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domingo, 1 de julio de 2012

Dura crítica brasileña a las trabas al comercio

El presidente del Consejo Superior de Comercio Exterior de la Federación de Empresarios de San Pablo (Fiesp), Rubens Barbosa, criticó ayer las medidas comerciales que aplicó la Argentina desde que asumió la presidencia del Mercosur, y advirtió que el país será "responsable del final" del bloque. "En estos últimos seis meses de la presidencia argentina en el Mercosur, se tomaron muchas medidas que prácticamente mataron al Mercosur", disparó el dirigente brasileño en declaraciones radiales. Por otra parte, Barbosa opinó que "era previsible" que la reunión entre la secretaria de Comercio Exterior, Beatriz Paglieri, y su colega brasileña, Tatiana Prazeres, terminara "a los gritos", según publicó ayer Clarín, aunque luego esa versión fue desmentida por la Cancillería mediante un comunicado en el que se la calificó de "información falsa". Barbosa cuestionó las "medidas restrictivas o trabas" argentinas que "van en contra de lo que preveía el Mercosur". "La Argentina va a ser responsable del final del Mercosur", insistió el representante de los industriales paulistas, y advirtió que "este lío que está causando la Argentina" perjudica "tanto a los empresarios argentinos como brasileños". "Para el Mercosur lo que vale es la apertura", destacó Barbosa, que también cuestionó el ingreso "sin ninguna negociación concreta" de Venezuela al bloque regional, en línea con las críticas del gobierno paraguayo. "Es una cosa rara", interpretó. LLAMADO AL DIÁLOGO Por otra parte, el ex presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) Héctor Méndez instó a que ambos países "se sienten a dialogar" para resolver las diferencias comerciales. "Hay que buscar un nivel de equilibrio, no se puede seguir en un camino si se sabe que al final tiene un muro", subrayó Méndez, que también evaluó como necesario "analizar lo que se ha hecho" para generar esta situación, porque "a veces las formas generan tensiones y no ayudan a la resolución de los problemas". Para el industrial, "lo que pasa es que los países tienen estos aspectos de que hago lo que yo quiero porque soy soberano, pero la soberanía termina justo en la frontera". Las quejas del sector empresarial se produjeron luego de la frustrada reunión que anteayer mantuvieron en forma paralela a la Cumbre del Mercosur la secretaria de Comercio Exterior argentina y su colega brasileña, que derivó en un encuentro a nivel ministerial en el que tampoco hubo acuerdos. El dueño de la empresa Aceitunas Nucete, José Nucete, consideró que la imposibilidad de alcanzar un acuerdo para dejar atrás las diferencias con Brasil "enturbia la situación" para compañías como la suya, que debió suspender a su personal de más de 500 trabajadores ante la imposibilidad de vender sus productos en el país vecino. La Cancillería, en cambio, minimizó los problemas, al señalar que "las tres reuniones que mantuvieron las delegaciones argentinas y brasileñas durante la Cumbre del Mercosur arrojaron un balance exitoso en la profundización del comercio bilateral"..

domingo, 8 de abril de 2012

Brasil pelea para no caer: los temores acorralan a la estrella emergente

Por Alberto Armendariz | LA NACION
Los brasileños adoran festejar, y 2011 les dio motivos suficientes para hacerlo, aunque este año les cueste mucho más reponerse de la resaca.

Para Navidad, Brasil superó a Gran Bretaña y se convirtió en la sexta economía del mundo, hito que fue celebrado como si fuese la victoria en otro Mundial de fútbol. Luego, a fin de año, tras el anuncio de que el desempleo había alcanzado su mínimo histórico mensual (5,2%) y que el salario mínimo aumentaría de 545 a 622 reales (de unos 300 a 340 dólares), miles de cariocas y brasileños de todos los rincones del país acudieron a la playa de Copacabana para despedir 2011 con botellas de champagne francés importado en mano. Sin embargo, los nubarrones ya se veían en el horizonte y la lluvia terminó aguando la fiesta. Algo similar sucedió con la economía.

Pocas semanas después, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE), reveló que, debido a la crisis internacional, el país había crecido tan sólo un 2,7%, menos que las expectativas oficiales, que proyectaban una expansión económica de alrededor de 3,5%, y muy lejos del crecimiento del 7,5% de 2010. El sector industrial fue quien paró la música que le daba ritmo a la fiesta: cerró el año con un crecimiento de tan sólo 0,3% en relación con 2010, cuando se había expandido al 10,5%.

Las señales de alerta se veían venir desde temprano: un incesante flujo de capital extranjero que llegaba para aprovechar las altas tasas de interés (la de referencia del Banco Central llegó a estar en 12,50%; hoy bajó al 10,50%), no a invertir en producción; un real sobrevaluado frente al dólar que volvía mucho más baratos los productos importados que los locales; unas exportaciones cada vez más basadas en materias primas (70%), por el alto precio de las commodities en el mercado internacional, y una inflación que aumentó al 6,6%, riesgosamente por encima de la meta del gobierno.

El equipo económico de la presidenta Dilma Rousseff intentó algunos remedios: anunció medidas para beneficiar la industria a través de incentivos al consumo, contener la inundación de productos importados y frenar la apreciación del real. Mientras que el Banco Central comenzó a reducir su tasa de interés. No obstante, la industria siguió maltrecha: en enero se redujo un 2,1% y, pese a una leve recuperación en febrero (1,3%), la producción industrial en los últimos doce meses registró una caída del 1%. Así, afuera comenzó a tomar fuerza la percepción de que Brasil está llegando al límite de su capacidad de expansión del crecimiento y se preguntan qué viene ahora. ¿Quo vadis, Brasil?

Tras una reunión con los principales empresarios del país en el Palacio del Planalto, la presidenta Rousseff anunció esta semana un nuevo paquete de medidas económicas destinadas a apuntalar la alicaída industria: rebajas tributarias, reducciones en los costos de producción y ampliación del crédito para proyectos de inversiones productivas, en innovación y en infraestructura.

Aunque necesarios, estos pasos no fueron considerados suficientes por el empresariado, que se queja del alto costo de la mano de obra y la energía, la arcaica burocracia impositiva y las fallas en infraestructura. Y hasta los sindicatos criticaron el alcance de las medidas, con el presidente de Força Sindical, Paulo Pereira da Silva, a la cabeza, quien las calificó de "tímidas", bromeó que más que un paquete, lo que se presentó fue un "paquetito" muy puntual, y llamó a los trabajadores a movilizarse contra la desindustrialización que afecta al país y amenaza la fuente de empleo.

"Es más de lo mismo. Son medidas que amenizan la situación, pero no hacen todo lo necesario para resolver el problema de la competitividad en el país", dijo a LA NACION Paulo Skaf, presidente de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo, la más poderosa del país. "Hoy es más barato producir en Italia, Estados Unidos, Paraguay o la Argentina que en Brasil. El desfase cambiario no ha hecho más que agravar el escenario y robarnos el margen de competitividad que teníamos."

El ministro de Economía, Guido Mantega, no se ha cansado de acusar a Estados Unidos, la Unión Europea y China de impulsar políticas monetarias expansionistas de dinero fácil para solucionar sus dificultades financieras y económicas. Prometió seguir actuando para enfrentar esta "guerra cambiaria", aunque descartó que Brasil pueda devaluar su moneda bruscamente. De todos modos, cada vez son más los analistas que creen que los problemas de Brasil van más allá de la cuestión cambiaria.

"La crisis de la industria es grave y de larga data, no coyuntural. Es una crisis de competitividad que se arrastra desde hace tiempo y el contexto internacional desnudó", opinó el economista Julio Gomes de Almeida, del Instituto de Estudios para el Desarrollo Industrial (IEDI). "En los últimos años se puso demasiado acento en el consumo como motor del crecimiento, y no se les prestó atención a las deficiencias estructurales de la industria."

Con él coincidió José Augusto Fernandes, director de estrategia y política de la Confederación Nacional de la Industria (CNI), quien cree que, con las medidas anunciadas, la recuperación industrial todavía tomará un buen tiempo. Lo importante, sostuvo, es que tanto desde el sector privado como desde el público se promuevan las inversiones. Hoy, la tasa de inversión de Brasil es de apenas 19,3% del PBI.

"Como en el tema del cambio no hay mucho más que se pueda hacer desde aquí, en el corto y mediano plazo, se deben ir desbloqueando los problemas domésticos", dijo Fernandes. "Hay que buscar iniciativas de inversión público-privadas, como se está haciendo en los aeropuertos, para los puertos y las autopistas. Hay que reducir el costo de la energía, una de las más caras del mundo, y que afecta a todo el sector horizontalmente. Y el Congreso tiene que corregir y modernizar el sistema tributario."

Con el Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016 por delante, oportunidades de inversión en Brasil no faltan, señaló el analista económico Silvio Campos Neto, de la consultora Tendencias, en San Pablo. "Es el momento perfecto para hacer las transformaciones estructurales que el país precisa para encarar un nuevo ciclo de crecimiento. Es necesario aumentar la competitividad de nuestros productos y servicios; no podemos seguir con la oferta de poca calidad que tenemos", opinó.

OPTIMISMO OFICIAL

Para Carlos Thadeu de Freitas Gomes, economista en jefe de la Confederación Nacional del Comercio (CNC), la industria de Brasil todavía está viviendo los efectos de los ajustes que el gobierno realizó en 2011 para enfriar la economía ante el fantasma de la inflación. La crisis europea, la lenta recuperación de Estados Unidos y la desaceleración de China agravaron el panorama, pero confía en que para la segunda mitad del año se notará un mayor ritmo de crecimiento.

"La industria todavía tiene stocks muy altos, y es cierto que ha sido perjudicada por las importaciones, pero ella también compensa al importar insumos para la producción y maquinarias más baratas para mejorar su competitividad. En cuanto la economía recupere el ritmo de crecimiento, Brasil venderá más productos manufacturados", aseguró de Freitas Gomes, quien subrayó que en el consumo ya hay signos alentadores, como que en enero el comercio minorista aumentó un 2,6%, en gran parte, debido al alza del salario mínimo.

Desde el gobierno también son optimistas y creen que el escenario cambiará en el segundo semestre. Pese a que los expertos del mercado en el Boletín Focus del Banco Central redujeron las perspectivas de crecimiento de Brasil al 3,2%, el ministro Mantega sostuvo esta semana que mantiene sus expectativas de una expansión del 4,5% para 2012.

"Nuestra apuesta es entrar en un círculo virtuoso de consumo e inversión", dijo a LA NACION Carlos Cozendey, secretario de Asuntos Internacionales del Ministerio de Economía. "Hemos tenido políticas gubernamentales importantes que apoyaron a las camadas menos favorecidas de la población, expandiendo el empleo y, por lo tanto, hoy tenemos una mayor población empleada que consume más. Ese consumo tiende a generar nuevos estímulos para nuevas inversiones, en parte privadas, en parte públicas. Porque es evidente que para que el crecimiento sea sustentable a largo plazo, nuestra tasa de inversión debe continuar aumentando."

Destacó, de cualquier manera, que los esfuerzos que se están realizando tienen que ser cuidadosos. Mantener el equilibrio fiscal es una de las prioridades del gobierno de Rousseff, que quiere seguir obteniendo superávits primarios importantes para continuar en una trayectoria descendiente de la deuda pública. Asimismo, pretende mantener el nivel de empleo y los programas sociales, que han posibilitado una fuerte ampliación de la clase media, con el objetivo de erradicar la miseria.

