viernes, 23 de enero de 2009

La sequía castiga sin clemencia el norte entrerriano, una zona tradicionalmente ganadera.

Humberto Báez no se sorprendió al llegar a su campo y encontrar una vaca muerta cerca de la entrada. Es la quinta que se le muere en lo que va de mes, y suma 28 cabezas perdidas desde el último invierno. Le quedan 45 animales, pero está preocupado porque en el estado de debilidad en que se encuentran, por la falta de pasturas y agua, no hay posibilidades de que entren en celo y se preñen. "No tengo recursos para comprar rollo, en 30 días no queda nada acá. Esto te desilusiona, no sé qué futuro me espera", dijo Báez con serena resignación.

Las aguadas naturales están secas y solo se ven juncos "cocinados" por el sol. En el campo de Báez, el tajamar, que es una represa en el medio del monte para acumular el agua de las lluvias, apenas parece un charco que no cubre ni un cuarto de su tamaño normal. El nivel del agua quedó por debajo de la manguera que llevaba agua desde allí hasta los bebederos, y la única fuente de agua en estas 125 hectáreas es un pozo. Hacer un uno pozo nuevo tiene un costo aproximado de $ 13.000, que en la actualidad no pueden pagar.

Según datos de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea), a raíz de la sequía un 40% (120.000) de los novillos entrerrianos no se llegaron a engordar y no se podrán vender; y se espera una pérdida del 30% de preñez. En esta provincia hay casi 29.000 establecimientos ganaderos.

"Hoy no tengo ni leche, ni carne, ni miel", se lamentó Báez, que además de ser productor ganadero tiene un pequeño tambo y colmenas. Y explicó que por la sequía no hay floración, y por lo tanto la abeja no tiene néctar para hacer la miel. "A esta altura del año ya tendría que haber producido 15 kilos de miel y todavía no pude sacar nada", comentó.

La sequía modificó el ecosistema y también el ordenamiento del ganado en el monte entrerriano. La bosta no se descompone porque no hay microorganismos y el ganado se cruza de un campo a otro porque los boyeros eléctricos, por la falta de humedad en los suelos, no producen descargas. Además, Josefina Cruañes, asesora de varios campos de la región, explicó que las vacas, al no tener pasto, recurren como última opción a comer los arbustos típicos del monte entrerriano, como espinillos y aromos, que aportan un escaso valor nutritivo.
La crisis del agro / Una sequía persistenteCrece la mortandad de vacunos

El 40% de los novillos de Entre Ríos no se pudo engordar por la falta de alimento

lanacion.com | Economía | Viernes 23 de enero de 2009

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