El relevamiento estuvo a cargo del Ministerio de Desarrollo Social y del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes. La ciudad fue dividida en 44 zonas y durante ocho horas, las calles fueron recorridas palmo a palmo por 180 operadores de calle y voluntarios de Cáritas, los scouts, la AMIA y la Iglesia Evangelista, entre otras organizaciones no gubernamentales (ONG). Por no haber ingresado en las villas, funcionarios del Ejecutivo porteño reconocen que no se incluyó en el censo a una importante cantidad de chicos que deberían haber sido contemplados en él. Tal vez por ese motivo, datos preexistentes, elaborados por otras ONG, revelan la existencia de una cantidad sensiblemente más cuantiosa de chicos de la calle.
Los censistas encontraron 798 chicos y adolescentes durmiendo o trabajando en la calles y pudieron entrevistar a 573. El 67 por ciento son varones; el 29 por ciento tiene entre 13 y 15 años, y el 32 por ciento de los chicos es menor de 9 años. Sólo 83 de los chicos encuestados, es decir, el 14 por ciento, vive en la calle en forma permanente. Otro 14 por ciento alterna entre su casa y la calle. Y el 68 por ciento, tiene una casa, aunque pasa gran parte del día desarrollando actividades en la calle. El 76 por ciento mantiene contacto diario con su familia. Por otra parte, el 53 por ciento de los censados estaba cartoneando, el 10 por ciento durmiendo y treinta (un 5 por ciento) fueron observados mientras consumían sustancias adictivas. El 15 por ciento subsiste pidiendo limosna y el 1,5 por ciento haciendo malabares en los semáforos. El 82 por ciento de los chicos de la calle son del Gran Buenos Aires. Se impone trabajar en conjunto con las autoridades bonaerenses, como señaló el jefe del gobierno local, Mauricio Macri: "La provincia es parte de este tema, es una única realidad".
Los datos obtenidos en el censo serán utilizados en el Programa de Fortalecimiento de Vínculos que en una primera etapa comprenderá el trabajo de calle; en la segunda fase se llevarán a los chicos a hogares de contención ya existentes en la ciudad o a otros tercerizados a través de ONG, y en la tercera se trabajará sobre la realidad particular de cada chico y desu grupo familiar. Hay muchas razones por las cuales los niños terminan en las calles: el fallecimiento de los padres, la violencia o el abuso familiar, y la imposición de trabajar para apoyar económicamente a la familias. Además, muchos padres no están en condiciones de alimentar a sus hijos adecuadamente.
El problema esencial reside en la falta de contención en sus hogares: estructuras familiares numerosas, desmembradas, violentas, en condiciones económicas paupérrimas, con padres desocupados casi endémicamente. La falta de garantía de condiciones mínimas de salud, educación y vivienda que padecen son los puntos más críticos en este sentido. Las carencias en términos de salubridad y de prácticas elementales de higiene así como las deficiencias del acceso a la enseñanza elemental, retroalimentan un círculo vicioso que excluye a niños y jóvenes.
Editorial II
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