Por eso, cuando Lewis decidió trasladar sus "oficinas" al garaje de su propia casa, sus amigos comenzaron a llamar desesperadamente a su esposa, para tratar de informarse acerca de su estado mental. La mayoría pensaba que Lewis había enloquecido de repente. Pero nada de eso le sucedía al productor estrella autodespedido, sino más bien todo lo contrario: se estaba reinventando a sí mismo como un referente mundial -lo que hoy es- de una forma nueva de pensar y hacer periodismo de alto nivel: la investigación periodística sin fines de lucro, por fuera de los medios para los medios.
También estaba procesando, en su corazón y en su cerebro, lo que luego sería la organización de periodismo de investigación más grande del mundo, el Centro para la Integridad Pública (CPI), su amada criatura, de la que fue director ejecutivo hasta diciembre de 2004. CPI es actualmente una organización independiente que investiga influencias políticas, corrupción y otros temas relacionados con la ética pública en distintos países del mundo.
Con un staff de 40 personas y una red de 92 de los mejores periodistas de investigación en 48 países, el CPI publicó más de 250 investigaciones, incluyendo 14 libros, y fue premiado por la Organización de Periodistas y Editores de Investigación (IRE) y la Sociedad de Periodistas Profesionales (SPJ).
Por animarse a poner en práctica su "locura" creativa, Lewis recibió en 1998 la beca MacArthur, llamada de "los genios". En estos años fecundos, no sólo recibió reconocimientos y premios sino que logró conmover con sus trabajos: Lewis es el periodista que investigó y denunció que el presidente Bill Clinton alquilaba la Casa Blanca para financiar su campaña política, y que la ex compañía del vicepresidente de Estados Unidos Dick Cheney, Halliburton, se había llevado los contratos más jugosos para la reconstrucción de Irak.
Otro momento emocionante, según relató a LA NACION, fue cuando obtuvo y publicó online el texto secreto, de 120 páginas, del proyecto "Patriot Act II", que buscó limitar seriamente las libertades civiles dos semanas antes de la invasión a Irak, en 2003.
"El departamento de Justicia, bajo el presidente Bush, nos pidió que no lo publicáramos -recuerda Lewis-, pero, lejos de eso, pusimos el texto entero en la red, donde tuvimos 15 millones de visitas y más de 100 artículos noticiosos".
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