jueves, 23 de octubre de 2008

Los países deben aprender a capitalizar los recursos cognitivos de sus ciudadanos si quieren prosperar, tanto económica como socialmente.

Mientras el planeta tiembla por el terremoto económico que sufren las bolsas del mundo, un inusual estudio que hoy se publica en Nature se ocupa de otro tipo de riquezas de las naciones: el capital intelectual de sus habitantes. Y advierte que, si los países pretenden crecer, deben cuidarlo y estimularlo decididamente, porque menos del 50 por ciento de la capacidad cognitiva de la gente depende de los genes.

"Los países deben aprender a capitalizar los recursos cognitivos de sus ciudadanos si quieren prosperar, tanto económica como socialmente. La clave [para hacerlo] son las intervenciones tempranas", desde la niñez, para incentivar el desarrollo intelectual, escriben los autores de Proyecto sobre el capital mental y el bienestar , coordinado por la oficina científica del Reino Unido.

El trabajo, en el que intervinieron 450 especialistas de varias disciplinas y 16 países, llevó dos años y reúne 85 estudios sometidos al juicio de sus pares que resumen las evidencias sobre el tema. Está destinado a informar a los tomadores de decisión, tanto del Reino Unido como del resto del mundo.

Los expertos trabajaron con la idea de "investigar los desafíos y oportunidades que nos esperan en los próximos veinte años", y para esto analizaron dos cuestiones principales: el capital mental y el bienestar.

Definen el concepto de capital intelectual como la totalidad de los recursos emocionales y cognitivos de un individuo, incluyendo su capacidad intelectual, su flexibilidad y eficiencia en el aprendizaje, su inteligencia emocional (por ejemplo, la empatía y habilidades sociales) y resiliencia frente al estrés. La dimensión de los recursos individuales refleja su capital, formado por sus genes y programación biológica, sus experiencias y la educación que recibe a lo largo de su vida.

El capital mental se altera a lo largo de la vida y puede pensarse como una trayectoria que crece durante los años de la infancia, alcanza una meseta durante la adultez y finalmente declina en la vejez debido a cambios inducidos por la edad. "La globalización y sus demandas asociadas están incrementando las presiones sobre la vida laboral "subrayan los especialistas". Pero además están los problemas de una estructura familiar en evolución y los que entrañan las crecientes responsabilidades de cuidado, tanto de los chicos como de los familiares ancianos. Por otro lado, el aumento de la expectativa de vida implica que cada vez más personas estarán en riesgo de padecer desórdenes degenerativos en la vejez."

"Existe evidencia de que una mente activa y el desafío intelectual protegen contra ciertas enfermedades degenerativas y mejoran la calidad de vida incluso cuando se padecen trastornos neurológicos o psiquiátricos "afirma el doctor Facundo Manes, director del Instituto de Neurología Cognitiva y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro. De modo que no cabe duda de que es necesario que los gobiernos inviertan en que las personas estimulen su cerebro. Claramente, se gasta más dinero por las complicaciones."

"No es solamente en el chico, sino también en el adulto en los que el entrenamiento cognitivo genera algún tipo de acción protectora. Las medidas para mejorar la salud mental ofrecerían beneficios mucho mayores que sus costos", coincide el doctor Jorge Colombo, investigador superior del Conicet en la Unidad de Neurobiología Aplicada de Cemic.

Según el trabajo británico, si las dificultades de aprendizaje no se tratan en la infancia, incluso diferencias iniciales muy pequeñas en los sistemas de procesamiento sensorial utilizados por el cerebro pueden conducir a problemas significativos más adelante en la vida. Por eso, el informe recomienda ofrecer formación a los padres y maestros acerca del desarrollo infantil y de cómo ayudar a los chicos que tienen problemas de aprendizaje. "Los terapistas ocupacionales deberían trabajar codo a codo con los médicos de atención primaria "escriben". Para evitar la declinación, habría que demandar que se promueva el aprendizaje continuo y en la tercera edad."

"Las enfermedades mentales también deberían ser identificadas y tratadas precozmente" dice Manes". Un paciente bien tratado puede ser más independiente, más funcional. De esa forma entraña un menor costo para la familia y el Estado. Por otro lado, si permitimos que haya chicos malnutridos los estamos condenando a integrar un subgrupo que no podrá desarrollar plenamente sus capacidades mentales."

Colombo, por su parte, subraya que hay otros aspectos por tener en cuenta: "La comunicación y el entorno social pueden tener los mismos efectos que las sustancias tóxicas" comenta". El enriquecimiento social y afectivo, o del ambiente físico, genera condiciones virtuosas para el sensible desarrollo cerebral y mental hasta la adolescencia. El malhumor ciudadano puede tener expresiones diversas «hacia adentro», o «hacia fuera» y alterar el tejido social. Baja productividad individual, irritabilidad, falta de concentración, formas sociales de autismo, adicciones a drogas, comportamientos caracterizados por desinterés, o relegamiento de reglas u ordenanzas públicas son algunas expresiones de esto."

"La forma en que un país desarrolla y usa su capital mental no sólo tiene un efecto significativo en su competitividad económica y prosperidad, también es importante para la salud mental, el bienestar, la cohesión social y la inclusión "afirma el informe". Dado que están tan íntimamente relacionados, la salud mental y el bienestar deberían ser tenidos en cuenta cuando se desarrollan políticas y se diseñan intervenciones."

Y enseguida agrega: "Se necesita más investigación en los factores que afectan directamente nuestro capital intelectual. No actuar podría tener graves consecuencias".
Inusual estudio británicoEl intelecto, otro capital que hace crecer a un país

Por Nora Bär

lanacion.com | Ciencia/Salud | Jueves 23 de octubre de 2008

No hay comentarios: