Cuando Adolfo Rouillon baja la conservadora del auto y se dispone a firmar contrato para proveer a una de las cadenas de hipermercados más grandes del mundo, mira hacia atrás y casi puede oler las primeras horneadas de su pizzería en Rosario.
Tiene 34 años y hace menos de dos que fundó Mondo Frizzatta, junto con un colega administrador de empresas, también rosarino, Juan Manuel Robledo. Ahora la empresa no sólo fabrica pizzas, sino que elabora 50 toneladas mensuales de 60 variedades de productos (desde entradas hasta postres) que ofrece congelados a todo el país.
El año pasado facturó $ 900.000 y proyecta superar los dos millones en 2007. "Este es el año del salto internacional", se entusiasma Rouillon. Y se explaya en la construcción, en agosto próximo, de la nueva planta, una obra que demandará una inversión de 2,5 millones de dólares.
Según precisó, en la fábrica ubicada en el parque industrial de Roldán (a 20 kilómetros de Rosario), unos 260 trabajadores amasarán, hornearán y empacarán 500 toneladas mensuales de alimentos. Chipás, rabas, calzones, tartas, hamburguesas, guiso de lentejas, fideos al wok, helados. Todo un mundo de productos congelados, como la marca lo indica.
El 40% estará destinado al mercado local y el resto se ubicará entre países de América latina, Estados Unidos, Europa y el este asiático, donde ya tendió contactos.
Pero la primera exportación no esperará el corte de cintas de la nueva planta: en octubre próximo saldrá un despacho a EE.UU. "Por ahora nos comprometimos con un contenedor por mes. Ya estamos desarrollando el producto, que tiene algunas particularidades por el mercado en que se inserta", comenta, y prefiere no adelantar más características hasta que la fórmula esté lista.
Cada envío de seis toneladas de alimento que consumirá el país del Norte, a Mondo Frizzatta le representará un ingreso de 40.000 dólares.
El emprendimiento no dejó nada librado al azar. "Sabemos que todo tiene que estar pensado", explica Rouillon. Y habla por experiencia. No es la primera vez que, junto con Robledo, fundan una empresa desde cero.
En 1995, antes de Mondo Frizzatta, se asociaron para emprender Amtec, que empezó siendo una pyme fabricante de software y terminó en manos de la multinacional mexicana Neoris (del grupo Celmex), para la que trabajaron hasta 2005. Rouillon era el director comercial en la Argentina y Roldán, el responsable de operaciones, con 300 personas a cargo.
"La experiencia anterior nos había dejado un gran aprendizaje que podíamos capitalizar en un nuevo emprendimiento - dice-. Asumimos ese desafío." Una vez presentada la renuncia en Amtec-Neoris, el primer paso fue estudiar el mercado de los alimentos, el nuevo rubro que los tentaba. "Estamos convencidos de que la Argentina puede ser un proveedor mundial de alimentos con valor agregado", señala.
Sabores universales
Luego de investigar las tecnologías de conservación de productos se decidieron por el congelado, y el paso final antes de lanzarse fue definir un portafolio básico de comidas, que combinara sabores universales con un toque de la cocina tradicional.
Empezaron con 25 tipos de productos que distribuían en las cadenas de supermercados rosarinas. En poco tiempo la empresa se consolidó en Santa Fe y empezó a derramarse en el resto del país por intermedio de distribuidores nacionales. En marzo de este año asumieron que era el tiempo de ingresar en Buenos Aires, un mercado donde prevén concentrar el 70% de las ventas. El arribo a la Capital Federal, hace apenas un mes, ya les facilitó el primer contrato: desde el 1° de julio están en las góndolas de Wal-Mart. "Es el primero de los pasos importantes en Buenos Aires", se adelanta Rouillon, y agrega que ya empezaron a tender la red de 10 distribuidores que pretenden para la Capital y el Gran Buenos Aires.
jueves, 9 de agosto de 2007
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