viernes, 1 de abril de 2011

El Mercosur debe demostrar solidez en la negociación con Europa

Federico Pinedo
Para LA NACION
"Si la Argentina no para su política de impedir el comercio, podría poner en riesgo la negociación de la Unión Europea con el Mercosur", retumbó la voz del secretario de Estado. El patio central del Ministerio de Economía alemán genera calma y aísla las conversaciones del ruido del mundo exterior. Desde nuestra sala vidriada, cada tanto se ven entrar en él Audi oscuros que pasean su silenciosa imagen, sofisticada y moderna, contra las paredes y ventanas de los edificios de un siglo de coches de caballos, y desaparecen. Justo a los 20 años de la firma del Tratado de Mercosur, estamos allí junto a diputados brasileños, uruguayos y paraguayos para comprender y promover la realización del tratado de asociación entre nuestra región y la unión de 27 países de Europa.

La frase no es agradable para los oídos de nuestros vecinos, que buscan el acuerdo. Tampoco para nosotros, pues mientras a Guillermo Moreno se le ocurre que hay que repatriar los BMW que ya están en nuestro puerto e impedir el ingreso de neumáticos para autos importados, la firma Continental anuncia una inversión en Brasil de US$ 500 millones para fabricar neumáticos y los ladrones porteños dejan sobre tarugos a autos de alta gama para robarles sus preciosos rodamientos. En algún punto tiene razón el secretario cuando afirma que quien restringe el comercio se daña a sí mismo más que a otros.

La presidenta Cristina Kirchner relanzó la negociación con los europeos como presidenta pro témpore del Mercosur, el año pasado en Madrid. Las conversaciones se habían suspendido en 2004, cuando se decidió hacer una apuesta a negociaciones globales en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Esas negociaciones se estancaron y ahora volvemos a buscar un acuerdo con los europeos.

El acuerdo es ambicioso, pues, además de ese contenido político, tiene un pilar de cooperación y otro comercial, que para ser aceptado por la OMC requiere una liberalización del 90% del comercio.

Hay hechos que ayudan al acuerdo. En primer lugar, se mantiene el proteccionismo agrícola europeo, lo que ahora no es tan grave, pues les vendemos nuestros productos a los chinos, y eso nos da margen para obtener ventajas industriales a cambio. En segundo lugar, la crisis financiera está golpeando duro al Viejo Continente. En tercer lugar, habrá tiempo de adaptación, pues si el acuerdo se firmara ahora, no podría empezar a aplicarse antes de 2014 y para algunos productos, aun después. En cuarto lugar, los europeos se protegen de la importación de materias primas, especialmente carne vacuna, pollos, caña de azúcar y etanol, pero como nos dijeron en Bruselas el director general de Agricultura de la Comisión Europea, José Silva Rodríguez, y el negociador oficial João Aguiar Machado, no se protegerán de productos alimenticios industriales, lo que nos abre una oportunidad gigantesca de agregar valor y trabajo a nuestros productos primarios.

La Unión Europea tiene una producción agrícola de 210.000 millones de euros, da subsidios a los agricultores por 50.000 millones e importa en ese rubro por 90.000 millones. El Mercosur exporta por 20.000 millones. El impuesto a la importación promedio en Europa es del 3% y el de agroalimentos, del 11%. Silva cree que probablemente pasemos de pensar que lo más importante es el comercio a que es la inversión, y recuerda que el principal rubro de transferencias a la Argentina son la ciencia y la tecnología, en los que ya tenemos un acuerdo excelente. Las perspectivas para el turismo, los servicios globalizados y las industrias culturales son también sobresalientes.

A los europeos les interesan determinados aspectos que a nuestros países no debieran molestarles, como la protección ambiental, las condiciones laborales dignas, el desarrollo sustentable, los marcos regulatorios estables, el Estado de derecho y los estándares fitosanitarios homogéneos que permitan la libre circulación de mercaderías dentro del Mercosur, según nos comentó Aguiar Machado.

El secretario de Relaciones Exteriores alemán, Wolf Born; el responsable de la nueva política hacia América latina, el conde Wandersee, y políticos como el presidente de la comisión de Relaciones Exteriores del Bundestag (parlamento), Ruprecht Polenz, subrayaron la tradición productiva y de inversión industrial de los alemanes y acentuaron la importancia de una base de previsibilidad futura, como la que está dada por los valores comunes de democracia, derechos humanos y respeto del derecho internacional, que se muestran tan relevantes en estos días de furia en el mundo árabe.

Las dudas
Sin embargo, la duda más reiterada que sobrevoló todas las reuniones fue sobre la solidez del Mercosur. Las políticas imprevisibles y fuera de reglas de la Argentina y la importancia de Brasil en la política mundial encienden luces amarillas. Uruguay y Paraguay, como dijeron sus representantes, buscan mejorar su productividad para poder tener mejores salarios e intentan fomentar políticas de inversión masiva en infraestructura y logística, seguros de que mayores y mejores instituciones protegen a los más chicos.

Los europeos cerraron esta semana acuerdos de libre comercio con Perú y Colombia, como los que ya tenían con México y Chile. Con Brasil mantienen un acuerdo de relación estratégica, que le niegan a nuestro país. El Mercosur -según dicen- tiene poca institucionalidad y se sostiene en las excepciones. Es que, como asegura el canciller de Lula, Celso Amorim, "debemos tener un régimen de inversiones común y si no hay una unión económica real, las posibilidades de consolidar una unión política no son grandes".

El Mercosur requiere un liderazgo que se comprometa a la armonización de políticas públicas, a la integración económica en sectores que nos den competitividad global, a la unión energética, a la infraestructura común, a la creación inmediata de un organismo que solucione controversias, a una política medio ambiental regional y fitosanitaria conjunta.

La conclusión que se puede sacar de todo esto es que una política latinoamericanista seria es la que nos puede dar futuro, en reemplazo de ciertas tilinguerías cipayistas y de los populismos que se miran el ombligo y son destructivos del largo plazo.

El autor es presidente del Interbloque Propuesta Federal-Pro en la Cámara de Diputados.

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