lunes, 2 de junio de 2008

Las causas de la escasez mundial de granos.

La formidable alza de precios experimentada por los cereales y los oleaginosos en los últimos años se atribuye generalmente al aumento de la demanda. El mundo ha crecido mucho, en especial en los países emergentes, y más especialmente aún en la China y la India. En todos esos casos ello genera un aumento del consumo de alimentos, a menudo a tasas superiores a las del producto bruto interno, porque hay multitudes subalimentadas que pasan a comer más. Pero cuando esta situación produce escasez y altos precios, los más pobres no tienen acceso, o sólo insuficiente, a los alimentos básicos. Entonces muchos directamente se mueren de hambre. La primera pregunta que se plantea es por qué la oferta no aumentó en la medida necesaria para cubrir la mayor demanda. El mundo está lejos de haber agotado su capacidad potencial para producir granos y otros alimentos.

El primer factor es la oposición tenaz de los gobiernos europeos a la implantación de variedades genéticamente modificadas, con las cuales Europa podría producir mucho más a menor costo. En ningún momento se probó que las mismas eran peligrosas para la salud o que causaban otro tipo de daños. Por supuesto que no cualquier modificación transgénica tiene sentido. Por eso mismo las empresas y los institutos de investigación que se dedican a crearlas son muy cuidadosas en la experimentación, y sólo largan a la venta variedades experimentadas a fondo por ellos mismos.

No obstante, los ecologistas siguen con su prédica, actuando como grupo de presión. Tienen mucho éxito, ya que han infundido un temor generalizado en la población europea. Los gobiernos y los políticos no se atreven a ir contra ellos, aun sabiendo que no tienen razón. Los agricultores europeos se acoplaron a la oposición a las variedades transgénicas por considerarla simplemente otra medida de protección, ya que con eso se le traba acceso a su mercado a muchos países, en especial los EE.UU. y la Argentina, que hacen punta en materia de transgénicos.

Pero en los últimos tiempos, muchos agricultores europeos se están dando cuenta de que la utilización de semillas genéticamente modificadas los beneficiaría por aumento de rendimientos y baja de costos. En cuanto al aspecto ecológico, se está comprendiendo que las variedades transgénicas permiten reducir la utilización de herbicidas y plaguicidas, generalmente muy tóxicos y perjudiciales para el medio ambiente. Y ahora aparece un argumento de mayor peso: ¿es admisible que se renuncie a un aumento de producción de granos en un mundo hambriento?

El caso del arroz, tal vez el más extremo de todos, es crítico: está generando una alta mortandad por hambre en países asiáticos. Si se tratara sólo del arroz, el problema se podría resolver pasando al trigo y al maíz como base alimentaria. Pero en estos cereales se da una situación análoga de aguda escasez. Cabe acotar que en Asia también hay oposición a las variedades transgénicas. Se ha logrado implantar un gen de vitamina A en el arroz (extraído de una begonia), con lo cual se superaría la carencia de esta vitamina en amplios sectores de la población, que se alimentan de arroz y no tienen acceso a otros alimentos que contienen esa vitamina. Esa carencia llega a provocar ceguera. Pero esta variedad transgénica no pudo imponerse. El mundo está lleno de trogloditas, de los cuales muchos tienen influencia y forman parte de gobiernos.

Volviendo a Europa, lo grave de la tenaz oposición a los transgénicos es que países africanos tampoco avanzaron en la implantación de esa tecnología para no perder el acceso al mercado europeo y también por influencia intelectual de Europa. Con esto, el daño de los ecologistas europeos y sus compañeros de ruta (conscientes de serlo o no) se extiende más allá de las fronteras.

El segundo factor importante de limitación de cosechas es político. Los países que hasta la década del 90 conformaron la Unión Soviética tienen la posibilidad de aumentar su producción de cereales y oleaginosas en una medida importante. No lo hacen, porque en general mantienen el régimen de tenencia de la tierra de la época comunista. O sea, que hay unidades manejadas políticamente y no en forma empresarial. Hay un notable atraso tecnológico y también de utilización de maquinaria moderna. Hasta que no haya propiedad privada plena de la tierra, incluyendo a grandes empresas con extensiones importantes y capacidad de inversión en equipos y tecnología, el caso no tiene solución. Hay un avance en este sentido, pero muy lento y resistido políticamente por grupos que usufructúan el sistema actual.

Aparte de esto, en países africanos existe un doble fenómeno negativo: por una parte, en determinadas regiones hay mucho minifundio de baja productividad, y, por otra, en Zimbawbe (ex Rodesia), que era un importante productor de granos, el Gobierno echó a los productores blancos, con lo cual destruyó las empresas agropecuarias como tales, generando una situación caótica, con fuerte reducción de la producción agrícola. El resultado fue que el país experimenta una crisis de dimensiones fantásticas, con una emigración de millones de personas a Sudáfrica.

La Argentina ha contribuido mucho a alimentar al mundo. Hemos logrado en el ciclo 1997/98 una cosecha de cereales y oleaginosos de 96 millones de toneladas, el triple de cosechas normales de la década del 80, y 21 millones de toneladas más que en el año anterior. Hemos implantado tecnología moderna intensamente, no sólo por utilización de variedades transgénicas, sino por siembra directa (en la que hacemos punta), fertilización, utilización de maquinaria moderna y otras cuestiones.

En el campo argentino hubo una genuina revolución, que continúa. Podemos seguir avanzando, superando por mucho los 100 millones de toneladas, tanto por aumento de rendimientos como por avances de cultivos en zonas marginales. El tema empresarial y tecnológico está resuelto, pero también aquí falta la plena conciencia política sobre qué hacer y qué no hacer para lograr el objetivo. Además de producir más para beneficio propio, estaríamos ayudando a paliar el hambre en el mundo. Es un motivo para tener en cuenta.

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