lunes, 14 de mayo de 2012

El regreso al Consejo de Seguridad

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es el órgano al que la propia Carta del organismo internacional asigna nada menos que la responsabilidad primordial de mantener la paz y seguridad internacionales. Compuesto por cinco miembros permanentes (China, Francia, Estados Unidos, Gran Bretaña y la Federación Rusa) con derecho de veto, tiene además diez miembros no permanentes que son elegidos por la Asamblea General por períodos de dos años, teniendo en cuenta sus contribuciones al mantenimiento de la paz y seguridad internacionales y demás propósitos de la ONU y procurando una distribución geográfica equitativa. En la próxima elección de miembros no permanentes, que tendrá lugar en octubre próximo, como parte del 67° período de la Asamblea General, la Argentina tiene ya asegurada su elección por haber recibido -una vez más, como es ya tradicional- el endoso de nuestra región: América latina y el Caribe. Nuestro país tendrá así la oportunidad de participar en las decisiones del Consejo de Seguridad durante el período 2013-2014. Trabajará con sus pares en una agenda variada y particularmente delicada, que incluye algunas de las cuestiones más complejas referidas a la paz del mundo. Por ello, asumirá una responsabilidad importante que incluye, entre otras cosas, el dictado de normas que son obligatorias para todos los Estados miembros cuando se sancionan invocando para ello las facultades del Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas- Esto ocurre cuando nuestra política exterior es, en muchas cuestiones, errática e indefinida y cuando, curiosamente, aún no se ha designado al representante permanente ante la organización, en lo que parece una incomprensible señal de desinterés. Pero también cuando el país se ha estado aislando constante y sistemáticamente de la comunidad internacional, con la que hoy tiene relaciones urticantes en la Organización Mundial del Comercio (OMC), derivadas de su agresiva actitud proteccionista. También, de su falta de pago de la deuda con el Club de París, de sus incumplimientos a laudos y sentencias de distintos tribunales internacionales y regionales, de una renegociación incompleta de su deuda externa y de la reciente decisión de confiscar con actitudes y procedimientos cuestionables la participación accionaria mayoritaria de una empresa española en Repsol-YPF. A todo ello cabe sumar una actitud que, con demasiada frecuencia, es innecesariamente arrogante, soberbia, agresiva, antagónica, intimidatoria y descortés para con nuestros circunstanciales interlocutores. Tendremos, en consecuencia, una gran oportunidad para cambiar una imagen externa que hoy está sumamente deteriorada. Nos la brindará nuestra labor cotidiana en el Consejo de Seguridad. Mucho dependerá seguramente de la persona en la que finalmente recaiga la postergada designación de nuestro representante permanente ante la ONU. Dependerá de su experiencia, de su tacto y moderación y de su paciencia y temple, de su dedicación e intensidad en el esfuerzo que el cargo requiere, de sus conocimientos y hasta de sus actitudes personales en un órgano donde la interacción constante y permanente entre sus miembros es una característica esencial. El cargo, por su relevancia y características, no es ciertamente apto para ser tomado simplemente como un vehículo más para recompensar políticamente. Quien resulte designado contará para ello con un equipo de funcionarios de gran nivel profesional compuesto habitualmente por miembros de la elite de nuestra Cancillería. Habrá oportunidad para actuar en el campo de los derechos humanos y, más aún, del derecho humanitario internacional en el que el Consejo ha estado particularmente activo con la creación de los Tribunales Penales Internacionales y, en general, desde la crisis de Kosovo, en 1999. En rigor, desde 2003 el Consejo ha reconocido reiteradamente la íntima conexión que existe entre la paz y el respeto a los derechos humanos y a las normas y obligaciones que, además, surgen del derecho humanitario internacional. Nuestra nueva presencia en el Consejo de Seguridad nos conferirá una visibilidad que hoy no tenemos y que deberíamos saber aprovechar inteligentemente.

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