viernes, 10 de agosto de 2007

Una empresa agropecuaria

LABOULAYE.- La historia de Héctor Rubíes es la historia de un sueño cumplido. Es el sueño hecho realidad de un profesional que apenas recibido de veterinario, en 1965, decidió trabajar en el interior para algún día ver logrado su objetivo: ser dueño de una empresa agropecuaria. A juzgar por lo que ha sido su vida en los últimos cuarenta años, Rubíes alcanzó la meta: hoy tiene 1350 hectáreas propias; arrienda otras 2500; hace agricultura, ganadería, tambo; posee un comercio de venta de productos veterinarios y semilla forrajera, y hasta llegó a tener una planta de acopio. Poco o mucho según cómo se quieran ver sus logros, pero, al fin, un capital que da cuenta de un objetivo cumplido. Pero, más allá de lo que hoy tiene, hay algo todavía más importante en el caso de Rubíes, que calza bastante bien con las historias de otros cientos de emprendedores que casi de la nada consiguieron algo. Ese plus extra es la visión por buscar oportunidades, ir detrás de ellas con proyectos, pensar que hay mucho más por hacer aun cuando se hayan alcanzado ciertas metas, planificar a largo plazo, desarrollar nuevos emprendimientos en sociedad con otras personas, definir alianzas estratégicas para optimizar resultados y, sobre todo, estar dispuesto a los cambios cuando puedan ser necesarios. "Haga lo que uno haga, uno tiene que ser una máquina de ideas; un banco de ideas permanente", expresó este productor, miembro del CREA Laboulaye-Buchardo.

Un poco de talento, otro tanto de una necesidad constante de desarrollar una visión optimista y estratégica sobre el sector y, también, algo de suerte, han sido los condimentos que Rubíes le puso a su desafío de llegar a tener un establecimiento agropecuario propio. "Creo que en mi caso ha sido importante generar ideas, proyectos y llevarlos hasta el final. También ha sido importante tener buen crédito entre los productores como veterinario", subrayó.

Precisamente, de la mano de su profesión, Rubíes comenzó a construir cada porción de su capital. Y ya en los inicios de su oficio tuvo ese olfato para sumarse a las oportunidades que se presentaban, como cuando escuchó que había laboratorios que buscaban veterinarios en la zona. Los escuchó y, tras terminar sus estudios en Buenos Aires, se mudó a esta ciudad del sur cordobés. "Vine a hacer mis primeras armas acá; trabajé en una veterinaria y después, conociendo productores, abrí mi propia veterinaria", recordó.

En fin, con su oficio y la actividad comercial llegó también la posibilidad de meterse en el negocio de la producción. Es que, en una especie de canje por servicios prestados a los productores, se le abrió la posibilidad de capitalizar hacienda.

Visión y oportunismo

¿Cómo surgió esa idea de cambiar servicios profesionales por producción? El mismo la explica. "Fue un poco de visión y de tener buen crédito como profesional", dijo, destacando palabras que varias veces usó en la entrevista con este cronista.

De ahí en más, sumó cabezas de ganado y no pasó mucho tiempo hasta que se presentó otra oportunidad: alquilar un campo chico, de 320 hectáreas. "Vislumbré esa posibilidad con lo que daba la hacienda (capitalizada) y la producción", señaló.

Con el campo alquilado, salió él mismo también a tomar hacienda y comenzó a definir parte de la estrategia productiva que después tomó forma en otras actividades, además de la ganadería. Esto es, apuntar a altos niveles de producción. "Ya en ese momento me preparé para tener una buena producción de carne con una base forrajera ideal", comentó.

Hoy en los lotes muy buenos dedicados a la invernada obtiene, con alfalfa consociada y suplementación, una producción de alrededor de 1000 kilos de carne por hectárea. Una cifra importante en una región donde no abunda la calidad de agua; en la zona hay muchos campos con una napa salina que puede traer diversos problemas.

Después del alquiler de las 320 hectáreas, la siguiente oportunidad fue pasar a ser propietario. Rubíes aprovechó eso que esperaba. "Me ofrecieron un campito de 60 hectáreas de buena calidad de agua y lo compré", señaló. Lo hizo con facilidades por parte del dueño del campo, entregando hacienda y una herramienta que habría de utilizar estratégicamente para expandirse en sucesivas adquisiciones: el crédito bancario.

A esas 60 hectáreas después llegaron 90 más, luego otras 100 y el proceso no se detuvo hasta las actuales 1350 hectáreas propias. El núcleo productivo de Rubíes se ha desarrollado en torno del lugar de las primeras hectáreas que compró. ¿Qué vino a continuación? "No paramos de hacer esfuerzos", dijo. Para este productor, eso significa haber seguido pensando en ideas para crecer. Ideas que luego tomaron tres hijos, en cada pata del organigrama de la empresa, y un equipo de trabajo que llegó a contar con más de 30 personas.

Aparte del campo propio y de las 2500 hectáreas alquiladas, Rubíes incursionó en alianzas y sociedades, como pools de siembra, maquinaria, aprovechó el hecho de haberse ligado a la venta de insumos y cada cosa que le podía sacar del campo, como hasta el engorde de novillos Holando de un tambo para la exportación, y no dudó en sumarse a un grupo de 10 productores que salen a negociar en conjunto el mejor precio posible para la leche que producen. Hoy Rubíes tiene un tambo de unos 4800/5000 litros por día, con 230 vacas en ordeñe.

No sólo hubo nuevos proyectos, sino la definición de objetivos claros en cada una de las actividades que encaró para diversificar riesgos y sumar facturación. "En la agricultura hago una producción que apunta a los altos rindes; no hago otra cosa que no busque ese objetivo (en soja en esta zona ha llegado, en campo propio, a picos de 4400 kilos; en maíz ha superado los 100 quintales)", comentó. Siguiendo el objetivo de los altos rindes, tiene una filosofía. "Hoy hay que pensar en los pequeños detalles; haciendo una receta para cada lote y para cada circunstancia", enfatizó.

Por el lado de la ganadería, hay un concepto parecido. "Aquí también se trata de una actividad de alta producción (1000 kilos de carne en los mejores lotes para la invernada)", explicó. Una buena alimentación es la clave, según dijo, a lo que se suma la atención de un personal idóneo y capacitado.

Pero no todo ha sido sencillo. Rubíes sufrió inundaciones graves; en una de ellas llegó a perder casi el 80% de lo invertido en agricultura. Hoy cuenta eso como una anécdota que dejó enseñanzas. ¿Sería factible volver a lograr la meta que alcanzó? La pregunta queda abierta. Por lo pronto, él responde: "Empecé desde muy abajo, con esfuerzo, trabajo y dedicación". La visión por aprovechar oportunidades y hasta buscarlas estuvo presente desde el comienzo de su historia, hoy un sueño hecho realidad

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