lunes, 9 de abril de 2012

Fragancias con aromas argentinos

¿Cómo identificar un paisaje con un aroma? Leticia Erroz se embarcó en esa misión y concentró los olores de distintos lugares de la Argentina en las líneas de productos de una marca propia a la que llamó Aromas de la Campiña.

La frescura de los glaciares del Sur, la dulzura de las frutas mendocinas o la brisa de los bosques de Cariló se impregnan en perfuminas textiles, fragancias corporales y perfumes, sales de baño y jabones.

La sensibilidad olfativa es reflejo de un fanatismo por los aromas que Leticia (42) desarrolló desde su juventud, cuando comenzó a trabajar con la cosmética femenina.

Otra de sus pasiones está plasmada en las etiquetas de los productos: la filatelia. "El sello postal es una forma de comunicar algo desde un lugar geográfico, y los aromas interpelan a la memoria, a los recuerdos que uno tiene de donde ha estado", dice la creadora de la firma, que arrancó en 2004 con un fondo de unos 10.000 pesos.

Antes había realizado trabajos como particular para marcas de indumentaria. El perfume de Ona Sáez fue el primero. El siguiente tuvo un nombre no menos reconocido: María Vázquez. Y aparecieron más: Garcon García, Koxis, Boating y Vanity Fair, entre otros, estamparon su sello en un aroma desarrollado por Erroz.

Lo ajeno aún tiene un lugar en su trabajo. Actualmente distribuye los productos por perfumerías del país a cambio del pago de una regalía por el uso de las marcas.

La producción anual para esa pata de su actividad es significativa. El volumen es casi igual al de Aromas de la Campiña. Pero el desafío mayor de trazar la propia línea le permitió independizarse del negocio de otros. "Es más fácil trabajar para terceros, porque el cliente ya tiene una idea sobre lo que quiere hacer. Por ejemplo, un aroma para adolescentes o parecido a otro del mercado. En lo propio, en cambio, hay una búsqueda de esencias y un diseño a gusto personal", explica Leticia, que terceriza y acompaña la elaboración de los productos en distintos laboratorios.

Aromas de la campiña tiene 600 puntos de venta en el país, dentro y fuera de su rubro. "Por la identificación con los paisajes y lugares, las distintas líneas también se comercializan en tiendas de suvenires", cuenta la emprendedora, que colocó sus productos de perfumería, textil y spa en grandes supermercados, como Wal Mart y La Anónima, y tiendas multimarca, casas de decoración y perfumerías del interior.

FRANQUICIAS

Erroz abrió dos locales; uno en un shopping de Moreno y otro en Pinamar. Y eligió para expandirse un modelo de franquicias que abarca hasta el momento siete comercios.

"El fee de ingreso está bonificado, porque priorizo la apertura del punto de venta hasta que la difusión de la marca sea mayor", indica la emprendedora.

La inversión necesaria para poner un local en marcha ronda los 100.000 pesos, teniendo en cuenta todos los gastos, e incluso la mercadería.

Hasta ahora, Aromas de la Campiña lanzó 18 líneas con una misma lógica: "Ofrecemos precios accesibles y no vamos a cambiarlo, porque eso tiene que ver con el lugar que buscamos ocupar en el mercado. La disponibilidad de este tipo de productos parecía sólo para algunos. Por eso quisimos que estos productos se convirtieran en placeres cotidianos para uno mismo o para regalar", explica.

Precios tan amplios como la cantidad de productos (hay jabones de 9 pesos y perfumes de $ 90) elevaron la facturación a 4 millones de pesos el año pasado.

Las proyecciones para este año tienen signos de interrogación, pues, aunque en forma indirecta, la empresa que creó también padece las trabas a las importaciones. "Los proveedores de algunos frascos y válvulas no están pudiendo ingresar los productos en el país, y no sabemos hasta dónde llegaremos con los stocks de seguridad", dice Leticia, preocupada por las medidas que amenazan con trabar la marcha del negocio en plena etapa de expansión.

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