Las exportaciones argentinas de carnes vacunas alcanzaron en 2010 un registro decepcionante, de solamente 300.000 toneladas, muy inferior al del año precedente. Mientras ello ocurre, las exportaciones mundiales de este alimento crecen a marcha forzada alcanzando los siete millones de toneladas y dejan así a nuestro país, ex líder mundial, en el séptimo lugar en el ranking de exportadores, que ahora encabeza Brasil.
Estas referencias se tornan demoledoras si se comparan nuestras ventas externas con las de otras naciones también productoras y exportadoras, pero de escaso territorio y condiciones poco favorables. Notable es el caso de Nueva Zelanda, una nación de la dimensión de nuestra provincia de Santa Cruz, aislada de los principales mercados, en medio del Océano Pacífico, localización recién ahora mejorada con motivo del crecimiento de la demanda en esa región. El pequeño país exportó 510.000 toneladas de carne vacuna, es decir un 70 por ciento más que la Argentina, con el añadido de otro tanto de carnes ovinas, sumando en total un millón de toneladas. El caso de Uruguay es también notable : las exportaciones orientales de las mencionadas carnes sumaron 380.000 toneladas, un guarismo sustancialmente mayor que el nuestro. El Paraguay, con un territorio más extenso que el de los anteriores, se distingue por su dinamismo exportador al alcanzar en rápido ascenso las 290.000 toneladas, guarismo virtualmente similar al descendente argentino. Brasil, por su extensión y riqueza territorial y su ambición de crecimiento, cimentado en políticas rurales consistentes, alcanzó en 2010 1,7 millones de toneladas, una cifra nunca superada por los Estados Unidos y Australia, sus seguidores en el ámbito global.
Las actualmente disminuidas exportaciones argentinas se explican por lo menos parcialmente por la gran retención de vientres y animales jóvenes, destinada a reponer los planteles diezmados por la conjunción de la reciente sequía y los errores e intencionalidades ideológicas del gobierno nacional, dictada desde lo más alto del poder y ejecutada por el secretario de Comercio Exterior, Guillermo Moreno. Esta recomposición continuará en la medida en que se comprenda la incompatibilidad del crecimiento de la actividad con las decisiones gubernamentales del último quinquenio. Si, en cambio, se lograra un cambio copernicano de la visión y ejecución de nuestra política ganadera, la conjunción de producciones del cuarteto del Mercosur reeditaría la importantísima participación que poseyeron estas naciones en el comercio mundial de carnes vacunas durante buena parte del siglo XX.
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