
Invasión
El auge de este deporte favoreció el éxodo de 237 argentinos; hay más jugadores en Europa que en la Liga Nacional
"El último año que jugué en la Argentina, en el TNA con Central Entrerriano, cobré 1200 pesos por mes. Entre mis compañeros, los que mejor arreglaron llegaron a 1800 pesos. Hace cuatro años que estoy en Italia, en la Serie B1, que es un torneo fuerte, donde un jugador importante puede llegar a cobrar 120.000 euros por año. Contra eso no hay nada que hacer. Extraño horrores y me gustaría quedarme en la Argentina, pero la diferencia es abismal."
El que habla es el tandilense Mario Ghersetti, uno de los 237 basquetbolistas argentinos que juegan en el exterior por motivos que se entienden perfectamente. El número de jugadores que emigró es para tener muy en cuenta, porque en la actual Liga Nacional actuan alrededor de 160 argentinos, si se suman 12 jugadores por plantel y restamos los 30 extranjeros que refuerzan los equipos. Rápidamente se puede obtener una conclusión: hay más que una "segunda Liga argentina" dando vueltas por el mundo.
"La única forma que tienen los clubes argentinos de retener a sus jugadores es firmándoles contratos, pero como la mayoría paga mal, poco y tarde, nadie firma nada", dice Cristian Le Bihan, un abogado rosarino que asesora a varios jugadores que partieron rumbo a Europa.
La fiebre del subcampeonato mundial de Indianápolis y el oro olímpico no sólo terminó de abrirles las puertas a los jugadores de la selección. Son conocidas las historias de Ginóbili, Nocioni y Delfino en la NBA, o de Scola y Oberto, para muchos los mejores pivotes del basquetbol europeo. Pero otros, con menor jerarquía, también se vieron beneficiados por el buen nombre que se ganó el basquetbol argentino (hay 200.000 federados), además de la siempre características garra y pasión que los europeos admiran.
Hay algunos que prefirieron irse en busca de una tranquilidad social y económica, que no encontraban en su país. Matías Chahab (24 años), que surgió en Los Indios, de Moreno, contó: "Dos días antes de irme (hace tres años) me llamaron de Peñarol para jugar en la Liga Nacional porque se había lesionado (Juan) Locatelli. Yo me iba a un equipo de una división menor en Italia, pero le di prioridad a la seguridad y tranquilidad que tenía en Europa. Acá los robos no existen, aprendí un idioma, tengo tiempo libre... Estoy viviendo en Saló, un lugar que casi es un paraíso (al norte de Italia) y por suerte pude traer a mi novia. Mi casa, en un barrio residencial, está entre la montaña y el lago de Garda, tiene pileta y justo enfrente tengo un driving. Uno de estos días me animo y empiezo a jugar al golf".
Claro que Chahab, que integró los seleccionados juveniles argentinos, sabe que está en una categoría inferior a su nivel (Serie D): "Los equipos que me contratan son serios, pagan bien y me llevan para que sea el líder, pero jugar en una categoría baja es frustrante. Igual, tengo cláusulas en los contratos por si surge una chance en Serie A o A2 (Lega due), porque sé que puedo llegar ahí".
Ghersetti, que tiene la nacionalidad italiana desde los ocho años, es una de las principales figuras de Silver, de Porto Torres, un pueblo ubicado al norte de la isla de Cerdeña. La institución que le permitió pasar de vivir con menos de lo justo a tener proyectos para su futuro. "Como sufro mucho, toda mi familia vino conmigo, mis dos hermanas y mis viejos. En la Argentina, pensar en tener mi casa era imposible. Ahora sé que algún día volveré y voy a poder construírmela", dice.
Ghersetti tuvo suerte y se estableció en una ciudad, pero otros tienen destinos errantes. Tal el caso de Pablo Jaworski, que en los tres años que lleva en Italia estuvo en lugares distintos: "El primer año fui a Piacenza. Llegué con los temores de adaptación lógicos, como el idioma, y fue uno de los mejores momentos desde que estoy acá. Porque la gente me trató muy bien. En la segunda temporada jugué en Soverato y ahora estoy en Aosta (Serie C2)". Aosta es una localidad en el norte italiano, a 30 kilómetros de la frontera con Francia y a la misma distancia de Suiza. Los salarios no son tan importantes como en las divisiones altas, "pero me alcanza para vivir tranquilo y ahorrar, porque sólo gasto en comida. El resto, como traslados y alojamiento me lo da el club. Y en lo deportivo, el que llega con experiencia en la Liga o el TNA, enseguida marca diferencias", cuenta.
Son los buscavidas del basquetbol argentino, que además de tener representantes de lujo en la elite también poblaron cada división en España y en Italia con valores y talentos que allá no se consiguen. Y que cada vez son más buscados en Europa.
Por cada jugador que es transferido al exterior, la Confederación Argentina cobra un derecho por el pase de entre 1000 y 6000 dólares
Hay una segunda selección jugando en Europa: Prigioni, Victoriano, Lábaque, Farabello, Palladino, Kammerichs, Jasen, Gabini, Logrippo, Baldo, Juan Gutiérrez y Román González
En el total de jugadores se considera también a los que están buscando club en el exterior, de allí la suma de 237.
Como no hay un registro de transferencias es muy posible que existan otros jugadores argentinos actuando en el exterior de los que no hay información.

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