viernes, 10 de agosto de 2007

Reflujo o acidez

Selina no podía sentarse a la mesa sin pensar en el después. "Era una sensación de ardor en el pecho y de que la comida subía por la garganta. Comer dejó entonces de ser algo que me diera placer y empecé a bajar de peso", cuenta esta mujer de 54 años que desde hace 10 padece reflujo gastroesofágico.

Los síntomas de Selina -popularmente conocidos como "acidez"- forman parte de la vida cotidiana de uno de cada cuatro argentinos. Según un reciente estudio, el 23% de los mayores de 18 años padece reflujo gastroesofágico, una enfermedad de fácil tratamiento, pero que de no ser controlada conlleva numerosas complicaciones.

"El problema es que sólo un tercio de los argentinos que padece reflujo consulta al médico", señala el doctor Jorge Olmos, médico de planta del Servicio de Gastroenterología del Hospital Italiano, que junto con su colega Juan Carlos Chiocca, del hospital Posadas, acaba de publicar en la revista Alimentary Pharmacology & Therapeutics un estudio que da cuenta del impacto del reflujo en nuestra población.

"Los que no consultan al médico -continúa Olmos- se automedican; van a la farmacia y compran cualquier cosa."

Pero buena parte de los antiácidos que se ofrecen en farmacias y quioscos sólo alivia los síntomas, sin hacer nada frente a las causas del trastorno. "El mayor riesgo de la automedicación es que muchos antiácidos calman los síntomas, mientras la enfermedad sigue su curso, lo que puede llevar a la aparición de complicaciones", agrega el gastroenterólogo.

Aunque las formas más leves de esta afección no presentan mayores complicaciones y pueden ser fácilmente mantenidas a raya con medicación "a demanda", las formas más avanzadas aumentan hasta 40 veces el riesgo de padecer cáncer de esófago y pueden requerir medicación de por vida o, en algunos casos, una cirugía.

Una barrera vulnerable

La acidez -que junto con la sensación de regurgitación de la comida constituyen los síntomas cardinales del reflujo gastroesofágico- se produce como resultado del retorno del contenido del estómago al esófago. Pero las paredes del esófago no están preparadas para soportar la acidez de los jugos gástricos. Y eso arde.

Ese ácido y a veces doloroso retorno puede deberse a diversos factores. "En el 40% de los casos, el reflujo es causado por una relajación transitoria del esfínter esofágico inferior [ver ilustración], que normalmente se relaja cuando la persona come y se cierra luego para impedir que la comida regrese al esófago", explica el doctor Olmos.

Otra causa habitual de reflujo es el llamado esfínter hipotensivo, que hace referencia a que ese músculo que cierra el paso entre el esófago y el estómago es muy débil. "Otra causa puede ser también una hernia hiatal, que es el desplazamiento del estómago al esófago -describe el gastroenterólogo-. Sin embargo, no todas las personas con hernia hiatal tienen reflujo."

Sea cual fuere la causa del reflujo, sin tratamiento la enfermedad puede causar numerosas complicaciones: inflamación del esófago o esofagitis, trastornos pulmonares como la neumonía o la bronquitis y, ya en estadios más avanzados de la enfermedad, el llamado esófago de Barrett, una alteración de las células que revisten ese conducto que puede devenir en cáncer.

Cuándo consultar

"Acidez de vez en cuando tiene todo el mundo, pero es importante que cuando ésta se hace frecuente y afecta la calidad de vida la persona que la padece consulte", advierte el doctor Olmos. Se habla de reflujo gastroesofágico cuando la acidez, la sensación de regurgitación o ambos se presentan al menos una vez por semana.

En muchos casos, basta con observar una serie de medidas higiénico-dietarias para prevenir el reflujo. Evitar las comilonas, no ir a dormir inmediatamente después de comer, mantenerse alejado de ciertos alimentos (café, cítricos, gaseosas, por ejemplo) y no fumar son algunos de los más efectivos.

Pero si la acidez no cede, hoy se dispone de un nutrido arsenal farmacológico para hacer frente al problema: antiácidos, drogas que protegen la mucosa del esófago, medicamentos que estimulan el vaciado del estómago o que inhiben la producción de ácido. Estos últimos tienen "hasta un 90% de efectividad a la hora de aliviar los síntomas y de permitir la cicatrización del esófago, lo que evita la aparición de complicaciones", comentó Olmos.

Aunque la mayoría de los pacientes responde a los tratamientos farmacológicos, otra opción es la cirugía llamada "fundoplicación", en la que se ajusta el esfínter esofágico en un intento de impedir el reflujo.



Quienes requieran información y orientación al respecto pueden contactarse a través del (011) 4328-4666, de lunes a viernes, de 13 a 18, o a través del correo electrónico famgi@fibertel.com.ar.

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