Editorial I
domingo, 28 de octubre de 2007
Se pretende bajar las tasas con los fondos de las AFJP
La reciente disposición del gobierno nacional de imponer a las AFJP una reducción de los fondos invertidos en Brasil atenta contra un sano principio básico de este sistema jubilatorio. La inversión de los fondos que son propiedad de los aportantes al sistema previsional debe privilegiar el interés y la seguridad de éstos sobre otras finalidades. Justamente ésa es la misión de las AFJP, que son administradoras y no dueñas de esos fondos, al tiempo que deben velar por su integridad y lograr la combinación adecuada de rentabilidad y seguridad. Toda vez que el Gobierno imponga condiciones distintas de las que ya existen en la ley y de las que hubieran elegido los administradores, probablemente afecte el rendimiento o la seguridad y, de alguna manera, el beneficio futuro de sus titulares en el momento de jubilarse. No hay ninguna justificación para alterar ese principio. Cuando los funcionarios públicos imponen otros destinos a los fondos, por más importantes que los consideren, responderán a consideraciones ajenas al interés de los futuros jubilados. Podemos encontrar un antecedente similar e igualmente negativo en los meses anteriores a la crisis de fines de 2001, cuando prácticamente se obligó a las AFJP a invertir en títulos públicos que, poco después, cayeron en default. También entonces se presentó aquel abuso como una cuestión de Estado, pero que finalmente perjudicó a miles de aportantes. La reciente medida se suma a la contrarreforma previsional sancionada en marzo último, para configurar un cuadro de agresión hacia el sistema jubilatorio de capitalización. Hay un claro posicionamiento ideológico oficial, contrario a este sistema y propenso a retornar a un sistema único de reparto. Debe verse esta involución como un arbitrio para reforzar los recursos fiscales en momentos en que se erosiona el superávit por el fuerte crecimiento del gasto público. Si el Tesoro no hubiera contado en los últimos tres meses con las transferencias de fondos de las cuentas de ex aportantes al sistema de capitalización, el superávit primario no hubiera alcanzado para pagar los intereses de la deuda pública. En otras palabras, estaríamos en déficit financiero. Esta es una mala noticia, tanto para el país como para los aportantes que fueron transferidos al sistema de reparto, de oficio o inducidos ante la promesa de una futura solvencia fiscal.
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