sábado, 20 de junio de 2009

El precio del ganado está contenido por las importantes restricciones a sus exportaciones .

Las decisiones oficiales relativas a la producción, industrialización y comercialización de carnes vacunas, así como la desconsideración y descalificación que dominan el crispado lenguaje gubernamental en su relación con el agro, han minado sus energías.

Esta etapa de la política ganadera comenzó a fines de 2005, cuando se dispuso un peso mínimo de faena de los animales en la infundada creencia de que así se podría incrementar la producción. A las posteriores, y desconcertantes, regulaciones sobre precios máximos del ganado y de sus carnes, las prohibiciones a su exportación, su cuotificación y otras restricciones de intensidad creciente se sumó más tarde la persistente sequía que abarca grandes extensiones del mapa productivo.

Entre tanto, la faena de vientres vacunos ha ido creciendo desde 2007 hasta alcanzar el 49 por ciento en 2008, un guarismo revelador de la declinación productiva y de una escasez futura. Pero si tal guarismo no fuera suficiente indicador de la realidad, desde noviembre pasado se ha omitido publicar ese crítico número, síntoma inequívoco del ocultamiento de una reducción aún mayor del plantel de hembras en el stock ganadero, un procedimiento habitual de la administración kirchnerista cada vez que la realidad se le muestra esquiva. Ni más ni menos que otro Indec. Pero más aún, la sequía, determinante de una importante mortandad de animales, habría llevado ese ahora ignoto porcentaje a superar largamente la mitad de la faena total.

Consistente con el intervencionismo estatal y ante la realidad existente, se dispuso un sistema de subsidios a la producción de ganado alimentado en corrales destinado a proveerles rentabilidad, basado en compensar el mayor costo que representa el suministro de alimentos, integrados con maíz y soja, u otros ingredientes.

La capacidad de este sistema que cuenta con unos 1700 establecimientos suma anualmente una oferta de unos cinco millones de animales, que representan el 35 por ciento de la faena total del país. El hecho es que, de no existir este costoso subsidio, la producción de carnes sería muy inferior, dado que el precio del ganado está contenido por las importantes restricciones a sus exportaciones y por la presión del secretario Guillermo Moreno para el caso del consumo nacional. Por supuesto, todo sobre la base de disponer de recursos fiscales cada vez más escasos, que nadie acierta a saber hasta cuándo estarán disponibles, aunque existe un atraso en los pagos de la compensación de unos cuatro meses.

Así las cosas, mientras se logra un precio artificialmente bajo de la carne vacuna al consumidor nacional, se deprimen las exportaciones en un contexto de una gran reducción del inventario de madres y por tanto de la futura producción.

Este cuadro se complica aún más por la reducción de la preñez del plantel de madres por la sequía, que se estima en el orden del 20 por ciento, representativo entonces de unos tres millones de terneros por nacer de menos en los próximos meses.

Pocos expertos se atreven a pronosticar cuándo hará crisis el artificial sistema creado, pero se coincide en que la disminución productiva llegará inexorablemente, acompañada de un importante ascenso de los precios del ganado y de la carne.

Preguntarse si esta realidad llevará a importar carne vacuna no tiene, por ahora, una respuesta definitiva. Lo deseable es que la reducción de la oferta y, entonces, los mayores precios de la carne al consumo determinen un retorno a la sensatez, consistente en reducir por las vías naturales el altísimo consumo interno de hoy, condicionando las exportaciones y eventuales importaciones a las fuerzas también naturales del mercado. En este escenario, estas últimas, si ocurrieran, provendrían de las naciones vecinas integrantes del Mercosur, libres de impuestos.
Editorial II¿También importaremos carne?

La persistente declinación de la producción de carnes vacunas vaticina un futuro en el que probablemente habrá que importarlas

lanacion.com | Opinión | S?do 20 de junio de 2009

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