viernes, 10 de agosto de 2007

Apertura audaz para China


Hace rato que China dejó de ser el misterio insondable de antaño. Una serie de reformas exitosas y una apertura audaz hicieron posible su despegue. Hoy lo está consolidando, con paso firme y una mirada estratégica, la misma que le permite mostrar al mundo su cultura milenaria, aventar prejuicios y erigirse en nueva potencia de la aldea global. Todo esto, lejos de la imagen de espejismo o peligro inusitado que algunos le endilgaban y más cerca del rol de locomotora del progreso. Su desarrollo inédito, sus demandas crecientes y sus recursos potenciales de inversión redefinen día a día la economía del mundo. Y, sobre todo, muestran una oportunidad insoslayable que los países de la región no deberíamos desaprovechar.

Los números de la sociedad china y su estructura productiva son exuberantes. Basta decir que su población supera los 1300 millones de habitantes para tener alguna idea de qué se trata. Lo mismo sucede con su PBI: asciende a 1700 dólares per cápita y tiene una tendencia en alza que bate récords históricos. En el segundo trimestre, por ejemplo, llegó a 11,3 por ciento, el ritmo más empinado desde mediados de la década del noventa. Y en 2016 se prevé que será 140 por ciento mayor al de hoy. Así, alcanzó una participación del 5 por ciento del producto bruto mundial, representa el 19 por ciento del crecimiento económico en los últimos tres años y contribuye al crecimiento del comercio global con el 12% del total, tan sólo por debajo de Estados Unidos.

Con los actuales niveles de crecimiento, los chinos necesitarán cantidades crecientes de materias primas y commodities para sostener el círculo virtuoso. En la actualidad, por ejemplo, son el primer demandante de estaño, zinc y cobre, y el segundo de soja, aluminio, azúcar y petróleo.

A su vez, el aumento en la calidad de vida de la enorme masa de trabajadores urbanos salidos de la agricultura de subsistencia y "occidentalizados" prevé una mayor demanda en otro tipo de manufacturas y bienes durables. Pero es en la demanda de alimentos donde las estimaciones son más importantes. Hacia 2020, China podría convertirse en el mayor importador mundial de estos productos, con compras cercanas a los 22.000 millones de dólares.

Llegados hasta aquí, queda más claro el papel que puede jugar nuestra región. El gigante asiático va a demandar, en proporciones continentales, muchas de las cosas que América latina produce o está en condiciones de producir, y hay que prepararse para ello. Debemos concretar con una interacción más profunda esa gran complementariedad en potencia y ganarnos un lugar como grandes aliados de su crecimiento. De esta manera, podremos multiplicar nuestra capacidad de producción agrícola y fabril con mayor valor agregado y contenido tecnológico. Este cambio profundo nos permitirá crear innumerables puestos de trabajo sobre la base del impulso de la agrotecnología. Las inversiones chinas nos darán el espaldarazo adecuado. La región fue el segundo destino de sus apuestas en el exterior con el 39,4 por ciento del total invertido y un volumen de 930 millones de dólares en el primer trimestre de 2006. Y se esperan muchas más si sabemos convocarlas.

Por todo esto creo que es un momento histórico e irrepetible. Dependerá de la capacidad de nuestros países, de sus gobiernos y empresarios articular una visión y una estrategia de largo plazo para que esto así sea. China espera encontrar, en cada país interesado en ampliar su intercambio y en recibir su inversión, un esquema de asociación estable que asegure la viabilidad de los proyectos.

Asesoramiento

Recientemente, he sido designado por la Asociación para la Promoción y el Desarrollo Industrial de la República Popular, consejero senior para sus inversiones en América latina. Un cargo que ocupan por ahora solamente dos empresarios más en el mundo -uno por Asia y otro por América del Norte- y cuya misión es el asesoramiento de los inversores chinos interesados en proyectos para cada una de las regiones. Y también ser intérprete entre el gobierno chino y las diferentes empresas e instituciones extranjeras, desarrollando canales de comunicación más concretos.

Como consejero pondré todo de mí para que el saldo de la experiencia sea positivo para todos.

El autor es empresario y consejero senior de China para sus inversiones en América latina.

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