas", dice el licenciado Orlando Calo, decano de esa facultad y director del equipo que realizó sus investigaciones en estudiantes, padres, docentes, menores internados en institutos por conflicto con la ley penal, adultos condenados por crímenes automovilísticos y argentinos emigrados.
"En los chicos en conflicto con la ley, por ejemplo, pudimos constatar la ausencia de compromiso moral y responsabilidad respecto de sus actos; los chicos entrevistados no mostraron capacidad de reflexión crítica sobre lo que hicieron. Podríamos pensar que se trata de cuadros psicopatológicos, pero una reducción como esa convierte en enfermedad del individuo concreto lo que está sobredeterminado por las condiciones sociales."
Pero ¿existen coincidencias entre estos adolescentes y el resto de nuestra sociedad? "Deberíamos preguntarnos si el chico que va a parar a un instituto tiene que ser tomado como expresión individual de enfermedad o como parte de una patología social que produce sujetos ausentes de normatividad", responde Calo.
Cuando la transgresión se extiende a temas cotidianos (reglas de tránsito, normas de convivencia) algo está fallando, algo de la ley entendida como código de conducta social no se termina de inscribir.
Curiosamente, los argentinos de 18 a 50 años emigrados a Italia y España que fueron entrevistados por las licenciadas Eugenia La Rocca y Ericca Garimanno, del mismo equipo de investigación, manifestaron "una fuerte autoridad normativa y necesidad de subordinación al mandato de una autoridad." Es decir que, fronteras afuera, aparece un comportamiento que, como tendencia, es opuesto al instalado en territorio nacional.
"No es que no deseemos que haya ley y autoridad, sino que actuamos en un medio en el que sentimos que tal cosa no existe -afirma Calo-. Por eso, cuando nos trasladamos a otro ámbito en el que sentimos que hay ley, orden, respeto, en general nos subordinamos casi gustosamente."
"Como tendencia, encontramos una falta de consciencia sobre la responsabilidad social: cada uno funciona según sus propios criterios, con escasa consideración sobre las responsabilidades colectivas", dice el licenciado Orlando Calo, decano de esa facultad y director del equipo que realizó sus investigaciones en estudiantes, padres, docentes, menores internados en institutos por conflicto con la ley penal, adultos condenados por crímenes automovilísticos y argentinos emigrados.
"En los chicos en conflicto con la ley, por ejemplo, pudimos constatar la ausencia de compromiso moral y responsabilidad respecto de sus actos; los chicos entrevistados no mostraron capacidad de reflexión crítica sobre lo que hicieron. Podríamos pensar que se trata de cuadros psicopatológicos, pero una reducción como esa convierte en enfermedad del individuo concreto lo que está sobredeterminado por las condiciones sociales."
Pero ¿existen coincidencias entre estos adolescentes y el resto de nuestra sociedad? "Deberíamos preguntarnos si el chico que va a parar a un instituto tiene que ser tomado como expresión individual de enfermedad o como parte de una patología social que produce sujetos ausentes de normatividad", responde Calo.
Cuando la transgresión se extiende a temas cotidianos (reglas de tránsito, normas de convivencia) algo está fallando, algo de la ley entendida como código de conducta social no se termina de inscribir.
Curiosamente, los argentinos de 18 a 50 años emigrados a Italia y España que fueron entrevistados por las licenciadas Eugenia La Rocca y Ericca Garimanno, del mismo equipo de investigación, manifestaron "una fuerte autoridad normativa y necesidad de subordinación al mandato de una autoridad." Es decir que, fronteras afuera, aparece un comportamiento que, como tendencia, es opuesto al instalado en territorio nacional.
"No es que no deseemos que haya ley y autoridad, sino que actuamos en un medio en el que sentimos que tal cosa no existe -afirma Calo-. Por eso, cuando nos trasladamos a otro ámbito en el que sentimos que hay ley, orden, respeto, en general nos subordinamos casi gustosamente."