En este sentido, expresó su deseo de que la Argentina y Brasil logren dejar de lado las discusiones comerciales que tanto entorpecieron la relación bilateral en 2011, y que ambos países puedan aprovechar mejor un repunte en el crecimiento para la segunda mitad del año.

"Nuestras economías están tan integradas hoy que a Brasil sólo le puede interesar que la Argentina crezca bien, y a la Argentina que Brasil crezca bien. Si tenemos una perspectiva de aceleración de la actividad económica a lo largo del año, eso va a traer beneficios para la Argentina. Sin dudas, el camino hacia adelante es promisorio", afirmó Cozendey.

domingo, 30 de octubre de 2011

Una buena oportunidad para las multilatinas

Por Azucena Gorbarán | Para LA NACION
Un cauteloso optimismo parece ganar el ánimo de una gran cantidad de empresas de América latina, producto de la oportunidad que presenta la demanda de commodities , el fortalecimiento de las monedas locales, la devaluación de activos en mercados desarrollados y el surgimiento de nuevos consumidores.

También se plantean interrogantes: ¿qué rol deberá jugar América latina en el mundo? ¿Es sostenible el crecimiento si no se agrega valor a los productos primarios? ¿El sector público y privado articularán esfuerzos e intereses para tomar ventaja de esta oportunidad?

Las empresas regionales están en condiciones de innovar y crear el futuro en la medida que desarrollen perspectivas estratégicas más integradas y creen culturas que alienten la innovación.

De nuestra experiencia surge que nuestros ejecutivos y empresarios aventajan a sus pares de países desarrollados en su capacidad para gestionar el corto plazo, reaccionar con velocidad y tomar decisiones aprovechando las oportunidades que generan las crisis. Muchos grupos empresarios han incrementado su capital, diversificado sus negocios e incorporado tecnología. Hoy tienen posibilidades para crecer, incluso por fuera de las fronteras de los países de origen, tal como lo demuestran las más de 100 "multilatinas" que operan en el mundo.

Los desafíos no son pocos. El contexto cambió y cambiará más. Probablemente no se podrá sostener un crecimiento del 7% anual. La integración regional será mayor, así como el intercambio en el eje Sur-Sur y las mayores inversiones asiáticas en la región. También parece sostenerse la irrupción de nuevos consumidores conformando una nueva clase media que en 2010, sumaba 382 millones de personas.

Aun así, nuestra región tiene deudas pendientes. El nivel de desigualdad es 65% más alto que el de países de ingresos altos, según el coeficiente de Gini. La calidad educativa, la infraestructura, la calidad institucional, la corrupción, la baja productividad son aspectos por considerar en la agenda del próximo decenio. También la falta de inversión en innovación. América latina tiene 527 investigadores por millón de personas activas, contra 7315 de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Hacer que esta realidad se modifique no sólo es un asunto público. También lo es del sector privado.

En América latina, más que en cualquier lugar del mundo, las empresas no pueden pensarse separadas del entorno social y ambiental en que se desenvuelven. Es necesario que los modelos de negocio contemplen la creación de valor económico, pero también la creación de valor para la sociedad.

Las estrategias de negocio serán exitosas si también son transformadoras de su realidad. Esto representa una gran oportunidad para innovar no sólo en los productos y servicios, sino en los modelos de negocio y sistemas de management .

¿Cuáles son los ejes de esa transformación? En primer término, abandonar la creencia de que desarrollar una visión de largo plazo es un lujo sólo de los países desarrollados. La estrategia necesita responder a un proyecto de mayor alcance y trascendencia.

GESTIÓN ARTICULADA

Visión, estrategia y planes operacionales tienen que ser gestionados articuladamente. El cliente es el articulador, en tanto que es el destinatario y decisor de lo que está dispuesto a pagar y reconocer como valor. El conocimiento profundo de sus necesidades y expectativas reemplaza a la tendencia de vender lo que producimos o lo que sabemos hacer bien.

En segundo lugar, hay que concebir estrategias de negocio balanceadas de tal forma que los objetivos de mercado e indicadores financieros tengan el mismo nivel de importancia para los ejecutivos, que la cultura, comportamientos y capacidades que posibilitan una efectiva ejecución. Ya no es viable sostener un mundo de fragmentaciones donde unos piensan y otros hacen; donde cada área funciona aislada tras sus resultados. El balance implica integración de esfuerzos en la cadena interna y extendida de negocio; abrir espacios de participación tolerando el riesgo al error para que la gente innove.

En tercer lugar, hay que asegurar la claridad en las responsabilidades y una asignación correcta de responsabilidad y autoridad acorde con las capacidades requeridas para tomar decisiones con autonomía.

Del relevamiento de capacidades potenciales que realizamos a más de 1500 ejecutivos durante los últimos cinco años, pudimos identificar una brecha significativa entre capacidad potencial actual y capacidad aplicada. Esto implica casi un 40% del talento desaprovechado.

Estos factores están relacionados con la capacidad de liderazgo. Nuestros países requieren líderes que inspiren y generen las condiciones para que el salto de innovación se produzca pese a las barreras culturales, las creencias erróneas sobre de los criterios de éxito y las visiones estrechas de la realidad por las cuales se entiende la creación de valor como el logro de resultados financieros de corto aliento.

Hay que pensar en grande: América latina en un camino sustentable de desarrollo, con clases medias sólidas y con educación de alta calidad, exitosa en haber desacoplado el desarrollo económico del uso de recursos naturales, con una revolución cultural en el nivel empresario que permita innovar y desarrollar usinas de conocimiento, con modelos de negocio creativos e inclusivos, con un nivel de productividad y calidad de management de clase mundial.

¿Seremos capaces esta vez? Tanta inequidad, postergación y potencial desaprovechado bien amerita persistir en el intento.

La autora es presidenta de AMG Consulting Group

miércoles, 26 de octubre de 2011

La inversión extranjera crece en la región y cae en la Argentina

La inversión extranjera directa (IED) en América latina creció 54% durante el primer semestre del año respecto de igual período de 2010. Sin embargo, de los 18 países relevados por la Comisión Económica para América Latina (Cepal), hubo cinco que mostraron una caída del indicador. De ellos, fueron la Argentina (-30%) y Paraguay (-31%) los que mostraron retrocesos más pronunciados.

Según los datos difundidos ayer por el organismo regional, la Argentina había recibido en la primera mitad del año pasado más de 1000 millones de dólares más de lo que ingresó en concepto de IED entre enero y junio de 2011. De esta manera, se ubicó sexta en el ranking regional, debajo de Brasil, México, Colombia, Chile y Perú (ver infografía).

Brasil fue, de hecho, la gran estrella de este período. La IED creció allí 157% en el primer semestre, lo que le permitió a Brasil recibir más de la mitad de los dólares que ingresaron en todo el continente por este concepto. La brecha con nuestro país fue enorme: US$ 44.085 millones contra US$ 2406 millones, 18 veces más.

Otro país con muy buen desempeño fue Colombia (91% de crecimiento), que en sólo seis meses superó todo el caudal de IED de 2010. Venezuela logró revertir el flujo negativo del año pasado y El Salvador logró el salto relativo más alto (1404%), aunque con una economía mucho más pequeña.

El flujo de inversión que ingresó en la Argentina es inferior a la suma de la IED que recibieron Panamá y Costa Rica, pese a que el tamaño de estas dos economías combinadas no llega al 20% del PBI nacional.

COMPRA CHINA

"Efectivamente, la Argentina ha tenido una caída en el primer semestre, aunque no es extremadamente significativa", sostuvo Alvaro Calderón, oficial de Asuntos Económicos de la División de Desarrollo Productivo y Empresarial de la Cepal. En diálogo telefónico desde Santiago, Chile, el economista dijo a La Nacion que "la Argentina sigue siendo un receptor importante de inversiones extranjeras, aunque en el período más reciente haya tenido un comportamiento un poco errático".

Uno de los movimientos que impactaron fuerte en la primera mitad de 2010 fue la compra de la mitad de la petrolera Bridas (Grupo Bulgheroni) por parte de la china Cnooc, por 3100 millones de dólares. Esa operación elevó la base de comparación para este año y puede ser uno de los factores de la caída, apuntó el economista Fausto Spotorno, de la consultora Orlando J. Ferreres y Asociados (OJF). "Este año no hubo operaciones grandes en el primer semestre, sólo la compra de acciones de YPF por parte del grupo Petersen (US$ 1714 millones), pero eso no cuenta como inversión extranjera, sino como inversión en cartera", añadió.

El último informe de fusiones y adquisiciones de OJF muestra que de los US$ 8103 millones involucrados en operaciones de este tipo entre enero y septiembre de este año, poco más de la mitad se concentraron en el sector de gas y petróleo. Le siguieron, con menos de US$ 1000 millones por sector, el retail, los servicios financieros, la industria manufacturera y la minería.

INCERTIDUMBRE

El comunicado de la Cepal sostiene que "el aumento de los ingresos de IED se explica por la estabilidad y el dinamismo económico en la mayoría de los países y los altos precios de las materias primas, que continúan incentivando la inversión en minería e hidrocarburos, particularmente en América del Sur".

Luego advierte que "a pesar de las buenas perspectivas respecto de la IED, la crisis de deuda soberana en los países europeos, el dilema fiscal de Estados Unidos y la volatilidad financiera global ponen cierta cuota de incertidumbre sobre el financiamiento de las empresas transnacionales y sus futuros planes de inversión, así como sobre el comportamiento económico de la región".

El relevamamiento de la Cepal incluye también los flujos de inversión directa de empresas de América latina en el exterior. En este caso la dinámica es la inversa: el flujo mostró una fuerte caída y arrojó un resultado negativo de US$ 5533 millones, principalmente por el comportamiento de las empresas brasileñas (que pasaron de US$ 5875 millones de inversiones en el exterior durante el primer semestre de 2010 a reingresar en su país US$ 10.804 millones este año). "Por el panorama global, las compañías brasileñas buscaron recursos en el exterior y transfirieron esos fondos a través de un préstamo de la filial a la casa matriz", explicó Calderón.

Las empresas argentinas, en cambio, invirtieron en el exterior US$ 834 millones, casi el doble de lo que habían desembolsado por el mismo concepto durante la primera mitad del año pasado.

martes, 18 de octubre de 2011

Ventajas de Sudamérica

Entre tantas turbulencias mundiales, con hegemonías históricas que tambalean, es bueno que miremos hacia adentro, hacia esta silenciosa región que habitamos. En ella, los sudamericanos vivimos un tiempo excepcional. Entre tantas otras cosas, es una buena ocasión para diferenciar dirigentes de estadistas. El dirigente se preguntará: “¿Cómo hago para fortalecer mi posición de poder?”. El estadista, también interesado por el poder, sin embargo agregará una pregunta más importante para el resto de sus conciudadanos: “¿Cómo hago para que lo que hoy vivimos se prolongue y profundice?”.

Estas preguntas no son sólo válidas para los dirigentes políticos. Un empresario puede interrogarse sobre cómo generará más ingresos mañana o cómo creará las condiciones para obtener ganancias durante mucho tiempo. Algunos, reeditando historias, verán la ocasión de especular; quizás otros, la oportunidad de transformar sus empresas. Cierto, estas preguntas pueden parecer abstractas. Sin embargo, las respuestas definirán nuestro futuro, el de todos, el de cada uno.

El panorama de Sudamérica no tiene antecedentes. Todos sus países son democráticos desde hace más de un cuarto de siglo. De los diez países de la subregión, ocho están gobernados por partidos de centroizquierda. Casi todos viven uno de los períodos económicamente más prósperos del último medio siglo.

Aunque éste no sea el tema que nos ocupa, es curioso que, a pesar de esta bonanza, las instituciones políticas continúen siendo evaluadas negativamente por la opinión pública. Congresos, sistema judicial y partidos políticos están en el fondo de la escala de la estima pública. Esto es comprensible cuando las cosas van mal, pero no lo es después de estos diez años de fuerte crecimiento.

Sólo en parte la respuesta puede encontrase en la evolución de la pobreza y la desigualdad. Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la pobreza tuvo una notable mejoría en casi todos los países en la última década. El esfuerzo más sostenido es el de Chile. Logró disminuir el número de pobres de casi 40% en 1990 a 14% en 2008. En los últimos diez años, Venezuela fue el país que más redujo la pobreza, de 49% a 27%. También es el país que más disminuyó la desigualdad. Pero, a nivel regional, los cambios en la distribución de la renta han sido mínimos en la mayoría de los países. América latina continúa siendo la región más desigual del mundo. En pocas palabras, los latinoamericanos vivimos un período de crecimiento económico con reducción de la pobreza y sin cambios importantes en la desigualdad.

Estos datos reflejan los escasos cambios estructurales en la mayoría de nuestras sociedades. Con una década de crecimiento, es normal que los sectores de menores ingresos superen la línea de pobreza. Pero, como no hay modificaciones sustanciales, la diferencia entre los que más y menos ganan se mantiene.

Hoy vivimos un período de bonanza gracias a una situación excepcional de los precios internacionales, que son nuestros productos de exportación. El estadista latinoamericano se estará preguntando: “¿Cómo evitamos que el crecimiento se detenga si esos precios bajan? ¿Cómo lograr hacer que nuestro crecimiento sea sustentable?”.

La sustentabilidad significa dos cosas: que el fenómeno dura en el tiempo y, además, se regenera y amplía. El desafío central está en la regeneración; es decir, en crear las condiciones para que las mejoras que hoy ocurren se reproduzcan en el futuro. Esto es, crear las condiciones para que el crecimiento continúe. Para ello, la bonanza que hoy vivimos debe servir para realizar cambios en nuestras economías y sociedades para que, cuando bajen los precios, el motor del crecimiento siga funcionando.

En el pasado, los latinoamericanos hemos vivido ciclos de expansión que fueron seguidos por estancamiento o recesión. El ciclo actual dura y, según todos los estudios, durará. En su origen está la demanda por nuestros productos desde China y la India. A pesar de la crisis mundial, estos países siguen creciendo y siguen demandando lo que vendemos.

Es útil, lector, que tengamos un par de datos para saber a qué nos referimos. En los veinte años entre 1985 y 2006, las exportaciones mundiales a China se multiplicaron por diez. En la última década se produjo el cambio que más nos interesa: quienes más exportan pasaron a ser los países subdesarrollados (los nuestros), superando a los desarrollados. En los últimos años, América latina, y Sudamérica en particular, capturó la mayor parte de ese cambio. Hoy representamos un cuarto de todo lo que China compra en el mundo. Esto no sólo tiene un gran efecto directo sino también empuja hacia arriba los precios de nuestros productos sean o no los chinos quienes los compren.
Todos los organismos internacionales coinciden en señalar, con distintos matices, que esta tendencia se mantendrá. También los privados, como Goldman Sachs, el gigantesco banco de inversiones, que en su último informe afirma sobre esta nueva realidad latinoamericana: “Definitivamente, ésta puede ser la década de América latina si sus dirigentes aprovechan la oportunidad y adoptan reformas duraderas de largo plazo que lleven a un incremento de la productividad, a la diversificación económica y a un aumento del producto”.

Para Goldman Sachs, se trata de que el crecimiento continúe para tener mayores oportunidades de negocios. Para los latinoamericanos, es una condición necesaria para lograr mejores condiciones de vida. En todo caso, la pregunta es la misma: ¿podremos aprovechar esta circunstancia excepcional?
Un crecimiento sustentable nos dará estabilidad. Esto sería una gran conquista, teniendo en cuenta nuestra historia de ciclos de auge y estancamiento.

Pero no sólo eso. En un mundo que está cambiando aceleradamente, nos dará oportunidades de jugar un nuevo papel en el escenario internacional. Ciertamente, no sería lo más aconsejable que nuestro crecimiento económico dependa de la que será la principal potencia económica y uno de los grandes polos del poder político mundial.
Por Dante Caputo
Perfil

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Otra masiva protesta en Brasil contra la corrupción

Por Alberto Armendariz | LA NACION
RIO DE JANEIRO.- En sintonía con el espíritu de hartazgo frente a la corrupción que parece estar contagiándose rápidamente por todo Brasil, miles de cariocas se manifestaron ayer en el centro de Río de Janeiro para exigir que la presidenta Dilma Rousseff profundice la limpieza de su gobierno, del que ya han sido obligados a salir cinco ministros.

Convocadas por Facebook y Twitter, poco más de 2000 personas se reunieron ayer en la plaza de Cinelandia, que en los primeros años de la década del 80 fue escenario de masivas marchas contra la dictadura militar (1964-1985). Si bien los organizadores habían pronosticado "decenas de miles" de manifestantes, la soleada tarde atentó contra la protesta y mucha gente prefirió disfrutar del atardecer en la playa.

Pero los que asistieron lo hicieron con energía, decididos a no dar tregua ante los abusos de los funcionarios. Cuatro de los cinco ministros que renunciaron en los últimos cuatro meses fueron acusados de corrupción: el jefe de gabinete, Antonio Palocci; el ministro de Transportes, Alfredo Nascimento; el de Agricultura, Wagner Rossi, y el de Turismo, Pedro Novais. El ministro de Defensa, Nelson Jobim, dimitió por las críticas contra dos colegas del gabinete.

"La caída de estos ministros demuestra que la corrupción está institucionalizada y no lo podemos permitir. Tenemos que apoyar a la presidenta para que, pese a las presiones, se mantenga firme en la limpieza del gobierno. El apoyo popular es muy importante; sin respaldo de la gente no habrá un cambio verdadero", dijo a LA NACION la economista Ana Cándida de Souza.

Tanto ella como el grupo de amigas con el que llegó a la manifestación portaban escobas verdes y amarillas para simbolizar la limpieza en la política. Anteayer, en la playa de Copacabana, la organización no gubernamental Río de Paz había plantado 594 escobas similares; una por cada diputado y senador en el Congreso. Anoche, los manifestantes entonaban cánticos contra los "ladrones de siempre", hacían sonar silbatos y agitaban carteles con mensajes como: "¡Despierta, Brasil!" y "Un pueblo sin educación alimenta la corrupción".

Había muchos jóvenes, pero también gente mayor que señaló que este movimiento anticorrupción, que comenzó a principios de mes con una multitudinaria marcha en Brasilia y otras menores en una treintena de ciudades, es un indicador de que Brasil está cambiando.

"Es la primera vez que veo que un presidente, y tenía que ser una mujer, reacciona contra las actividades impropias en el gobierno. Dilma es diferente; no es la persona que muchos pensaron que sería al votarla como continuidad de Lula", señaló Vera Fanjul, ama de casa, refiriéndose al ex presidente y padrino político de Rousseff.

Si bien había gente de agrupaciones opositoras al gobernante Partido de los Trabajadores (PT), la mayoría resaltó que la movilización era apartidaria, que tenía en mente más el futuro del país que las ganancias políticas de corto o mediano plazo.

"Tenemos una democracia consolidada, una economía que creció y permitió una mejor distribución de la renta; nuestra única mancha es la corrupción, y tenemos que acabar con ella: es el desafío de nuestra generación", afirmó Thiago Furquen, médico de 30 años, que señaló que la "primavera árabe" y las marchas de los "indignados" sirven de inspiración para la juventud brasileña, que ya planeó nuevas manifestaciones para el próximo 12 de octubre.

LULA, DESAFIANTE

Mientras tanto, en Salvador, al recibir el título de honoris causa de la Universidad Federal de Bahía, Lula aconsejó a los ministros de Rousseff que eventualmente enfrenten denuncias de corrupción a no renunciar cuando surjan las acusaciones desde la prensa.

"El político tiene que tener casco duro", dijo, y apuntó que no se asusta con las denuncias de corrupción porque, según él, "la derecha en Brasil, cuando no tiene nada que hacer, sólo habla de corrupción". A la vez, apoyó la actitud de Dilma. "Que nadie piense que quedará impune si hace algo mal; si ella se entera, yo la conozco, va a pasar la escoba", afirmó.

El ejemplo de Brasil

Por Jorge Lanata Diario Libre
La corrupción es como el ruido del aire acondicionado: sólo la escuchamos al principio; después nos acostumbramos a él. El problema son nuestros vecinos, que a veces dejan en evidencia lo acostumbrados que estamos: mientras el gobierno argentino persigue a la prensa “hegemónica” y aceita su aparato de propaganda, el brasileño obliga a renunciar a un quinto ministro en sus primeros diez meses de gestión, a partir de investigaciones publicadas por los medios locales.

Dilma Rousseff ha asegurado que la faxina (limpieza) recién comienza: entre 2002 y 2008, la corrupción le costó a Brasil el equivalente a la economía de Bolivia: 23.500 millones de dólares según un estudio de la Fundación Getulio Vargas. Pedro Novais, ministro de Turismo, debió renunciar a partir de una nota publicada por la Folha de Sao Paulo: contrató una mucama y un chofer para su esposa con dinero público mientras fue miembro del Congreso, entre 2003 y 2010. Antes había sido acusado de pagar como gasto oficial su estancia en un hotel. La cruzada de Dilma comenzó con Antonio Palocci, ex jefe de gabinete, a seis meses de su asunción.

Una investigación periodística reveló que Palocci había multiplicado por veinte su patrimonio entre 2006 y 2010, período en el que fue diputado federal, dueño de la consultora Projeto y jefe de campaña de Rousseff. El ministro de Transporte, Alfredo Nascimento, fue denunciado por la revista Veja debido a fraudes en licitaciones públicas, y días después el semanario Istoé divulgó un video en el que aparece junto a un diputado negociando la licitación de una carretera.

También la Folha dio en el blanco con otro ministro: el de Agricultura, Wagner Rossi, por haber transformado la Compañía Nacional de Abastecimiento, una empresa estatal, en una vidriera para acomodar a familiares de líderes políticos del PMDB, aliado del gobierno: aumentó el número de asesores especiales de seis a 26, y creó 21 nuevos cargos de esa categoría. Cualquier apresurado diría que la distancia entre Argentina y Brasil es de unos dos mil kilómetros. No es esa. Queda mucho más lejos.

viernes, 16 de septiembre de 2011

El Mercosur produce más del 50% de la soja a nivel mundial

Por Fernando Bertello | LA NACION
ROSARIO.- No es la poderosa Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que agrupa mayormente a países productores de crudo, pero el Mercosur bien podría ser también una especie de gran organización por otra commoditie: la soja. Entre la Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay, el bloque representa hoy poco más del 52% del volumen del grano producido en el mundo. Hoy la cosecha del Mercosur ronda los 136 millones de toneladas, sobre un total de 260 millones. Con esas cifras, el Mercosur se afianzó frente a los Estados Unidos, que si bien continúa siendo el mayor productor individual, con 83 millones de toneladas, ya no es la principal región.

Lo que ocurrió en el bloque fue sorprendente: pasó de sembrar 26 millones de hectáreas en 1999 a algo más de 49 millones en la última campaña. Además, su producción actual de 136 millones de toneladas apenas rondaba los 56 millones hace 12 años.

