l autor también fue secretario de Industria durante la presidencia de Eduardo Duhalde (2002/2003).
P.- ¿Cómo se distrae de sus obligaciones laborales en sus tiempos libres?
R.- Me divierte salir con mi moto. Con ella recorrí con amigos lo que en los 80 había recorrido como mochilero. Los domingos me voy hasta Dolores a comer un choripán y vuelvo.
P.- ¿Cuál cree que es una buena opción para el veraneo? ¿Cuál es la suya? ¿Playa, sierras, Patagonia?
R.- En los últimos años fui a la playa; soy admirador de las playas brasileñas, sobre todo las del nordeste. La Argentina tiene muchas opciones y creo que los nuevos feriados van a hacer que se tenga que adaptar la oferta, que es variada pero tiene problemas de infraestructura.
P.- ¿Cómo considera que será la evolución del cuadro fiscal este año?
R.- En los últimos tres años hubo un deterioro del superávit genuino, pero el Gobierno pudo financiarse y lograr un superávit más sucio con recursos de la Anses y del Banco Central. Ahora, por más que cuente con eso, los márgenes son más exiguos. El primer cuatrimestre va a ser clave, porque se va a tener que poner techo al crecimiento de los subsidios y bajarlos nominalmente. Si se profundiza la baja de subsidios, se podrá recuperar la capacidad fiscal para el segundo semestre. Pero si se complica, el Gobierno va a estar más exigido y la caja más estresada. Esto es muy importante, porque la principal política de los gobiernos de Néstor y Cristina fue la fiscal, la monetaria es la subordinada; tuvieron ocho años de holgura fiscal y ésa es la matriz de su política económica.
P.- ¿Qué crecimiento espera para el PBI? ¿Qué áreas impulsarán y cuáles irán para atrás?
R.- Este año vamos a tasas de crecimiento normales después de años de tasas extraordinarias. Estamos casi con pleno empleo en la economía formal, la industria trabaja con alta capacidad instalada y no hubo inversiones suficientes para atender la mayor demanda. Un sector muy dinámico como el automotor crecerá entre el 8 y el 9%, ya sin tasas de dos dígitos. Además, hay que ver cómo termina la cosecha, que impacta fuerte en el consumo del interior. Pero creo que el PBI crecerá un 4%; todo dependerá de ciertos factores en el primer semestre. Lo que jugaría en contra es la inflación y la pérdida de competitividad que genera.
P.- ¿Cómo va a evolucionar el empleo, en este contexto?
R.- En sectores industriales con requerimientos sofisticados cuesta cubrir vacantes y las empresas tienen que capacitar. Cuando se requiere menor calificación se puede ir al mundo informal, pero ahí empiezan problemas de ausentismo y disciplina. En el sector informal está el núcleo de la desocupación y por eso es difícil pensar en una baja. No veo una disminución del empleo, pero tampoco una del desempleo.
P.- ¿Hasta dónde va a llegar la discusión salarial? ¿Cree que será un tema conflictivo?
R.- Siempre hay conflictividad, sobre todo cuando el mercado laboral está muy rígido. Hoy los trabajadores saben que la economía no va a crecer como antes, pero si se quiere imponer un techo muy por debajo de la inflación va a ser difícil para cualquier sindicato. Si el salario crece el 18% pero el gasto público aumenta un 35%, no va. Hay precios de la economía que tienen que ir acompasados: la tasa devaluatoria, los salarios, el gasto. La otra cuestión es contra qué lo medimos: ¿la inflación del Indec, la de las provincias, el changuito del supermercado como dice Moyano?
P.- ¿En qué piensa invertir sus ahorros? ¿El que apuesta al dólar pierde, otra vez?
R.- Yo invierto en mi empresa para garantizar su continuidad. El argentino apuesta al dólar por falta de mecanismos de reserva de valor, pero no lo veo como una buena opción. Creo que hay inversiones que pueden ser más rentables y tan seguras como el dólar.
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