Pino Solanas emerge de ese contexto inusual como la gran sorpresa. Es el que más crece, en una tendencia sostenida, y amenaza con salir segundo. Ni él mismo podía soñarlo el día que empezó su aventura electoral.
Parecía lógico. Tenía enfrente al gobierno de Mauricio Macri y su perfil antikirchnerista; a una líder con aspiraciones presidenciales, como Elisa Carrió; a un ex jefe de gobierno, Aníbal Ibarra, que pretendía ser el principal opositor de la ciudad; al kirchnerismo, golpeado, pero dispuesto a defender su porción del electorado, y a todas las vertientes de izquierda que arañan votos disconformistas entre los porteños.
Pero nadie hizo mejor campaña por Solanas que sus rivales. Primero fue Ibarra con su papelón en Telenoche -cuando un grupo de seguidores se hizo pasar por vecinos espontáneos en una recorrida callejera-. El derrumbe hoy lo deja con 4,2 puntos y bajando en la encuesta que hizo Poliarquía para LA NACION. Varios consultores le daban 15 puntos antes de ese episodio desafortunado. Hoy pelea por conseguir su banca y dejó sueltos miles de potenciales "votos progres".
Carrió quemó los manuales de política. Pese a su decisión de pelear por la presidencia en 2011, optó por ser tercera en la lista de diputados y salir de gira por el país, como si la Capital fuera un problema ajeno. Dejó que su candidato Alfonso Prat-Gay recorriera solo la ciudad. Es un técnico sólido y muy formado, pero con bajo índice de conocimiento popular y a quien se identifica más que a Carrió con posiciones de centroderecha (la clientela de Macri).
Tal vez por temor a una derrota dura con Gabriela Michetti, que arrancaba la pelea con clara ventaja, Carrió pareció conformarse con un cómodo segundo lugar y decir que sólo le importaba pelear contra Néstor Kirchner. Ahora corre riesgo de quedar tercera y hasta de no entrar en el próximo Congreso.
El kirchnerismo no hizo otra cosa que diluirse en los meses previos a la campaña. Expusieron tanto sus divisiones que el apoyo final a Carlos Heller se presentó indisimuladamente con un aire de resignación. Las tendencias muestran una leve baja de su candidatura y el "digno tercer puesto" que se propuso empieza a alejarse peligrosamente.
La dupla Macri-Michetti gastó a cuenta de su triunfo seguro. Llegan al final más estancados de lo que quisieran. Michetti presentó su postulación como un sacrificio que la obligó a dejar la vicejefatura de gobierno. Quiso instalar la campaña de propuestas, pero más de una vez se quedó sin respuesta a la hora de traducir esa intención en palabras. Macri -que sufrió su fallido plan para desdoblar las elecciones- la ayudó poco cuando instaló el debate sobre las privatizaciones con el que irritó hasta a su socio Francisco de Narváez. Cualquier sombra de menemismo espanta votantes independientes en la Capital. De todos modos, los bajos números de sus rivales podrían darle una amplia cosecha de seis diputados.
Pino Solanas sumó de todos un poco. No tiene nada que perder. No gobierna. Compite por un partido chico y nuevo que no renueva bancas. Les pega a Kirchner, a Macri, a los 90 y a los 2000, y plantea consignas vendedoras (como la ecología), muy digeribles en los jóvenes (segmento en el que creció 7 puntos en 10 días, según Poliarquía). Su ascenso pareció consolidarse después del debate televisivo de la semana pasada.
El votante porteño promedio, de convicciones volátiles y hoy de marcada tendencia antikirchnerista, no encuentra vías para castigar a Kirchner ni candidatos que lo encandilen.
El escenarioLa campaña del error sistemático
Martín Rodríguez Yebra
lanacion.com | Política | Mi?oles 24 de junio de 2009
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