Pero hay datos de que la región podría potenciarse aun más como una especie de OPEP de la soja. Según se conoció en Mercosoja 2011, un encuentro que reúne a técnicos, científicos de todo el mundo y productores -organizado por la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina (Acsoja)-, hacia 2020 la región podría crecer en otras 45 a 50 millones de toneladas de producción.

"Los Estados Unidos no tienen más tierras, pero América latina sí, y puede aumentar su producción en más de 50 millones de toneladas hacia 2020", expresó en el congreso Fabio Trigueirinho, secretario ejecutivo de la Asociación Brasileña de Industrias de Aceites Vegetales (Abiove).

Esta entidad proyecta que el mundo demandará hacia 2020 319 millones de toneladas, 59 millones de toneladas más que el año pasado, lo que representa una tasa de crecimiento en torno del 2,1%. Pero otros expertos incluso prevén que la demanda toque los 340 millones.

"Como en los Estados Unidos la frontera agrícola está prácticamente consolidada, caerá en Brasil y en la Argentina la mayor parte de la responsabilidad de atender la demanda mundial", insistió Trigueirinho.

IMPULSO AL CRECIMIENTO

China, la India y otros países asiáticos, más una sofisticación de las dietas en países en desarrollo y nuevos usos para la soja, como el biodiésel, parecen impulsar el crecimiento. De hecho, como recordó Rodolfo Rossi, presidente de Mercosoja 2011, en los últimos dos años las importaciones mundiales de grano de soja crecieron 77,2%, para llegar a 80,7 millones de toneladas.

En el mercado no se vende sólo el poroto, sino también subproductos como el aceite y la harina de soja, de mayor valor agregado en la región. En este punto, la Argentina agrega más valor, ya que sólo vende un 18% como poroto y el resto va como subproductos. En cambio, en Brasil la colocación del poroto representa el 42% de lo que vende en el exterior.

Para el experto brasileño, su país podría crecer a 94 millones de toneladas para 2020. Hoy Brasil es el principal productor de esta oleaginosa y cosechó 75 millones de toneladas en el último ciclo.

Lo que allí ocurrió con la soja en los últimos cuarenta años fue impactante. La superficie creció en ese lapso 1762%, pasando de 1,3 a 24 millones de hectáreas. En paralelo, la producción se disparó 4907%, subiendo en cuatro décadas de 1,5 a 75 millones de toneladas. "El crecimiento ha sido espectacular", señaló Amélio Dall' Agnol, de la Empresa Brasileira de Pesquisa Agropecuaria (Embrapa), una entidad equivalente al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en la Argentina.

Para Trigueirinho, la Argentina no sólo va a seguir creciendo en soja sino que hacia 2020 va a estar, según las estimaciones de Abiove, en 75 millones de toneladas de cosecha. Se trata de una expansión de más de 20 millones de toneladas sobre el último ciclo, que, sequía mediante, quedó en casi 50 millones de toneladas.

Como Brasil, el país también tuvo un despegue de la siembra y cosecha de soja. Sólo en los últimos 12 años el área implantada creció 119 por ciento, para llegar a 18,5 millones de hectáreas el ciclo pasado. En el congreso, Miguel Calvo, presidente de Acsoja, no dudó a calificar a este cultivo como "la locomotora de crecimiento" del país.

EXPANSIÓN REGIONAL

En Paraguay, en las últimas dos décadas, la superficie aumentó de 540.000 hectáreas a casi tres millones. La producción subió en igual período de un millón de toneladas a los 8 millones del último ciclo. "Actualmente, la soja representa más de 50% de la producción agrícola nacional y alrededor del 40% de las exportaciones agrícolas totales", indicó el especialista Luis Enrique Cubilla.
En Bolivia se producen 1,8 millones de toneladas en 1,2 millones de hectáreas. La soja y sus derivados mueven el 8% de las exportaciones, con más de US$ 550 millones. Está en el tercer lugar de las exportaciones totales, detrás de los hidrocarburos y minerales.
Uruguay, que apenas producía 200.000 toneladas en 2003, ahora está en 1,8 millones. Allí, más del 60% de la soja la hacen productores y empresas argentinas que se instalaron en los últimos años. El problema es la variabilidad de los rindes.

sábado, 10 de septiembre de 2011

El mal humor de los chilenos

Por Julio María Sanguinetti | Para LA NACION
En los últimos años, Chile ha sido la obligada referencia. En lo económico, en lo social, en lo político, no hubo reunión internacional donde no irrumpiera como el ejemplo de una América latina racional que alumbraba. Los 20 años de su escabrosa transición fueron modélicos al restablecer el debate político y, al mismo tiempo, mantener en ascenso una economía que venía en sostenido crecimiento. La democracia no podía llegar para debilitar esa economía, abierta al mundo bajo la dictadura y receptora de ingentes inversiones extranjeras que la catapultaron. La llamada Concertación, alianza de socialistas y demócrata-cristianos, no sólo logró mantener aquel ritmo, sino también, lidiar con un Pinochet presente como comandante en jefe del Ejército y senador, además de comenzar la mejoría de indicadores sociales, reveladores del precio pagado por una modernización ejecutada a los hachazos por la dictadura, pero incuestionablemente exitosa.

La buena fortuna, sin embargo, comenzó a fatigar. Y a estimular reclamos. La clase media quería más y mejor de todo aquello que había alcanzado, fuera salud, educación o consumos de bienestar. La dirigencia política, por su parte, aparentemente no asumía el reto a fondo y se replegaba con explicaciones no demasiado convincentes.

Al comienzo del gobierno de la doctora Bachelet estalló una gran rebelión estudiantil, pero, con buen tino y diálogo, se logró encauzar. Al concluir su mandato, la presidenta disfrutaba de una excelente imagen, aunque el humor de los chilenos ya no era el mismo y la Concertación fue derrotada. Había sufrido deserciones y cayó ante un candidato de derecha carismático y hábil comunicador, que instaló la imagen de que había llegado la hora de un empresario eficaz para manejar el Estado. Entre movimientos sísmicos y accidentes mineros, los primeros tiempos de su gobierno convocaron a la unidad nacional frente a la adversidad. Pero no bien ésta pasó, aquel mal humor que venía de atrás recrudeció con saña. Y hoy el gobierno afronta un clima de rebelión y malestar.

Los estudiantes sacudieron la sociedad con reclamos que, en algunos aspectos, parecían justificados y, en otros, excesivos. Condenar la educación universitaria privada sonó como un ideologismo fuera de época, pero sus razonamientos sobre el costo excesivo de las matrículas -aun en las universidades oficiales- sonaron más que razonables. Es más: como el sistema chileno otorga becas y también créditos a quienes no pueden pagar, ocurrió que las deudas se fueron sumando y sumando. Hasta el punto que los nuevos profesionales tenían ahora que comenzar a devolver su monto y se provocó un verdadero shock . Recién recibidos, aún buscando horizonte, deben enfrentar deudas del orden de 30.000 a 40.000 dólares, con sus padres de fiadores. La situación se extendió como un reguero de pólvora, excitando a quienes lo sintieron como una sombría perspectiva de futuro. Desgraciadamente, las protestas han cobrado ya una vida joven y esto las amarga todavía más.

Hoy por hoy, ese reclamo no es rechazado por nadie, ni aun el gobierno, que dice que el sistema lo heredó de gobiernos anteriores y que intentará hacer lo que le sea posible para mejorarlo. La convicción sobre la necesidad del cambio es unánime, pero la cuestión se ubica en sus límites, cuando la gratuidad total no es posible en un solo salto.

Más allá de este debate, y del paro sindical que se convocó con demandas laborales, lo indudable es que Chile sigue malhumorado. Y de que este estado de ánimo afecta tanto al gobierno como a la oposición, porque las encuestas les son igualmente adversas. Naturalmente, a la hora de las protestas callejeras es más fácil para los núcleos organizados salir a convocarlas contra un gobierno de derecha que contra uno de izquierda, pero detrás de la sociedad movilizada está la otra, la que no manifiesta pero que es mayoría y vive también un clima de rechazo a partidos y dirigentes. Es un dilema para sociólogos y psicólogos sociales, que deberían explicar cómo transpira el enojo un país que restauró su democracia en estos veinte años, que lo hizo sin violencias, que ha mantenido un crecimiento económico fuerte y que en la educación primaria y secundaria ha mejorado sustancialmente, más que todos sus vecinos.

El riesgo mayor de estas explosiones está en ese síndrome de rechazo, en que la asamblea callejera termine convenciéndose de que sustituye al Parlamento, de que ella es la verdadera representación popular y de que la "democracia de los políticos no es la de ellos". No avizoramos una crisis de la institucionalidad. Sin embargo, en este clima será difícil trabajar constructivamente, lo que es un pecado. Porque no se merece Chile un síndrome de esta patología que bien puede explicarse en la España de la crisis, pero no en un país que tanto ha construido en estas dos décadas históricas.

viernes, 19 de agosto de 2011

Cómo afecta a la Argentina la devaluación del real

Por Jorge Oviedo | LA NACION
La caída de la cotización del real frente al dólar atemoriza, tal vez, porque recuerda a la violenta caída de la cotización aplicada en 1999 por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso y que terminó contribuyendo en gran medida a la catástrofe de la convertibilidad.

Entonces, la devaluación fue seguida de un fuerte plan de ajuste, que redujo la demanda brasileña todavía más allá.

No es esa la situación ahora, aunque tal vez tenga similitudes.

Brasil está luchando por evitar un recalentamiento de su economía y por eso condujo a una limitación del gasto. Eso puede disminuir la demanda sobre la industria local, fuertemente dependiente de las ventas al principal socio comercial del país.

Dilma Roussef además lanzó planes de aliento fiscal a numerosos sectores industriales, lo que significa un modo de mejorarles el tipo de cambio, sin devaluar. Es decir, por exportar, se les reducen los impuestos, lo que los hace más competitivos. Tiene el efecto de una devaluación y, como lo han señalado algunos consultores, como Ricardo Delgado, benefician a sectores que exportan mucho a la Argentina. La industria local puede enfrentar más competencia, además de menor demanda.

Y por otro lado, tal vez más importante que la devaluación, es la disminución del ritmo de crecimiento del mayor socio del Mercosur. La demanda brasileña suele estar más influenciada por el nivel de crecimiento que por las diferencias cambiarias.

Cuando el gigante Brasil crece, compra todo. No es independiente del tipo de cambio, pero influye más el fuerte crecimiento.

Y cuando el mismo gigante no crece o crece poco tiene unos saldos exportables capaces de complicar a cualquiera.

No hay hoy en Brasil una gran devaluación, ni un fortísimo ajuste recesivo ni un mega plan para subsidiar exportaciones y restringir importaciones, incluso a y desde la Argentina, pero hay un poco de todo eso.

Para colmo, algunas cuestiones locales no ayudan. Por ejemplo, la alta inflación con un dólar quieto resta competividad a las exportaciones. Compensar con una devaluación del peso que iguale a la inflación parece complicado, porque con los actuales niveles de demanda, difícilmente no habría un paso muy rápido a los precios, creando un círculo vicioso.

Para tener más espaldas fiscales y desalentar efectos inflacionarios el Gobierno podría tratar de disminuir gastos de fuerte crecimiento, como por ejemplo los aplicados a subsidiar los servicios públicos. Pero con una menor demanda de Brasil, sería difícil subir las tarifas a muchas industrias, lo que sería equivalente a empeorarles todavía más el tipo de cambio en una situación difícil.

