Una lección que dejaron las últimas horas para los políticos peronistas es que los Kirchner sólo entienden el idioma del rigor. Solá, que le abrió la provincia de Buenos Aires al kirchnerismo para que batiera al duhaldismo, fue arrumbado en un destino gris en la Cámara de Diputados, sin funciones importantes y con todos los diálogos cortados con el Gobierno. Ingratitud lisa y llana. Pero las cosas cambiaron cuando el ex gobernador bonaerense superó los 20 diputados para elaborar un dictamen distinto del oficialismo. Hasta el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, lo llamó a la Casa de Gobierno para tratar de unificar criterios, que nunca unificaron. Hay una manera política, o impolítica, del kirchnerismo que sólo es posible en tiempos de auge y bonanza: recibir favores sin agradecer.
Otra lección es que las cooptaciones en la nocturnidad sirven de muy poco. A Busti, líder natural del peronismo entrerriano, el kirchnerismo le sacó el gobernador de la provincia, Sergio Urribarri, un antiguo ahijado político del propio Busti. El resultado fue poco alentador para el kirchnerismo: de cuatro diputados peronistas entrerrianos, tres votaron en contra del proyecto oficial, pero acompañaron, en cambio, los acuerdos diferentes que había hecho Busti.
La crisis está dejando la certeza, también, de que el kirchnerismo no quería concertación cuando logró trozar al radicalismo, sino una nueva dosis de sumisión en la política. Nunca antes, ni en el monumental conflicto institucional que se llevó de la vicepresidencia a Chacho Alvarez, un vicepresidente fue tan ofendido y agraviado como Julio Cobos. Lo notable es que lo haya hecho el propio jefe de Gabinete, que era quien mejor diálogo tenía con Cobos. Directamente le negó el derecho a hablar y a opinar. Pero así son las órdenes y los códigos de Kirchner: el amigo es el que debe pegar.
La trifulca con Cobos disparó no sólo una crisis institucional y una distancia casi imposible de salvar ahora entre el Poder Ejecutivo y el vicepresidente, sino también un inconcebible desorden político dentro de la propia administración. A Alberto Fernández, jefe de los ministros, lo zamarreó sin piedad públicamente el radical cobista Horacio Quiroga, subsecretario de Asuntos Institucionales de la Cancillería. La escuela del reto de Kirchner vio cambiar los manuales: un subsecretario reta ahora en público al ministro más importante del Gobierno.
Peor que antes , respondió ayer otro presidente de las entidades rurales sobre la situación posterior a la votación. ¿Por qué? En primer lugar, el Congreso le daría al Ejecutivo, si hubiera sanción del Senado, facultades para cambiar las retenciones. El proyecto de ley actual no tiene fecha límite y sólo podría cambiarlo otra ley. El oficialismo remedió esa falla trasladándole al Ejecutivo sus indelegables facultades. Además, todas las compensaciones que se idearon para seducir a pequeños y medianos productores sí tienen un límite: el 31 de octubre próximo. Después, las retenciones volverán a ser iguales para todos.
El análisisAbrazos y alegría para arropar un duelo
Por Joaquín Morales Solá
LANACION.com | Opinión | Domingo 6 de julio de 2008
El campo consiguió primero la adhesión de amplios sectores sociales, rurales y urbanos, y ayer dividió casi en partes iguales a la Cámara de Diputados. Los dirigentes rurales deberían ser sinceros y aceptar que nunca imaginaron que terminarían abrigados por semejantes ardores sociales y políticos. Ese espacio de sinceridad debería cubrir también al oficialismo. Debería admitir que hasta ahora perdió mucho más que lo que ganó.
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