jueves, 22 de noviembre de 2007

El primer mundo, también se equivoca.

El primer ministro Gordon Brown pidió ayer las "más profundas disculpas" por lo que aquí ya se considera el más espectacular acto de negligencia oficial en la historia moderna británica: la pérdida en el correo de los datos personales y bancarios de 25 millones de ciudadanos, incluidos los del premier.

La compungida lamentación del líder laborista, pronunciada ante la Cámara de los Comunes, fue acompañada por la afirmación de que la policía "aún no ha encontrado pruebas de que los datos hayan sido robados por delincuentes". Esto hizo poco por calmar a los británicos, que no conciben que su gobierno haya permitido semejante traspié.

El incidente, que afecta a casi la mitad de los británicos, tiene varios aspectos de farsa. Según el ministro de Economía, Alastair Darling, todo comenzó cuando un funcionario de la Oficina Impositiva y de Aduanas, en la norteña ciudad de Tyne and Wear, decidió enviar toda la base de datos de las 7,25 millones de familias británicas con hijos a otro despacho en Londres.

La información (nombres, domicilios, edades, números de seguridad social y de cuentas bancarias) estaba en dos discos compactos capaces de ser leídos en cualquier computadora con sólo pasar una clave electrónica. El paquete fue entregado no a la compañía de correo estatal Royal Mail -como sería de esperar tratándose de un departamento del Estado- sino a la compañía de mensajería privada TNT. Y fue enviado por correo simple, es decir, sin certificación ni pedido de acuse de recibo.

Esto ocurrió el 18 de octubre pasado. El paquete nunca llegó a destino, pero la oficina del funcionario en cuestión no se dio cuenta del extravío hasta el 8 del actual y ni Darling ni Brown ni, aún más importante, Scotland Yard fueron informados hasta el 14. La policía dice no tener aún "la más mínima pista" sobre su paradero.

Al parecer, los funcionarios esperaron para informar a sus superiores con la esperanza de que los discos aparecieran. Pero los políticos también tardaron una semana en dar a conocer la noticia. La prensa criticó precisamente esta tardanza, interpretada como un intento de encubrir los hechos o de amortiguar el golpe preparando una explicación.

Fue la demora -más allá del fiasco- lo que rompió con las leyes de protección de datos personales y motivó la renuncia del director de la Oficina de Impuestos y Aduanas, Paul Gray. De no resolverse, la crisis podría costarle también el puesto a Darling, escogido en julio por Brown para sucederlo al frente del Ministerio de Economía y quien, desde entonces, ha tenido que enfrentar la bancarrota del banco Northern Rock y la suba de la inflación y las tasas de interés.

"Es un error colosal que nunca debió haber ocurrido. Es un error catastrófico", admitió ayer Darling, por varias razones.

La más obvia es la vulnerabilidad en la que ha dejado a millones de personas, que pueden ver sus ahorros desaparecer o sus identidades apropiadas por parte de grupos mafiosos para cometer fraudes y otros delitos.

La inquietud es mayor tras la recomendación del ministro de Economía a los ciudadanos de que "vigilen que no haya movimientos extraños" en sus depósitos bancarios y tarjetas de crédito. Aclaró, de todas formas, que "sólo con los números de cuenta nadie puede acceder al dinero" y "si alguien pierde dinero por uso fraudulento de sus datos las pérdidas serán cubiertas".
El gobierno de Gordon Brown, en problemas: el primer ministro pidió disculpas por el error
Se perdieron dos discos compactos con la información personal de 25 millones de personas; temor por fraudes o ataques terroristas
LANACION.com | Exterior | Jueves 22 de noviembre de 2007

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