La prehistoria del modelo surgió a finales de la década de 1950, en el marco del tratamiento de los pacientes graves que albergaban los neuropsiquiátricos Borda y Moyano. Allí, el doctor García Badaracco aprendió las primeras lecciones de sus pacientes, al descubrir que el silencio en el que permanecían encerrados se resquebrajaba cuando encontraban un contexto de confianza en el que podían expresarse.
Convocó entonces a pacientes y familiares en un mismo ámbito, y las sesiones terapéuticas multifamiliares se convirtieron en un espacio en donde cada uno podía exponer libremente sus ideas y sufrimientos. Así comprendió que todos los pacientes, aún los más graves, eran capaces de poner en juego un potencial de salud al que definió como "virtualidad sana".
Aquel descubrimiento inicial se pone de manifiesto cotidianamente en las reuniones multitudinarias -pueden superar a las cien personas-, que hoy se realizan en hospitales psiquiátricos y generales, hospitales de día o grupos sociales de cualquier tipo en los que se dilucidan conflictos de relación.
Así sean padres e hijos de distintas familias, con historias y diagnósticos heterogéneos, o integrantes de una comunidad, cada participante expone con libertad sus conflictos, sufrimientos y pareceres. A través de estos relatos singulares se construyen mapas del dolor psíquico y estrategias para vencerlo, que involucran de una u otra manera a cada uno de los participantes.
Cada uno es un espejo en el que todos pueden mirarse y reconocer la porción de verdad que lo impacta.
María Elisa Mitre, también subdirectora del Instituto de Psicoanálisis Multifamiliar, define a estos pequeños mundos heterogéneos como contextos sociales en los que se crea un clima que permite expresar y compartir, en ocasiones por primera vez en la vida, vivencias y emociones que se callan cuando el clima no es favorable.
"Allí se aprende a escuchar a los otros y a partir de las vivencias de los demás surgen los propios descubrimientos", comenta y ejemplifica: "Para un hijo puede ser mucho más fácil hablarle a otro padre que al propio, por quien tal vez siente algún temor que le impide la comunicación".
Los coordinadores aseguran las condiciones de respeto que facilitan la expresión de los problemas a través de un relato que será el espejo en donde los demás pueden verse a sí mismos. García Badaracco rescata el valor de esta "característica curativa de los grupos, que permite no solamente ver con más claridad en los demás las propias dificultades, sino ver que uno puede ser como otro que es más sano".
Este recorrido existencial compartido ayuda a abrir espacios mentales que estimulan el desarrollo de recursos emocionales propios, con el potencial de convertir el sufrimiento psíquico en calidad de vida. Así lo entienden también seguidores de España, Italia, Brasil y Uruguay, que aplican ese modelo.
El médico psiquiatra Angel María Ramos Muñoz, del Hospital de Getafe, de Madrid, relata una trayectoria que debió vencer resistencias en los familiares de sus pacientes, hasta que aceptaron un nuevo modo de encarar el sufrimiento psíquico.
"El psicoanálisis multifamiliar es una forma de trabajar con una familia que sufre; sin embargo, hemos encontrado una resistencia tremenda de parte de los familiares a expresarse como personas sufrientes per se. Inicialmente venían y decían "Si estoy mal es porque mi hijo está mal, yo no vengo a contar mis problemas sino a que me digan qué es lo que tengo que hacer con mi hijo." Después de una tarea de años, quienes inicialmente hablaban así, son quienes ahora les señalan a los nuevos: "No, que te equivocas, que tú también, que aquí no te vienen a dar recetas, que esto es para que hables de lo que te pasa a ti".
Salud mental / Psicoanálisis multifamiliarUna herramienta que ayuda a revertir el sufrimiento emocional
Creada en la Argentina, es una disciplina que actualmente se aplica en muchos países
lanacion.com | Ciencia/Salud | S?do 15 de noviembre de 2008

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