martes, 6 de noviembre de 2007

El pricipal activo es la educación.

Para la información y el conocimiento se vive un momento histórico único. El poder transformador que baja de los satélites, dijo Ramírez, no tiene paralelo con nada del pasado. Están ocurriendo los fenómenos multiculturales de mayor trascendencia en la humanidad, pero América latina atraviesa el más rotundo de sus fracasos por los reveses de su educación. La región no utiliza las herramientas que están, en principio, a disposición de todos.

En la Argentina hay un debate, como se sabe, sobre si corresponde cruzarse de brazos después de haberse logrado la democracia electoral. ¿Hay, acaso, democracia republicana: o sea, plena división del sistema de poderes de gobierno, independencia del Poder Judicial, ejercicio suficiente de las atribuciones constitucionales otorgadas por la Constitución al Congreso, autonomía de las provincias en su política de ingresos fiscales? No es ése el debate abierto en el contexto de un país; es el debate del que participa un continente.

Ramírez lo expuso del siguiente modo: los caudillismos actúan por encima de las instituciones porque no hay educación suficiente a fin de impedirlo. Sin educación, se malogra el papel superador que traerían consigo las instituciones fuertes, previsibles, confiables, respetadas. Quedamos así fuera de lo que Ramírez denominó, con acierto celebrado, el arco de los beneficios producidos por "la magia de las instituciones".

Por añadidura, en medio de instituciones débiles y la colisión entre caudillismos modernos y caudillismos que vienen del pasado sin lograr convivir en paz entre ellos, el pasado toma sus revanchas, observó Natalio Botana, politicólogo argentino. Nuestros países tienen que lidiar con el pasado, pero la Justicia, llevada a intervenir, no mira el pasado histórico, sino que suele mirar el pasado inmediato. Las brechas sociales, tan profundas como que no hay otra región en el mundo donde resulten de mayor inequidad, son brechas culturales, dijo Ramírez. Antes, los extremos de la desigualdad iban de quienes tenían más, por un lado, a quienes tenían menos, por el otro; ahora, entre quienes saben más y quienes saben menos. Así funciona, inexorablemente, la vara de medida en la sociedad del conocimiento. El canciller chileno, Alejandro Foxley, había dicho eso mismo pero de otra manera: ya no es el grande que le gana al chico; es el rápido que le gana al lento. Es consecuencia de que aquél dispone no sólo de información y conocimiento anticipados; también aprende a equivocarse primero.
El Foro Iberoamérica
Pensadores e intelectuales de América latina advirtieron sobre la necesidad de impulsar la ciencia y el conocimiento en la región
LANACION.com | Exterior | Martes 6 de noviembre de 2007

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