El rencor y la amargura son particularmente lamentables, en vista de las altas expectativas puestas en la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Los expertos de uno y otro lado esperaban que la transición del 10 de diciembre ofreciera una oportunidad de mejorar las relaciones bilaterales y, como dijo la misma Presidenta, la calidad de las instituciones democráticas. No es un secreto para nadie que en estos últimos años la relación bilateral ha sido tensa, en especial desde aquella cumbre de Mar del Plata, tan discordante, que reunió a los jefes de Estado del hemisferio. Por cierto, no era posible ni deseable volver a las "relaciones carnales" que caracterizaron los años de Carlos Menem, pero la reacción respecto de ese período se había ido casi al otro extremo.
El hecho de que Buenos Aires haya atribuido de inmediato motivos políticos al procesamiento reciente de cuatro venezolanos (uno sigue prófugo) y un uruguayo es un síntoma del empeoramiento de las relaciones y las sospechas desenfrenadas.
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