Pero la llegada de Lousteau al Palacio de Hacienda es una innovación de fuste. Muchos lo consideran uno de los economistas más sólidos del país. Formado en la London School of Economics, donde se fascinó con los laberintos lógicos de la teoría de los juegos, este joven profesional, de 36 años, dio también muestras de ductilidad política en su paso por el Banco de la Provincia de Buenos Aires, cuya presidencia ejerce todavía.
Antes había participado en el equipo de Alfonso Prat-Gay y Pedro Lacoste en el área de investigación del Banco Central. Fueron meses de arduas discusiones con el Fondo Monetario Internacional, en las que, a menudo, prevalecieron las posturas de los funcionarios argentinos. Aquel entrenamiento puede ser visto ahora como el antecedente de lo que quizás ocurra si se reabrieran las tratativas con ese organismo a propósito de la liquidación de la deuda con el Club de París.
Las principales ideas del nuevo ministro sobre el proceso económico fueron expuestas en Sin atajos , la obra que escribió en colaboración con Javier González Fraga y que hoy los libreros procurarán reponer en los mesones de todo el país.
La designación de Lousteau en el Palacio de Hacienda obliga a revisar uno de los supuestos principales con que se venía examinando la transición matrimonial: la idea de que la nueva presidenta no revisaría la política económica de su esposo. Un prejuicio que fortaleció el actual ministro Miguel Peirano con su renuncia anticipada.
Ahora la incógnita no está referida a la orientación conceptual de la gestión, sino al respaldo político que acredite el programa del nuevo funcionario. Cristina ha repetido hasta hace poco -se lo dijo a Ségolène Royal, por ejemplo algo que es innegable: "Nuestro ministro de Economía ha sido siempre Kirchner".
Lousteau tiene criterios bastante contundentes respecto de esa materia en el gobierno que está finalizando. Quienes dialogaron con él en los últimos tiempos le escucharon algunas formulaciones interesantes sobre dificultades que ahora deberá enfrentar en su nuevo sillón.
Por ejemplo, ésta: "El problema del Indec es una preocupación de Wall Street. Lo que importa es el problema de la inflación, porque ése es un drama de «Pavón Street»", alusión más que obvia a la avenida que cruza el corazón del sur del conurbano bonaerense.
Otra: "El gobierno de Kirchner tiene una excelente macroeconomía, con indicadores sociales formidables. El desafío para Cristina es la microeconomía. Es decir, mejorar la gestión de las políticas sectoriales con reformas que están muy demoradas".
Para quienes confunden el debate económico que atraviesa el kirchnerismo con un problema de carácter entre funcionarios, vale esta afirmación: "Con Moreno me llevo muy bien. Hemos tenido que interactuar en varios temas. Es un economista muy superior a lo que permite ver el personaje".
La designación del nuevo ministro debería sorprender menos a quienes siguen los detalles. Lousteau estuvo en Madrid en julio pasado, durante el viaje de mayor exposición conceptual que realizó la señora de Kirchner en su campaña. En España este joven funcionario cuenta con otro valedor ante la presidenta electa: el embajador Carlos Bettini, quien seguirá en su destino hasta que se hagan las elecciones en ese país, en marzo. Un indicio al que prestan atención quienes creen que el futuro gabinete no alcanzó todavía su configuración definitiva.
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