Como natural consecuencia, la "mancha voraz" de un Estado en expansión, parece devorarlo todo frente a los ojos impávidos de millones de argentinos. El espíritu de Hugo Chávez nos sobrevuela. El correo, los radares, el agua, Aerolíneas, los trenes, las importaciones, la fijación de precios, los pagos al exterior, el mercado de cambios, la producción de carne, leche, trigo, maíz, petróleo y energía fueron los felices predecesores de la vuelta al estatismo stalinista que nos regala casi a diario la pingüinera gobernante.
La hiperinflación de fines de los 80 puso de manifiesto la dificultad para continuar dándole a la maquinita de la emisión para financiar el gasto público y los desaguisados fiscales de varios gobiernos.
El default de 2001, la pesificación de 2002, la reestructuración de la deuda de 2005 y el nuevo default desde enero de 2007 por las mentiras que Guillermo Moreno comete desde el Indek con la inflación, eliminaron la posibilidad de emitir deuda con alto seniority en el mercado internacional de capitales. Desde entonces, la Argentina sólo emite deuda externa trucha al mandamás venezolano Chávez (que se avivó y no nos compra más papel pintado) y aprieta a entes oficiales o amigos en el sistema financiero para que lo refinancien.
Con los Kirchner, la presión impositiva sobre los que están en blanco ha llegado a ser récord histórica de 48% del PBI, similar a Europa y totaliza 34% del PBI si se incluye la economía informal. Pero como no alcanzaba con exprimir a impuestos al sector privado, había que ir por más. Así es que desde marzo, ya sin poder emitir moneda, ni colocar deuda en el mercado de capitales, sin la posibilidad de que los organismos internacionales tipo BID y BIRF nos dieran más crédito ni de subir más los impuestos, el gobierno de Cristina Kirchner inauguró la etapa confiscadora.
Ya sabemos que la primera estación recorrida fue un fracaso. Las retenciones móviles fueron bochadas por el Congreso. Pero 24 horas después de festejar el Día de la Madre, la Presidenta nos regaló su tercer hijo. Un proyecto de ley para robarse los ahorros que millones de argentinos estaban haciendo para su vejez en el sistema de capitalización.
Entonces, el problema central, sobre el cual he comentado en esta columna hasta el hartazgo, es que, con tal de no bajar el gasto público, aún al borde del default como estamos hoy, nuestros gobiernos son capaces de llegar al extremo del hurto contra aquellos que pagan los impuestos para que ellos existan. Lo hizo el difunto Erman González con letra del polirrubros Domingo Cavallo en diciembre de 1989 con el Plan Bonex que confiscó los depósitos. Luego, el propio Cavallo puso la cara para el corralito de fines de 2001.
Después, Eduardo Duhalde, aquel presidente que decía que Argentina estaba condenada al éxito, pesificó la deuda pública. Lavagna en 2005 la transformó en papel pintado. Guillermo Moreno desde enero de 2007 miente con la inflación para que no crezca. Y ahora el Gobierno pretende eliminar el sistema de capitalización para rescatarla por ley del Congreso y de esta manera "protegernos" de la supuesta debacle de las AFJP como administradoras.
Este es el tema de fondo. En Argentina hay una corporación gigantesca y poderosa (¿mafiosa?) que, escondida tras el gasto público, vive tan inescrupulosa y cómodamente del subsidio, la prebenda, el clientelismo y la protección, que es capaz de cualquier cosa con tal de no bajarlo. Hoy es récord histórico, 33,3% del PBI. El Estado nunca ocupó tanto lugar en la economía argentina como con los Kirchner y es por eso que van por los $ 85.000 millones de activos de los futuros jubilados de capitalización y los $ 15.000 millones anuales de ingresos al sistema de fondos de pensión.
La principal preocupación del grueso de la oposición política hoy, no es el demencial robo a los que aportaron a capitalización, sino tratar de impedirle a los Kirchner libertad de acción en el uso de lo hurtado y condicionarlos así, políticamente, en un año electoral clave como 2009. En general, hoy la discusión no es la estafa, sino quien se queda con el botín.
No es como el discurso que difunde el Gobierno y todos sus satélites que es el Estado el que está pagando las jubilaciones del sistema de capitalización porque las AFJP fracasaron. Lo hace porque corresponde, ya que en el aporte personal y patronal una fracción va al sistema de reparto para financiar la jubilación básica. Es mentirle a la gente decir que las AFJP les generaron pérdidas a sus afiliados y por eso el Estado sale a rescatar. Las AFJP han hecho ganar muy buenos dividendos a sus aportantes. Si desde 2007 pierden plata, es porque el mismo gobierno que las apretó para que compararan bonos públicos, está al borde del default por una desastrosa política fiscal validada por casi todos los que hoy defienden la eliminación del sistema de capitalización.
Argumentos débiles
Algunos jueces previsionales, que ya han anticipado cómo van a fallar en caso de tener que intervenir en las causas que seguramente se presentarán, luego que la reestatización sea transformada en ley por el funcional (a los intereses oficiales) Congreso, dicen que el Gobierno no está confiscando con la eliminación de las AFJP. El argumento esgrimido es que un ahorro previsional, a diferencia de una cuenta corriente en un banco totalmente líquida, es un indisponible que sólo da derechos a percibir haberes en la vejez. Y que si al momento de la transferencia, el derecho jubilatorio que le reconoce el Estado es superior a lo que obtendría de la AFJP, no habría motivo para ningún reclamo.
Esto es insólito y descabellado ¿con tal que el Estado calcule que hoy paga mejores jubilaciones que una AFJP se acabó la estafa? ¿Quién puede asegurar que el día que usted se jubile, el Estado no lo va a hambrear como ocurre actualmente? ¿Un Estado que hoy tiene millones de juicios por no pagar de acuerdo a derecho a sus jubilados y con un déficit previsional sin dibujos de $ 30.000 millones por año? ¿Cómo es posible que sea válida, jurídicamente, la imprevisibilidad y la violación a la propiedad privada de fondos ahorrados en AFJP creadas por ley?
Además, no hay que olvidarse que a principios de 2007 le dieron a la gente la posibilidad de reelegir por ley y el sistema de capitalización ganó por goleada.
Columnista invitadoKirchner, el Chávez rubio
Por José Luis Espert
lanacion.com | Economía | Domingo 9 de noviembre de 2008
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