Sin respeto a las normas / Entrevista con Orlando Calo, decano de psicologÍa de la Universidad de Mar del Plata"Sentimos que no hay ley ni autoridad"
Eso es lo que, según distintos estudios, hace que los argentinos exhiban una falta de conciencia sobre la responsabilidad social
lanacion.com | Ciencia/Salud | S?do 3 de abril de 2010
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miércoles, 23 de septiembre de 2009
Las industrias argentinas que están en condiciones de exportar son pocas, son nichos.
-¿Cuál es el número que representa la masa crítica mínima para acompañar a la G?
-Puede ser que los 20 subsistan para algunas cosas, pero son los 14, y estamos afuera.
-¿Por lo que no hicimos o por lo que hicimos mal?
-Simplemente porque perdimos peso específico en nuestra participación en el comercio mundial. Hay errores que se pagan, que tienen que ver con actitudes políticas en las negociaciones, con el default, con la renegociación de la deuda, con las posiciones que adoptamos en las negociaciones en Doha.
Sánchez Arnau considera que el problema para los productos de exportación locales no es de acceso a los mercados, sino de oferta.
"La Argentina es un país con ofertas erráticas, irregulares en cuanto a calidad y precio, muy sometidas a las variaciones de decisiones políticas internas y de la demanda local. La política de promoción de exportaciones generalmente es un esfuerzo muy grande, pero a menudo inútil. Es cierto que para muchos sectores las barreras están, pero el verdadero problema es nuestro. Si ud sale a vender zapatos, llega a Estados Unidos y encuentra una cadena de zapaterías interesada, seguramente le dirán: Necesito medio millón de pares por año. Cuando le pregunte al exportador argentino, le contestará: Eso lo puedo producir en 10 años. Ese es nuestro problema.
-¿Cómo se revierte, aliándose con Brasil?
-¡No! Nada que ver, no es un problema de alianza con terceros países, se trata de incrementar nuestra oferta y pensar que en ciertos sectores tenemos capacidad para trabajar en un mercado mucho más importante que es el mundial.
-¿Qué hace falta para resolverlo?
-El problema no está afuera. Aquí hay muchas industrias que precisan un nivel muy elevado de protección para poder subsistir, en algunos casos porque son absolutamente ineficientes, tecnológicamente atrasadas, con costos de producción muy altos. Pero esencialmente el grueso que reclama un nivel elevado de protección es porque sus costos internos están afectados por un sistema impositivo que ejerce una presión muy alta sobre quienes producen en blanco, están enfrentados con ausencia de crédito o con un costo muy elevado, con problemas de reintegros que nunca llegan o lo hacen tarde y mal, con problemas burocráticos de todo tipo para la gestión de las operaciones de comercio internacional tanto a nivel bancario como aduanero, con leyes que hacen los costos laborales mucho más altos de lo que deberían y que además están favoreciendo un crecimiento inusitado del juicio laboral. Además, tiene el tipo de dólar muy elevado para sus importaciones, si necesita insumos o bienes de capital para producir.
Cuando tiene un contexto económico que hace que sus costos sean muy elevados, precisa mucha protección y eso quiere decir que no está en condiciones de exportar. Las industrias argentinas que están en condiciones de exportar son pocas, son nichos. Si queremos producir competitivamente tenemos que hacerlo en escala muy elevada, para el mercado internacional, y eso no es posible porque el país no tiene capacidad financiera, no tiene acumuladas las inversiones necesarias.
-¿Significa que tenemos que elegir dos o tres sectores, financiarlos y especializarnos en eso?
