lunes, 28 de abril de 2008

el Gobierno afronta en lo inmediato un desafío todavía más serio que el conflicto del campo: la inflación.

Cuando el fin de la tregua se aproximaba y un nuevo capítulo de la confrontación entre el Gobierno y el sector agropecuario estaba a la vista, la anticipación inesperada de la salida del Ministro de Economía redefinió el tablero político. Esa salida era un secreto a voces, pero el Ejecutivo la tenía programada para algunas semanas más tarde, presuntamente una vez sofocada la rebeldía de los productores rurales. El timing imprevisto de la renuncia del ministro, en cambio, hace evidente que el Gobierno está perdiendo la iniciativa y deja a la vista que aunque la economía todavía luce bien, transita por mal camino.

Paradójicamente, la salida de Lousteau le brinda al Gobierno la posibilidad de utilizarlo como chivo expiatorio para cerrar el conflicto con el campo. Ello ocurrirá, seguramente, después del 2 de mayo, a fin de minimizar la sensación de que el matrimonio gobernante no ganó la pulseada, pero sucederá más temprano que tarde porque los productores, aunque tendrán que aceptar una satisfacción sólo parcial de sus demandas, no pueden reanudar el paro sin correr el riesgo de fragmentar su frente interno, perder el apoyo de la opinión pública y quedar aislados. De todos modos, pese a que el kirchnerismo tratará de presentar ese desenlace como una victoria, el fenomenal error de cálculo que cometió cuando decidió confrontar con "el campo" por ignorar los impresionantes cambios que tuvieron lugar en la economía y la sociología del sector durante las últimas dos décadas, terminará por hacerle pagar al Gobierno un alto (e innecesario) costo político.

Opinión
¿El rey y la reina están desnudos?

Por Guillermo Rozenwucerl


LANACION.com | Política | Lunes 28 de abril de 2008

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