sábado, 23 de agosto de 2008

El mundo nos mira azorados ante este escenario tan favorable a nuestras tierras sin entender cómo se traduce un derrotero de marchas y contramarchas.

La producción agropecuaria y sus industrias tal vez sean los sectores que demanden con mayor rigor una política de Estado, frente a las actuales circunstancias de un mundo donde la alimentación, la energía y el agua potable serán temas claves para la dirigencia política internacional.

Las políticas de Estado hablan de largo plazo, son sinónimo de continuidad e identidad como Nación; hablan de visión e identifican la misión consensuada en la búsqueda de objetivos altivos para las futuras generaciones. El agro y sus industrias nunca fueron parte de una política clara que trascienda un período electoral.

El país del interior ha generado el espacio propicio en la sociedad para orientar el timón hacia un puerto donde el agro y la comunidad se unen con una sola bandera, abandonando el recurrente cortoplasismo que se identifica con la ausencia de proyectos que fueron devorados por la inmediatez.

Generar una política de Estado para el agro y sus industrias requerirá para todos los actores involucrados dejar en el camino algunos paradigmas ya denostados y abandonar algunos beneficios personales en aras de una pragmática inclusión social que resulte en beneficio de todos.

El mundo nos mira y no nos entiende.
El mundo nos mira azorados ante este escenario tan favorable a nuestras tierras sin entender cómo se traduce un derrotero de marchas y contramarchas desde el Gobierno. No podemos avanzar si identificamos que las retenciones a las exportaciones de nuestros productos son un botín para ser repartido entre los "amigos políticos", o dando el espacio para que algunos gobernantes confundidos declamen con pasmosa soltura las acciones que harían con los dineros privados que generan los productores.

Si hay o no retenciones debe ser el resultado de las medidas que actúan cuando se exceden determinados limites que previamente fueron definidos y consensuados por profesionales idóneos en cada materia. Mecanismos que han quedado enmarcados por una política de Estado que no cambia su rumbo y sólo sufre leves retoques para adecuarse al conjunto del programa nacional y un mundo globalizado. No podemos manejar miles de millones de dólares privados con los slogans de "renta extraordinaria" y "redistribución de la riqueza".

¿Cómo y quiénes determinan la extraordinariedad de las ganancias cuando la palabra es sólo renta? ¿Cómo se agrega distribución para pasar a la categoría de redistribución, si cada seis meses cambiamos los rumbos?

Hemos consumido más de medio siglo buscando un Norte perdido donde se prioriza el consumo interno mediante una política de alimentos baratos, con un Estado que apropia una porción de la renta agropecuaria y la transfiere en parte a una sociedad con salarios bajos, sin pensar justamente que necesitamos revalorizar el concepto del salario real para medir la capacidad de crecimiento económico de la sociedad. Lograr el superávit fiscal es una meta clara para todo gobernante, ahora, no se puede pensar que se llega a esto manejando un paquete constante de retenciones a las exportaciones y el manejo de un tipo de cambio que penaliza al agro y a sus exportaciones.

Para reflejar algo de lo comentado en la práctica diaria sólo basta observar que desde el momento que un criador toma la decisión de preñar a sus vacas hasta lograr novillos pesados tipo exportación pasan aproximadamente 1000 días, casi el 70% del tiempo del mandato presidencial. Esto implica que al comenzar otra vez este ciclo con las mismas vacas hay un presidente nuevo en el país. Cómo un agricultor puede cubrir sus costos de producción y tener a disposición herramientas de financiación cuando el mercado de futuros desconoce qué nueva medida gubernamental se tomará mañana. De igual modo cómo hace el propietario de un molino harinero para pensar en crecer si no sabe cómo retornará su inversión en relación a las decisiones inmediatas que tome el gobierno de turno.

El desafío pasa por generar más granos, más carnes y dar mayor fuerza a sus industrias para transformar la inversión en un proceso económico que cuente con reglas claras.
OpiniónLa impostergable necesidad de una política de Estado

Por César A. Gagliardo

lanacion.com | Campo | S?do 23 de agosto de 2008

No hay comentarios: