A medida que las décadas avanzaban los números de personas solas, según el Indec, aumentaban: desde 1991 a 2001, el porcentaje de solteros pasó del 42 al 45,3 por ciento. Pero estas no son las únicas cifras. En 1960, sólo el 7 por ciento de los hogares eran unipersonales. Dos décadas más tarde, treparon al 10%, que en 2004 se convirtió en un 16%. Y ya se puede estimar que para 2010 un 22% de los hogares serán unipersonales. Aunque múltiples y variadas, las razones del por qué de esta evolución están interconectadas de tal manera que forman una cadena de reacciones: la extensión de la etapa educativa que alarga, a su vez, la adolescencia y primera juventud. El afianzamiento del individuo en su carrera retrasa la formación de una pareja por todas aquellas responsabilidades y “obligaciones” que, se supone, traerá. Con el aumento de los divorcios aumentó también la desconfianza. También tiene mucho que ver la llegada de la mujer a las grandes esferas del mercado laboral, porque, al nivelarse los ingresos masculinos con los femeninos, la seguridad personal dejó de ser exclusividad de la pertenencia familiar. Esto quiere decir que, en general, ya no hay “mantenidas”. Y esto generó un cambio enorme: el del concepto tradicional de familia y el valor que en el imaginario colectivo se le da hoy a las relaciones de pareja. Lo que antes se asumía como un “hasta que la muerte nos separe” hoy se vive como un “hasta que deje de funcionar”.
Nota de tapa
Vivir en soledad es una tendencia que crece. en la argentina, mas de tres millones de personas eligen la solteria como estilo de vida. estas son sus historias, y sus vaivenes...
LANACION.com Revista Domingo 28 de octubre de 2007
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