-No. Diría que tenemos que desarmar un sistema fiscal y administrativo que va en contra del sector productivo, de cualquiera. Tenemos que repensar todo el sistema fiscal, laboral y administrativo para tener una producción eficiente en muchos sectores donde contamos con ventajas competitivas ya sea porque disponemos de las materias primas, porque tenemos mano de obra calificada, experiencia empresarial o un nicho armado donde a pesar de todos los avatares de la economía argentina hemos podido seguir exportando. Las industrias tienen sus ciclos y se agotan. Cuando se dan esas grandes crisis, en los países europeos se toma al sector, se dice qué es lo que es recuperable, hacia dónde hay que apuntar para ser competitivo y se combina el esfuerzo público y privado para lograrlo. En la Argentina, cuando pasa eso, lo único que sabemos hacer es levantar las barreras y el nivel de protección. No resolvemos el problema, permitimos que la industria subsista bajo condiciones de competencia artificiales porque hay que salvar empleo y empresas sin tomar en cuenta el costo que esto tiene para los consumidores, que están completamente ausente de las decisiones de política comercial o industrial. Y que tienen que estar preparados para pagar muy caro productos que a lo mejor son de muy baja calidad. Eso no tiene que ver con la responsabilidad del empresario, sino con un sistema que integralmente nos hace poco competitivos. Y por eso hemos ido perdiendo peso en la economía internacional. Nuestra competitividad está en sectores muy limitados, como el agropecuario, que sigue siendo uno de los más eficientes del mundo, en particular la línea de oleaginosos. Lo éramos en el sector lácteo y cárnico. Hoy ya no sé si lo somos, pero tenemos toda la capacidad para serlo.
-Puede ser que los 20 subsistan para algunas cosas, pero son los 14, y estamos afuera.
-¿Por lo que no hicimos o por lo que hicimos mal?
-Simplemente porque perdimos peso específico en nuestra participación en el comercio mundial. Hay errores que se pagan, que tienen que ver con actitudes políticas en las negociaciones, con el default, con la renegociación de la deuda, con las posiciones que adoptamos en las negociaciones en Doha.
Sánchez Arnau considera que el problema para los productos de exportación locales no es de acceso a los mercados, sino de oferta.
"La Argentina es un país con ofertas erráticas, irregulares en cuanto a calidad y precio, muy sometidas a las variaciones de decisiones políticas internas y de la demanda local. La política de promoción de exportaciones generalmente es un esfuerzo muy grande, pero a menudo inútil. Es cierto que para muchos sectores las barreras están, pero el verdadero problema es nuestro. Si ud sale a vender zapatos, llega a Estados Unidos y encuentra una cadena de zapaterías interesada, seguramente le dirán: Necesito medio millón de pares por año. Cuando le pregunte al exportador argentino, le contestará: Eso lo puedo producir en 10 años. Ese es nuestro problema.
-¿Cómo se revierte, aliándose con Brasil?
-¡No! Nada que ver, no es un problema de alianza con terceros países, se trata de incrementar nuestra oferta y pensar que en ciertos sectores tenemos capacidad para trabajar en un mercado mucho más importante que es el mundial.
-¿Qué hace falta para resolverlo?
-El problema no está afuera. Aquí hay muchas industrias que precisan un nivel muy elevado de protección para poder subsistir, en algunos casos porque son absolutamente ineficientes, tecnológicamente atrasadas, con costos de producción muy altos. Pero esencialmente el grueso que reclama un nivel elevado de protección es porque sus costos internos están afectados por un sistema impositivo que ejerce una presión muy alta sobre quienes producen en blanco, están enfrentados con ausencia de crédito o con un costo muy elevado, con problemas de reintegros que nunca llegan o lo hacen tarde y mal, con problemas burocráticos de todo tipo para la gestión de las operaciones de comercio internacional tanto a nivel bancario como aduanero, con leyes que hacen los costos laborales mucho más altos de lo que deberían y que además están favoreciendo un crecimiento inusitado del juicio laboral. Además, tiene el tipo de dólar muy elevado para sus importaciones, si necesita insumos o bienes de capital para producir.
Cuando tiene un contexto económico que hace que sus costos sean muy elevados, precisa mucha protección y eso quiere decir que no está en condiciones de exportar. Las industrias argentinas que están en condiciones de exportar son pocas, son nichos. Si queremos producir competitivamente tenemos que hacerlo en escala muy elevada, para el mercado internacional, y eso no es posible porque el país no tiene capacidad financiera, no tiene acumuladas las inversiones necesarias.
-¿Significa que tenemos que elegir dos o tres sectores, financiarlos y especializarnos en eso?
