martes, 3 de febrero de 2009

Los partidos chicos se beneficiarián con la boleta única y la democracia ganaría en transparencia.

El domingo último se conoció la noticia de que el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, ha decidido impulsar esta semana un proyecto de ley para que en la Capital se pueda votar con boleta única a partir de los próximos comicios legislativos. La iniciativa no sólo buscaría dar una señal de interés en reformar el sistema político, sino también es una invitación al resto de los gobernadores a seguir sus pasos.

No puede ignorarse que este tema es de suma importancia en este año electoral. Como se recordará, a poco de concluir las elecciones nacionales de 2007 se conoció que, durante los comicios, en varias circunscripciones electorales habían desaparecido o mermado sospechosamente las boletas de los partidos opositores. Eso alentó denuncias de fraude y dio pie a que líderes de la oposición dijeran que les habían robado la elección. Precisamente mañana, la jefa de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, presentará una denuncia al respecto en Washington, al director del Departamento para la Cooperación y Observación Electoral de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Pablo Gutiérrez.

Por ello, el recuerdo de la mencionada circunstancia y la posibilidad de que tan lamentable experiencia se repita en la jornada electoral prevista para octubre próximo empuja otra vez a reconocidos políticos a reclamar la adopción de la boleta electoral única como elemento esencial para la transparencia del acto comicial.

Esta boleta reemplazaría la panoplia de boletas de cada partido que, por su número, no sólo confunden y agobian al elector, sino que requieren de amplios cuartos oscuros para desplegarlas. En la boleta única se incluirían los diferentes postulantes y cada votante simplemente identificaría con una cruz en el margen el nombre del candidato de su preferencia.

Las ventajas del nuevo sistema parecen indiscutibles. En primer lugar, impide el robo de boletas, ya que existiría sólo una para todos los partidos. La posibilidad del fraude en este aspecto disminuiría sustancialmente, dado que la impresión de las boletas sería una responsabilidad del Estado. El sistema resultaría, asimismo, más económico que el actual, puesto que se evitaría la impresión de millones de boletas por parte de cada partido, lo cual simplifica no sólo la distribución, sino el procedimiento del escrutinio.

La conveniencia del sistema de la boleta única ha sido reiteradamente aceptada en los medios académicos y ha formado también parte de numerosas propuestas políticas que, en algún caso, han visto la consagración legislativa. Tal lo logrado por la provincia de Córdoba, que a instancias de los legisladores de la Coalición Cívica aprobó en octubre último la ley que permitirá usar el nuevo sistema en las próximas elecciones. Una propuesta similar, presentada en el Senado de la Nación por varios legisladores de la oposición, hasta ahora no ha tenido éxito y duerme en algún cajón.

En realidad, por una razón sustantiva y para evitar toda suerte de suspicacias, correspondería que el propio Gobierno se pusiera al frente de proyectos como éste, que asegurarían una mayor transparencia electoral. Máxime si se recuerda que una de las banderas que enarboló la Presidenta durante su campaña electoral fue la de una presunta reforma política y que, además, en el inicio de la gestión presidencial de su cónyuge, llegó a crearse la Subsecretaría para la Reforma Institucional y Fortalecimiento de la Democracia, dependiente de la Jefatura de Gabinete de Ministros, aún vigente.

Aunque todos reconocen que esa reforma política es una de las muchas asignaturas pendientes de la actual administración -tan pendiente como el debate en torno del voto electrónico-, bien podría comenzarse por los modestos pasos que aseguren la inviolabilidad del acto de votar, sin necesidad de movilizar grandilocuentes aparatos estatales. En este caso concreto son hechos fáciles de instrumentar, que dependen de la voluntad del poder político.
Editorial IBoleta única, mejor democracia

La adopción de esta modalidad no sólo asegura la inviolabilidad del voto, sino que también impide la posibilidad del fraude

lanacion.com | Opinión | Martes 3 de febrero de 2009

No hay comentarios: