LIMA (El Comercio/GDA).- El gerente general estaba desesperado. Su gerente comercial había renunciado. Lo convocó la competencia, y aunque trató de retenerlo, fue en vano. Ahora teme que su gerente de producción también se vaya y no puede darse el lujo de perderlo. Menos ahora, que las cosas van bien.
Hasta hace poco retener a los talentosos no era un tema relevante. No había trabajo y, por lo tanto, la gente no tenía adónde ir. Esto ha cambiado tan de golpe que muchos aún siguen creyendo que los empleados trabajan sólo por dinero y dos palmaditas en el hombro.
No saben cómo reenganchar a su gente y mejorar su salario emocional. No entrenan a los jefes, mandos medios y gerentes para ser mejores líderes y dar un feedback constructivo. No dedican ni el 5% de su tiempo a las personas; no saben que un buen líder invierte por lo menos el 20% de su tiempo en conocer, motivar, entrenar y comprometer a su gente. Parecen no saber que para un empleado, su jefe es la empresa.
Perú crece, su economía mejora y la competencia por talento empieza a tomar niveles internacionales. Después de años de no valorar a la gente y hasta considerarla costo, las empresas empiezan a comprender que no pueden darse el lujo de perder su principal factor competitivo. En el mercado que se nos viene, el único diferenciador sostenible es el personal de la organización. Estamos ante una situación común en otras realidades: la gente inteligente escoge dónde quiere trabajar, y no lo contrario. Los gerentes descuidan a su personal y luego, cuando ya es tarde, no saben qué hacer. Aquí proponemos cinco ideas fáciles de aplicar.
1. Capacite. No hay mejor manera de comprometer y estimular a su gente que apoyando su desarrollo y empleabilidad. Póngale un coach ejecutivo a quienes no pueden darse el lujo de perder. 2. Informe y comunique mucho, con frecuencia y total transparencia. Así evita rumores e incertidumbre. No se vaya de viaje en medio de cambios importantes. Dé la cara y sea accesible.
3. Haga la lista de sus empleados clave. Recontrátelos hoy mismo. Sepa qué quieren, qué los motiva y preocupa. Interésese en ellos. Recupere su confianza siendo consistente con los valores que predica, sobre todo en momentos de cambio.
4. Reconozca a su gente con frecuencia y seriedad. Celebre las pequeñas victorias que se dan en el camino. No espere a hacerlo sólo una vez al año.
5. Y, sobre todo, hágase las tres preguntas claves del liderazgo: ¿cuál es el reto principal que tiene para cumplir con las metas planteadas?; ¿cuál es el obstáculo más grande para vencer ese reto?; ¿qué puedo hacer para ayudarte? Las respuestas le sorprenderán. Con estos pasos, tenga la certeza de que habrá empezado a reenganchar a su gente y mejorar su salario emocional.
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