miércoles, 21 de noviembre de 2007

Vientos de cambios positivos.

La presidenta electa está poniendo en marcha, antes de asumir, un giro en la política exterior.

Queda cada vez más claro que el principal aliado de la Argentina en la región es Brasil, y que de inmediato, o a su lado, está Chile. La novedad es que en sus prioridades de política exterior no figura Hugo Chávez, aun cuando Cristina Kirchner no suele deslizar críticas hacía él ni permite que otros dirigentes políticos y sociales se despachen delante de ella contra el caudillo de Caracas.

Es cierto que son las actitudes de Chávez las que ponen distancia entre él y la presidenta electa, más que las convicciones de ella sobre la política exterior.

Entre el rey Juan Carlos y Chávez, la futura presidenta no dudará nunca en ponerse del lado del jefe del Estado español. Siempre ha ponderado el buen trato personal que ha recibido del monarca, que hasta la recibió en el palacio donde pasa sus vacaciones de verano, como una rara excepción de su agenda, cuando Cristina Kirchner ya era candidata a la presidencia argentina.

La cuarta visita de Chávez a Irán en apenas dos años es otra disidencia planteada por el líder venezolano. La Argentina acaba de conseguir de Interpol el alerta roja para la detención inmediata de cinco ex funcionarios iraníes, y un libanés, acusados todos de ser los responsables intelectuales del criminal atentado en la AMIA. Otros tres ex altos funcionarios iraníes (un ex presidente del país, un ex canciller y un ex embajador en la Argentina) tienen pedido simple de captura. Ninguno de ellos, en síntesis, podría salir de Irán sin el riesgo de ser detenido por orden de la justicia argentina.

La presidenta electa tiene un viejo compromiso con el esclarecimiento de esa brutal masacre en la mutual de la comunidad judía argentina. El compromiso se remonta a los tiempos en que aún no era primera dama del país. Su esposo respaldó, a su vez, la acción investigativa del fiscal Alberto Nisman, que terminó con el pedido de captura de los iraníes. La acción judicial provocó ya una seria tensión entre Buenos Aires y Teherán, que se explayó desembozadamente en la última asamblea general de las Naciones Unidas, cuando Néstor Kirchner usó el principal atril de la organización internacional para pedirle al gobierno de Irán que cumpla con el pedido de los jueces argentinos. Chávez profundiza su acercamiento con Irán, mientras la Argentina toma cada vez más distancia.

Para que no quedaran dudas de esa lejanía tácita con los hechos y los dichos de Chávez, nunca explicitada, el propio Néstor Kirchner expresó una frase sobre el rey Juan Carlos que intenta, por una vez al fin, marcar una diferencia con los líderes más cuestionados, por sus discursos y por sus actos, de América latina. "El rey Juan Carlos es el mejor político de España y uno de los mejores políticos del mundo", señaló cuatro días después de la célebre colisión entre el monarca y Chávez en Santiago de Chile. Con ese solo párrafo, Kirchner les dijo adiós al mismo tiempo a Chávez, al nicaragüense Daniel Ortega y, en alguna medida, también al boliviano Evo Morales y al ecuatoriano Rafael Correa. Un adiós a sus retóricas, cargadas de rencores y de senectudes, pero que no significará una frialdad constante.



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El principal problema de política exterior de Kirchner fue, precisamente, su decisión de bascular todo el tiempo entre líderes como Lula o Michelle Bachelet, por un lado, y Chávez o Evo, por el otro. Decidió, según parece, poner fin a esas oscilaciones antes del acceso al poder de su esposa. Si bien se mira la agenda internacional que recorrió Cristina Kirchner en los últimos años, sólo un tiempo muy escaso se lo dedicó a los presidentes desorbitados de este mundo.

En cambio, hace rato que Kirchner decidió que Brasil debe ser el principal aliado internacional de la Argentina, con Mercosur o sin él. Hace poco, en Madrid, Lula señaló ante la diplomacia española que la política exterior brasileña empezaba en Buenos Aires. "No es una novedad; hay literatura diplomática escrita al respecto", les advirtió. Entre Lula y Chávez, y a pesar de las recientes y parciales solidaridades de Lula con Chávez, subyace una competencia fiera por el liderazgo político de la región. La estrategia de Lula consiste en no dejarlo solo a Chávez, porque podría volverse peor y tiene dinero para ofender y vengarse, pero eso no diluye, sin embargo, la rivalidad de fondo. Los Kirchner optaron por Brasil.

Marco Aurelio García es el principal asesor de Lula en política exterior y es, también, amigo personal de muchos políticos argentinos. El presidente Lula suele ironizar diciéndole que es un infiltrado argentino en su gobierno. García estuvo hace una semana en Buenos Aires y les anticipó a funcionarios locales que los estudios brasileños señalaban que la cuenca petrolera encontrada por Brasil, bajo el lecho de su mar, podía extenderse hasta el mar argentino. También les aclaró que los trabajos de exploración y explotación les costarán a Brasil unos 30.000 millones de dólares. Ambos necesitarán buscar la inversión y el financiamiento necesarios. Cristina Kirchner se deslumbró con esos proyectos en Brasil, el lunes.
LANACION.com | Política | Miércoles 21 de noviembre de 2007

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