domingo, 15 de julio de 2012

Ideas rentables bajo el techo de Retiro

Marcela Suárez, su prima y una amiga hacen correr el mate mientras miran el final de la novela La que no podía amar, Víctor Castillo carga la batería de su celular, Andrea Colomer guarda su bolso y Martín Girado se come un pancho. Ninguno de ellos está en su casa. Es más, todos están a punto de viajar. Estas escenas se repiten por miles en la Terminal de Omnibus de Retiro, un gran "shopping" que cobija novedosos negocios nutridos por la itinerancia diaria: minutos de televisión por monedas, máquinas con múltiples servicios de recarga, lockers por 24 horas y carritos de comida rápida. Las 60.000 personas que pasan por día por la principal estación de ómnibus del país garantizan cierto grado de demanda que es aprovechado por el ingenio emprendedor. Se trata precisamente de negocios que solo son rentables si logran un alto número de transacciones, ya que el precio unitario de lo que ofrecen es muy bajo. Junto a la hilera de butacas, donde espera el ómnibus que la llevará hasta su Tandil natal, Marcela tiene tres cabinas metálicas que resguardan pequeñas pantallas. "Mi prima y su amiga me vinieron a despedir, pero me dijeron que ni locas se perdían el final de la novela. Gracias a que están estos televisores acá, quedamos todas contentas", comenta Marcela. Introducir una moneda de $ 2 en la ranura de una de estas máquinas permite contar con 17 minutos de televisión, que podrán alargarse a razón de cinco minutos por cada nueva moneda de $ 0,25. Un reloj digital incrustado en el aparato indica el tiempo de servicio, mientras que dos botoneras permiten cambiar de canal y regular el volumen. El emprendimiento fue una idea de la empresa Suteve, cuyo nombre y mail figuran en las máquinas. Pese a las insistentes llamadas, LA NACION no pudo comunicarse con ella para conocer el formato del negocio, la facturación y el arreglo con la operadora que brinda el servicio. Cerca de allí, en la pared que da a uno de los baños, un panel metálico con varios cables y pantalla táctil, aglutina gente. Es un sistema que lleva la marca Govil y que permite cargar baterías de cualquier dispositivo móvil (teléfono, cámara de fotos, iPod), recargar el saldo del celular y enviar mensajes de texto y correos electrónicos. "Justo me quedé sin carga y esto me sacó del apuro", dice Víctor Castillo, que en pocos minutos partirá hacia Asunción, Paraguay. Gervasio Russo, que junto con Facundo Piriz, fundó Almus Ager, la firma que creó Govil, precisó que en Retiro son dueños del 100% del emprendimiento y que pagan un canon mensual de $ 2500 a TEBA, gerenciadora de la estación. "Es un negocio de volumen, que inicialmente se sostiene por micropagos, pero lo que buscamos es que luego se financie con publicidad, principalmente de empresas de ómnibus y de telefonía celular, que podrán plotear la máquina o pautar en su pantalla", dice Russo. Las cuatro máquinas que hay en Retiro (pronto se sumará la quinta) arrojan una facturación mensual de $ 20.000. Lo más usado por ahora es la carga de baterías, que tiene un costo de $ 2 por 10 minutos, $ 3 por 15 minutos, $ 6 por media hora y $ 10 por una hora. Además, como es un servicio que busca salvar de una emergencia, ofrece gratis un mail y un SMS por cada número telefónico. "Para el que compra saldo, vendemos un pin que se envía por SMS y acredita la carga (de $ 20 y 30 para todas las compañías). No ganamos con esa carga, como hacen los quioscos, porque queremos que la marca sea amiga de la gente", señala Russo. El sistema, que demandó una inversión inicial de $ 100.000, también está en La Plata y pronto se instalará en Mar del Plata y Santiago del Estero. Cerca de los ventanales por los que se divisa la avenida Antártida Argentina hay unos grandes armarios de metal divididos en varios compartimentos. Eso también es un negocio. Allí se pueden guardar por 24 horas bolsos y valijas, luego de introducir por su ranura fichas que valen $ 10 (locker chico) o $ 20 (el grande), que se venden en los quioscos de golosinas. Un directivo de la Compañía Argentina de Lockers, propietaria de estos muebles, dice que su firma alquila los equipos y presta el soporte técnico permanente, mientras que el operador, en este caso TEBA, comercializa las fichas. "Tiene la ventaja de que no requiere personal -dice el empresario-. Es como hacer rentables las paredes." Los 2000 personas que usan el servicio por mes arrojan una facturación de $ 25.000 (en promedio, entre las fichas de $ 10 y $ 20). Ese monto se reparte luego así: 50% para TEBA, 40% para Compañía Argentina de Lockers y 10% para los quioscos. "El que compra el servicio es dueño de la llave hasta que retira el equipaje, tiempo que no puede superar las 24 horas", indica el directivo. Cuatro carritos con panchos, snaks y bebidas recorren los pasillos de la estación. Pese a que la terminal cuenta con sus propios bares y restaurantes, los vendedores dicen que también hacen su negocio. "Vendo unos 100 panchos por día, a $ 7,50 cada uno", cuenta uno de ellos. Retiro es más que la plataforma desde la que parten ómnibus en todas direcciones los 365 días del año. Es un mundo de negocios que se nutren del incesante paso de los viajeros.

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