-No. Diría que tenemos que desarmar un sistema fiscal y administrativo que va en contra del sector productivo, de cualquiera. Tenemos que repensar todo el sistema fiscal, laboral y administrativo para tener una producción eficiente en muchos sectores donde contamos con ventajas competitivas ya sea porque disponemos de las materias primas, porque tenemos mano de obra calificada, experiencia empresarial o un nicho armado donde a pesar de todos los avatares de la economía argentina hemos podido seguir exportando. Las industrias tienen sus ciclos y se agotan. Cuando se dan esas grandes crisis, en los países europeos se toma al sector, se dice qué es lo que es recuperable, hacia dónde hay que apuntar para ser competitivo y se combina el esfuerzo público y privado para lograrlo. En la Argentina, cuando pasa eso, lo único que sabemos hacer es levantar las barreras y el nivel de protección. No resolvemos el problema, permitimos que la industria subsista bajo condiciones de competencia artificiales porque hay que salvar empleo y empresas sin tomar en cuenta el costo que esto tiene para los consumidores, que están completamente ausente de las decisiones de política comercial o industrial. Y que tienen que estar preparados para pagar muy caro productos que a lo mejor son de muy baja calidad. Eso no tiene que ver con la responsabilidad del empresario, sino con un sistema que integralmente nos hace poco competitivos. Y por eso hemos ido perdiendo peso en la economía internacional. Nuestra competitividad está en sectores muy limitados, como el agropecuario, que sigue siendo uno de los más eficientes del mundo, en particular la línea de oleaginosos. Lo éramos en el sector lácteo y cárnico. Hoy ya no sé si lo somos, pero tenemos toda la capacidad para serlo.
La entrevista"Ante los problemas, levantamos barreras"
Juan Carlos Sánchez Arnau, director de
lanacion.com | Comercio exterior | Martes 22 de setiembre de 2009
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martes, 15 de septiembre de 2009
Probablemente se ampliará la brecha entre ricos y pobres.
Para Stiglitz, América latina "tiene que evitar el fundamentalismo de mercado" si no quiere caer en los mismos errores que Estados Unidos.
-¿Qué factores influyen en la forma en la que se dará la recuperación?
-La razón por la que no creo que la recuperación vaya a ser robusta es que hay un problema real en la sustitución de la demanda agregada. El consumo en Estados Unidos será débil y, probablemente, se mantendrá así. Si aumenta el desempleo, se dejarán de pagar más hipotecas, y eso debilitará al sistema financiero, y hará más difícil que se empiece a prestar de nuevo.
-Entonces, ¿para usted la crisis no ha terminado?
-No. Creo que no ha terminado para la mayoría de los estadounidenses, porque incluso los optimistas no creen que la tasa de desempleo se mantendrá por debajo del diez por ciento.
-¿La inflación puede ser un nuevo problema en los próximos meses?
-No. El problema en el futuro inmediato es la deflación con un desempleo alto. El potencial de inflación en el largo plazo es más significativo.
-Y la recuperación, ¿ha comenzado?
-Se ha iniciado la recuperación del colapso de los mercados financieros que siguió al 15 de septiembre del año pasado. Estamos mucho mejor. Pero la recuperación de las causas subyacentes a la burbuja, de la explosión de la burbuja y de la destrucción de los balances, no. Eso aún está con nosotros.
-¿Qué problemas persisten en la economía de Estados Unidos?
e_SEnD La persistencia del problema con las hipotecas, que, de hecho, se ha extendido desde el mercado inmobiliario residencial hasta el mercado inmobiliario comercial. Tenemos hogares cuya riqueza se ha destruido y eso genera un consumo débil. Y, en el largo plazo, el aumento del tamaño de la deuda va a ser muy negativo.
-¿Cuándo volverán a crecer las economías desarrolladas?
-Técnicamente, el crecimiento mundial, quizá, se reanude porque es un promedio que incluye a países como China, que probablemente esté creciendo a tasas del diez por ciento. Los países desarrollados dependerán de las políticas que implementen sus gobiernos y de otros factores, como la capacidad de recapitalización de los bancos antes de que se venzan los préstamos inmobiliarios del sector comercial. Pero si tengo que conjeturar, diría que creo que hay una posibilidad razonable de que los problemas persistirán hasta 2012-2013.
-¿La economía global seguirá débil por otros tres años, entonces?
