viernes, 10 de agosto de 2007
Vasinos virtuales
Los casinos online permiten apostar fortunas desde la comodidad del hogar. Para los adictos al juego es una irresistible tentación que escapa a todo tipo de control
No hay crupieres gritando "Hagan sus apuestas", no hay mozas ofreciendo whisky, no hay paños verdes, ni fichas en la mano, pero muchos jugadores encuentran en los casinos virtuales la misma adrenalina que hallan en los casinos reales. Por eso, las salas de juegos online se han convertido en un gigantesco imperio virtual que no deja de extender su dominio.
Para medir su dimensión sólo basta ingresar la palabra "Casino" en el buscador Google. El resultado es sorprendente: aparecen 234 millones de páginas. Una cifra exorbitante que supera ampliamente a cualquier otro término. A modo de complemento de estos sitios, existen muchos otros que enseñan trucos para ganar, que regalan programas para practicar o que le prestan a los apostadores un espacio para compartir sus presentimientos. ¿Entretenimiento, tecno-ludopatía o juego clandestino?
La Ley de Juegos que rige en la Ciudad de Buenos Aires explica que "organizar sin autorización sorteos, apuestas o juegos, por procedimientos informáticos en los que se prometan premios en dinero, y dependan en forma exclusiva del la suerte o la destreza", es una contravención. Sin embargo, controlar las apuestas en Internet es una misión imposible incluso en los países más desarrollados del mundo debido a que las páginas pueden pertenecer a países donde el juego está autorizado. Es por eso que el monitor puede transformarse sin ninguna dificultad en una ruleta, en una mesa de póker o en un cartón de bingo.
Para los jugadores responsables estas páginas son simplemente una fuente de diversión, pero no así para quienes padecen ludopatía. Estos sitios pueden llegar a ser una indomable tentación que entorpezca la curación de una enfermedad reconocida por la Organización Mundial de la Salud. La comodidad de apostar desde el propio hogar-previo depósito de dinero a través de la tarjeta de crédito- y la falta de testigos durante las partidas pueden, sin lugar a dudas, estimular la adicción al juego.
Desde el anonimato un ludópata que trabaja en la ONG Jugadores Anónimos explica: "Por ahí Internet genera ese ámbito de soledad, como para jugar la cantidad que quieras sin que nadie esté observando y sin que haya mufas alrededor. Las personas que apuestan sin control y que acostumbran a perder el dominio de sí mismos preferirían estar solos en las mesas de juego reales, porque cuando pierden, le echan la culpa de su mala suerte al que está sentado al lado."
Contrariamente a los jugadores solitarios, muchos otros disfrutan de sentirse acompañados durante las partidas y aprovechan la oportunidad para conocer gente. Y por ejemplo, como ocurre en los bingos reales, donde se acostumbra a compartir la mesa con desconocidos, en los virtuales existen salas de chat que prometen ser "un lugar donde cada uno de los participantes se preocupa sinceramente por los otros miembros del grupo".
Al ingresar a uno de estos sitios se puede leer: "Cuando ingreses al chat de bingo, serás recibido con una gran sonrisa, palabras de aliento y deseos de buena suerte. Incluso cuando sientas que el mundo se cae a pedazos y creas que todos están en tu contra y que nada puede salir bien, visitar a tu familia del chat de bingo te puede devolver la sonrisa". Si hay algo que tienen de positivo con respecto a los bingos reales es que en caso de ganar, por más ciberamistad que haya, no existe la obligación de invitarle un cartón a cada persona que esté sentada en la cibermesa.
Otros jugadores, aunque no acostumbren a apostar dinero en la Web, utilizan los sitios para compartir sus presentimientos y sus números de la suerte. "Holita a todo la gente con buenas ondas y muchas ganas de ganar platita. Mis pálpitos para hoy son 322, 22, 006", arriesga Chanita de Boedo. "El 44 me está desangrando. No quiere venir. Hoy miércoles salí por favor. Tuve un sueño que veía en cartelera el 609-09 y el 47 -48. Mis sueños son buenos pero les dejo esta inquietud", comenta otro participante del foro que en menos de un año recibió más de 22 mil comentarios.
La tecno-ludopatía está en ascenso. Pero según informa una empleada del Programa de Prevención y Asistencia al juego compulsivo de la provincia de Buenos Aires, hasta el momento ningún jugador pidió ayuda para poder controlar una adicción exclusiva a las apuestas online. "Se debe a que generalmente los más compulsivos tienden a viajar muchos kilómetros para poder jugar en casinos alejados de su localidad", aclara a Clarín.com la mujer, que por trabajar en una línea de atención telefónica anónima, prefiere resguardar su identidad.
Guido Laghi, creador del sitio juegoalprode.com.ar, coincide en que la mayoría de los jugadores prefieren ir físicamente al lugar donde ocurren las apuestas, pero asegura que por la comodidad que ofrece el juego virtual se están sumando nuevos adictos que se inclinan únicamente por las ciberapuestas. "Me animo a decir que la edad promedio de los tecnoludópatas oscila entre los 25 y los 35 años. Tiende a ser gente joven que está vinculada a las nuevas tecnologías, porque la gente más grande se resiste a las computadoras", manifiesta Laghi a Clarín.com.
Regular las apuestas online es algo muy difícil y hasta que no exista un control efectivo por parte de los distintos gobiernos, los adictos no podrán, por ejemplo, inscribirse en un programa de autoexclusión, como ocurre en las salas de juego reales. Para evitar seguir padeciendo las consecuencias de la adicción al juego deberán ser los propios ludópatas los que digan "No va más" y apaguen sus monitores. Por otra parte, los que no encuentran placer en el apostar dinero deberán seguir tolerando las constantes invasiones en las pantallas de las publicidades de los casinos online, las que prometen dinero gratuito para iniciar las partidas
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