De hecho, este invierno no hubo cortes eléctricos de importancia a las industrias porque el país estuvo importando casi un Chocón desde Brasil, que tuvo fuertes excedentes por grandes lluvias en la zona donde tiene represas hidroeléctricas. Entonces vendió muy cara su generación térmica al gobierno argentino, que la entregó subsidiada a todos sus consumidores, pero en especial, a los mayores demandantes, que son fábricas. Reducir ese gasto probablemente llevaría a una menor producción.

También se podría explorar la reducción o eliminación de retenciones a las exportaciones industriales, pero habría que ver cuáles serían los efectos fiscales y también en los precios internos.

No parece haber, de momento, un shock negativo, como el que ocurrió en 2008 y 2009 con la parálisis del comercio internacional tras la caída de Lehman Brothers. Pero el escenario parece menos cómodo para la Argentina que a fines de 2010. Además, la situación fiscal y de reservas del Banco Centrales también menos holgada y deja menos instrumentos para responder.

lunes, 2 de mayo de 2011

Brasil está bien, pero precisa ajustes

WASHINGTON.- Este es el segundo tema que domina las conversaciones en Brasil. El primero, y mucho más popular, es la celebración de sus enormes éxitos: los millones de pobres que han dejado de serlo, la impresionante pujanza de sus empresas, las enormes oportunidades y la mayor prosperidad. Si bien los problemas aún son grandes (la miseria, el crimen, la corrupción, la desigualdad), el optimismo también lo es.

Los brasileños, siempre alegres, están ahora más contentos que nunca. Y con mucha razón. Las cosas van muy bien. Y eso lleva a la segunda conversación obligada: ¿cuánto durará la fiesta? ¿Cómo -quién- nos puede descarrilar este raudo tren hacia la prosperidad?, se preguntan.

Paradójicamente, los motivos del éxito también son la fuente de las ansiedades. En los últimos cinco años, el crédito ha crecido hasta alcanzar el 45% del tamaño de la economía. Así, los brasileños han encontrado quién les preste para comprar casas, motocicletas, refrigeradores y todo lo demás -muchos, por primera vez-. Y no les ha importado que las tasas de interés de esos préstamos sean las segundas más altas del mundo o que las familias brasileñas deban hoy dedicar un 20% de sus ingresos a pagar sus deudas.

Este auge del crédito y el consumo obedece, en parte, a los millones de nuevos empleos y los mejores salarios generados por la expansión económica. Mientras las economías más ricas cayeron un 2,7% durante la crisis de 2008-2009, Brasil creció al 5% y el año pasado lo hizo al 7,5%. El desempleo se ha reducido a los niveles más bajos en décadas, y en muchos sectores las empresas no consiguen los trabajadores que necesitan. Los altos precios internacionales de los minerales y productos agrícolas, que Brasil exporta en grandes cantidades, contribuyen a esta expansión.

Los inversores internacionales también están eufóricos con Brasil. La inversión extranjera directa creció un 90% el año pasado. La avalancha de fondos foráneos que está cayendo sobre Brasil, atraídos por sus altas tasas de interés, está obligando al gobierno a considerar la posibilidad de imponer límites más estrictos al capital especulativo.

Los flujos de capital extranjero y los ingresos por exportaciones han llenado las arcas brasileñas con divisas de otros países, lo cual ha encarecido el valor de su moneda. El tipo de cambio ajustado a la inflación es hoy un 47% más caro de lo que fue su promedio en la última década. El real es la moneda más sobrevaluada del mundo.

Inevitablemente, la combinación de una moneda cara, la euforia de los inversores extranjeros, el aumento del consumo y los cuellos de botella que existen para satisfacer una demanda que crece aceleradamente hace que todo sea más caro. Brasil, que sigue siendo una nación muy pobre, es actualmente uno de los países más caros del planeta. El precio de la vivienda en Río de Janeiro y en San Pablo casi se ha duplicado desde 2008. Alquilar oficinas en Río es hoy más costoso que hacerlo en Nueva York, y los salarios de los ejecutivos en San Pablo son mayores que en Londres o Manhattan.

Y la inflación para todos está subiendo hasta el punto de que la presidenta, Dilma Rousseff, ha declarado que es su principal preocupación. No hay duda de que la economía esta sobrecalentada.

Pero ¿es Brasil una burbuja financiera? No. El progreso de Brasil y su potencial no son una ilusión. Se basan en logros concretos y fortalezas reales. Pero la economía brasileña, sí, tiene aspectos insostenibles. La expansión del crédito y el crecimiento del gasto público no pueden seguir al ritmo actual. Hay muchas reformas estructurales importantes que el ex presidente Lula da Silva pospuso, Brasil tiene algunos de los jubilados más jóvenes del mundo, por ejemplo.

El gobierno chino invierte anualmente en infraestructura (vías, aeropuertos, hospitales, etcétera) un monto equivalente al 12% de su economía. Brasil, tan sólo el 1,5%. Esto explica, en parte, por qué la economía brasileña se "recalienta", a pesar de que este año sólo crece al 4,5%. ¿Qué pasaría si creciera al 10% varios años seguidos? Su decrépita infraestructura no lo permitiría.

En estos momentos, la prioridad es estabilizar la economía. Esto implica tomar medidas políticamente impopulares: desacelerar el consumo, por ejemplo. Y otras. O la presidenta Dilma Rousseff le baja el volumen a la fiesta, y lo hace ahora de una manera controlada, o los mercados "se lo harán" de una manera descontrolada y socialmente más dolorosa. La euforia y la complacencia son las enemigas más amenazantes para el exitoso Brasil de hoy.

martes, 5 de abril de 2011

Alto riesgo y costos laborales debilitan la creación de empleo

Por Jorge Vasconcelos // Ieral
Con el título “Una recuperación mezquina en empleos”, un artículo publicado en PERFIL el 14 de agosto de 2010 por este columnista alertaba acerca de una de las peculiaridades del actual ciclo económico. Subrayaba que la suba de costos laborales era uno de los factores explicativos, pero no el único. En el tiempo transcurrido desde entonces, y con la ayuda del análisis comparado con Brasil, no sólo se confirma el fenómeno de anemia del mercado laboral, sino que aparecen con nitidez elementos explicativos adicionales.

Hasta el tercer trimestre de 2008 el crecimiento del empleo privado era uno de los indicadores más robustos de la economía argentina. La interrupción temporal de la curva ascendente, como derivación de la crisis internacional, fue algo esperado. Sin embargo, pese a que el ciclo económico se normalizó desde mediados de 2009, el mercado laboral no logró recuperar su dinamismo. Con datos hasta el tercer trimestre de 2010, se tiene que el empleo sólo creció 0,4% respecto de igual período de 2008, considerando el segmento privado formal. Este estancamiento contrasta con la tendencia en Brasil, en donde el empleo privado formal moderó su expansión en 2009, pero sin entrar en terreno negativo, para recuperar dinamismo en los trimestres siguientes. En tres años se abrió una brecha de 8,5 puntos porcentuales en la creación de nuevos puestos de trabajo formales del sector privado entre Brasil y la Argentina, ya que el nivel de empleo actual del vecino país es 15,3% superior al del tercer trimestre de 2007, variación que se limita a 6,8% para el caso de nuestro país.

Ambos países experimentaron un alza significativa en los salarios pagados por las empresas. Por ejemplo, el costo laboral unitario de la industria medido en dólares subió 44,1% en la Argentina entre 2007 y 2010, mientras que en Brasil lo hizo un 35,8%. Hubo una pérdida de competitividad de parte de nuestro país, que obviamente puede haber afectado el ritmo de las contrataciones laborales, pero no de tanta magnitud para explicar la brecha en los indicadores de empleo.

Es posible que cuestiones como la ascendente conflictividad gremial, o la multiplicación de la llamada “industria del juicio” en accidentes de trabajo denunciada por empresarios, puedan adicionarse como explicativos.

También podría anotarse en este listado el hecho que algunos de los planes sociales más importantes que entraron en vigencia en el período tienden a desincentivar la búsqueda de empleo formal.

Pero la brecha de empleo entre Brasil y la Argentina de los últimos tres años también puede estar respondiendo a factores macroeconómicos. En 2007, cuando el empleo evolucionaba a buen ritmo en ambos países, el riesgo país era similar, en torno a los 200 puntos básicos, con una pequeña ventaja para Brasil. Desde entonces, la percepción por parte de los inversores se diferenció y, actualmente, el riesgo país de la Argentina triplica el spread de Brasil.

Esta divergencia es relevante por la siguiente razón: en Brasil, cuando los costos laborales comenzaron a presionar sobre los balances de las empresas, la compensación vino de la mano de un abaratamiento del costo del capital. La profundidad de su mercado de capitales, el empuje crediticio (del cual no fue ajeno el Bndes), la fluidez de la inversión extranjera directa, fueron todos factores que permitieron seguir creando empleos aun en un contexto de sostenido encarecimiento de las erogaciones salariales. Algunos pocos datos fijan este concepto: las emisiones primarias de acciones y otros títulos en la Bolsa de San Pablo, que habían sumado una cifra equivalente a US$ 48,7 mil millones en 2007 pasaron a US$ 130,7 mil millones en 2010; el stock de créditos relativos al PIB pasó de 35,2% a 46,7% en los años mencionados; la inversión extranjera directa, que en 2007 había sido de US$ 34,6 mil millones, trepó a US$ 48,5 mil millones en 2010. Todos estos indicadores son más débiles para el caso argentino.

Brasil recogió dividendos del reducido riesgo país y esto se correspondió con la decisión del gobierno del entonces presidente Lula de mantener el esquema de tipo de cambio flotante, metas de inflación y superávit primario, pese a las presiones originadas en la crisis internacional de 2008/09.

Así, la política fiscal del vecino país experimentó un debilitamiento temporal en función contracíclica. El superávit primario del sector público, de 3,3 puntos del PBI en 2007, pasó a 2,1 puntos en 2009, para volver a 2,8% del PBI en 2010. Brasil mantuvo abierta la posibilidad de financiarse en el mercado de capitales global y el riesgo país fue declinando a medida que la liquidez internacional mejoraba, hasta ubicarse según los últimos datos en una banda de 170 a 180 puntos.

La Argentina, con una deuda pública relativamente moderada en términos del PBI, quedó con un riesgo país que triplica al de Brasil. Esto podría explicarse por una concurrencia de factores: a) la controversia alrededor de los índices, que afecta la paridad de los títulos ajustables por CER, b) el deterioro del cuadro fiscal; c) la falta de acceso a los mercados de capitales, en parte por la subsistencia de frentes abiertos (Club de París, por ejemplo).

En el plano fiscal debe consignarse que, de un superávit primario del sector público nacional superior a los 3 puntos del PBI hasta 2006, la Argentina pasó a un andarivel de 2,2% en 2007 para entrar en terreno negativo a posteriori, hasta un déficit de 1,6 punto del PBI en 2009 y 2010. Si bien formalmente se contabiliza un superávit, esto se debe al uso cada vez más intenso de recursos extraordinarios, estimados en 3,4 puntos del PBI para 2010, con una creciente participación del Banco Central.

Parece razonable que el Banco Central sea un “prestamista de última instancia”, pero si pasa a ser un recurso de primera instancia para el Tesoro, entonces pierde nitidez la política monetaria (alimentando expectativas inflacionarias) y la política fiscal (dejando un piso demasiado elevado para el riesgo país). Para un país históricamente volátil esa menor nitidez puede provocar incertidumbre entre quienes toman decisiones de inversión y de nuevos empleos. Cada nueva contratación laboral que se realiza es un gran compromiso y éste demanda horizonte.