-Creo que eso será lo más probable. Una forma de verlo es pensar que es posible que 2011 sea un año muy difícil, a medida que el estímulo fiscal llegue a su fin y no todos los otros problemas hayan sido resueltos.
-¿Se ampliará la brecha entre ricos y pobres?
-Probablemente, sí. Las recesiones y las depresiones son a menudo malas para los ricos y para los pobres por diferentes razones. Los pobres pierden sus trabajos y eso es lo que está ocurriendo ahora. Los ricos pierden mucha de su riqueza, porque el valor de los activos se reduce. Es difícil decir a priori cuál de estos efectos es más importante, pero creo que, obviamente, para aquellos trabajadores que pierden su empleo, la recesión es devastadora.
-¿Qué efectos se verán en América latina?
-Creo que una de las cosas que están ocurriendo es que ya hay más cuestionamientos sobre el modelo económico de Estados Unidos. Todo el mundo decía que era tan maravilloso y, ahora, nos dicen que es defectuoso en tantos aspectos esenciales. Creo que va a ser uno de los grandes efectos. El segundo es que Estados Unidos va a recortar la ayuda extranjera, y como China la está expandiendo, ampliará su influencia.
-¿Crecerá nuevamente la región a tasas elevadas como en los últimos años?
-No. Eso se debió, en parte, a los beneficios de las supertasas de crecimiento de China y de Estados Unidos. Pero esa era ha terminado. China puede volver a un mayor crecimiento y, en alguna medida, algunos de los países de América latina se beneficiarán de ello, pero hay una conexión demasiado evidente entre América latina y Estados Unidos como para que si este país está débil, eso influya en la región.
-¿Qué factores influyen en la forma en la que se dará la recuperación?
-La razón por la que no creo que la recuperación vaya a ser robusta es que hay un problema real en la sustitución de la demanda agregada. El consumo en Estados Unidos será débil y, probablemente, se mantendrá así. Si aumenta el desempleo, se dejarán de pagar más hipotecas, y eso debilitará al sistema financiero, y hará más difícil que se empiece a prestar de nuevo.
-Entonces, ¿para usted la crisis no ha terminado?
-No. Creo que no ha terminado para la mayoría de los estadounidenses, porque incluso los optimistas no creen que la tasa de desempleo se mantendrá por debajo del diez por ciento.
-¿La inflación puede ser un nuevo problema en los próximos meses?
-No. El problema en el futuro inmediato es la deflación con un desempleo alto. El potencial de inflación en el largo plazo es más significativo.
-Y la recuperación, ¿ha comenzado?
-Se ha iniciado la recuperación del colapso de los mercados financieros que siguió al 15 de septiembre del año pasado. Estamos mucho mejor. Pero la recuperación de las causas subyacentes a la burbuja, de la explosión de la burbuja y de la destrucción de los balances, no. Eso aún está con nosotros.
-¿Qué problemas persisten en la economía de Estados Unidos?
e_SEnD La persistencia del problema con las hipotecas, que, de hecho, se ha extendido desde el mercado inmobiliario residencial hasta el mercado inmobiliario comercial. Tenemos hogares cuya riqueza se ha destruido y eso genera un consumo débil. Y, en el largo plazo, el aumento del tamaño de la deuda va a ser muy negativo.
-¿Cuándo volverán a crecer las economías desarrolladas?
-Técnicamente, el crecimiento mundial, quizá, se reanude porque es un promedio que incluye a países como China, que probablemente esté creciendo a tasas del diez por ciento. Los países desarrollados dependerán de las políticas que implementen sus gobiernos y de otros factores, como la capacidad de recapitalización de los bancos antes de que se venzan los préstamos inmobiliarios del sector comercial. Pero si tengo que conjeturar, diría que creo que hay una posibilidad razonable de que los problemas persistirán hasta 2012-2013.
-¿La economía global seguirá débil por otros tres años, entonces?
-Creo que eso será lo más probable. Una forma de verlo es pensar que es posible que 2011 sea un año muy difícil, a medida que el estímulo fiscal llegue a su fin y no todos los otros problemas hayan sido resueltos.
