domingo, 8 de julio de 2012
Un virus informático podría jaquear al mundo
Por Kenneth Rogoff | Para LA NACION
CAMBRIDGE.- Cuando la crisis financiera de 2008 llegó, muchos críticos conmocionados se preguntaban por qué los mercados, los reguladores y los expertos financieros no la vieron venir. Hoy, uno podría preguntarse acerca de la vulnerabilidad de la economía mundial frente a un ataque cibernético. De hecho, los paralelismos entre las crisis financieras y las amenazas de colapsos cibernéticos son impresionantes.
Aunque la mayor amenaza cibernética proviene de estados que tienen la capacidad de desarrollar virus informáticos sofisticados, los riesgos también llegan de hackers anarquistas y terroristas, o incluso de fallos informáticos exacerbados por catástrofes naturales.
Pocos líderes están dispuestos a poner en riesgo el crecimiento del sector tecnológico o de Internet, en alguna forma que sea significativa, debido a una amenaza que es tan amorfa. Prefieren formar grupos y comités de trabajo relativamente inocuos.
Es difícil exagerar sobre cuán dependientes son las economías modernas de los sistemas informáticos. Sin embargo, imagínese que ocurriría si un día una serie de satélites de comunicaciones clave se vieran incapacitados, o si se borraran las bases de datos de los principales sistemas financieros.
Los expertos han identificado desde hace ya largo tiempo atrás el sistema de suministro eléctrico como la vulnerabilidad más grave, ya que cualquier economía moderna colapsaría sin electricidad. Es verdad que muchos escépticos argumentan que con razonables medidas profilácticas de bajo costo, grandes colapsos informáticos a gran escala son muy poco plausibles, y que los profetas del desastre exageran los que serían los peores escenarios. Es difícil juzgar quién tiene razón. Sin embargo, parece que sí existe una cantidad de similitudes entre la economía política de la regulación del ciberespacio y la regulación financiera.
Tanto la seguridad cibernética como la estabilidad financiera son temas complejos. La remuneración para los expertos es muy superior a la que percibe cualquier asalariado en el sector público. Como resultado de ello se argumenta que la única solución es confiar en la autorregulación de la industria, al igual que lo que sucede en otras industrias modernas, comenzando por la alimentaria (big food), hasta las farmacéuticas y las financieras.
Al igual que en el sector financiero, la industria de la tecnología es muy influyente en lo político. En los Estados Unidos, todos los candidatos presidenciales deben hacer peregrinaciones al Silicon Valley para recaudar dinero. La excesiva influencia del sector financiero fue, por supuesto, una de las causas fundamentales de la crisis de 2008 y continúa implicada en el actual lío de la eurozona.
Con la ralentización del crecimiento en las economías avanzadas, la tecnología de la información aparenta mantener la prevalencia de la moral, al igual que lo hizo la industria de las finanzas hasta hace cinco años.
Es cierto que, a menudo, los avances en el sector de la tecnología en general producen enormes ganancias en cuanto a bienestar social. Sin embargo, así como ocurre con las plantas nucleares, los avances pueden fracasar por la ausencia de una buena regulación.
Por último, los mayores riesgos provienen de la ignorancia y de la arrogancia, dos características humanas que se encuentran en el centro vital de la mayoría de las crisis financieras. Las recientes revelaciones acerca de los súper virus de "Stuxnet" y "Flame" son desconcertantes. Estos virus, que aparentemente fueron desarrollados por los Estados Unidos e Israel con la finalidad de desbaratar el programa nuclear de Irán, encarnan un nivel de sofisticación que supera enormemente a cualquier otro visto con anterioridad. El "Flame" puede hacerse cargo de los periféricos de una computadora, grabar conversaciones de Skype, tomar fotografías y transmitir información a través de Bluetooth a cualquier dispositivo cercano.
Si los gobiernos más sofisticados del mundo desarrollan virus, ¿qué garantía se tiene de que algo no va a ir mal? ¿Cómo podemos estar seguros de que estos virus no se vayan a escapar e infectar otros sistemas? Ninguna economía es más vulnerable que la de los EE.UU., y es arrogante creer que su superioridad cibernética le proporciona la seguridad de que no puede ser penetrada por ataques.
La solución no es tan simple como hacer mejores antivirus. La protección y el desarrollo son una carrera desigual. Un virus puede estar formado por sólo un par de cientos de líneas de códigos informáticos, en comparación con los cientos de miles de líneas que se necesitan para los programas de antivirus.
Se nos dice que no debemos preocuparnos acerca de colapsos informáticos a gran escala, debido a que no hubo uno y a que los gobiernos están vigilantes. Desafortunadamente, otra lección de la crisis financiera es que la mayoría de los políticos son incapaces de tomar decisiones difíciles hasta que los riesgos se materialicen. Esperemos continuar teniendo suerte por un tiempo más.
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