martes, 4 de marzo de 2008

Sin inversiones el modelo corre grandes riesgos de ser sustentable.

Una fuerte defensa del modelo económico, buenas intenciones en materia educativa, un llamativo olvido del problema de la inflación, anuncios sobre financiamiento del sector productivo, un diagnóstico poco consistente sobre la crisis energética y definiciones algo confusas acerca de la inseguridad caracterizaron el discurso con el que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró el sábado último el 126° período de sesiones ordinarias del Congreso.

Resultan innegables muchos logros económicos alcanzados en los últimos años, entre ellos, el crecimiento del PBI y la caída del desempleo, enfatizados por la primera mandataria. Pero llama la atención que la titular del Poder Ejecutivo minimice el serio problema del creciente aumento del costo de vida, hasta el punto de obviarlo completamente en su mensaje a los legisladores. Sorprende doblemente si se tiene en cuenta que la confección del método con el cual el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) medirá el índice de precios al consumidor en el futuro despertó uno de los más graves conflictos entre funcionarios del Gobierno y hasta desató versiones sobre la eventual renuncia del ministro de Economía.

La falta de mención de una de las cuestiones que más inquietan a la población parece convalidar las interpretaciones según las cuales el Gobierno está dispuesto a combatir, más que las causas de fondo de la inflación, solamente los índices, burlándose de inversores y acreedores del Estado que, en muchos casos contra su voluntad, recibieron títulos públicos ajustables por un costo de vida que las autoridades se empeñan ahora en disimular.

Como lo hemos señalado muchas veces, una de las patas flojas del modelo económico vigente -y que lleva a la inflación- es el insuficiente nivel de inversiones en el sector productivo para hacer frente a un aumento de la demanda de bienes y servicios por parte de un público que tiende a consumir más porque desconfía del ahorro. La otra pata frágil es la falta de seguridad jurídica y de reglas de juego estables.

Como un dato saludable, puede verse el anuncio presidencial de que los bancos oficiales comenzarán a proveer financiamiento para la producción a pequeñas y medianas empresas a tasas accesibles y plazos convenientes. No tan bien sonó la exhortación de la señora de Kirchner a las entidades bancarias privadas a reorientar su cartera de créditos hacia la inversión productiva; fundamentalmente, porque aparece como un gesto de simple voluntarismo pedirle al sector privado que preste dinero si el Estado no se empeña debidamente en reducir los niveles de riesgo país, que dejan a la Argentina prácticamente al margen del crédito internacional.

Un error de diagnóstico y cierta falta de compromiso parecieron advertirse en los dichos de la jefa del Estado acerca de la crítica situación energética, cuando aseveró que se trata de un problema "regional y mundial".

Editorial I
Aciertos y omisiones de la Presidenta
LANACION.com | Opinión | Martes 4 de marzo de 2008

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