-¿Se ampliará la brecha entre ricos y pobres?
-Probablemente, sí. Las recesiones y las depresiones son a menudo malas para los ricos y para los pobres por diferentes razones. Los pobres pierden sus trabajos y eso es lo que está ocurriendo ahora. Los ricos pierden mucha de su riqueza, porque el valor de los activos se reduce. Es difícil decir a priori cuál de estos efectos es más importante, pero creo que, obviamente, para aquellos trabajadores que pierden su empleo, la recesión es devastadora.
-¿Qué efectos se verán en América latina?
-Creo que una de las cosas que están ocurriendo es que ya hay más cuestionamientos sobre el modelo económico de Estados Unidos. Todo el mundo decía que era tan maravilloso y, ahora, nos dicen que es defectuoso en tantos aspectos esenciales. Creo que va a ser uno de los grandes efectos. El segundo es que Estados Unidos va a recortar la ayuda extranjera, y como China la está expandiendo, ampliará su influencia.
-¿Crecerá nuevamente la región a tasas elevadas como en los últimos años?
-No. Eso se debió, en parte, a los beneficios de las supertasas de crecimiento de China y de Estados Unidos. Pero esa era ha terminado. China puede volver a un mayor crecimiento y, en alguna medida, algunos de los países de América latina se beneficiarán de ello, pero hay una conexión demasiado evidente entre América latina y Estados Unidos como para que si este país está débil, eso influya en la región.
Stiglitz: "La crisis no ha terminado"
El premio Nobel cree que América latina debe evitar el "fundamentalismo de mercado"
lanacion.com | Exterior | Martes 15 de setiembre de 2009
miércoles, 9 de septiembre de 2009
"La frustración, la violencia y el delito son los frutos de la desigualdad"
-Usted dice que es la desigualdad, y no la pobreza, lo que genera el delito. Entonces, ¿en un país en el que fuéramos todos pobres se acabaría el problema de la inseguridad?
-Bueno, a grandes rasgos, es así. En contextos tradicionalmente pobres, la miseria no genera delitos, ya que no hay una gran distancia entre lo que una persona desea y lo que posee. No podrían aspirar a otra forma de vida sencillamente porque no la conocerían, además de que no habría a quien robarle. Desde ya que la inequidad no es la única variable que produce violencia social, pero sí es la más influyente. Pero cuidado: se trata de la inequidad dentro del contexto de una democracia occidental, que, en teoría, propone un mismo ideal de vida para todos, pero que, en la práctica, permite sólo a unos pocos aspirar a esas oportunidades.
-¿Por qué ha crecido tanto la violencia de los delincuentes?
-Tenemos que recordar que los jóvenes que hoy delinquen crecieron en la década del 90. Vivieron privaciones en la infancia mientras observaban el ascenso de otros grupos sociales. En el acto delictivo, están presentes el resentimiento contra la cultura convencional y el deseo de alcanzar estándares de consumo y de reconocimiento. El clientelismo también hizo lo suyo, porque el hecho de darles planes sociales a algunos y a otros no en la villa contribuyó a aumentar el resentimiento. Por eso, no cualquier plan social sirve para contener la criminalidad.
-¿Y cómo sabe que es la inequidad, y no otra variable, la que más influye sobre la producción de violencia social?
-En mi estudio, tomo, en 2004, países con bajos índices de desigualdad, y allí vemos que Finlandia o Suiza, los más equitativos, son también los más seguros. Y al revés: en El Salvador o en Venezuela, en donde hay mayor inequidad, también hay mayor violencia social.
-¿Y en la Argentina cómo estamos?
-Con la recuperación económica, entre 2001 y 2005, la brecha de desigualdad se acotó un poco y la tasa de criminalidad descendió. Ahora, después de 2007, la inequidad volvió a aumentar y, con ella, presumimos que lo hizo la inseguridad. Pero la falta de estadísticas confiables complica, efectivamente, el diagnóstico y la elaboración de políticas públicas
-¿Qué soluciones les propuso a los senadores?