No es posible anticipar los acontecimientos. Pero en un mundo que se encarga todo el tiempo de advertirnos sobre riesgos, por lo menos se necesita convicción acerca de que el gobierno dispondrá de los instrumentos adecuados para hacer frente a nuevas crisis. Desde Japón hasta Medio Oriente, pasando por una muy deteriorada periferia europea, las señales no permiten relajarse.

A juzgar por el actual nivel de riesgo país, el uso de reservas del Banco Central para hacer frente a los compromisos no fue un sustituto perfecto de una política fiscal más previsible y de un plan financiero definido. Pero no sólo eso. Al utilizarse en forma recurrente, se pone un lastre a la expansión de las reservas, lo que quita potencia a ese instrumento para enfrentar eventuales crisis del futuro. Obsérvese que el nivel actual de reservas, en torno a los 52,4 mil millones de dólares (un número importante), implica un aumento de sólo 13,4% respecto del volumen alcanzado en 2007. Las reservas del Banco Central de Brasil, en cambio, pasaron de 180 a 309 mil millones de dólares en el período, con un incremento de 71,6%.

viernes, 1 de abril de 2011

El Mercosur debe demostrar solidez en la negociación con Europa

Federico Pinedo
Para LA NACION
"Si la Argentina no para su política de impedir el comercio, podría poner en riesgo la negociación de la Unión Europea con el Mercosur", retumbó la voz del secretario de Estado. El patio central del Ministerio de Economía alemán genera calma y aísla las conversaciones del ruido del mundo exterior. Desde nuestra sala vidriada, cada tanto se ven entrar en él Audi oscuros que pasean su silenciosa imagen, sofisticada y moderna, contra las paredes y ventanas de los edificios de un siglo de coches de caballos, y desaparecen. Justo a los 20 años de la firma del Tratado de Mercosur, estamos allí junto a diputados brasileños, uruguayos y paraguayos para comprender y promover la realización del tratado de asociación entre nuestra región y la unión de 27 países de Europa.

La frase no es agradable para los oídos de nuestros vecinos, que buscan el acuerdo. Tampoco para nosotros, pues mientras a Guillermo Moreno se le ocurre que hay que repatriar los BMW que ya están en nuestro puerto e impedir el ingreso de neumáticos para autos importados, la firma Continental anuncia una inversión en Brasil de US$ 500 millones para fabricar neumáticos y los ladrones porteños dejan sobre tarugos a autos de alta gama para robarles sus preciosos rodamientos. En algún punto tiene razón el secretario cuando afirma que quien restringe el comercio se daña a sí mismo más que a otros.

La presidenta Cristina Kirchner relanzó la negociación con los europeos como presidenta pro témpore del Mercosur, el año pasado en Madrid. Las conversaciones se habían suspendido en 2004, cuando se decidió hacer una apuesta a negociaciones globales en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Esas negociaciones se estancaron y ahora volvemos a buscar un acuerdo con los europeos.

El acuerdo es ambicioso, pues, además de ese contenido político, tiene un pilar de cooperación y otro comercial, que para ser aceptado por la OMC requiere una liberalización del 90% del comercio.

Hay hechos que ayudan al acuerdo. En primer lugar, se mantiene el proteccionismo agrícola europeo, lo que ahora no es tan grave, pues les vendemos nuestros productos a los chinos, y eso nos da margen para obtener ventajas industriales a cambio. En segundo lugar, la crisis financiera está golpeando duro al Viejo Continente. En tercer lugar, habrá tiempo de adaptación, pues si el acuerdo se firmara ahora, no podría empezar a aplicarse antes de 2014 y para algunos productos, aun después. En cuarto lugar, los europeos se protegen de la importación de materias primas, especialmente carne vacuna, pollos, caña de azúcar y etanol, pero como nos dijeron en Bruselas el director general de Agricultura de la Comisión Europea, José Silva Rodríguez, y el negociador oficial João Aguiar Machado, no se protegerán de productos alimenticios industriales, lo que nos abre una oportunidad gigantesca de agregar valor y trabajo a nuestros productos primarios.

La Unión Europea tiene una producción agrícola de 210.000 millones de euros, da subsidios a los agricultores por 50.000 millones e importa en ese rubro por 90.000 millones. El Mercosur exporta por 20.000 millones. El impuesto a la importación promedio en Europa es del 3% y el de agroalimentos, del 11%. Silva cree que probablemente pasemos de pensar que lo más importante es el comercio a que es la inversión, y recuerda que el principal rubro de transferencias a la Argentina son la ciencia y la tecnología, en los que ya tenemos un acuerdo excelente. Las perspectivas para el turismo, los servicios globalizados y las industrias culturales son también sobresalientes.

A los europeos les interesan determinados aspectos que a nuestros países no debieran molestarles, como la protección ambiental, las condiciones laborales dignas, el desarrollo sustentable, los marcos regulatorios estables, el Estado de derecho y los estándares fitosanitarios homogéneos que permitan la libre circulación de mercaderías dentro del Mercosur, según nos comentó Aguiar Machado.

El secretario de Relaciones Exteriores alemán, Wolf Born; el responsable de la nueva política hacia América latina, el conde Wandersee, y políticos como el presidente de la comisión de Relaciones Exteriores del Bundestag (parlamento), Ruprecht Polenz, subrayaron la tradición productiva y de inversión industrial de los alemanes y acentuaron la importancia de una base de previsibilidad futura, como la que está dada por los valores comunes de democracia, derechos humanos y respeto del derecho internacional, que se muestran tan relevantes en estos días de furia en el mundo árabe.

Las dudas
Sin embargo, la duda más reiterada que sobrevoló todas las reuniones fue sobre la solidez del Mercosur. Las políticas imprevisibles y fuera de reglas de la Argentina y la importancia de Brasil en la política mundial encienden luces amarillas. Uruguay y Paraguay, como dijeron sus representantes, buscan mejorar su productividad para poder tener mejores salarios e intentan fomentar políticas de inversión masiva en infraestructura y logística, seguros de que mayores y mejores instituciones protegen a los más chicos.

Los europeos cerraron esta semana acuerdos de libre comercio con Perú y Colombia, como los que ya tenían con México y Chile. Con Brasil mantienen un acuerdo de relación estratégica, que le niegan a nuestro país. El Mercosur -según dicen- tiene poca institucionalidad y se sostiene en las excepciones. Es que, como asegura el canciller de Lula, Celso Amorim, "debemos tener un régimen de inversiones común y si no hay una unión económica real, las posibilidades de consolidar una unión política no son grandes".

El Mercosur requiere un liderazgo que se comprometa a la armonización de políticas públicas, a la integración económica en sectores que nos den competitividad global, a la unión energética, a la infraestructura común, a la creación inmediata de un organismo que solucione controversias, a una política medio ambiental regional y fitosanitaria conjunta.

La conclusión que se puede sacar de todo esto es que una política latinoamericanista seria es la que nos puede dar futuro, en reemplazo de ciertas tilinguerías cipayistas y de los populismos que se miran el ombligo y son destructivos del largo plazo.

El autor es presidente del Interbloque Propuesta Federal-Pro en la Cámara de Diputados.

viernes, 25 de febrero de 2011

Perú, un nuevo modelo

Ernesto Kritz
Para LA NACION
LIMA
La esquina de las avenidas Primavera y Tomás Marsano era, hasta hace poco, uno de los lugares más inseguros de Lima. Ahora se levanta allí un shopping de última generación, al que concurren miles de personas. No lejos, el remodelado mercado de Surquillo, un sitio que muchos evitaban por la inseguridad y las deficiencias de higiene, es ahora un centro de aprovisionamiento de la floreciente industria gastronómica local. Decenas de edificios del centro histórico de la ciudad, por décadas degradado, están siendo renovados para comercios y sedes corporativas. Cambios como éstos se multiplican aquí, pero el progreso es especialmente notorio en los "conos" de la periferia, donde en la segunda mitad del siglo pasado se asentó la población inmigrante de la sierra. Distritos como Comas, Independencia, San Juan de Lurigancho o Los Olivos, hasta no hace más de una década áreas de extendida pobreza, son hoy sede de emprendimientos de todo tipo y escala, en muchos casos los más grandes de la ciudad; progresiva pero decididamente, se están convirtiendo en reductos de una nueva clase media.

Los indicadores económicos sintetizan esta realidad. Perú es el país que más crece en América latina. El año pasado el PBI aumentó 9,1%; el ingreso real per cápita es 49% más alto que en 2000; desde 2004 el empleo privado urbano creció 43%; el coeficiente de inversión ascendió de 20%, a comienzos de la década pasada, a 27,5% en 2010. Por último, pero no menos importante, sobre todo para los sectores de menores ingresos, la inflación anual promedio es 2,3%.

Esta transformación es el resultado de varios factores convergentes:


En primer lugar, la opción por los equilibrios macroeconómicos como una política de Estado. Desde la salida de la última gran crisis (la hiperinflación de 1989-1990) ha habido continuidad en los esfuerzos por mantener el equilibrio fiscal y la estabilidad de precios, y es presumible que seguirá siendo así. Los tres principales candidatos a las elecciones presidenciales de abril próximo, que reúnen más de 70% de la intención de voto, han manifestado su compromiso en este sentido.


En segundo término, la integración al mercado mundial y el esfuerzo por la mejora de la competitividad. No obstante el estancamiento del tipo de cambio real multilateral (3% más bajo que en 2000, a pesar de una mejora de los términos de intercambio de más de 50%), el valor de las exportaciones creció cinco veces. En esta última década, Perú firmó cuatro acuerdos de complementación económica y nueve tratados de libre comercio. El coeficiente de apertura de la economía (suma de exportaciones e importaciones respecto del PBI) es ahora de 48%.


En tercer lugar, un esfuerzo también continuado por crear un ambiente de inversión favorable. En la reciente edición de Doing Business del Banco Mundial, Perú ocupó el puesto 36 (la Argentina, el 115) entre 183 economías, con un avance de 10 posiciones respecto del año anterior. La mejora en la facilidad para abrir un negocio fue de 49 posiciones.


En cuarto lugar, y probablemente el factor más importante, un notable espíritu emprendedor, en especial de la nueva clase media de origen andino. En los últimos cinco años, unos 3,5 millones de personas, antes en la pobreza, pasaron a engrosar esta nueva clase media. Un estudio reciente realizado en 15 ciudades muestra que la participación del "nivel C" en la generación de riqueza supera el 30%.

La pregunta quizá más relevante es cómo se formó este sector emergente. Paradójicamente, su origen está en la incapacidad histórica del Estado para atender los nuevos segmentos urbanos. Esto los empujó a desarrollar estrategias de subsistencia en actividades informales, para pasar en muchos casos -por lo general en la segunda generación- a una lógica de acumulación a través de la construcción, la inversión en negocios estables y en educación. En las últimas dos décadas, las capacidades ganadas con sacrificio por los nuevos emprendedores encontraron una oportunidad de desarrollo más pleno en el nuevo clima de negocios. El caso quizá más excepcional pero emblemático de este espíritu emprendedor es el de los Añaños, una familia ayacuchana que en menos de 20 años pasó de una pequeña firma de bebidas gaseosas que ocupaba 15 personas (la mayoría de la propia familia) a una compañía multinacional con presencia en 12 países de América y Asia (acaba de inaugurar una planta en la India) y una facturación anual de US$ 1500 millones.

