domingo, 18 de enero de 2009

Turismo saludable

Para ellos, tranquilidad, naturaleza y cierto exotismo es la premisa básica. Son parejas jóvenes, y no tanto, o grupos de amigos que eligen pasar unas vacaciones alejados de las discos, las colas en los restaurantes, las aglomeraciones, el tránsito y las playas de moda siempre reinventadas. Las opciones para estos nuevos hippies son muchas y variadas, desde la costa uruguaya hasta los pueblos serenos de Córdoba, Santa Cruz, Tucumán y Salta.

Uno de los destinos más difundidos y elegidos es San Marcos Sierras, un pueblo que fue imán para parejas de bohemios y hippies años atrás, y donde bosques silenciosos y sierras enmarcan la plaza principal ubicada entre calles de tierra y construcciones coloniales. Ubicado a 145 kilómetros de la ciudad de Córdoba, hoy, aggiornado, también ofrece una gastronomía gourmet que parece salida de los reductos más modernos de Palermo. Y, a veces, hasta se arman raves acompañadas con licuados de frutas orgánicas.

Miguel Ceballos, director de turismo de la localidad, aseguró que en las primeras dos semanas de enero la ocupación fue del 85%. Y describió: “Es un híbrido cultural, donde permanece la tradición de los comechingones y el único Museo Hippie del país”.

La iluminación pública está controlada para que las luces no impidan ver las estrellas, el asfalto está prohibido y no hay bancos ni estaciones de servicio que contaminen la magia apacible. Una noche para dos personas cotiza a $ 150, y el pasaje desde Buenos Aires cuesta $ 240 ida y vuelta a Cruz del Eje, a 12 kilómetros de San Marcos.

En el sur del país, El Chaltén se presenta como un pueblo de montaña, en la base del cerro Fitz Roy y rodeado por bosques que conviven con servicios destinados a ingresos ABC1. La opción más económica puede encontrarse en los campings de las 135 hectáreas que componen este pueblo santacruceño. Elizabeth Romanelli, directora turística de la capital nacional del treeking, dijo que la zona ofrece “servicios de primera calidad, y deportes para gente involucrada con el medio ambiente y que, además, le gusta comer y dormir bien”. No hay señal de celulares ni nada que pueda romper el clima calmo de comarca de cuento de hadas, como para sentirse un hobbit. La habitación doble va desde los $ 200 a los 250 dólares, y una pieza compartida en hostel ronda los $ 40.

Otro de los lugares alternativos es el norte del país, que ofrece un mayor contacto con las tradiciones aborígenes. Cachi, por ejemplo, comenzó siendo un pueblito pequeño y perdido en el medio de Salta, que gracias al boca en boca creció y se convirtió en un lugar de paso obligado para los más jóvenes. Una noche de hotel base doble cuesta de $ 90 a $ 270.

Ubicado a 2 mil metros de altura, Amaicha del Valle se caracteriza por sus ancestrales tradiciones autóctonas y cultos a la Madre Tierra. La localidad está a más de 150 kilómetros de la ciudad de Tucumán, a donde llegar desde Buenos Aires cuesta 380 pesos ida y vuelta.

“Vienen muchos grupos tentados por conocer el último consejo de ancianos indígenas, estamos generando conciencia en el turista sobre la importancia de la tierra”, cuenta Sebastián Pastrana, director de turismo del lugar.


Anti Punta. En los últimos años, las playas de la costa rochense, ubicada a unos 200 kilómetros de Montevideo, se volvieron una alterativa para un verano alejado de las multitudes.

Con perfiles diferentes, pero muy cerca, La Pedrera, La Paloma, Punta del Diablo y Cabo Polonio mostraron una ocupación casi completa desde fines de diciembre hasta ahora.

Según Pedro Quartino, director de turismo de Rocha, lo que convirtió a esta zona en el lugar más elegido por los “neohippies” es el estilo de vida informal, que seduce a quienes viven en grandes centros urbanos. Cabo Polonio es la perla de quienes buscan además de un descanso sereno, contacto con el ecosistema y con un estilo de vida natural, ya que la mayoría de las casas que se alquilan a 100 dólares por día, no tienen luz ni agua.

“Es un lugar mágico, uno se siente como en otra época. A la noche todos prenden velas, hay fogatas y caminatas bajo la luna”, cuenta Mariela Muñoz, de 20 años, que pasó unos días allí junto a varias amigas. Por este monumento natural de dunas, deambulan además de argentinos y uruguayos, europeos, estadounidenses y algunos brasileños tentados por un ambiente casi virgen que se trata de preservar evitando la construcción de nuevas fincas.

Punta del Diablo, la vedette de esta temporada, seduce por sus coloridas casas, los barcos antiguos que reposan en la arena y las ferias americanas que dan un ambiente bohemio difícil de igualar. Acorde con la movida ecologista, este año estrenaron cabañas con techos cubiertos de césped para ahorrar energía y cuidar el medio ambiente. Una habitación doble cuesta entre $ 150 y $ 300.

En La Pedrera, muy frecuentado por famosos argentinos, enero fue un mes de ocupación completa y los campings estuvieron desbordados. El surf, las callecitas angostas y la movida nocturna son algunos de sus atractivos y disfrutarlo sale unos $ 200 la noche. La tendencia, ahora, será descubrir y conocer nuevos destinos alternativos con la naturaleza como estandarte.

Fuente: Perfil

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