Era un respetado abogado especializado en derecho bancario con actividad en Miami hasta que devino en "lavador de dinero" proveniente del tráfico de drogas, una actividad que desarrolló por algo más de 10 años (de 1979 a 1990) sin que jamás lo detectaran y sin dejar de ejercitar tampoco nunca su vida formal de abogado.
Su rutina era sencilla. En vísperas de un fin de semana, provisto de valijas repletas de efectivo, se embarcaba en un vuelo privado hacia la diminuta isla de Anguilla, uno de los tantos paraísos fiscales diseminados en el Caribe dependiente de Inglaterra, donde depositaba los dólares en efectivo en una entidad que no tuviera sucursales en Estados Unidos. Luego, el dinero pasaba por varias plazas en las que había escaso control o el delito no era penado con prisión, hasta que se depositaba en la cuenta de una empresa de hipotecas, que le otorgaba un "autopréstamo" a su dueño formal, el propio Rijock o alguno de sus socios.
Pero su próspera carrera terminó en la cárcel cuando uno de sus socios, tras ser arrestado, lo delató para reducir su propia pena. De todos modos, su reclusión se redujo cuando aceptó poner su experiencia al servicio de las autoridades de Estados Unidos para alertarlas sobre las cuestiones a las que ha que prestar más atención para detectar operaciones de lavado.
Ahora es un cotizado consultor que pasó por Buenos Aires, invitado por World Check, para exponer ante los banqueros privados locales agrupados en Adeba y mantener reuniones con autoridades. Este fue el diálogo con LA NACION.
Entrevista con Kennet Rijock
La bancarización es el primer paso, dijo

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