miércoles, 7 de abril de 2010

En Washington cuesta entender a la Argentina

-La expectativa en Buenos Aires es que con el canje de la deuda todo eso ahora cambiará. Y que la inversión florecerá y el mercado se abrirá...

-No soy un experto en el tema, pero mi sensación es que en los Estados Unidos se defiende la independencia del Banco Central. Y aquí está la idea de que se ha empujado al ex presidente del Banco Central Martín Redrado para usar el dinero de reservas. Después está la sospecha de por qué se han tomado tanto tiempo. A la Argentina le va bien económicamente desde hace mucho. ¿Por qué tardar tanto en arreglar su deuda? Yo sería un poco más cauto. Creo que hay un poco de reserva sobre lo que realmente ocurrirá. Además, hay un escenario poco predecible: un día dicen una cosa, el Congreso dice otra, dos legisladores se dan vuelta y todo cambia. Aparece el ex presidente Carlos Menem condicionando el voto? Es realmente poco predecible.

-¿Es ésa la percepción generalizada en EE.UU.?

-El problema es dónde se la sitúa a la Argentina. No cabe en el grupo de países con una clara prédica anti-Estados Unidos, antiglobalización y anticapitalismo -como Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua-, pero ciertamente tampoco entre los países responsables: Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay. Nadie sabe dónde ubicar a la Argentina, no hay modo de comprenderla, es un país difícil de clasificar. Es un país que sólo parece ocuparse de sí mismo.

-No creo que los demás países sean hermanitas de la caridad y que sólo piensen en la suerte de los otros Estados?

-No, claro que no. Todos los países se ocupan de sí mismos. Digo eso en el sentido de que a la Argentina no parece importarle cumplir con las normas.

-¿Qué se le valora aquí a la Argentina?

-Su posición respecto de Irán. También lo que se avanzó en materia de derechos humanos. Pero haga lo que haga el gobierno de la Argentina, siempre queda una cierta duda sobre si se trata de una tendencia, de una estrategia política o de una cosa al azar.

-¿Por ejemplo?

-La forma en que fue tratado en Buenos Aires el secretario adjunto para la región, Arturo Valenzuela. Fue tan malo que la Presidenta no lo haya recibido, en diciembre, como que el presidente Barack Obama no recibiera a Cristina. Fue igualmente mala la idea de no programar originalmente una escala en la Argentina para la secretaria Hillary Clinton. Y fue buena idea encontrar, luego, un momento para hacer la escala. ¿Cuál es el punto en todo esto? ¿Cuál es el sentido de que Obama no hable con Cristina Kirchner?

-No sé. Se lo pregunto a usted. ¿Cuál es el mensaje?

-Es que si hubiera un mensaje, sería una cosa, pero no hay mensaje alguno. Un mensaje sería, por ejemplo: "Paguen su deuda y luego hablamos". Pero no hay nada de eso.

-La Presidenta dijo que Obama es una decepción. ¿Tiene razón o no?

-Creo que no ha cambiado mucho la relación entre los Estados Unidos y América latina. En eso, ella tiene razón. Pero creo que ella comete un error al no ver que América latina tampoco hizo mucho. Prefiere echarle la culpa a Estados Unidos.
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lanacion.com | Cultura | Mi?oles 7 de abril de 2010

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