Afirmó, parafraseando al presidente Néstor Kirchner, que la Argentina salió del infierno y ahora se halla en el purgatorio. Que durante la actual gestión aumentaron las reservas del Banco Central, que el crecimiento de la economía roza el 9 por ciento anual y destacó el descenso de la desocupación y de la pobreza. Aun con este panorama alentador, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, justificó ayer, en el recinto de la Cámara de Diputados, la necesidad de que, por séptima vez, se prorrogue la ley de emergencia económica.
La prórroga de esa iniciativa está en manos del Congreso, particularmente en las del oficialismo, que se abocó en las últimas horas en la búsqueda febril de los votos necesarios para aprobarla la semana próxima en ambas cámaras. Es que, según voces oficialistas, la futura presidenta Cristina de Kirchner pretende asumir el 10 de diciembre próximo con la ley sancionada, evitando así asumir el costo político de promulgar una ley cuestionada por todo el arco opositor por las excesivas atribuciones que, entienden, la declaración de emergencia le confiere al Poder Ejecutivo.
La norma, entre otras cosas, delega en el Gobierno la renegociación de los contratos de los servicios públicos que habían sido firmados durante el menemismo. "Si cayeran los contratos, volverían los contratos originales en dólares, y a la única que perjudicarían sería a la gente", justificó ayer, en la Cámara baja, el jefe de Gabinete.
Más allá de los intentos del oficialismo de desdramatizar las implicancias de la norma, lo cierto es que los diputados kirchneristas harán lo imposible por apurar la sanción de la ley para ofrendársela a la futura presidenta antes de asumir.
La urgencia es tal que anteayer, cuando ingresó la iniciativa del Ejecutivo en el Senado, el oficialismo intentó aprobarla ese mismo día con dos tercios de los votos. No lo logró; rápidamente, en la Cámara baja el bloque kirchnerista presentó un proyecto idéntico al del Gobierno, con el propósito de darle dictamen favorable al día siguiente y llevarlo al recinto la semana próxima. Gracias a su mayoría, ayer lo logró. No sólo eso: aprovechó cierta "ingenuidad" de la oposición y coló el proyecto en el temario de la sesión del martes próximo.
La oposición pegó el grito y anticipó que no dará quórum la semana que viene.
Ayer, el jefe de Gabinete insistía en que la iniciativa supone "más ruido que contenido" y negó que haya habido por parte del Gobierno un "uso abusivo" de la ley.
Ese fue uno de los pasajes del informe de gestión que brindó al Congreso, que, tal como dispone la Constitución, debe hacerse en forma mensual -aunque, en rigor, este año sólo se presentó una vez, en abril pasado-.
Fue el último que brindó como jefe de Gabinete de Kirchner y, tal vez por ese clima de "final de ciclo", predominó un trato cordial con la oposición, algo inusual en sus presentaciones.
Fuente: La Nación
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