De la mano de Petrobras, en poco más de 50 años Brasil pasó de importar casi todo el petróleo que consumía a lograr su abastecimiento y convertirse en exportador neto.
Produce 1,8 millones de barriles por día de petróleo y tiene reservas de 12.500 millones de barriles. Si incorpora esas reservas probadas se convierte en un actor de peso en el mercado mundial cuando ya ostentaba un galardón de primer nivel como productor de una energía alternativa: el etanol derivado de la caña de azúcar.
El descubrimiento brasileño pone en jaque ciertos prejuicios geológicos. Se nos viene repitiendo que hay muy pocas probabilidades de descubrir petróleo en grandes cantidades lejos de Medio Oriente y fuera de la OPEP. Es más, predominan los pronósticos neomalthusianos, que vaticinan la irreversible declinación de la producción petrolera mundial. Pues bien, los técnicos de Petrobras han encontrado nuevo petróleo en una cuenca productiva y ya explorada. Sólo que investigaron a mayor profundidad.
Es más caro explotar ese petróleo, pero un barril a US$ 100 más que lo justifica. Empiezan a verse resultados de inversiones exploratorias alentadas por un precio que no dejó de aumentar desde 2003 a la fecha. ¿Será el único resultado exitoso o empezará a haber otros anuncios como lo previeron algunos economistas que se atrevieron a desafiar los augurios de los geólogos pesimistas?
En ese escenario, y frente a las dudas que ofrece hoy la tasa de expansión de la economía mundial, es posible que la cotización del crudo haya alcanzado su techo.

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