-Entre las propuestas, incluí un Instituto de Asignación de Empleos dirigido a los sectores más vulnerables. Y, también, un ingreso básico ciudadano, promulgado mediante una ley nacional, que garantice mínimamente la vida. Eso acabaría con el clientelismo.
-Le aviso que va a cosechar críticas y le anticipo su contenido: si hay un ingreso universal, la gente no va a querer trabajar.
-Ese es un prejuicio. La gente no sólo trabaja por dinero, sino porque hace a su identidad, para socializar, para sentirse útil. Es una medida que se está aplicando con éxito en países tan disímiles como Alaska, Brasil, Canadá, Holanda o Sudáfrica. También me parece muy importante que la escuela incluya una educación para la vida. Que enseñe el valor de la no violencia en la resolución de conflictos y el de la templanza: esa cualidad que nos convence de no comprar placeres al precio de dolores, como es el caso del consumo de drogas.
-Bueno, a grandes rasgos, es así. En contextos tradicionalmente pobres, la miseria no genera delitos, ya que no hay una gran distancia entre lo que una persona desea y lo que posee. No podrían aspirar a otra forma de vida sencillamente porque no la conocerían, además de que no habría a quien robarle. Desde ya que la inequidad no es la única variable que produce violencia social, pero sí es la más influyente. Pero cuidado: se trata de la inequidad dentro del contexto de una democracia occidental, que, en teoría, propone un mismo ideal de vida para todos, pero que, en la práctica, permite sólo a unos pocos aspirar a esas oportunidades.
-¿Por qué ha crecido tanto la violencia de los delincuentes?
-Tenemos que recordar que los jóvenes que hoy delinquen crecieron en la década del 90. Vivieron privaciones en la infancia mientras observaban el ascenso de otros grupos sociales. En el acto delictivo, están presentes el resentimiento contra la cultura convencional y el deseo de alcanzar estándares de consumo y de reconocimiento. El clientelismo también hizo lo suyo, porque el hecho de darles planes sociales a algunos y a otros no en la villa contribuyó a aumentar el resentimiento. Por eso, no cualquier plan social sirve para contener la criminalidad.
-¿Y cómo sabe que es la inequidad, y no otra variable, la que más influye sobre la producción de violencia social?
-En mi estudio, tomo, en 2004, países con bajos índices de desigualdad, y allí vemos que Finlandia o Suiza, los más equitativos, son también los más seguros. Y al revés: en El Salvador o en Venezuela, en donde hay mayor inequidad, también hay mayor violencia social.
-¿Y en la Argentina cómo estamos?
-Con la recuperación económica, entre 2001 y 2005, la brecha de desigualdad se acotó un poco y la tasa de criminalidad descendió. Ahora, después de 2007, la inequidad volvió a aumentar y, con ella, presumimos que lo hizo la inseguridad. Pero la falta de estadísticas confiables complica, efectivamente, el diagnóstico y la elaboración de políticas públicas
-¿Qué soluciones les propuso a los senadores?
-Entre las propuestas, incluí un Instituto de Asignación de Empleos dirigido a los sectores más vulnerables. Y, también, un ingreso básico ciudadano, promulgado mediante una ley nacional, que garantice mínimamente la vida. Eso acabaría con el clientelismo.
-Le aviso que va a cosechar críticas y le anticipo su contenido: si hay un ingreso universal, la gente no va a querer trabajar.
-Ese es un prejuicio. La gente no sólo trabaja por dinero, sino porque hace a su identidad, para socializar, para sentirse útil. Es una medida que se está aplicando con éxito en países tan disímiles como Alaska, Brasil, Canadá, Holanda o Sudáfrica. También me parece muy importante que la escuela incluya una educación para la vida. Que enseñe el valor de la no violencia en la resolución de conflictos y el de la templanza: esa cualidad que nos convence de no comprar placeres al precio de dolores, como es el caso del consumo de drogas.
Los intelectuales / Roxana Kreimer"La violencia social y el delito son frutos de la desigualdad"
La inequidad provoca frustración, dice la experta
lanacion.com | Cultura | Mi?oles 9 de setiembre de 2009
Etiquetas:
desafios del hombre,
entrevistas,
filosófia,
intelectuales,
sociedad
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