viernes, 12 de marzo de 2010

Chile es hoy un país diametralmente distinto al que existía con anterioridad al terremoto.

"La sensación más gráfica es como que a uno, cuando está a punto de rendir el examen, le cambien la asignatura para la cual estudió. [...] Habíamos programado la creación de 200.000 empleos por año, un crecimiento del país cercano al 6%. [?] Y nos empezamos a dar cuenta de que, aunque quisiéramos, esa realidad ya no iba a ser tan posible." La reflexión del nuevo ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, representa, sin duda, el sentir de toda la centroderecha, que veía en el gobierno del presidente Sebastián Piñera el auspicioso inicio de un ciclo histórico para su agrupación.

Pero el país cambió. Y no sólo las prioridades de Piñera, sino también la forma de entender la política. De un día para otro, la población aceptó que los militares en las calles ya no son una maldición, sino un alivio, como pudo verse en poblados de la región de Bío Bío, donde las tropas eran recibidas entre aplausos luego de los saqueos que siguieron al sismo. De un día para otro, Bachelet y Piñera fueron capaces de fundirse en un abrazo, mientras la ayuda solidaria que reunió la campaña por televisión del último fin de semana no tenía color político.

Era Piñera un convencido de que su gobierno debía parecerse al de Patricio Aylwin (1990-1994), por el símbolo de unidad nacional que éste representó después de 17 años de dictadura militar. Ahora, sin embargo, su mandato se acercará más al de las grandes obras y carreteras concesionadas de Ricardo Lagos (2000-2006), por cuanto deberá reconstruir los progresos de la Concertación.

El cambio de escenario más notorio es el marcado segundo plano al cual pasó, de golpe, la figura del ministro de Hacienda, a todas luces el cargo más trascendente en Chile desde tiempos de Pinochet.

Chile es hoy un país diametralmente distinto al que existía con anterioridad al terremoto. La Concertación es oposición, pero será una oposición light , al menos por el primer año. Los tres diputados comunistas han mantenido un respetuoso silencio que parece anticipar su adhesión al armisticio, al igual que los líderes sindicales, que amenazaron durante todo el verano con posiciones sumamente hostiles a la nueva administración.

Lo que ocurra ahora irá de la mano del cumplimiento de las promesas de Piñera. El terremoto puede postergar muchas cosas, pero la población sigue exigiendo cambios. Un estudio de la Universidad del Desarrollo y el diario La Segunda divulgado ayer indicó que pese a que la reconstrucción del país es la primera demanda (31%), la reducción de la delincuencia (24%) y la creación de un millón de empleos (17%) siguen entre las prioridades.
El escenarioUn país que se transformó de golpe

Carlos Vergara

lanacion.com | Exterior | Viernes 12 de marzo de 2010

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