jueves, 9 de agosto de 2007

Pasíon y dinero


Son las 4 de la tarde de un viernes y en el primer piso de la Confitería Ideal, en pleno centro de Buenos Aires, el tango aúlla grandioso, como si los bailarines estuvieran gastando la última trasnochada porteña.
Entre el centenar de personas que cada día visitan la milonga, unas doce veces al año se cuentan contingentes de norteamericanos y europeos guiados por BA Tango Tour, una empresa de turismo receptivo especializada en tours dedicados a descubrir, en muchos casos, el dos por cuatro.
Sus fundadoras son las administradoras de empresas Paula Aczel y Mariela Rossi. Ambas comparten la pasión por el tango y empezaron con el proyecto en plena crisis de 2002. El año pasado facturaron US$ 250.000 y a fin de 2007 prevén duplicar la cifra. "Esto es algo más que un trabajo para nosotras", dice Rossi, mientras se instala junto a su compañera en una mesa reservada en la milonga matiné. "Disfrutamos mucho del tango y de mostrárselo a los extranjeros en todas sus formas."BA Tango Tour ofrece una semana completa a puro tango en Buenos Aires.
El servicio incluye, entre otras cosas, clases de tango, días de milonga, cena show en tanguerías, paseos por comercios de venta de ropa y zapatos tangueros, visita a estancias y museos. Todo, con un coordinador bilingüe que los acompaña en el minibús de la empresa desde que bajan del avión hasta que regresan a sus casas, ocho días después.
"¿Si bailo? Sí. ¿Me disculpan?", pregunta Aczel, y ya se encamina sonriente hacia la pista. Cinco minutos después cuenta que desde chica le gustó bailar tango y siempre fue a las milongas. Desde hace cinco años logró congeniar su trabajo de administradora de empresas con el placer de bailar.
La energía de las emprendedoras se nota también fuera de la pista de baile. Desde el principio, para optimizar el trabajo y explotar las fortalezas de cada una, se dividieron tareas. "Mientras yo me ocupaba de desarrollar la oferta en Buenos Aires, incluyendo recorridos por lugares bien tradicionales pero no armados para turistas, ella activaba sus contactos para recibir a los primeros clientes de Estados Unidos", relata Rossi.Red en expansiónDesde entonces la red se fue multiplicando. Ahora la empresa tiene convenios con varias academias de tango a nivel mundial y también está vinculada con agencias de viajes en California, Miami y Nueva York, en EE.UU., y en Italia, Francia e Inglaterra, en Europa.
En la Argentina también están contactándose con hoteles y empresas extranjeras para organizar tours "a medida". También la página web (http://www.batangotour.com/) es fuente de consulta.
"Vienen entre 10 y 15 pasajeros por grupo; en general, parejas y también mujeres y hombres solos de mediana edad", informa Rossi, y apunta que, por una cuestión climática, la mayor afluencia se da entre marzo y abril y entre septiembre y diciembre.Una hora después el tango continúa su queja arrabalera. Las parejas le marcan su propio tiempo al mundo y giran coordinadas en sentido opuesto a las agujas del reloj. "Es una regla implícita de los bailarines para no chocarse", explica Aczel, la especialista de la mesa. "Otro de los códigos que hay que manejar es el del cabeceo: acá se usa esa forma antigua de invitar a bailar", dice.
Su socia asiente y acota que la principal fortaleza de la empresa es mostrar el tango, sus personajes, los lugares en los que habita, pero desde adentro y sin mediaciones. "Conocemos los códigos y acompañamos a los turistas a descubrirlos", dice, y retoma a modo de ejemplo la práctica del cabeceo para comentar."Incluso nos ocupamos de conseguirles un dance host [compañero de baile] para las mujeres que viajan solas, porque la costumbre es que el hombre tiene que haberlas visto bailar antes de invitarlas", explica.En una mesa contigua, una señora de más de 60, toda vestida de negro, mira atenta y espera. A sus pies, en una bolsa plástica, guarda los zapatitos sin taco, el calzado cómodo para después del baile. Más allá, dos señores miran la pista, comparten impresiones y un vino blanco de la casa. A pocos metros, una rubia prefiere una copa de champagne y papas fritas para esperar al bailarín que llegará en minutos.

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