Otro caso emblemático, esta vez de un emprendedor de origen de clase media tradicional, es el del chef Gastón Acurio (hijo de un ex senador), que impulsó la gastronomía peruana a un lugar destacado en el mundo. Las empresas de Gastón están en diez países, ocupan a 3000 personas y facturan US$ 100 millones anuales. Su preocupación no se limita a los negocios, sino a cómo éstos pueden ayudar a reducir la pobreza. En una entrevista reciente se preguntó: "¿Hasta dónde es ético que un cocinero prepare un cebiche si al pescador no le alcanza el dinero para alimentar a toda su familia?".

Esto no significa, desde luego, que Perú haya vencido la pobreza, que sigue siendo muy alta: 35% en el total nacional; 21% en el área urbana y 60% en la zona rural. Lo mismo con la desigualdad (el coeficiente de Gini es casi 0,48). Seguramente se requerirá más de una generación para reducirla a niveles tolerables. Pero el progreso es evidente: desde 2004 hubo una baja de 14 puntos en la pobreza.

La singularidad y, tal vez más importante, la sustentabilidad de la movilidad social, reside en que se da a través de la economía real y no de los subsidios. Las transferencias de ingresos (limitadas y condicionadas) llegan a unos 500.000 hogares de pequeños poblados rurales; pero aún en las zonas más atrasadas la mejora es perceptible. Un estudio reciente de Richard Webb -ex presidente del Banco Central y pionero en estudios distributivos- realizado en cinco distritos que califican entre los 15 más pobres de Perú, muestra un claro adelanto en las condiciones de vida; entre otros, en los últimos cuatro años el jornal agrícola aumentó 50%.

Sin subsidios, pero con estabilidad y un ambiente de negocios favorable, la movilidad social no solo es más sustentable, sino que reduce significativamente el clientelismo político.

Los desafíos por delante son enormes. El más importante, quizás, es la educación. En la última prueba internacional PISA, Perú se ubicó 63 (la Argentina, 58) entre 65 países participantes. Antes que descalificar la prueba con el argumento de que no tiene en cuenta sus especificidades, el país se embarcó en una reforma educativa de largo alcance, centrada en la mejora de los docentes. En 2007, menos de 2% de los maestros que se sometieron a una evaluación aprobaron el examen de matemáticas, y cerca de la mitad tuvo dificultades para sumar y restar.

Una nueva ley de carrera magisterial, de incorporación voluntaria, condiciona la promoción y el salario de los docentes (hasta tres veces mayor que en el régimen anterior) a los resultados de exámenes anuales. Es una reforma lenta y difícil, pero prometedora; ha ganado el apoyo de la sociedad, cada vez son más los docentes que se incorporan y, tal vez lo más alentador, hay un creciente número de jóvenes que concursan para ingresar a una carrera profesional en la educación pública. Por primera vez los padres de familia tienen voz y voto en el comité de evaluación, que es descentralizado.

El otro desafío principal es la infraestructura. Sostener un crecimiento de 6% promedio requiere mucha más energía, caminos, puertos. Un estudio de 2009 del Instituto Peruano de Economía indica que para cubrir esta brecha en la siguiente década hace falta invertir US$ 38.000 millones y, tan importante como eso, remover obstáculos burocráticos y tener capacidad para ejecutar las obras.

Una anécdota personal ilustra la restricción de la infraestructura: hace pocos días, el vuelo que me traía de Lima a Buenos Aires salió con media hora de atraso por problemas de tráfico. El comandante, al presentar sus excusas por la demora, dijo: "Estamos creciendo mucho y el aeropuerto nos está quedando chico". La nueva pista estará lista en 2014. Estas son las tensiones que me gustan.

© La Nacion

El autor, economista, es director de SEL consultores

miércoles, 2 de junio de 2010

Uruguay es el pueblo más optimista.

Editorial IILas preocupaciones de la región

El desempleo, la inseguridad y la desocupación son las principales fuentes de inquietud para los latinoamericanos

lanacion.com | Opinión | Mi?oles 2 de junio de 2010

viernes, 12 de marzo de 2010

Chile es hoy un país diametralmente distinto al que existía con anterioridad al terremoto.

"La sensación más gráfica es como que a uno, cuando está a punto de rendir el examen, le cambien la asignatura para la cual estudió. [...] Habíamos programado la creación de 200.000 empleos por año, un crecimiento del país cercano al 6%. [?] Y nos empezamos a dar cuenta de que, aunque quisiéramos, esa realidad ya no iba a ser tan posible." La reflexión del nuevo ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, representa, sin duda, el sentir de toda la centroderecha, que veía en el gobierno del presidente Sebastián Piñera el auspicioso inicio de un ciclo histórico para su agrupación.

Pero el país cambió. Y no sólo las prioridades de Piñera, sino también la forma de entender la política. De un día para otro, la población aceptó que los militares en las calles ya no son una maldición, sino un alivio, como pudo verse en poblados de la región de Bío Bío, donde las tropas eran recibidas entre aplausos luego de los saqueos que siguieron al sismo. De un día para otro, Bachelet y Piñera fueron capaces de fundirse en un abrazo, mientras la ayuda solidaria que reunió la campaña por televisión del último fin de semana no tenía color político.

Era Piñera un convencido de que su gobierno debía parecerse al de Patricio Aylwin (1990-1994), por el símbolo de unidad nacional que éste representó después de 17 años de dictadura militar. Ahora, sin embargo, su mandato se acercará más al de las grandes obras y carreteras concesionadas de Ricardo Lagos (2000-2006), por cuanto deberá reconstruir los progresos de la Concertación.

El cambio de escenario más notorio es el marcado segundo plano al cual pasó, de golpe, la figura del ministro de Hacienda, a todas luces el cargo más trascendente en Chile desde tiempos de Pinochet.

Chile es hoy un país diametralmente distinto al que existía con anterioridad al terremoto. La Concertación es oposición, pero será una oposición light , al menos por el primer año. Los tres diputados comunistas han mantenido un respetuoso silencio que parece anticipar su adhesión al armisticio, al igual que los líderes sindicales, que amenazaron durante todo el verano con posiciones sumamente hostiles a la nueva administración.

Lo que ocurra ahora irá de la mano del cumplimiento de las promesas de Piñera. El terremoto puede postergar muchas cosas, pero la población sigue exigiendo cambios. Un estudio de la Universidad del Desarrollo y el diario La Segunda divulgado ayer indicó que pese a que la reconstrucción del país es la primera demanda (31%), la reducción de la delincuencia (24%) y la creación de un millón de empleos (17%) siguen entre las prioridades.
El escenarioUn país que se transformó de golpe

Carlos Vergara

lanacion.com | Exterior | Viernes 12 de marzo de 2010

martes, 3 de noviembre de 2009

Los países latinoamericanos, con su potencial turístico, deberían emitir una visa común antes del Mundial de 2014

Mientras los 27 países de la Unión Europea acaban de aprobar la creación de un servicio exterior común con embajadas en todo el mundo, la mayoría de los países latinoamericanos no pueden ponerse de acuerdo en ofrecer una visa común para los turistas de otras partes del mundo a tiempo para el campeonato mundial de fútbol de 2014 en Brasil. ¡Qué ironía!

Cuando leí la noticia sobre la inminente creación del servicio exterior común de la UE, no pude evitar comparar lo que ocurre en Europa con lo que pasa en América latina. En el Viejo Continente, durante una reunión en Luxemburgo la semana pasada, la UE acordó los primeros pasos para la constitución de un Servicio Exterior Europeo, que sería el cuerpo diplomático más grande del mundo. El servicio tendría 5000 diplomáticos y funcionarios y un presupuesto de 75.000 millones de dólares para sus primeros tres años.

La UE ya permite en su territorio la libre circulación para sus ciudadanos y turistas extranjeros, tiene una moneda común y está a punto de designar al primer presidente europeo. En nuestra región, hay países que ni siquiera mantienen relaciones diplomáticas con sus vecinos o están tan peleados que no tienen relaciones comerciales.

Ecuador rompió relaciones con Colombia en 2008 tras la incursión colombiana contra un campamento de las FARC en territorio ecuatoriano. Chile y Bolivia sólo mantienen relaciones consulares desde 1978. Perú retiró recientemente a su embajador en Bolivia por comentarios insultantes de Evo Morales y llevó a la Corte Internacional de La Haya una disputa territorial con Chile.

La Argentina y Uruguay prácticamente no se hablan por el conflicto en torno a una planta papelera en Uruguay. Venezuela retira periódicamente a sus embajadores de Colombia, Perú y otros países.

Lamentablemente, estos y otros conflictos derivan en un alarmante aumento del gasto militar y en un freno al comercio regional.

El gasto militar en la región ha aumentado un asombroso 91% en los últimos cuatro años, hasta alcanzar el año pasado los 47.200 millones de dólares, según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres.

Los países latinoamericanos también pagan un alto precio comercial debido a su mutua desconfianza. Durante una visita reciente a Perú, un ministro me decía que ese país está a punto de empezar a exportar gas natural a México. Su vecino, Chile está por importar gas natural de Indonesia. La disputa fronteriza entre ambos países ha dificultado la exportación de gas entre ellos.

En América Central, cinco países tienen monedas y reglas comerciales diferentes. Lo que es más absurdo aún, muchos países latinoamericanos ni siquiera tienen acuerdos que permitan que turistas de otras partes del mundo puedan visitar la región con una visa única.

La Organización Mundial de Turismo estima que para 2020 habrá 100 millones de turistas chinos por año. Pero muchos expertos en turismo coinciden en que América latina, probablemente, se pierda la avalancha de turistas chinos debido al problema de las visas: muchos chinos que barajen la posibilidad de viajar a la región querrán visitar más de un país y, tal vez, sean desalentados por el costo de obtener varias visas diferentes.

Mi opinión: En vez de firmar declaraciones grandilocuentes proclamando la definitiva integración latinoamericana, los líderes latinoamericanos deberían seguir los pasos de Europa.

La UE se inició con acuerdos concretos de intercambios comerciales de carbón y de acero, que luego fueron ampliados para incluir cada vez más productos. Luego se acordó la libre circulación de personas, la moneda común y ahora se crean un servicio exterior y una presidencia común.
Claves americanasHacia una visa común para América latina

Por Andrés Oppenheimer

lanacion.com | Exterior | Martes 3 de noviembre de 2009

lunes, 7 de septiembre de 2009

Brasil se fortalece en su liderazgo regional y cada vez es más sólido.

La recesión mundial está finalizando. Duró menos de lo que se preveía en el octubre negro de 2008. Sin embargo, el 80% de los países fue afectado y el desacople ha sido virtualmente nulo. La globalización una vez más es un hecho. Cada vez más, pensar la Argentina de los sectores, de la política, de la energía, de los recursos humanos y de la expansión empresarial es pensar la región. Otro enfoque sería autista. Para eso, recorramos en una mirada introductoria y parcial la realidad de América latina.

Los efectos del shock fueron importantes, sin duda, pero no comparables a la crisis de la deuda de 1982, ni al vodka del 1998. Abandonamos el ritmo sostenido de crecimiento para pasar sin escalas a caer al -2,6%. Descenso notable. Pero las cosas podrían haber sido peores. No hubo desequilibrios financieros en el proceso y da la impresión de que saldremos rápido esta vez con una expansión superior al 3% en 2010.

Gracias a lo transcurrido desde 2002 con fuerte viento de cola internacional queda un balance con sabor a década ganada. Son muchos, sin embargo, los temas para ajustar. La diversidad de un subcontinente con casi 500 millones de personas supone naturalmente agendas específicas por país.

