sábado, 27 de septiembre de 2008

Nadie tiene muy claro como salir de esta crisis.

Mucha gente, tanto de la izquierda como de la derecha, está indignada ante la idea de usar el dinero de los contribuyentes para rescatar el sistema financiero estadounidense. Tiene razón en estar indignada, pero no hacer nada al respecto no es una alternativa respetable. En este momento, los actores del sistema se niegan a prestar y acaparan el efectivo, y este colapso del crédito les recuerda a muchos economistas la corrida bancaria que provocó la Gran Depresión.

Entonces, la actitud adulta que se impone es el rescate del sistema financiero. La gran pregunta es ésta: ¿hay adultos a cargo y serán capaces de hacerse cargo?

A principios de esta semana, el secretario del Tesoro, Henry Paulson, trató de convencer al Congreso de que él era el adulto en el recinto y de que había acudido a protegernos del peligro. Y exigió autoridad total sobre el rescate: 700.000 millones que él usaría a discreción, con inmunidad de futuras revisiones.

El Congreso se negó. No se debería confiar a ningún funcionario del gobierno semejante privilegio monárquico, y menos aún a un funcionario que pertenece a la administración que condujo equivocadamente el país a la guerra. Para colmo, los antecedentes de Paulson no son tranquilizadores: estuvo muy lejos de apreciar correctamente la profundidad de los problemas financieros de la nación, y en parte por su culpa llegamos al actual momento de derrumbe.

Además, Paulson nunca proporcionó una explicación convincente de cómo funcionaría su plan y el juicio de muchos economistas fue, de hecho, que no funcionaría salvo como un enorme programa de protección social destinado a la industria financiera.

Pero si Paulson no es el adulto que necesitamos, ¿los líderes del Congreso están dispuestos y son capaces de cumplir ese papel?

Bueno, el "acuerdo de principios" bipartidario, que se anunció el jueves se ve mucho mejor que el plan original de Paulson. De hecho, coloca a Paulson bajo una muy necesaria supervisión adulta y exige una junta supervisora "con autoridad de interrumpir y cancelar". También limita la tarea de Paulson: en este momento, recibiría solamente (¡solamente!) 250.000 millones.

Mientras tanto, el acuerdo exige que se establezca un límite al salario de los ejecutivos de las empresas que reciben dinero federal. Y, más importante aún, "requiere que cualquier transacción incluya posesión conjunta".

Lo mismo de siempre
Lo más posible es que el gobierno de Estados Unidos termine haciendo lo que siempre hacen los gobiernos en las crisis financieras: usar el dinero de los contribuyentes para bombear capital en el sistema financiero. Según el plan original de Paulson, el Tesoro probablemente lo hubiera hecho por medio de la compra de residuos tóxicos por un valor mucho mayor del que tiene sin recibir nada a cambio. Lo que deberían recibir a cambio los contribuyentes es lo mismo que tienen derecho a recibir todas las personas que proporcionan capital: una parte de las acciones. Y de eso se trata la "posesión conjunta".

El plan del Congreso, entonces, parece mucho mejor -mucho más adulto- que el plan de Paulson. Dicho esto, digamos que no especifica los detalles, y los detalles son cruciales. ¿Qué precio tendrán que pagar los contribuyentes por la compra de una parte de esos residuos tóxicos? ¿Qué participación accionaria recibirán a cambio? Esas cifras son las que establecerán todas las diferencias. Y en cualquier caso, parece que no tenemos ningún acuerdo.
Opinión¿Y los adultos dónde están?

Por Paul Krugman

lanacion.com | Exterior | S?do 27 de setiembre de 2008

No hay comentarios: