Circo criollo
jueves, 25 de octubre de 2007
Que viene después de las elecciones?
¿qué les conviene más a los argentinos? ¿Que la señora gane en la primera vuelta o que haya ballottage? Y aquí la respuesta es una sola. Con independencia de lo que ocurra después y poniendo aparte ideologías, si es que todavía las hay, convicciones y simpatías, la segunda vuelta es, por lejos, lo que más conviene. Y eso por una sencilla razón: porque eligiendo en primera vuelta no sólo se apresuraría el fin del jardín de infantes en que se ha convertido el país, gracias al congelamiento de tarifas, las rebajas de precios, los créditos a tasas bajas, las mejoras impositivas, los aumentos a jubilados y hasta la misma ilusión estadística de que la inflación no existe y que el crecimiento a tasas chinas es sostenible (siempre, claro está, que haya un Kirchner en la Jaula Rosada), sino que además se privaría a la gente del plus de beneficios que les generaría el alargamiento de las expectativas y la necesidad imperiosa del Gobierno de imponer a su candidata. Por eso, la única forma de sostener y aun de mejorar por unas semanas más esta situación ideal, que incluye también la negación de las turbulencias del petróleo y de la crisis del dólar, reside en que haya segunda vuelta. Porque a partir de allí, adiós a la buena vida: con el candidato ya elegido, según se desprende de lo que dice buena parte de la oposición, así como se deduce de lo que calla puntualmente la señora, este grato mundo de ilusión dejará de ser sostenido y desaparecerá para dejar su lugar a la cruel realidad.
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