Andrea Dolhare está feliz, aunque a medio camino. Esta arquitecta de poco más de 30 años se siente una privilegiada por poder hacer lo que le apasiona y cobrar por ello, pero, dice, todavía está sembrando. Andica, la línea de productos de decoración a base de cueros y maderas que nació hace seis años casi por azar, llegó en noviembre al shopping Buenos Aires Design y, de allí, a las manos repletas de pesos de los turistas.
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En realidad, el azar fue apenas el punto de partida, en 2001. "Tenía una clienta a la que fui a hacerle trabajos muy importantes de decoración en la casa -cuenta Dolhare-. Le propuse usar objetos de cuero, aunque cuando salí al mercado me di cuenta de que no había absolutamente nada. Entonces, me puse a diseñar esos objetos." Pero llegó la crisis, y se fue la clienta. Sin embargo, la emprendedora transformó esos bocetos en anotadores, ceniceros, juegos de mesa y portarretratos, y los vendió entre sus amigos. Fue el principio de lo que, paso a paso, se convertiría en un próspero negocio. Por intermedio de conocidos se contactó con algunos mayoristas y llegaron las primeras ventas en cantidad. "Pero el verdadero despegue fue hace tres años, cuando puse un showroom en San Telmo, que tuve hasta llegar al Buenos Aires Design, y al participar en ferias internacionales, que convocan a mayoristas", dice Dolhare. Gracias a esas ferias, promovidas por la organización alemana Messe Frankfurt, los productos de Andica llegaron a casas de decoración y distribuidores de México, Estados Unidos, Brasil y Noruega, entre otras partes del planeta. La venta mayorista exclusivamente le permitió a la empresa facturar 120.000 pesos en 2006. Sus productos llegan a distintos puntos del país, sobre todo al Sur, desbordante de turistas fanatizados con el cuero. Por eso el gran paso de llegar al centro comercial de Recoleta, donde la emprendedora planea cuadruplicar su facturación en los próximos dos años: "Los costos de estar en un shopping son muy elevados. Mantener eso implica un salto en las ventas importante, pero acá llego a un público al que no llegaba en el local que tenía antes", dice Dolhare. A pulmón El emprendimiento arrancó sin más inversión que la puesta en los materiales y el tiempo destinado a transformarlos en objetos. Dolhare empezó en su casa, con las herramientas de sus tiempos de estudiante de arquitectura. "Siempre fui muy buena con las manos, pero nunca me imaginé que viviría de esto", dice. Hasta entonces, diseñaba y decoraba casas. Pero todo cambió cuando dejó la Capital Federal para mudarse a una chacra en Hudson, a treinta kilómetros: "Cambió mi vida", cuenta. Dejó la arquitectura y se apasionó por el cuero. Con el tiempo fue expandiendo el negocio. Construyó un taller en el terreno en el que vive y adquirió las máquinas y herramientas necesarias como para incrementar la producción sin descuidar la terminación artesanal. Hoy trabajan allí tres operarios que, según explica, forman una especie de cadena de montaje: "Es gente que no tuvo las mismas oportunidades que yo, y me satisface poder darles un oficio que no pudieron adquirir", comenta. Otras tres personas atienden en el local. Dolhare relata cada paso adelante que dio en estos seis años, pero en medio del trajín de estar en el taller, en el local y realizando las compras de materiales, tiene un tiempo para planificar el futuro. La meta es clara: "Quiero hacer una línea Andica que me identifique, que la veas y digas «esto es Andica por calidad y diseño»". Para ello, empezó a incursionar en el diseño de muebles. "Este año voy a lanzar una línea de muebles en cuero y madera, y pienso incorporar algo en cuero y metal, aunque trabajado en forma poco convencional", dice. Después, afirma, vendrán otros desafíos, como una línea de ropa -ya cuenta con bufandas y corbatas trabajadas con cuero- y la apertura de franquicias en el país y el extranjero. "Hay un proyecto para abrir una en México a fines de año, con el distribuidor de allá", cuenta y agrega: "Quiero hacer de Andica un producto global, y me parece que no queda otra que incorporar en algún momento socios capitalistas. Soy consciente de que hay un techo; no se puede avanzar tanto así. Claro que no por eso voy a dejar de hacer lo que me gusta."
viernes, 10 de agosto de 2007
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