En los últimos años, el debate sobre la ley de presupuesto de la administración pública ha pasado a ser un trámite rápido que habitualmente, sin mayores objeciones, es sancionado por el Congreso. Esta situación dista de ser normal. Sobre todo por la ausencia de un debate político de fondo sobre aquello que debería considerarse, por respeto a los contribuyentes, el tema de mayor importancia del año. Por si fuera poco, por delegación legislativa, el jefe de Gabinete tiene la facultad de reasignar partidas, lo cual hace que se pueda desnaturalizar el destino que los legisladores les otorgan a los recursos públicos.
Si en esa ley, fundamental en la mayoría de los parlamentos del mundo, no gravita el debate, ¿en qué invierten sus esfuerzos los legisladores? El 59 por ciento de los gobernadores elegidos este año son o han sido diputados o senadores nacionales, lo cual establece una fuerte relación entre el cargo de legislador y el de gobernador, según revela un informe de Directorio Legislativo, proyecto independiente dirigido por María Baron.
Es notorio, asimismo, el bajo número de legisladores que renunciaron a sus bancas para dedicarse a las campañas electorales y los que solicitaron licencias sin goce de haberes para ese fin. Esto coincidió, en este año electoral, con una marcada reducción de la actividad en ambas cámaras. En 2006, Diputados concertó 30 sesiones; en 2007, apenas 20. Otro tanto sucedió en el Senado: se reunió 25 veces el año último y 11 en el actual.
"La última sesión en la Cámara de Diputados antes de las elecciones [del 28 de octubre] fue el 15 de agosto, y la última en el Senado fue el 22 de agosto -dice el informe de Directorio Legislativo-. Ambas cámaras tuvieron su siguiente reunión el 7 de noviembre, lo que significa casi tres meses sin sesiones."
Editorial I
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