Se abre, en nuestra hipótesis, una década de oportunidades para una región que cuenta, entre sus activos, con ser superavitaria en agua, energía y tierra cultivable. No hay conflictos étnicos; la democracia, por ahora imperfecta, se va consolidando, con las excepciones del caso. Brasil se fortalece en su liderazgo regional y cada vez es más sólido.

Pareciera que en la región aprendimos de las buenas y malas experiencias de los 90 y que ahora la macro está más sólida, con una calidad de gestión que se refleja en el manejo de los tipos de cambio, en el equilibrio fiscal con baja deuda pública, en la virtual ausencia de brecha externa. Se dispone de casi 500.000 millones de dólares en reservas, un stock de discutible utilidad (en todo caso, un segundo mejor, dirían los economistas) para cubrirse ante la falta de un sistema internacional de seguro de liquidez.

Entre las oportunidades, para ser optimistas, los análisis convencionales tienden a proyectar términos del intercambio favorables para el próximo decenio. Esto contradice la visión canónica sobre la relación entre precios de exportación y de importación. En realidad, la famosa tesis del más reconocido de los economistas argentinos, Raúl Prebisch, dejó de verse en la serie de tiempo aproximadamente a partir de su muerte. Desde mediados de los 80 el efecto Asia y otros factores influyen en la mayor demanda de alimentos y commodities en general y favorecen precios elevados para nuestros productos exportables. Es una buena noticia sobre todo si sabemos aprovecharla. Un riesgo de no hacerlo radica en querer beneficiarnos de modo distorsivo de la renta de los recursos naturales. En ese caso, la bendición de contar con ellos puede volverse maldición. La soja es un ejemplo de libro de texto para ilustrar un riesgo a nivel local.

Entre las debilidades, evidentemente, la región es una promesa inconclusa en muchos campos. Destacan la deuda social y la falta de competitividad. La primera cuestión se vincula con el segundo aspecto en forma estrecha ya que la pobreza cede como condición necesaria aunque no suficiente ante tasas de crecimiento asiáticas o chilenas, para ir al caso de la propia región. La pobreza era del 40% en 1960 y en 2010 estará en torno a ese número. La distribución del ingreso se deterioró pasando el coeficiente de Gini del 0,47 al 0,51 en los últimos 50 años. Ambos datos son muy malos. Todos sabemos que la mayor inequidad a nivel regional en la comparación internacional no está ni en Asia ni en Africa, sino en América latina. Lo paradójico del caso es que en algunos países, como el nuestro, este brusco salto en la inequidad se produjo desde la llegada de la democracia, cuando se esperaría a priori un mejor reparto de la riqueza a partir de la mayor participación popular.

Para ser sólidos, es cierto que la calidad de vida ha mejorado en forma sustantiva desde el esplendor del desarrollismo en la región, en la década dorada de los 60. En América latina se vivía por entonces 55 años y ahora, 73. La mortalidad infantil promedio pasó de 150 muertes por cada 1000 nacidos vivos en 1960 a aproximadamente 25. Dos números contundentes, pero el mundo mejoró todavía más.

En relación con el segundo aspecto los estudios más reconocidos por el empresariado en el campo de la competitividad señalan un abanico de cuestiones para mejorar asociadas a calidad institucional, reforma del Estado, innovación, educación, tecnología, mercado de trabajo, entre otros factores. Estos estudios de naturaleza sistémica, liderados por el WEF (Foro Económico Mundial) advierten sobre numerosos puntos de mejora para la región y contrastan el experimento chileno con el resto.

Entre los factores que más se destacan en el análisis del WEF, se encuentra el de combatir la corrupción. Esta distorsión del sistema social ya se ha llevado varios presidentes de la democracia latinoamericana o los ha aislado de la política. Claramente no puede ser vista como hasta los años 60 en las ciencias políticas como "grasa o lubricante" funcional al sistema social. Es un lastre para el desarrollo que aparece en diversas modalidades de clientelismo, enriquecimiento ilícito, complicidad del sector privado y tantas otras distorsiones. Es un expulsor claro de la inversión internacional y pone en riesgo el funcionamiento mismo de la democracia republicana.
El columnista invitadoLos desafíos que tiene América latina

Eduardo Luis Fracchia

lanacion.com | Economía | Domingo 6 de setiembre de 2009

jueves, 13 de agosto de 2009

La Argentina es el principal proveedor de carne de pollo en Chile; desplazó de ese lugar a Brasil.

Las señales de proteccionismo vuelven a hacerse presentes en Chile. Los productores avícolas creen que el gobierno argentino le otorga subsidios al grano de maíz, principal insumo del pollo, y estudian la posibilidad de exigir salvaguardias ante la Comisión de Distorsiones local para hacer frente al marcado aumento de la importación de pollo argentino, que hoy alcanza las 2215 toneladas, con una participación del 75,7% en el mercado.

Esto ocurre sólo 48 horas después de que los productores chilenos de leche hicieran su planteo ante la Comisión de Distorsiones para imponer salvaguardias a la importación de leche en polvo y queso gouda provenientes de la Argentina y Uruguay.

"Es una competencia desleal porque los productores argentinos compran granos con un precio distorsionado, a un valor mucho más bajo que el precio a nivel internacional", dijo una fuente de la industria al diario El Mercurio . Fuentes de la industria consultadas por LA NACION confirmaron el planteo de los productores, agrupados en la Asociación de Productores Avícolas (APA), en torno de la molestia que existe con las importaciones desde la Argentina y el desplazamiento de Brasil -que hoy exporta 709 toneladas, con un 24,2% de participación- y de los Estados Unidos.

De acuerdo con estas fuentes, el gobierno chileno no se ha hecho responsable en la defensa de los productores ante lo que consideran un seguidilla de subvenciones que recibiría la producción avícola en la Argentina y que terminará, según ellos, por "aniquilar la industria local", puesto que el maíz representa el 60% del costo de elaborar un kilo de carne de pollo.

Ayer, los gremios lácteo y avícola recibieron el apoyo de la ministra de Agricultura, Marigen Hornkohl. "Mi obligación es cuidar y proteger al sector productivo lechero y otros, y eso se logra trabajando de la mano con ellos. Contarán con el respaldo si se presenta un documento contundente a la comisión antimonopolio", dijo la secretaria de Estado.

Ya en 2007, la propia APA había planteado a la Comisión de Distorsiones la necesidad de una salvaguardia del 20% sobre la importación de carne de ave procedente de la Argentina. En esa ocasión, el ente desestimó la medida.

Según datos de la industria, en Chile se consumen más de 420.000 toneladas de pollo al año, que sumadas al consumo de pavo convierten al país en uno de los de mayor consumo en el nivel mundial, con 30 kilos per cápita. Actualmente, la totalidad de la importación de pollo argentina es realizada por las cadenas de supermercados Cencosud y D&S.

En la Argentina, las exportaciones tuvieron un explosivo dinamismo hasta que sobrevino la crisis internacional, en octubre del año pasado.
Más proteccionismoChile, contra los pollos argentinos

Los productores creen que en la Argentina se subsidia el maíz y reclaman salvaguardias

lanacion.com | Economía | Jueves 13 de agosto de 2009

martes, 28 de julio de 2009

¿ Qué pasa con el Mercosur ?

De un tiempo a esta parte, el Mercosur despierta pocas expectativas fuera de su área de influencia y muchas críticas en sus propios miembros. A 18 años de su creación, el bloque regional dejó de ser, por lo menos en el ideario popular, la semilla del símil de la Unión Europea con la cual pretendió ser concebido. Las asimetrías denunciadas en forma cada vez más frecuente por los socios menores, Uruguay y Paraguay, todavía no encontraron solución ni, en principio, desvelan a Brasil y la Argentina, más concentrados en sus diferencias que en las cuestiones regionales.

Excepto acuerdos bilaterales de envergadura que se trataron al margen, como la renegociación de Paraguay con Brasil de los beneficios de la central hidroeléctrica Itaipú, poco y nada dejó la XXXVII Cumbre del Mercosur, realizada en Asunción.

En lo único en que se pusieron de acuerdo los presidentes, una vez que Cristina Kirchner se dignó a sumarse a ellos media hora después de lo previsto fue en expresar por enésima vez su "enérgica" condena al golpe de Estado perpetrado en Honduras.

En eso, más allá de la importancia de abogar por la democracia en América latina con la cual nadie disiente, los presidentes invirtieron un tiempo precioso. Después de los pronunciamientos de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y las Naciones Unidas, el Mercosur pudo haber emitido una declaración conjunta de apoyo al presidente depuesto, Manuel Zelaya, y abocarse a sus propios asuntos.

Para otra ocasión quedaron, sin embargo, las trabas económicas que advirtió el presidente Tabaré Vázquez, pronto a terminar su gobierno. Uruguay asumió la presidencia pro témpore del Mercosur con la premisa de impulsar propuestas vinculadas con el comercio interno, la circulación de bienes de otras zonas, las asimetrías entre los países miembros, la negociación externa y los proyectos estratégicos.

Es difícil que, en plan de lucirse, un presidente sobresalga por plantear en un foro de este tipo la eliminación del doble cobro del arancel externo común. De no convencer a los otros miembros, entre los cuales el más perjudicado sería Paraguay por no tener puertos marítimos, Uruguay rubricaría un acuerdo con Brasil.

El tema no llegó a tratarse de ese modo. ¿Dónde queda el Mercosur, entonces? Más cerca de América Central que del Río de la Plata, al parecer. En los últimos años, cada país actuó por su cuenta y, en cierto modo, prescindió del bloque. Influyó en ello la falta de instituciones capaces de coordinar políticas comunes. Influyó, también, el sesgo político de los gobiernos: Luiz Inacio Lula da Silva y Tabaré Vázquez no tuvieron inconveniente en recibir la visita de George W. Bush mientras Néstor Kirchner le facilitaba un estadio a Hugo Chávez para denostarla.

Venezuela espera que el Senado de Brasil, al cual Chávez ha insultado, y el Congreso de Paraguay, en el cual el presidente Fernando Lugo no tiene mayoría, aprueben su ingreso en el bloque, lo cual guarda más relación con los intereses coyunturales que con la cercanía cultural y política.

En casi dos décadas de existencia, el Mercosur tuvo algunos aciertos: sirvió para atemperar las disputas entre la Argentina y Brasil. En la costumbre de arroparse en él está el dilema: lo bilateral no tiene por qué ser un asunto regional.

De los cuatro países que fundaron el Mercosur, Brasil siempre ofreció resistencia a la creación de organismos regionales. Lula, cuyo mandato terminará el 1° de enero de 2011, no tendrá el honor de haber consolidado el bloque, porque, en cierto modo, se ha valido de él, sin boicotearlo, para proyectar a su país con una posición de líder regional que, hasta ahora, no había asumido.

Esa posición le permitió ser un actor global de primer orden, al punto de sentarse a la mesa de los grandes líderes. Su socio principal en el bloque, la Argentina, optó por recluirse en su territorio, envuelto en infinitas disputas domésticas, y asomar la nariz sólo para las causas en las cuales hubo interés de Chávez, como la liberación de rehenes de las FARC, a la cual acudió Néstor Kirchner, y el retorno de Zelaya a Honduras, al cual acudió Cristina Kirchner. Lamentablemente, las buenas intenciones no se concretaron en los hechos.
Editorial IEl Mercosur faltó a su propia cumbre

La última reunión del bloque regional, en Asunción, lo mostró más cerca de América Central que del Río de la Plata

lanacion.com | Opinión | Martes 28 de julio de 2009