lunes, 7 de julio de 2008

Deberíamos estar mutando de un modelo de salarios bajos en dólares y alto costo de capital, a uno de salarios altos y menor costo de capital.

Si se pone en marcha una agenda adecuada, las condiciones son todavía óptimas: América latina tiene hoy el costo de financiamiento más bajo en décadas, lo cual mejora notablemente las perspectivas fiscales, al tiempo que los altos precios de exportación apuntalan la solvencia externa. Sólo la torpeza logra evitar en la Argentina una baja sustancial del costo del capital y la reaparición del crédito de largo plazo que disfrutan nuestros vecinos.

¿Puede el gobierno impulsar la agenda económica que se requiere? Aquí empiezan las malas noticias. Esa agenda es lo más parecido a lo opuesto de la retórica y la práctica oficial. Bajar el costo de capital requiere de políticas que reduzcan la incertidumbre fiscal, que normalicen las relaciones financieras y comerciales internacionales y reduzcan la incertidumbre macroeconómica asociada a una elevada inflación. Aumentar la productividad global requiere una buena microeconomía, corregir las distorsiones de precios y tarifas, e impulsar regulaciones para los sectores clave de la economía que despejen el horizonte de inversión. Es decir, volver sobre los propios pasos.

Si esto no se logra, la dinámica nos depositará ante el mismo dilema que hoy se insinúa, y sobre el cual he advertido en éste y otros foros desde hace tiempo, y que ahora se ha vuelto la muletilla de buena parte de la profesión, en particular y para mi sorpresa, de los economistas más cercanos al Gobierno: 1) apreciación cambiaria excesiva con desaceleración y rebelión en la granja productivista, o 2) devaluación e inflación, también con desaceleración, aunque por otros motivos

El columnista invitadoEl otro modelo productivo

Por Luciano Laspina

LANACION.com | Economía | Domingo 6 de julio de 2008

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