La reciente reunión entre dirigentes de la Coalición Cívica, encabezados por Elisa Carrió, y la conducción nacional de la Unión Cívica Radical (UCR), liderada por Gerardo Morales, puede ser interpretada como el comienzo de un proceso de reconstrucción de la oposición no peronista.
El hecho en sí, ocurrido unos diez días después de un llamado del ex presidente Raúl Alfonsín a un diálogo entre las fuerzas de la oposición, resulta positivo. Pero debe lamentarse que, a poco de concluido el encuentro realizado en la sede del comité nacional del radicalismo, hayan quedado de manifiesto los celos y las rivalidades personales que parecen disputarse el liderazgo de algo todavía inexistente.
Es vital que la oposición dialogue y que lo haga con un criterio amplio, sin pensar en carreras personales que muchas veces actúan a manera de árboles que no dejan ver el bosque.
Las fuerzas no oficialistas no pueden ser movimientos más o menos circunstanciales de apoyo a un líder de opinión sin mayor grado de organización. Mucho menos pueden funcionar como pequeños aparatos al servicio del narcisismo de un caudillo territorial.
Si imperase esta lógica, siempre habrá arbitrariedades y exclusiones, derivadas de una absurda pugna entre personalismos. Y perderán todos: los dirigentes opositores con ansias de figurar, los más moderados y buena parte de la ciudadanía, que una vez más no se encontrará representada.
El escenario político actual se halla dominado por un oficialismo con clara tendencia hegemónica, caracterizado por una estructura movimientista que ha sido, al menos hasta ahora, capaz de cooptar dirigentes opositores con métodos más que discutibles.
Frente a ese poder predominante, no existe una oposición de peso unificada, que exhiba la suficiente capacidad para acceder al gobierno nacional. Sólo los desaguisados de aquel oficialismo; sus permanentes violaciones de derechos consagrados por la Constitución, como el de propiedad, y su constante desaliento de la seguridad jurídica podrían llevar a pensar en una alternancia política.
No es esto, sin embargo, propio de un sistema político normal. Debería ser más propio de una democracia que los recambios en el poder se produzcan por la existencia de una oposición siempre lista para gobernar antes que por las torpezas de la fuerza gobernante.
La inexistencia de una oposición razonable frente al poder kirchnerista priva a los argentinos de políticas alternativas frente a las del Gobierno y de debates serios sobre los principales problemas nacionales.
Frente a la gravedad de la crisis presente, influida por un escenario internacional que seguirá golpeando con dureza nuestra economía, y a las dificultades financieras insoslayables, el Gobierno tiene el deber de convocar al diálogo sincero a los distintos sectores del país, abandonando su pretensión de negar al adversario y reducirlo a la categoría de enemigo. Y los representantes de los diferentes partidos de la oposición tienen otro deber no menor: anteponer la búsqueda de coincidencias, generando los cimientos de políticas de Estado que puedan ser debatidas.
El radicalismo, la Coalición Cívica, Pro y el socialismo, entre otras fuerzas políticas, tienen mucho por aportar a ese diálogo. Para eso debería haber en sus dirigentes real conciencia sobre la afligente situación del país y voluntad para ponerse de acuerdo en una serie de coincidencias básicas, que puedan volcarse en un compromiso legislativo para las elecciones parlamentarias de 2009.
Ante las evidentes dificultades que reinarían a la hora de pensar en listas de candidatos comunes a cargos legislativos, podría pensarse seriamente en una agenda pública o programa común, que constituya una suerte de paraguas bajo el cual iría a los comicios cada uno de estos sectores. La ciudadanía podría votar así por los candidatos de su preferencia, sabiendo que son parte de una misma propuesta general que ofrecería la oposición.
Editorial ILa oposición y el diálogo
El sistema político requiere una oposición menos fragmentada, que deje de lado los personalismos y busque coincidencias
lanacion.com | Opinión | Domingo 16 de noviembre de 2008
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